Las clases de luchas y la luchas de clases.

I

De como el dogma de la lucha de clases (o guerra de clases para los que quieren asumirla desde una postura de apología a la violencia) termina volviendo una metodología del cambio en una enfermedad de ceguera social.

La gente no es mala o buena por que nazca en un lugar determinado, lo es por que en el momento que sea preciso decida explotar, dominar, segregar, invisibilizar, etc… a otro. Nadie es bueno o malo por que nazca en un hogar burgues o proletario, en un hogar heterosexual o en uno de padres con sexualidades diversas. De hecho ¿que es la bondad y la maldad? Son las acciones del presente las que determinan la calidad de las personas, y una de las opciones es que al enfrentarnos con una situación de adversidad decidamos solucionarla mediante el egoísmo y la utilización de otra humana, o que decidamos partir de la solidaridad y construir con esa otra humana. Cuando aparece la noción de las clases, prima lejana de otras visiones anteriores como las de los estamentos o la de los partidos-que no se confunda con la noción moderna de esta palabra-, muchos de los autores que tomaron este concepto lo hicieron para lograr explicar dos de las caras de la desigualdad, la del que se beneficia y la de quién se ve afectado. Solo que muchos de ellos asumieron que todos los que se han beneficiado de la situación de desigualdad son culpables así como todos los que se ven afectados víctimas.

Culpabilidad, bondad, victimismo, maldad, dualismo excluyente, faltaría un poco de Apocalipsis y todo estaría completo para ser un libro sagrado de alguna religión monoteísta; pero esperen… lo tiene, la lucha de clases en su más aberrante interpretación fue planteada como escenario previo a la cancelación de los conflictos sociales y el arribo al paraíso social: el comunismo. Desgraciado el día en que tal modelo social dejo de ser una apuesta y termino convertido en un inevitable punto de arribo mágicamente inevitable.

Esa visión plana y maniquea no solo es artificial sino simplista. Digo que artificial por que no tiene en cuenta que en la realidad, dentro de los hogares, siempre hay personas crueles pero también personas bondadosas. NO importa si la naturaleza del hombre es bondadosa o maligna, lo que importa es reconocer que las personas mas allá de ser malas o buenas son seres en proceso de aprendizaje y descubrimiento del mundo y muchas de las que nacen privilegiadas también pueden llegar cuestionar su privilegio y luchar contra la desigualdad, así como quienes nacen subordinadas pueden decidir que antes de acabar con la desigualdad lo que quieren es perpetuarla buscando enriquecerse o ganando lugares de privilegio que les permita sentir el placer de la desigualdad desde el otro lado de la moneda. Si se acepta que los seres humanos somos mucho más complejos que simples sujetos que responden a estímulos, y que la predestinación no aplica en el universo de lo social (puedes pronosticar pero nunca profetizar) entonces tenemos que reconocer la realidad como múltiple, variable, distinta y dinámica. No solo no es simple sino que es tan compleja, que cuando llegamos a entenderla por fin resulta que ha cambiado tanto que debemos empezar de nuevo.

Que si hay explotadores y explotados, claro que si; ahora, que los seres humanos solo están definidos por estos dos grupos, y además solo pueden encuadran en alguno de ellos, pues claro que no. Explicar la forma en que actuamos no solo no depende del lugar dentro del modo de producción en el que vivimos socialmente (ya que no todos los explotadores y explotados son iguales), sino que tampoco son suficientes estas dos categorías para describir la complejidad de las relaciones sociales incluso si solo de las económicas se está hablando.

La condición de la explotación, técnicamente, implica un trabajo asalariado en el que el dueño de los medios de producción le quita parte de la ganancia producida al trabajador por el simple hecho de poseer la titularidad jurídica de los bienes de producción, es decir, la propiedad (de ahí, en parte, que la propiedad sea un robo). Y el trabajador, por no tener como más ganarse su sobrevivencia material decide aceptar este contrato, recibiendo una pequeña parte de la ganancia total producida. Aunque esta premisa básica de la economía crítica parece exacta a la realidad, esconde detrás de ella que el trabajo asalariado no es todo el mismo. Cambia cuando se trata de producir bienes o servicios, inclusive, dentro de la producción de bienes es muy distinto cuando la producción es artesanal a cuando es tecnificada, e incluso, cuando es tecnificada es distinta cuando el trabajo requerido implica no solo establecer una elaboración manual sino también un razonamiento o conocimiento intelectual complejo (de los que se estudia en universidades o los institutos técnicos). No únicamente es distinto por el oficio o la complejidad de los procedimientos, también aplica aquí una diferenciación que distorsiona, y en varios círculos promueve una redefinición de las clases desde una perspectiva no crítica: los distintos salarios.

