Por Félix Sautié Mederos.
Crónicas Cubanas
En los últimos días ha explotado un álgido debate devenido acalorada polémica, por calificarla de alguna forma comprensible y expresiva en cuanto a su intensidad y provocada agudeza, con motivo de las afirmaciones realizadas por el destacado intelectual cubano Roberto Zurbano, en un artículo suyo publicado en el conocido periódico norteamericano “The New York Times” en el que como parte de un profundo análisis sobre las realidades de la discriminación racial en Cuba, afirma que “Para los negros en Cuba la Revolución no ha comenzado aún”.
Con independencia que no comparto, algunas de las afirmaciones que de forma tajante expresa el amigo Zurbano, hay aspectos esenciales que me han preocupado mucho en relación con la fulminante e incluso agresiva, en mi opinión muy personal, respuesta en masa y casi a una sola voz que han recibido sus afirmaciones por parte de algunos importantes intelectuales cubanos que por demás respeto y distingo especialmente como personas dedicadas a su labor creativa, de estudios y análisis sobre la cultura, la historia y las realidades cotidianas de Cuba. Algunos de los cuales les profeso también un aprecio muy especial como es el caso de mi amigo Esteban Morales, con quien incluso he coincidido en múltiples oportunidades sobre sus acertadas afirmaciones al respecto del importante y complejo problema del negro en Cuba.
Soy partidario a ultranza del diálogo y el debate, opino que la participación debería ser abierta y pública de todos con todos sin exclusiones onerosas de ningún tipo, en donde únicamente no participen los que así no lo deseen o los que no tengan nada que decir. Estos criterios no me canso de repetirlos en cada ocasión que se me hace posible, porque considero que en Cuba nos faltan muchas cosas para alcanzar la madurez y el asentamiento que sea capaz de generar una cultura del diálogo y del debate con fraternidad y respeto por los principios éticos esenciales.
Si cada afirmación que se plantea en uso del libre albedrío correspondiente con nuestra condición humana básica provoca acaloramiento, rasgaduras de vestiduras, descalificaciones e incluso insultos y hasta exclusiones, entonces ese diálogo será poco productivo y muy difícil de conducirlo por los caminos de la objetividad, fraternidad y respeto mutuo que aseguren paz, comprensión, así como colaboración de las partes en los aspectos en que coinciden, y que además aseguren su efectividad conceptual y practica. Por muy desubicados y faltos de objetividad que se consideren los planteamientos de la otra parte, nunca se debería disminuir el respeto ético y moral por el pensamiento diferente.
En este orden de cosas, pienso y opino que mientras menos se respete al pensamiento diferente y más descalificación y agresividad se le imprima a las respuestas, desacuerdos, aclaraciones y contra opiniones que se entienda necesario plantear por los participantes en el debate, más se desautorizará las opiniones expresadas en contraposición porque el uso de la fuerza verbal o material anula prácticamente los razonamientos que se puedan plantear para rebatir al pensamiento diferente.
Esa imagen de bloque, de todos a una, de intransigencia intelectual hacia lo que el otro pueda haber pensado o expresado, necesariamente habrá de convertirse en un bumerán que a la larga se virará en contra de quienes así se manifiestan. Eso será efectivo principalmente en el campo de las ciencias sociales para referirme específicamente al área del pensamiento que nos ocupa en el análisis de los planteamientos del amigo Roberto Zurbano. Porque en las ciencias sociales su desarrollo dependerá mucho de la mayor amplitud de pensamiento que sea posible y sobre todo del respeto al derecho del otro a pensar diferente así como a expresar con toda libertad lo que piensa. Considero que si las cosas no se encaminan con estos principios éticos, toda la ciencia social podría desprestigiarse y/o derrumbarse estrepitosamente para ser sustituida por el dogmatismo, la intolerancia y la doble simulación o doble moral.
En resumen, quiero reiterar que no comparto muchos de los planteamientos expresados por el amigo Roberto Zurbano, pero que precisamente respeto profundamente su derecho a expresarlos en uso de su libre albedrío, su libertad de conciencia, su libertad de pensamiento y su libertad de expresión. En esos aspectos lo apoyo plenamente y rompo lanzas a favor de su derecho a ejercerlos; y precisamente por no estar de acuerdo con en él en parte de sus criterios, no me sumo a ningún intento de “linchamiento intelectual” lo que considero indigno y totalmente reprobable. Además me siento profundamente defraudado por la campaña de desprestigio contra el pensamiento diferente que percibo en este caso y que va precisamente en contra de los propios contra argumentos diferentes que podrían ser en la realidad parte esencial de la verdad que subyace en este asunto, pero que se anula por los métodos que se utilizan para defenderla. Considero que si estos derechos no se respetan ni se defienden, a la larga no habrá diálogo posible pero tampoco habrá intelectualidad fructífera para la nación cubana.
Considero muy personalmente que cuando insistimos con tanta vehemencia y consigna de todos a una, en ver fantasmas en donde nos los hay o incluso también en donde efectivamente pudiera haberlos, terminamos por hacerlos realidad y echar drásticamente por exclusión a quien piense diferente al campo enemigo. Esto ha pasado muchas veces ya para continuar repitiéndolo.
Así lo pienso y así lo afirmo con todos mis respetos por el pensamiento diferente, así como sin querer ofender a nadie en particular. Además con la aclaración muy personal que en este caso poco me importaría que me insulten o que intenten crucificarme por defender los derechos inalienables de quien no concuerdo con algunos de sus criterios esenciales, pero a quien me sumo en defensa de sus derechos irrenunciables a expresarlos libremente. fsautie@yahoo.com
Publicado en Por Esto! el martes 9 de abril 2013.
http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=234923
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