Por Isbel Díaz Torres
No acostumbro a poner en estos diarios mis cavilaciones. Mis textos por lo general presentan algo que sucedió, o vi, o me contaron; pero emergen de algún hecho concreto. Al parecer este será distinto: estoy preocupado.
He trabajado duro junto a otros amigos y amigas, para poder celebrar el pasado Foro Social Observatorio Crítico, y salió muy bien. Después he tenido la mirada atenta al congreso del partido, e intenté no perderme los resúmenes televisados de las comisiones. En mi casa llegaron a mirarme como loco (incluso mi padre, comunista militar retirado, no entendía mi interés en los debates).
Por estos días, también han sido publicados varios reportajes periodísticos de agencias internacionales que citaban mis palabras, y eso siempre es inquietante. Las lecturas que se hacen en Cuba de la prensa extranjera son por lo general un tanto paranoides. Y me preocupa porque me interesa la visión que tienen mis coterráneos sobre mí.
Para ser sincero, casi siempre digo lo mismo en todas las entrevistas. Lo que dije a Juventude Rebelde (Cuba) hace algún tiempo, fue lo que dije ahora a Le Monde (Francia), o a La Jornada (México). Al final, los énfasis los ponen los periodistas, y no está mal que así sea.
Yo tengo claro que el ámbito donde me interesa estar no es en los periódicos. Me interesa comunicar mis ideas, pero que los demás me comuniquen las suyas. Los periódicos casi siempre son canales unidireccionales. Aquí al menos la gente me dice que no le gustó lo que dije, o que les gustó. Me pueden tildar de oficialista o de manipulador. Y eso es bueno. Eso también es debate.
Ahora, el verdadero ámbito transformador, para mí, está en la familia, en la comunidad, en los círculos sociales que cada cual habita. Es allí donde cobra sentido el activismo ecologista, las posturas libertarias, incluso la poesía.
Cuando los adolescentes de Coco Solo, La Habana, entraron sin pedir permiso donde estábamos haciendo el pasado Foro Social, para cantar bajito los temas de Raudel (Skuadrón Patriota), descubrí nuevos sentidos en lo que estábamos haciendo.
Cuando la semana pasada fui a regar una ceiba sembrada en mi barrio, y un niño de 10 años me dijo que él ya la había regado, mis ideas se llenaron de sentido. Cuando hoy una muchacha en la calle, al descubrir mi nombre, me dijo emocionada que le gustaban mis textos en Havana Times, este espacio también se cargó de nuevos sentidos.
Y es que me preocupa la visibilidad vacía. Me preocupa que Jimmy, y mi hermano, y mis sobrinos, que sembraron la ceiba conmigo, desaparezcan bajo mi nombre. O que Yanet, o Yoan, o Dunia, o Hibert, u otros que tanto trabajaron en el Foro, desaparezcan de los créditos porque nadie los llamó a declarar.
Tengo serias dudas acerca de la representatividad porque es injusta, aún cuando pueda funcionar en determinados contextos. Me entusiasma inventar cosas que hacer, y sumarme a los inventos de otros. Es importante la escritura personal e íntima, pero la escritura colectiva también es vital.
Ya acabó el congreso. Las vendedoras de bolsas plásticas no están al tanto, pues no tuvieron tiempo de ver la televisión. La panadería de mi barrio se rompió, y no hay pan hasta mañana. ¿La delegada que propuso introducir el verbo enaltecer en uno de los lineamientos, conocerá el mágico significado de la frase bla bla bla?