Por Armando Chaguaceda
Esta nota es corta, porque nace en los resquicios de mi descanso dominical y porque cada vez creo más que lo bueno es aquello que se logra decir en pocas palabras.
Además lo que la motiva (la actual Campaña contra la Homofobia) ha provocado suficientes y diversas miradas, una de las cuales se ha publicado como excelente crónica acá en Havanatimes.
Es probable que mi opinión no gustará a algunos amigos involucrados en dicha iniciativa, aunque estoy convencido que aquellos que me conocen sabrán por dónde viene el sentido de esta crítica. Y espero la acompañen o respeten.
Valoro positivamente cualquier iniciativa que busque eliminar las múltiples formas de discriminación que existen en nuestra sociedad…e insisto en el término existen y no subsisten porque no se trata sólo de “rezagos del capitalismo.” Se trata de expresiones de una cultura de la dominación (machista, patriarcal, militarista, adultocéntrica, urbanocéntrica, etc) heredadas desde la colonia, que adquieren nuevos sentidos en el socialismo de estado criollo.
Por la importancia de discutir el tema con seriedad considero particularmente bueno el panel realizado sobre la presencia del tema en los medios masivos, uno foro donde las intervenciones de los participantes (que leí en http://www.ipscuba.net/) me parecieron bien argumentadas, críticas y objetivas.
Ahora bien, respecto a la marcha por la Rampa lamento no ser tan entusiasta, pues no solo se trata de una iniciativa limitada en espacio y alcances sino que todo indica que se pudo realizar gracias al especial protagonismo de la directora del CENESEX, Mariela Castro en dicha acción, la que como todos sabemos es hija del actual presidente.
No escatimo sus bien ganados méritos (pues podría ser otra hija de papá en lugar de una mujer de ideas y acciones avanzadas) pero pregunto ¿por qué se le permite a ella y sus ahijados lo que a otros jóvenes no?
¿Por qué otras acciones también opuestas a la dominación (como las del Observatorio Crítico) y marchas como la de la No Violencia no reciben semejante apoyo e incluso son objeto de recelo o (re)presión? ¿No es muestra ello de que en nuestro país la autonomía societal sigue siendo fundamentalmente ausente (y temida) en un entorno de “derechos” prestados y espacios tolerados?
Además, no comprendo que hacían consignas por el retorno de los Cinco y vivas a los dirigentes del país en la marcha. Creo que corearlas es asunto de cada cual, pero me parecen inorgánicas dentro de esa marcha.
¿Acaso la comunidad LGTB tiene en Cuba tantas oportunidades de manifestarse cada día y tan pocas cosas que reclamar de forma sustantiva como para traer aquí a colación agendas políticas de otros foros?
Podemos sólo suponer las razones de la presencia de semejantes consignas, porque uno nunca sabe si fueron netamente impuestas como condición para la marcha, si (como creo) simplemente jugaron con eso como factor de legitimación o incluso si fue una iniciativa espontanea de algunos…en todos los casos el saldo me parece simplemente patético.
Por demás creo que seguimos perdiendo tiempo (con un país culto y donde no hay que cabildear con la Iglesia y gremios conservadores) en los avances legales que muchos homosexuales reclaman, cuando ya México DF y Buenos Aires nos han tomado la delantera y pronto pueden seguirles otras ciudades y naciones.
Además se necesitan señales claras que la homofobia será castigada cuando, por ejemplo, esta se traduzca en comportamientos lesivos a la dignidad como los que cometen con frecuencia agentes de orden público contra parejas o individuos de esa orientación sexual.
Sí ello no sucede, la colorida marcha por la Rampa bien puede quedar como un día de festejo en medio de tantas semanas y formas de discriminación.
Ello me recuerda el Cabildo que celebraban los negros esclavos, con la mirada benefactora de las autoridades coloniales y la rabia (temporal) de sus dueños, que sabían que al día siguiente los exprimirían en la plantación o casa señorial.
Aunque me alegra que algúnxs puedan sentirse “Reinas por un Día” creo que lo que debemos lograr es que todxs seamos ciudadanxs para siempre.
El artículo (al igual que el publicado por Irina en havana Times) me parecen muy interesantes, y coincido en la mayor parte con sus presupuestos.
Ahora, me parece que sería preciso matizar las cosas. Decir que se trata de UN día de visibilidad, “Reinas por un día”, ÚNICO día, es cuando menos, inexacto. Aún cuando la Jornada no es el único espacio para la reivindicación de la comunidad gay, es preciso reconocer su ampliación en tiempo y espacio. Justamente este año la jornada se ha concebido casi sin límites, y desde enero se están haciendo cosas. Cierto que estas semanas han sido más visibles, pero la gente no se ha detenido, trabajando todo el tiempo. Se han creado nuevos grupos que, aunque yo mismo les reconozca limitaciones, son de una gran valor para el activismo LGBT. Grupos que, no lo olvidemos, están formados por hombres y mujeres de esta isla, y que al menos los que conozco, son personas maravillosas, y que hacen ese trabajo en su mayoría desinteresadamente.
Reducir tanto empeño es un poco injusto, me parece. Además, muchas de esas personas llevan el activismo diariamente, y no esperan al mes de mayo para mostrarlo. Los que se besaban en la conga, muchas veces lo hacen de manera natural. Es cierto que las gestiones de Mariela Castro de seguro influyeron en permitir esta intervención pública, pero la realización en sí, los que estábamos allí, éramos much@s más que Mariela. La crítica debe ser dirigida, más que a la conga en sí o a la gestión de Mariela, a la sociedad en la que está insertada, que limita a su mínima expresión este tipo de acciones.
Sobre los carteles y las consignas, me parece que toda manifestación pública debiera acoger todo lo que la gente quiera. Esta es también una manifestación política. Entiendo, por supuesto, que lo deseable es que también hubiera otros carteles como el llamado a la no-violencia, en contra de los transgénicos, a favor del libre movimiento de los cubanos, contra el ataque a Libia, o para reconstruir nuestra democracia, pero no todo se obtiene de una vez.
Uno de los carteles oficiales reconocía los Derechos Sexuales como Derechos Humanos. Oigan, decir eso en Cuba es casi una victoria, pues acá la frase derechos humanos es como si te mentaran la madre. En pleno Pabellón un joven escribió en una pancarta: “Mandar sin amor es dictadura, y obedecer sin amor es esclavitud”, y así fue presentada ante tod@s los presentes.
Este año se hizo la Jornada también en Santiago de Cuba, y bien sabemos que la situación de la homofobia fuera de la capital cubana es más terrible aún.
A mi tampoco me gusta lo de los 5, supongo que es un detalle de “Real politik”, pero ha dado unos titulares en la prensa contrarrevolucionaria… ¡de espanto!