Algunos confunden las clases sociales no como lo que se defienden en este texto ( la división que opera la posesión jurídica o violenta de los medios de producción que genera poseedores y desposeídos), sino con la distinción que trae la posibilidad del consumo que implica la variación de los salarios de los trabajadores. Y en ese sentido defienden que no existe tal lucha de clases, donde lo que hay es distintas clases económicas de acuerdo a los salarios, y muchos de los que defienden esta vía proponen también que más que ser una injusticia el régimen asalariado, lo que es una injusticia es las imposibilidades de ascender dentro de estas escalas de consumo, y pasar de ser pobre a rico indiferentemente del medio utilizado. Muchos de los que defienden esta visión son precisamente trabajadores asalariados que al ver la dificultad de sobrevivir buscan caminos de ascenso, legales o ilegales. Las universidades se vuelven espacios que buscan los hijos de las clases desposeídas tanto como las bandas delicuenciales de distinto tipo; al final ambas responden a la contradicción del despojo de una misma forma: consiguiendo más ingresos, pero no acabando con tal contradicción.

Cuando se cree que la situación económica de las personas es algo que se resuelve en lo individual desde la disposición (ya sea cognitiva o gansteríl) y en lo social en las oportunidades (lo cual explica los modelos populistas institucionales como los de la mafia) se desconoce que la economía también responde a unos intereses privados marcados que determinan muchas veces esas oportunidades y disposiciones. Tales intereses privados no son democráticamente establecidos, sino responden a la posibilidad que algunos pocos privados (de monopolizar) tienen de controlar mediante la coerción o la persuasión al resto de los muchos privados (de privación). Siempre puedes entrar en el ascensor, pero este no trae los botones de los pisos altos, de hecho construye la ilusión que termina en un piso del que realmente hay mucho más por encima.

Considero que esa confusión aparece por que no se tiene en cuenta que la posición económica de cada uno responde a cual es el lugar que se ocupa dentro de la producción, y al desconocer esto descarga la responsabilidad de la calidad de vida en una situación que en la mayoría de oportunidades se nos sale de las manos: el salario. Se sale de las manos simplemente por que el que paga es el patrón, y el es el que define cuanto quiere pagarnos. En nuestra inocencia podemos creer que lo natural es que nos paguen lo que “merecemos”, pero en la realidad lo que se paga o bien es lo que el patrón quiere o lo que los trabajadores organizados logramos arrancarle.

Algo importante a identificar, es que no todos esos pocos intereses privados que controlan la mayoría de los medios de producción operan igual. Aunque no es posible dejar de ver que todo aquel que contrate por un salario a alguien genera un proceso de explotación, estos son distintos cuando quien acumula es un empleador privado a cuando es un burócrata dentro del Estado, cuando lo es una ONG o cuando lo es una transnacional. Son distintos los niveles y la forma en que se da la explotación y por lo tanto distinta la forma en como los actores asumen su roles. Tal distinción aparece por que según el tipo de negocio los intereses de la acción varían donde en algunas ocasiones el objetivo es la usura pura, en otros es el prestigio, algunos asumen la filantropía, otros el corporativismo, y no habría que olvidar los que simplemente buscan mantener a su grupo privilegiado por consideraciones culturales (tal como la idea de la raza, el género, las creencias religiosas o inclusive las tendencias de consumo). En ese ambiente las relaciones de explotación pueden variar de la casi esclavitud al paternalismo y la cooptación. Aún así, se mantendrá siempre la estructura en la que unos pocos son los que controlan los medios de producción, y unos muchos que en su mayoría se pelean unos contra otros por aprovechar los pocos lugares de ingreso que la élite dispone.

