PaaS: Política como servicio

PaaS: Política como servicio

(Timpo de lectura aproximado: 12 minutos)

 noviembre 2017

Existe en la actualidad una tendencia a que todo es servicio. En informática hoy en día son comunes estos términos:

  • SaaS: Software as a Service (Software como un servicio)
  • IaaS: Infraestructura as a Service (Infraestructura como un servicio)
  • PaaS: Plataform as aService (Plataforma como un Servicio)[^1]

    En cada uno de estos casos la idea principal es: lo que se vende, lo que se ofrece, no es un producto, sino un servicio. La principal diferencia es que el cliente no compra un producto, sino más bien una subscripción. Pero el otro elemento clave es que tal producto no está en manos del cliente, sino del proveedor. De esta manera se abstrae al cliente de las complejidades y de lo que sucede detrás de bambalinas. Generalmente este servicio está asociado con la nube, es decir, un servidor no está en nuestras manos, sino que lo administra un tercero (la empresa que ofrece el software como servicio). De esta manera nos libramos de tener que configurar y mantener el hardware e instalar programas. De eso se encarga la empresa a la que le pagamos. Entonce, propongo cambiar aunque sea un rato el significado del acrónimo, y que en su lugar sea Pass: Politics As A Service, es decir, Política Como Un Servicio.

Pues bien, ¿No existe acaso una tendencia similar en la política de nuestros días? La política es algo demasiado complejo, de baja fluidez (recordando el concepto de modernidad líquida de Baumann)[^2], en lugar de ser una autopista para que circule con alta velocidad nuestro accionar diario, se coloca como un obstáculo de nuestro trabajo, estudio, y del disfrute residual de nuestra vida capitalista.

De esta manera, no nos interesa tanto como funcionan las cosas. Sino más bien que funcionen, que fluyan. Por eso la derecha tiene un especial impacto en los centros urbanos. En lugar de perder el tiempo en trasladarle a la sociedad cliente la discusión de como realizar una determinada tarea, lo que hace es vaciar el debate de contenido. Invisibiliza la discusión subyacente, lo tapa con la acción. Entonces no es sorprendente que el metrobus sea visto con beneplácito por buena parte de la sociedad porteña. No interesa si es una solución inferior al subterráneo. La acción dicen, es apolítica.

El principal beneficio que nos traen fuerzas como Cambiemos es sacarnos la política como mochila. Cuando se hace referencia a la pesada herencia que dejó el kirchnerismo, en realidad, más que la corrupción y/o mala práxis política, se está hablando en realidad de otra cosa. Muchos no le perdonan el haber re-instalado el tema de la política. El kirchnerismo problematizaba todo. Bueno, Cambiemos viene a desproblematizar, a alivianar, por eso se expresa como solucionismo. ¿Cómo se solucionan los problemas? Es una cuestión que viene a resolverlo la tecnología y los especialistas. El caso del voto electrónico es un ejemplo de ello. En realidad, tampoco importa demasiado si en verdad esos especialistas son realmente idóneos o no. Sino, de vuelta, que ellos nos liberan del peso de elaborar la toma de decisiones.

Alguna vez escuché la frase “la peor gestión es la que no se hace”. Si bien es bastante cierta, en estos tiempos se ha llevado a un extremo. Pero vaya paradoja el solucionismo no siempre ofrece una solución. Por ejemplo, si una empresa ofrece un servicio de Intenet, no importa demasiado si la conexión es buena o no. Lo más importante para nosotros es que nos tomen en cuenta como clientes, que nunca nos digan que no. Que nos traten amablemente, que nos llamen por el nombre, que nos endulcen los oidos.

Pienso en Microsoft[^3] y es justamente eso: sus productos no son los mejores. No obstante por ahora es el dominante del mercado en el sector de usuarios finales. No es que no tenga deficiencias, sino más bien a que es ubicuo. A qué está en todos lados.

Cuando se dice que la sociedad vota en contra de sus propios intereses, se aborda la cuestión desde un punto de vista exclusivamente material. Mucha gente prefiere aliviar la conciencia, delegar la libertad de elegir, librarse de la complejidad de la realidad y de los conflictos. Por eso Alejandro Rozitchner es una de los cerebros de la filosofía macrista[^4].

Para concluir y llegar a una síntesis: mi conjetura es que la mitad de la sociedad eligió tercerizar la política, correrla del centro para que no moleste más. Este tipo de partidos políticos no son otra cosa entonces, que meros proveedores, a los cuales – como en el ámbito corporativo – se los culpa, pero se los sigue eligiendo.[^5]

Fuentes

[^1]: Software como servicio – Wikipedia, la enciclopedia libre
[^2]: La política líquida | Opinión | elmundo.es
[^3]: Alejandro Rozitchner: “El sector que más irrita a Macri es el empresario” – 03.12.2016 – LA NACION
[^4]: Mitos y verdades de Microsoft – BinaByte
[^5]: Fue inspirador para escribir este árticulo: Cambiemos, una manera de ser – Socompa

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