Por fin, ¿son un regalo o un deber social?…

Por Félix Sautié Mederos.

Ultimamente en nuestros medios locales de comunicación se ha comenzado a utilizar un lenguaje algo confuso en algunas de sus frases, que califican a los servicios y las actividades sociales e incluso a otras manifestaciones y gratuidades dirigidas hacia el pueblo en general, como si exclusivamente fueran un regalo desde la cúspide de la sociedad que todos deberíamos agradecer a sus gestores, sin que quede especificado el origen de su financiamiento que se logra con los fondos conformados por las ganancias de las empresas y entidades propiedad de toda la población, así como por las recaudaciones de impuestos y tasas que pagan las personas en su conjunto de acuerdo con las tarifas y actividades que deben ser tributarias sobre la base de las leyes establecidas .

Esta forma de expresarse, que en mi criterio encierra en sus ocultas esencias internas un concepto paternalista, autoritario, centralizador y excluyente, se ha ido generalizando, en una especie de moda, más allá del ámbito de los servicios de salud, educación, seguridad social, comunales, etc. , tal y como se observa en determinadas informaciones y espacios de televisión muy destacados, por ejemplo, la transmisión de las Olimpiadas Londres 2012, realmente un esfuerzo muy meritorio, pero que se nos presentó como un regalo para el pueblo de Cuba. Como si el Instituto Cubano de Radio y Televisión ICRT y sus dependencias fueran algo distinto o por encima de los ciudadanos y no una propiedad socialista de toda la población, de acuerdo con lo que se establece dentro del sistema sociopolítico en vigor. En la Constitución de la República en su artículo 14 se expresa textualmente: “En la República de Cuba rige el sistema de economía basado en la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción y en la supresión de la explotación del hombre por el hombre…” El trabajo cotidiano de la radio y televisión constituye por tanto el cumplimiento de un deber social con el pueblo propietario, que es el que paga, por lo cual su cumplimiento con calidad y forma debe ser exigido, reconocido o criticado en caso que fuera necesario, por sus dueños, que son los ciudadanos de conjunto, así mismo y esencialmente los demás servicios básicos estatales.

Si hiciéramos un análisis económico al respecto, no haría falta ser un economista especializado para deducir que esos fondos se nutren del trabajo y del aporte de la población. Esos servicios sociales, son financiados por su propietario universal que es el pueblo trabajador; y el Estado con sus unidades, instancias y empresas es entonces un administrador y un gestor de los recursos del pueblo. El Estado es servidor del pueblo, por lo que sus dirigentes y funcionarios son servidores públicos y no otra cosa. Además para complementar este ciclo económico también habría que tener muy en cuenta lo que se plantea en el artículo 3 de la Constitución de la República, actualmente en vigor que expresa de forma textual que: “En la República de Cuba la soberanía reside en el pueblo, del cual emana todo el poder del Estado…”
No me refiero a algo rebuscado ni mucho menos a una nimiedad, abordo un problema de fondo que se expresa en prácticas que no concuerdan con la definición socialista del Estado Cubano y con lo establecido en la Constitución de la República. En este orden de cosas, podemos apreciar que insistentemente se reitera la necesidad de un cambio de mentalidad, así como del respeto a la disciplina social y a fortalecer el sentido de pertenencia en el actuar cotidiano de los trabajadores; pero por otra parte, se mantiene vigente el accionar paternalista, estado céntrico, autoritario, triunfalista e inmovilista que concibe a la ciudadanía como un objeto llamado a cumplir orientaciones, directivas, así como planes sociales, políticos y económicos, y no un sujeto social con libre albedrío, pensamiento propio, libertad de creación y derechos participativos.

Si la soberanía reside en el pueblo, del cual emana todo el poder del Estado tal y como correctamente se plantea en la Constitución de la República, entonces los servicios sociales que se prestan a los ciudadanos constituyen un deber de ineludible cumplimiento y nunca un regalo de un hipotético Estado que se sitúa por encima del pueblo y que financia sus actividades con fondos propios de origen desconocido. En definitiva me estoy refiriendo a una inconsecuencia que poco ayuda a la gobernabilidad y mucho menos al autogobierno popular socialista, ni a la solución de los problemas evidentes que estamos enfrentando mientras que bordeamos el precipicio.

Será muy difícil lograr el consenso y la participación de una población que se le considera simples “pichones con la boca abierta”, sin derecho a una participación efectiva que es reconocida solo en la letra, ni a pedir cuentas por la administración y gestión oficial en virtud de sus derechos esenciales así como del aporte que financia la prestación de los servicios y de las actividades de un Estado todo poseedor, único decisor, que “regala benevolentemente” sus servicios.

Estas concepciones de ser un regalo, desprendidas del enfoque con que se realizan las funciones estatales, propician el desentendimiento y el hastío del pueblo que se siente preterido, no tenido en cuenta en sus criterios e incluso constantemente interpelado y responsabilizado por lo que se considera su falta de disciplina social, su no sentido de permanencia y su poco agradecimiento por los servicios gratuitos que recibe de un estado paternalista y todo poseedor.

Para que verdaderamente se logre un cambio de mentalidad propiciador de las grandes soluciones que tanto necesitamos, será imprescindible ante todo desterrar tales concepciones, poner las cosas en su lugar, depurar responsabilidades estatales, sustituir los cuadros conservadores y detenidos en el tiempo y concebir, efectivamente en la práctica a las personas al centro de todo, propiciando y respetando su libre albedrío, su libertad de creación, su autogobierno y sus efectivas posibilidades de participar y pedir cuentas al Estado. Así lo pienso y así lo escribo. fsautie@yahoo.com

Publicado en Por Esto! el lunes 27 de agosto del 2012.

http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=187972

0 thoughts on “Por fin, ¿son un regalo o un deber social?…

  1. Pingback: 29 de agosto de 2012

  2. A ver si entiendo el tema con un lenguaje más coloquial:
    La casta de burócratas que han vivido y disfrutado durante tantos años gracias a la sangre, el sudor y las lagrimas de LIBORIO, no tiene dentro de sus pretensiones renunciar a que LIBORIO, los aplauda agradecido y los obedezca ciegamente, pues según ellos, él no esta preparado para un cambio y se puede desviar perdiendo el camino que ellos han trazado, que es, el que les permite continuar de parásitos de la sociedad.
    Seria como si orientaran: “ahora si vamos a cambiar de lugar pero solamente recorriendo la circunferencia”.

  3. Disculpen parece que por un mal procedimiento mío, me quedó un primer intento de pegar mi artículo, solo con el título y lo demás en blanco. Ahora no sé como borrarlo; pero en definitiva este nuevo intento salió con el texto completo.