Por Verónica Vera
Recuerdo bien esta expresión que pululó un tiempo, en nítidos caracteres, en las bolsas de nailon. La primera vez que tropecé con una, y a pesar de que valoré también la sugerencia semántica de priorizar lo cubano: “nuestro vino, aunque sea de plátano…” sinceramente, me pregunté si era un slogan apropiado. Y en un sentido aún más explícito, tampoco porque dudase de que es el principio que la mayoría aplica con la certidumbre de que es lo correcto, sino justamente por entrever las acciones omitidas en el enunciado. Veía a los hombres subir a una guagua donde por no empujar suficiente, yo, mujer, quedaba rezagada, en una ocasión vi a un fornido adolescente negarle el asiento a una joven con un niño en brazos, mientras desde otro asiento, su mamá, -también con un niño en brazos- le gritaba que no se levantara… más de una vez me encontré ante el mostrador de una “shopping”, y esperando a que se desocupara el dependiente, otros llegaban detrás de mí, vociferaban su demanda y eran atendidos antes que yo, y veía aquellas bolsas como una epidemia en tiendas, agros, o rotas y sucias abandonadas en el suelo, arrastradas a veces por raptos de aire, sentenciando entre dobleces y relieves: Lo mío primero, Lo mío Primero, Lo mío Primero… Continue reading