Otra de las cuestiones que aparecen entre la diferencia de asalariados tiene que ver con el tipo de producción que se realiza, ya que el análisis de las clases se ha mantenido casi exclusivamente en la atención a los asalariados del sector bienes. No encuentro que esto sea lógico ni siquiera para el momento en que se escribió el manifiesto comunista, ya que en la medida que crecían los asalariados fabriles empezaban a crecer con ellos las ciudades como principales centros de población. Me parece que hubo una invisibilización de este proceso, por que con el crecimiento de las ciudades creció también de la mano los distintos servicios urbanos que competirían en el porcentaje de ocupación con aquellos cuya mercancía era físicamente tangible. Y esta dinámica de contratación implicaba unos procesos de explotación que aunque matemáticamente eran previsibles en la cotidianidad muchas veces se diluían. Cuando eres obrero de una mercancía sabes que produjiste tantas mercancías y que te roban algunas de ellas al explotarte (de los diez zapatos que produjiste ocho se los queda el patrón y dos tu), mientras que en el sector servicios presiento que al ser intangible en algunos momentos puede esto llevar a no lograr visibilizar que es lo que te roban. Por ejemplo cuando eres enfermera, profesor y tus productos son al mismo tiempo personas se dificulta tal indagación.

Pero no es que desaparezca la explotación en los servicios, por que no depende esta de cual sea la mercancía sino quien se queda con las ganancias producidas por la producción. Y en este punto creo que se ha perdido con los años la atención de la contradicción fundamental que existe cuando son unos pocos los dueños de los medios de producción y una mayoría los asalariados. Algunas de las veces que se ha discutido en el sector servicios las condiciones laborales no se pone en cuestión la propiedad de los medios de producción, sino casi únicamente el nivel de salarios, volviendo al punto que el problema es los ingresos y no la forma en como se gestionan los medios de producción.

Aunque no solo es una cuestión de la conciencia de los trabajadores lo que difumina la noción de explotación, también hay algo que el sector servicios maneja de forma más extensa que creo también determina la no identificación de las contrapartes de clase: el tamaño de las empresas. A diferencia de los sectores de producción de bienes, aunque vacilo cuando pienso en la automatización que han vivido muchas de las fábricas, la producción de servicios podría arriesgarme a decir que es mayoritariamente (aunque no de forma exclusiva por que también en este ámbito existen las grandes corporaciones) una de mediana y pequeña escala y esto presiento atrae dos fenómenos: por una parte coarta el espacio de conspiración colectiva al hacerla mas visible, mientras que al mismo tiempo genera unas relaciones de mayor cercanía e incluso familiaridad con el jefe. Y cuando conocemos al jefe como un ser humano que lo vemos casi al mismo nivel que nosotras cuando trabaja en el mismo espacio, sufre calamidades cotidianas y hasta puede llegar a ser empático con las calamidades de sus supuestamente iguales trabajadores, termina difuminándose el hecho real de que es él quien al final se queda con mayor parte de la torta. Sea buena o mala persona, hable o no con sus trabajadores, se ría o haga chistes, el jefe es usualmente quien acapara un privilegio que le corresponde a todos los que se ven involucrados en la producción.

Dirán quienes defienden el concepto plano de la lucha de clases que solo trato de enredar con palabras pero que al final llego a la misma concusión que ellos, y es que si hay plusvalor apropiado por el empleador hay explotación y por lo tanto lucha de clases. Pues no, no es tan simple, y eso en parte por que los servicios son típicos de las sociedades urbanas que cada vez son más grandes y complejas en donde no necesariamente el explotador es el jefe inmediato. Y aquí es donde entra una de las variables que ha transformado no solo las relaciones económicas en lo macro sino en lo micro, y es el mundo financiero. La extensión de los servicios bancarios en las clases medias y bajas ha promovido la creación de más de las denominadas Pymes, es decir pequeñas y medianas empresas, y con ello la aparente “democratización” de la propiedad. La pregunta que debe rondar esta reflexión por lo tanto es, según que empresas, quien realmente se queda al final con las ganancias de las producción, y por lo tanto quien es el verdadero dueño de los medios de producción. Y aquí no veamos los formalismos de papel, sino los circuitos efectivo de circulación de la ganancia y los últimos beneficiarios. En este sentido los momentos de crisis económicas, cada vez más recurrentes, pueden ser los mejores maestros para demostrar como con una facilidad quiebran negocios, entran en cesación de pagos locales donde funcionan empresas, y quienes al final terminan quedándose con muchas de estas propiedades, aprovechando su influencia en el estado y la legalidad de sus acciones, son los bancos.

