La idea de humanas artificiales (ya fueran compañeras o criadas) se remonta a mitos y leyendas de la Época Antigua: los Gollems, Talos el hombre de bronce, las gentes de metales preciosos que lloraron a Buda, o los ejércitos de soldados autómatas o máquinas de movimiento espiritual que se recogen en el Lokapannatti hindú. En esta era proto-robótica también se recogen referencias de esculturas e imitaciones mecánicas de animales, dioses y demonios. Del mito al prototipo.
Y es que las humanas, desde siempre, hemos mostrado pulsiones de control-sobre, ya sea sobre la naturaleza o sobre otras humanas (un sub-conjunto de la naturaleza que hemos tratado como si no le perteneciera). Estas pulsiones, además, se han articulado, desarrollado y materializado, en gran medida, a través del desarrollo e implementación de las tecnologías disponibles en cada momento, haciendo que tecnología y poder se conviertieran en un binómio difícil de desenmarañar. Tanto, que hoy en día este ensamblaje representa uno de los pilares centrales que articulan los Estudios de Ciencia Tecnologia y Sociedad (ECTS): ¿Es la tecnología quién transforma (de manera no-controlable) a la sociedad que la produce? o ¿Es la sociedad quién limita/define las tecnologías que pueden producirse?
En este contexto, si nos remontamos aún a esta era proto-robótica, a los orígenes de las primeras autómatas: invenciones derivadas de marionetas y demás elementos figurativos móviles que funcionaban de manera automática. Vemos que más allá de algunos objetos cómo relojes o animales articulados por poleas y engranajes, la gran mayoría de autómatas humanoides se enmarcan en los estereotipos de género que predominaban en las sociedades de orígen (todas patriarcales). Es decir, se concebía a las primeras autómatas humanoides como representaciones simbólicas, o masomenos realistas, del mundo real y por lo tanto se gendrificaba a las autómatas (de manera binaria: masculinas o femeninas). En este contexto, por gendrificación me refiero a la necesidad de asignar un género a todas las representaciones humanas a pesar de que estas no sean autoconscientes.
Seguramente muchas coincidiran en advertir que entonces aún era muy temprano para entender que la naturaleza artificial de estas creaciones humanoides representaba una oportunidad para superar la gendrificación impuesta por las sociedades patriarcales. Sin embargo, como podemos comprobar, esta dinámica de asignación de género a entidades artificiales seguiría a lo largo de la historia, siendo todavía hoy, la dinámica predominante en el mundo del desarrollo de robots humanoides.
El término gynoid (en contraposición al masculino android) aparece por primera vez en 1984 en la novela Divine Endurance de la autora de ciencia ficción y fantasía Gwyneth Jones. Entiendo que Jones usó este término a modo de crítica social, puesto que en su novela la gynoid es una robot esclava que vive en una China futurista y es juzgada por su belleza. Asumo esta hipótesis porqué Jones destaca por ser una escritora que introduce una perspectiva feminista y de género en sus relatos, por lo que entiendo que esta novela era justamente una crítica a la gendrificación de las máquinas y especialmente a la perpetuación de los valores patriarcales, ahora, sobre estas mujeres artificiales.
Revisando la história de las ginoides, se puede ver como estas han estado siempre desarrolladas desde una perspectiva patriarcal que las ha limitado, tanto en su concepción como en su usabilidad. A diferencia de los robots con superpoderes y capacidad para transformar los entornos laborales y salvar el mundo, a ellas se las ha relegado a un rol humillante dentro de la historia de la robótica, puesto que básicamente se las ha concebido, o bien como objetos eróticos e hipersexuales, o bien como prestadoras de cuidados encargadas de perpetuar los valores familiares tradicionales (¿les suena la história no?).
Por eso, parece evidente que esta actitud denigrante hacia las robots, no es más que la traslación de los problemas y violéncia que sufren las mujeres en las sociedades patriarcales. Unos valores que se propagan y consiguen permear en las sociedades, entre otros, a través de los productos culturales. Y es que incluso en los imaginarios literarios y audiovisuales las mujeres robot han sido siempre -salvo en contadas ocasiones- máquinas erotizantes, o sirvientas obedientes. Seguramente, esto se deba en gran parte a que tanto la indústria cultural como tecnológica este copada por hombres, que ajenos a sus privilegios se encargan (consciente o inconscientemente) de perpetuar y fortalecer estructuras y dinámicas que les son favorables. Hombres que cuando les preguntan por cuestiones de género y robótica responden cualquiera y se quedan tan anchos:
…the great majority of robots were either machine-like, male-like or child-like for the reasons that not only are virtually all roboticists male, but also that fembots posed greater technical difficulties. Not only did the servo motor and platform have to be ‘interiorized’ (naizosuru), but the body [of the fembot] needed to be slender, both extremely difficult undertakings.
—Tomotaka Takahashi,
Así, en un momento donde parece cada vez menos cuestionado que el género es un constructo social, seguimos perpetuando estereotipos a través de la innovación tecnológica, aunque no tenga sentido gendrificar (siempre de manera binaria…) entidades sin autoconsciencia que no pueden saber qué se sienten. Y que por su naturaleza artificial ni tan siquiera tendrían porque tener género…
Otra cuestión inquietante, que pone de manifiesto la perpetuación de valores patriarcales es el hecho de que, en contra de lo que pueda parecer, hay pocos robots definidos explícitamente como hombres. Es justamente el contraste con las ginoides o robots mujeres que pone de manifiesto que se asume que aquello neutro (robot) equivale a robots masculinos, es decir que también en este área se impone el principio de hombre por defecto.
En próximas entradas me gustaría escribir sobre ética crítica y discriminación algorítmica… pero ¿cómo entrar en cuestiones intangibles o hablar de bias e IA si cuando a los principales exponentes de la indústria les decimos: “mujer + robot”….fabrican una muñeca sexual?