Si acaso la palabra sirviera, si pudiera darle sentido.
La tropa te reconocía por el sobrenombre, seña cultural adoptada; skin oí, obstinadamente anarquista.
Te nos moriste chinga.
Suicidio dijo el tira.
Asesinato la intuición.
Recuerdo esas pláticas de cuando los fachos de tu barrio se manchaban. El nazismo contaminaba la colonia y antiguos anarcopunx hacíanse fascistas. Eran unos cuantos enajenados que se fueron multiplicando, pasaron de ser una impostura a controlar todo el barrio e imponerse con terror. Abandonaste el cantón ante los intentos de linchamiento y las reiteradas amenazas de muerte. No te perdonaban ser consecuente.
No eras un activista clavadote, pero te involucrabas en la lucha antiautoritaria. Fuiste instigador de varios colectivos y conocido en la escena skin antifascista.
Siempre hablabas de la amenaza de los nacionales y del poco interés que los anarcos de estos rumbos le daban al nazismo por considerarlo reducido e inofensivo.
Un dos de octubre fue el apañón del que apenas la libraste, atoraron a la banda. Necesaria la protesta anticarcelaria, pese a la miseria de la izquierda domada.
Muy seguido le caías a la mona y al pisto, para desafanarte de la murria que la realidad impone, y cómo reprocharte si hemos creado una existencia miserable.
Te han asesinado compa, desconozco si fueron ellos o tú mismo, al caso un crimen cotidiano mas. ¡Y venga que la existencia debe continuar! La gran mierda.
El sistema asesina. Esta vida nos mata.
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