Por último, y solo desarrollando un poco más algo que he mencionado. Es muy distinto trabajar en el mundo como un trabajador manual a hacerlo como un intelectual. Y se que todo ejercicio manual implica una destreza mental, pero también se que se me entiende que acá estoy tratando de hablar cuando el trabajo dependen de una especialización de conocimientos que implica también en algunas sociedades un paga mayor por el salario. Usualmente estas profesiones liberales no solo cuentan por su condición de salario sino también implican un reconocimiento mucho más visible, lo que puede permitirse para confusiones tanto para creerlos distintos a los trabajadores ya que sus conocimientos los pone en un nivel superior, y con ello ignorar que al final la gran mayoría pertenecen también a maquinarias, muchas veces difíciles de entender, en las que su trabajo depende de un salario en donde él que le paga resulta también siendo intermediario entre el pago del usuario y el profesional, resultando de esta intermediación una apropiación de la plusvalía del profesional.

Hay tipos distintos de trabajadores, como tipos distintos de asalariados. Hay empleados que explotan mas o menos, así como asalariados que ganan mejor que otros. Ni las clases son homogéneas ni estar en uno de los lugares de la producción implica sentir empatía por los otros que comparten esta misma condición. Y de nuevo nos topamos con otro de los factores fundamentales cuando se habla de lucha de clases: la conciencia. No es lo mismo ser un empleador que busca en la medida de lo posible hacer que sus trabajadores tengan mejores condiciones de vida (aunque esto sea paternalista) a ser uno que explote hasta mas a los trabajadores para su beneficio. Y tampoco es igual ser un trabajador que resiste a la explotación organizándose para defenderse que ser uno que sabotea a sus compañeros cuando proponen acabar con la injusticia.

Claro está, para cambiar la estructura de producción no solo es suficiente con la conciencia de que las cosas están mal, los empleadores que tengan cariño por sus trabajadores pero que cuando estos le pidan socializar los medios de producción se niegue es tan cabrón como el que siempre se negó sin pasar de buena persona. Así mismo, el trabajador que tenga conciencia de clase pero que no actué en solidaridad cuando sus compañeros lo necesitan no es mas que un charlatán. En esos puntos es donde está la actualidad de la lucha de clases, por que esta es una lectura que parte de sentir injusto el hecho que por las razones que sean existan patrones y empleados, y propone la necesidad de llevar al límite esa condición de tal forma que pueda acabarse y constituirse una nueva forma de gestión de la economía. Pero hay que tener mucho cuidado cuando se habla de buscar esos límites. Ya ha sido suficiente el proponer que acabar con esta condición con actitudes agresivas por que si, con violencia innecesaria o con apologías a la destrucción en si misma. Aunque antes de entrar con este tema me gustara hacer una salvedad.

II

El determinismo de la lucha de clases invisibilisa otras clases de luchas.

La única opresión social no es la que está determinada por la realidad que existe cuando nos buscamos la forma material de reproducir nuestra existencia. La lucha de clases es importante, pero no solo no es la primordial sino que quienes asumamos la lucha emancipadora debemos acabar con la arrogancia que en el pasado han asumido quienes defienden a lucha de clases como centro de la lucha social. La explotación económica no es el único flagelo que tenemos como humanidad, y esto es así por que la vida humana tienen tantas dimensiones que reducirla únicamente a su faceta económica no solo no tiene sentido sino que en la práctica es imposible.

Nuestros cuerpos están atravesados por la educación que desde el hogar nos impuso un rol en cuanto al género que debíamos desempeñar en la sociedad, nuestro cuerpo mismo esta atravesado por la forma en como nos obligaron desde pequeños a dirigir nuestro deseo únicamente en la dirección de lo que creían era lo normal. Nuestra presencia está además atravesada por imaginarios que, aunque se basan en excusas físicas, no son más que estructuras culturales, excusas de dominación como lo es el racismo. Y entre otras muchas más, nuestra interacción con el mundo también esta determinada por la forma en como decidimos comportarnos frente a las demás especies animales y a la naturaleza misma. Es decir, aunque la reproducción de nuestra vida material es lo mas urgente, ya que sin comer y dormir no podemos mantener nuestra existencia física en la tierra, esta no es nuestra única condición como seres humanos, puede que sea para algunos la más urgente pero de ninguna forma es la única. Esto hace que sea necesario reconocer que en la diversidad de lo que somos se hallan también distintas identidades en disputa, muchas de ellas enmarcadas en relaciones de poder (ya sea por la dominación o por la subordinación,) que nos crea múltiples identidades. Somos una por como deseamos, otra por como queremos representar nuestro cuerpo frente al de los otros, otra por como establecemos la relación entre nosotros y el resto de nuestro ecosistema. Esas múltiples identidades no soportan reducirse únicamente a la lucha de clases. A estas alturas de este paseo que es la vida, no creo que haya una identidad que determine a las otras, sino que de hecho todas están en constante interacción entre ellas.

