Conocí a Javier Sicilia en el antiguo centro social libertario. Fue a echarse un choro sobre pacifismo y acción directa no violenta. Habló de los cristianos primitivos, del colectivismo y de la autonomía, de Tolstoi, de Gandhi, de la lucha contra el poder, de ecología y de Ivan Ilich. La banda le cuestionó los métodos pacifistas por considerarlos absurdos frente a la represión generalizada. El respondió algo así:
Cuando el movimiento social decide utilizar la resistencia pacífica en contra del poder, es porque tiene tanta fuerza que puede optar por la no violencia. Pero si se encuentra cercado y bajo agresión, la defensa es necesaria. Si se pone la otra mejilla no es para recibir otro golpe, sino para impedirlo. Ser pacifico no es ser pasivo.