Por Isbel Díaz Torres
Un gran reportaje en la TV cubana despierta comentarios en la gente. La Unión Agropecuaria Militar dirige un intenso y extenso programa de producción de soya con tecnología brasileña.
En Cuba la soya se hizo famosa durante la crisis de los 90. Con este grano, de gran contenido en proteína vegetal, se intentó suplir las necesidades nutricionales de una población duramente afectada por la falta de alimentos.
De ese modo, la soya fue incorporada al picadillo de carne, y al yogurt que reciben los niños de siete a catorce años. También el aceite a partir del grano apareció en nuestra dieta.
La aceptación o rechazo a los alimentos con soya ha sido variada, pues nunca formó parte de nuestra dieta tradicional. Muchas familias buscaron soluciones exitosas para soportar ese raro picadillo desabrido, y otras sencillamente ni lo prueban. El aceite, sin embargo, es muy bien valorado por la población.
¿Para qué necesitamos más soya ahora? Según el reportaje, esta producción evitará tener que importar 150 000 toneladas del grano provenientes de los Estados Unidos. Cuba compra la tonelada a 480 USD. Solo para eso CUBASOY (nombre de la empresa cubana) sembrará más 500 000 hectáreas en la provincia Ciego de Ávila.
Un proyecto tan ambicioso como este, ha requerido de grandes inversiones. Ello incluye la contratación de técnicos brasileños y la compra de toda una fábrica de secado de granos a ese país sudamericano. De hecho, toda la tecnología es mecanizada: tractores, maquinaria para la siembra, máquinas para las aplicaciones fitosanitarias, y mucho más. El 90 porciento de toda la técnica proviene de Brasil. ¿Será prudente hablar aquí de “monopolio”?
Ha sido necesario construir viales, 52 Km de líneas eléctricas, y abrir nuevos pozos. El riego se realizará con agua proveniente de la represa Zaza, pero el 40 porciento del agua se tomará del subsuelo de la región.
Las áreas a usar fueron recuperadas después de años de abandono. Allí la plaga del Marabú (arbusto espinoso) hacía sus estragos. Es un suelo ferralítico rojo, de baja calidad, que necesitará altos insumos de fertilizantes y plaguicidas. En el 2010, las áreas ya cultivadas demandaron 4 200 toneladas de químicos para el control de plagas; mientras que en el 2011 serán unas 5 800 toneladas.
El impacto será devastador, sobre todo si se hacen dos campañas en el año, como está planificado. Para intentar paliar la agresión que suponen estas prácticas extensivas, rotarán el cultivo con maíz. Este otro alimento se destinará a la fabricación de fideos y de harina.
El proyecto crecerá hasta el 2013, sobre todo si se cumplen las severas premisas que dictó el Director General de la Unión Agropecuaria. El General de División Rubén Martínez insistió “en la disciplina y el orden, porque este es un grano que para producirlo hace falta orden y disciplina.”
Lo peor de todo es que, mirado todo el paquete tecnológico, apunta a que se trata de soya transgénica proveniente de Brasil, pero olvidaron mencionarlo… ¿Habrá sido un ingenuo descuido de la periodista Gladys Rubio? ¿Y el maíz, será la variedad FR-Bt1, que desarrollan algunos científicos cubanos?
Preguntas, muchas preguntas, pero la mirada severa del general y el candoroso tema operático que colocaron al fondo, no dejan lugar a dudas: TENDRÁ que ser un éxito.