Es necesario comprender que la búsqueda de la emancipación de la humanidad implica tantas estrategias como males aquejen; es necesario luchar contra el patriarcado, el racismo, el especismo, el colonialismo, y por supuesto el capitalismo. Esta es una lucha integral, la búsqueda de la libertad requiere pensar constantemente en acabar las injusticias sociales no por que creamos en el paraíso porvenir, sino por que como especie tenemos pendientes retos mas importantes que asumir que estarnos batiendo entre nosotras mismas. No es mi papel describir esos retos pero si que creo que parte de nuestros vacíos espirituales tendrían posibilidad de tomarse en serio en ese momento.

III

De como la lucha de clases necesita ser asumida como una clase de lucha importante a superar.

Teniendo en cuenta entonces que no es la única ni la fundamental, si hay que volver a la importancia de ella. Acabar con a explotación social no implicara acabar con las otras desigualdades, y tampoco remplaza por lo tanto esas otras luchas. Pero ahora sin querer invisibilizar las otras luchas y asumiendo la necesidad pendiente de hacer análisis y propuestas para cada una de ellas, quiero concentrarme nuevamente en por que me parece importante asumir activamente un rol en los movimientos sociales que promueven acabar con la explotación y la división de clases entre poseedores y expoliados.

Primero, vivimos en una sociedad en la que la gran mayoría de los seres estamos involucrados en esta tensión, y solo les pido que se pongan a pensar de las personas que conozcan cuantas no son empleadores o empleados? Es decir, casi todos estamos involucrados beneficiándonos o no de una relación en la que unos poseen los medios de producción y por ello se quedan con las ganancias y otros que decidimos trabajar para sobrevivir.

Segundo, de esos muchos que estamos involucrados en esta tensión somos más los que estamos de la parte desfavorecida, es decir, si los propietarios de las empresas son el 1% nosotros somos el 99%. Aunque ellos tengan el sartén por el mango en este momento por que controlan el capital, nosotros tenemos algo mas importante y es que al ser la mayoría en el momento en que queramos con determinación acabar este tipo de relación, al ser la mayoría podemos lograr con nuestra acción colectiva romper la determinación del patrón a mantener el toda la ganancia.

Pero claro, acá es donde entra una de las discusiones mas escabrosas y polarizadas que pueden haber a propósito de la acción colectiva, y es: como hacerlo, y mas específicamente si es necesaria la utilización de la violencia. Defiendo y promuevo que la respuesta inmediata a ambas preguntas sea la creatividad y la determinación. Muchos pueden apostar a que los empleadores no estarán de acuerdo con soltar pacíficamente sus propiedades pero hay un pregunta que pocas veces se formula y es: ¿y si nuestras propuestas lograran persuadir a los empleadores de tal forma que estuvieran dispuestos a colectivizar la propiedad? Esta búsqueda de persuasión no solo nos abre camino entre los empleadores sino que nuestros compañeros trabajadores también recibirán las noticias de nuestra propuesta organizativa. Vale vale, se que están pensando que soy un hippi idealista, pero aun así me arriesgo a plantear que cada vez en nuestras sociedades más polarizadas se descartan opciones que del todo no deberían descartarse. No fue capaz Fourier de socializar parte de su capital con los falansterios, o Kropotkin a renunciar a su condición de príncipe? O inclusive en latinoamérica no han habido muchos personajes como Camilo Torres o el Che Guevara que decidieron conscientemente renunciar a sus privilegios? Pueden ser casos aislados, pero al final casos.

