Los mass media dan cuenta de los resultados  electorales en la reciente competencia política. Las cifras refieren un apabullante triunfo del abstencionismo. Se consigue la más grande victoria de la sociedad civil organizada. Las calles se inundan de miles (hay quien refiere millones) de personas que acuden al Ángel de la Independencia, van a celebrar la derrota definitiva de la partidocracia. En una gran hoguera arde la basura electoral, al tiempo que los asistentes bailan al ritmo de bandas musicales que espontáneamente acuden al festejo. Rápidamente se crean vigilantes ciudadanos, para evitar que grupos minoritarios cometan actos violentos en contra de establecimientos o de las fuerzas del orden.
La gente se contagia del entusiasmo que emana de esta lucha pacífica. En las redes sociales el tema del momento es la #mexicanrevolution. Los dirigentes del nuevo movimiento social afirman que se trata de una revolución sin líderes, y se enorgullecen de afirmar que; ningún escaparate ha sido roto, ninguna pared se ensució, ni calle alguna ha sido bloqueada.
Ante tal demostración de fuerza ciudadana, la superestructura de poder se desintegra y deja al capitalismo en vías de extinción. La lucha no-violenta y el proyecto ciudadanista concretan el sueño humano de la libertad y la fraternidad.