Por Karel Negrete
Una vez más se abre el debate alrededor de los posicionamientos de la nueva izquierda cubana con respecto a un nuevo documento que desea una “Cuba mejor”. No es la primera vez, que se cuestiona al Observatorio Crítico por no tener una reacción política de apoyo a este tipo de declaración.
El «Llamamiento urgente por una Cuba mejor y posible» tiene la cualidad de atraer la atención de todas las personas, grupos, movimientos, organizaciones, que sueñan con un cambio político en Cuba. Este texto no se pronuncia a favor, ni en contra de un tipo de sistema político definido, y utiliza conceptos generales consensuados como independencia, libertad, derechos humanos y democracia, lo cual le permite el diálogo con diversas ideologías. De una manera muy inteligente nos llama a la no violencia, ni derramamiento de sangre, en un contexto donde las «revoluciones» o rebeliones populares y protestas contra los gobiernos autoritarios han terminado en escenas terribles.
Ahora bien, si este documento parece no tener ninguna objeción, ¿por qué la izquierda alternativa cubana- me refiero a la Red Observatorio Crítico de Cuba- no lo firma en su conjunto, y solo algunos de sus integrantes? ¿Por qué la izquierda alternativa cubana mantiene distancia cuando se habla de «Respeto inmediato a derechos y libertades ciudadanas básicas de conciencia, expresión, información, reunión, movimiento y asociación, derecho a la libre sindicalización, formación de partidos políticos y de organizaciones no gubernamentales y proscripción de toda forma de persecución o discriminación por razones de credo, ideología, raza, género u orientación sexual. Cese inmediato de la amenaza y uso de la violencia policial y parapolicial»?
Es innegable la necesidad del respeto a los derechos y libertades ciudadanas en Cuba. El Observatorio Crítico se ha pronunciado en varias ocasiones, denunciando su violación o defendiendo estos derechos aun cuando las víctimas de la represión no compartan ideológicamente el mismo proyecto de sociedad para la isla. Estas posiciones las podemos encontrar en artículos escritos por los activistas o en declaraciones consensuadas, todas publicadas en su blog. Pero la nueva izquierda cubana tiene que plantearse una propuesta política más ambiciosa y desmarcarse de proclamas liberales y de generalizaciones conceptuales. Porque hasta hoy, éste ha sido el mismo discurso de la socialdemocracia y la derecha cubana, en defensa de los derechos civiles y políticos.
La izquierda radical es consciente que los partidos políticos en los sistemas democráticos actuales están desacreditados, aun cuando es la única estructura política existente para elegir a nuestros representantes. Cuando la izquierda ha entrado en el juego del sistema democrático liberal, ha sido absorbida por la real política, el pragmatismo económico, y ha tenido que cambiar de agenda política, traicionando sus valores fundacionales. Aceptar el sistema democrático hegemónico justificando que garantiza más libertades que el sistema autoritario, sería renunciar al cambio radical de estos sistemas y la construcción de una nueva sociedad.
Los gobiernos de izquierdas latinoamericanos que han llegado al poder por la vía democrática liberal, podrían hacernos creer de la posibilidad real, que partidos progresistas gobiernen. Pero hay que tener claro que será siempre una élite política quienes van a dirigir el país, quedando solo en el discurso político el llamado poder popular o ciudadano. Si no hay un cambio estructural en el sistema electoral, en las estructuras de representación política y en la concepción de democracia -como ejercicio soberano y permanente de los ciudadanos a elegir, controlar, revocar y actuar en el mandato de la administración del Estado y el autogobierno ciudadano- no estaremos en presencia de una (r)evolución política.
Hoy en Europa es mucho más visible la crisis de los partidos de “izquierdas” dentro del sistema democrático liberal. En España, en Grecia y en Portugal los partidos socialistas, cumpliendo con el mandato “representativo” de gobernar, se encontraron en la disyuntiva de la real política en tiempos de crisis. Estos debían escoger entre el mandato popular de sindicatos, organizaciones y movimientos sociales o los mandamientos del mercado, el FMI, y los intereses de las élites políticas europeas. Estos gobiernos y sus parlamentos en “representación” del pueblo, escogieron el mandato de los mercados y de las élites hegemónicas políticas y económicas. Produciéndose un movimiento de protestas civiles, fundamentalmente en España, donde la demanda principal era la salida de todos los partidos políticos del poder, ya que ninguno representaba los intereses del pueblo. En las recientes elecciones presidenciales y parlamentarias la derecha retorna al poder y la “izquierda” sale debilitada.
Después de la caída del campo socialista Rusia es formalmente una nación democrática, tiene pluripartidismo y elecciones libres, sin embargo todos sabemos que hoy ese país está muy lejos del sueño democrático.
Todos hemos seguidos los acontecimientos de las rebeliones en los países árabes, pero ya dejamos de hablar de ellos. ¿Alguien sabe cómo quedó el status de las mujeres? ¿Quiénes se apropian de las riquezas que se producen con los recursos del país? ¿Qué propuestas políticas tienen los impulsores de la «Revolución árabe»?
Existen personas, artistas, grupos y proyectos socioculturales cubanos dentro de la isla, que han radicalizado políticamente su discurso y acción contra el gobierno en estos últimos años. Lo cual parecería lo más lógico (oponerse al gobierno) si se quiere un cambio político y económico. En un reciente documento de unos de los proyectos del Observatorio Crítico titulado «Balance de 2 años de trabajo del taller libertario Alfredo López de la Habana» sus activistas nos explicitan su enfoque al expresar: “Unos de los retos mayores de colectivos ácratas radicados en países en «procesos de cambios» gubernamentales, es el de conservar la capacidad de autonomía respecto a las maquinarias de la polarización política que mueven los «Estados revolucionarios» y la «oposición»”. El gobierno cubano mantiene un discurso oficial de Estado Socialista, lo cual hace más difícil los posicionamientos: radicalizarse en la oposición política, negociar dentro del sistema o continuar proponiendo alternativas trabajando con la gente.
Hoy en Cuba la izquierda alternativa o la nueva izquierda tiene dos retos fundamentales: uno de orden comunicacional y otro en la acción política. El primer problema que nos encontramos es epistemológico, al hablar de libertades, democracia y socialismo. Cuando hablamos de libertad y de democracia, nos las pensamos como emancipación y empoderamiento ciudadanos. Desenmascarar las propuestas liberales y brindar las alternativas posibles y realizables en el contexto cubano actual, para un cambio político y económico. Crear y proponer alternativas teóricas, programáticas, políticas, económicas y sociales, al sistema hegemónico cultural del “sentido común” capitalista y autoritarismo gubernamental, a partir de las experiencias que las organizaciones y movimientos sociales de izquierdas hayan realizado con éxito a nivel micro y macro social.
Si bien este nuevo documento recoge muchas de las aspiraciones políticas de todos cubanos, algunos activistas del Observatorio Crítico pensamos en la necesidad de seguir insistiendo en las propuestas políticas desde la izquierda, y no en aquellas donde todo el mundo quepa sin repensarnos las condiciones de posibilidad para una “Cuba mejor y posible”.