Ya estuvo bien, ya lo intentaron con las bombas, ahora permítanos iniciar con la persuasión, abrir la opción de explicarle a los jefes y a nuestros compañeros de trabajo por que es que no estamos de acuerdo con este sistema, y darles la oportunidad de abandonar la posición privilegiada que tienen los jefes y de sumisión de nuestros compañeros. Conscientes somos que muchos de ellos, probablemente la mayoría, mantendrán su postura justificándose con legalidades, costumbres o incluso condiciones religiosas. Allí seguirá la lucha social como mecanismo de retomar lo que siempre ha sido nuestro, de encontrarnos con nuestros iguales y poner en evidencia que son pocos los que quieren beneficiarse a costa del resto. Solo la organización puede conducir a construir nuevas formas de retomar y gestionar lo que nos pertenece.

Muy bien, volvamos sobre el escenario que muchos plantean de “realista” y es en el cual los dueños no estén dispuestos a renuncia a sus privilegios y se mantengan tercamente no oyendo las propuestas de nosotros sus trabajadores. Sabemos muy bien que en esos escenarios normalmente entra a intervenir el Estado, que es otro de los males que nos aquejan a las sociedades modernas, y que su intervención normalmente esta a favor de los propietarios. Allí se mantiene el llamado a la resistencia y solo cuando sea necesario por que nos atacan violentamente es legitimo defenderse inclusive con la violencia. Pero ojo, la violencia siempre va a llevar a rencores e inclusive a nuevas dominaciones, así que todo ejercicio de la violencia a la defensiva debe ser mesurado y conscientemente limitado, Además, por que nadie quiere ni a mártires ni a héroes. Nadie quiere que por la utilización de la violencia terminemos alejados unos pocos de los muchos, siendo una vanguardia en la práctica por nuestras acciones arriesgadas. Lo que pase en esos momentos extremos nadie lo puede proveer, puede que lo perdamos todo o que ganemos poco.

Lo cierto es que una de las mejores formas para acabar con este tipo de relación económica en nuestra sociedad es la organización de las trabajadoras, y es por eso que para acabar con la lucha de clases la propuesta es la organización anarcosindicalista.

IV

Del anarcosindicalismo como estrategia dentro de la lucha de clases al anarcosindicalismo como motor de la nueva sociedad.

Si entonces hemos llegado a la conclusión que esta contradicción la superaremos con nuestra lucha organizada, es el momento de describir nuestra propuesta para la búsqueda de la libertad: No burocracia, autogestión, asamblearismo, consenso, federación, descentralización, acción directa, apoyo mutuo, respeto al individuo; Esto no es mas que el anarcosindicalismo.

El primer espacio de organización es nuestro local donde trabajamos, allí es donde debemos extender por medio de la propaganda la necesidad de organizarnos los asalariados no solo para defender nuestros derechos laborales sino para conseguir el control de los medios de producción. En ese sentido el anarcosindicalismo es al mismo tiempo una apuesta reformista y revolucionaria. Es reformista por que quiere aquí y ahora construir una mejora de las condiciones de vida de las trabajadoras, pero es revolucionaria por que se plantea el sindicato como el legítimo dueño del negocio, y busca construir la transición de la gestión de la dirección de la empresa de la mano del patrón a la de las trabajadoras.

Es la forma de hacer que los medios sean fines en si mismos, y no contradecirnos con acciones que basadas en la angustia de la realidad nos lleven a cometer nuevos autoritarismos sociales. El anarcosindicalismo no solo es una estrategia de lucha que nos permite organizarnos y defendernos frente a nuestros patrones, sino que es también el espacio organizativo desde el que podemos buscar el control de nuestros lugares de trabajo. Si en ese camino logramos nuestro objetivo poco a poco iríamos construyendo en el presente una forma alternativa de relacionarnos entre iguales, en la que, como lo diría el abuelo anarquista, de cada cual según sus posibilidades y a cada cual según sus necesidades.

En anarcosindicalismo es una propuesta de colectivización no solo de los medios de la producción sino también de la producción misma. Es una forma de gestionar la economía desde estrategias sin jerarquías, que se basen en el trabajo colectivo y no en la explotación, reinvirtiendo las ganancias en nuestras comunidades y reduciendo progresivamente las horas de trabajo de cada una de las integrantes para que cada vez podamos ocuparnos más en aprovechar el tiempo para vivir y no para sobrevivir. Es la estrategia perfecta contra el desempleo, contra la desigualdad y la precariedad. Se convierte entonces en un proyecto a realizar que permitirá establecer una vida mas cercana entre todos donde el principio sea la solidaridad sobre el egoísmo.

