Por Pedro Campos
Los que revisaron el marxismo, lo convirtieron en unos pocos dogmas y lo usaron para tratar de eternizarse en el poder son recordados solo para tener presente lo que nunca debió ser.
Una de las graves consecuencias de la paranoia de los sistemas estalinistas impuestos en nombre del “leninismo” y de la “clase obrera.” que pretendían eternizar poderes burocratizados, fue la fabricación constante de “enemigos” políticos.
Aquel socialismo que nunca fue, veía enemigos en todas partes debido a los celos por el poder, al temor permanente de perderlo, a la intolerancia y al sectarismo, y cuando no los encontraban los fabricaban porque los necesitaba para justificar sus políticas represivas y totalitarias y para sostener una burocracia especializada en asuntos de seguridad, que garantizara la supervivencia de unos pocos lideres, creídos la revolución misma.
Bastaba que alguien, no importa el nivel de la nomenclatura donde estuviera o fuera un simple ciudadano, expusiera algún criterio que no coincidiera con las posiciones del Gran Jefe o la dirección política, para que automáticamente se le abriera un expediente de “potencial enemigo” y a partir de entonces una jauría de agentes y una cantidad indeterminada de medios técnicos, según la “gravedad del caso.” caían sobre el infeliz a fin de comprobar si “trabajaba para el enemigo y cuáles eran sus planes.” Continue reading