Teniendo en cuenta que no es una utopía totalitaria la que anhelamos, el anarcosindicalismo tiene que ser también una fuente de comunicación entre las individualidades, y parte de su lucha debe centrarse en defender la autonomía y particularidad de las personas. La diferencia no es un problema, la pluralidad es el campo de cultivo mas fértil de la comunidad. Y si entonces el anarcosindicalismo es nuestra forma de lucha actual, también debe buscar que en los momentos en que construyamos colectivamente haya espacio para aceptar la diferencia. Ahí es donde aparece el consenso como estrategia no solo de toma de decisiones sino de reflexión sobre lo que nos da identidades pero ante todo por lo que nos permite también tener nuestros puntos de vista distintos a los de los demás e inclusive de la mayoría. Y como no existe consenso sin reivindicar el disenso, el anarcosindicalismo debe velar por que haya la defensa del no estar de acuerdo. Si bien es cierto que nuestro punto común es rechazar la explotación, también es cierto que existen mil y una tareas a realizar que no necesariamente tienen una única forma de hacerlo, y si defendemos la libertad entonces debemos reconocer esa posibilidad a que quienes quieran intentarlo de otra forma puedan hacerlo. Suena extraño, mas que todo por que no estamos acostumbrados a defender al mismo tiempo el individuo y la sociedad. Pero es una tarea que hemos decidido asumir.

En el momento en el que nuestro lugar de trabajo haya avanzado en la consolidación de las secciones anarcosindicales, debemos reconocer a nuestro alrededor que otras trabajadoras se han organizado en una forma afín, y buscar asociarnos desde la horizontalidad a ellas, construyendo espacios de debate y coordinación de la acción. Esta tarea debe ir de la mano de difusión de propaganda y acciones que permitan compartir con las demás trabajadoras nuestra propuesta, de tal forma que logremos provocar la formación de mas secciones anarcosindicalistas. La unión solidaria entre las distintas secciones puede potencializarse al construir espacios organizativos más amplios que reúnan a las asociaciones sindicales de un mismo ramo de la producción o de una misma área. Esas organizaciones deben partir desde los mismos principios antiburocráticos, solidarios y asamblearios, y su unidad estará marcada solo por los intereses en común que hayan, dando plena libertad y autonomía a cada una de las secciones particulares. A eso le llamamos federalismo, por que es una coordinación que busca alianzas entre los colectivos sin quitarles la autonomía que les corresponde a cada uno. Cuando la libertad es la que rige como principio rector, los procesos de asociación, desde la base hasta la federación, siempre están marcados por la libre vinculación y retiro. La estructura anarcosindical no puede ser una nueva camisa de fuerzas que obligue a la organización, su fuerza organiza radica precisamente en la autonomía de hacer parte.

Hace falta tiempo para que en los lugares donde no es existente esta forma de organizar, como en el que vivo, se logre consolidar un proceso anarcosindical, pero tanto en estos lugares como en los que ya existe solo la paciencia, la perseverancia, la constancia y el compromiso (lo que en otras palabras es la militancia) sera la receta para materializar esta propuesta. Hay que pasar de las teorías a la práctica y con el hacer cotidiano ir dialogando con nuestro alrededor, siempre pendientes de las luchas sociales activas vinculándonos desde nuestra propia y particular forma de hacer política. Subir cada vez más el nivel de acción de nuestras comunidades buscando eliminar la propiedad privada que privilegia la acumulación de unos pocos y promoviendo la colectivización que nos beneficiará a todos.

El anarcosindicalismo es el transporte que nos sacara de esta lucha de clases y nos llevará a un nuevo momento en que la sociedad se organice bajo nuevos y mejores valores sociales. Tal vez no sea el único camino, pero es el que elegimos quienes en este momento le apostamos a la organización anarquista desde el mundo del trabajo.

No habrá clases cuando todo sea de todos. Ese día sera un nuevo amanecer que traerá nuevos retos a construir, pero cada día trae sus propios problemas, así que por ahora termino aquí.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *