Categories
Uncategorised

Dos filosofías de la creatividad.

Durante mucho tiempo pensé en la creatividad como algo asociado a la actividad artística. La creatividad era la capacidad de un artista de crear algo original. Comprendía, por otro lado, la originalidad como una expresión de lo único dentro de un individuo. Ser creativa pues, sería expresar auténticamente algo único que surgía de la individualidad. En mis últimos años del colegio tuve algunas oportunidades para expresar ese tipo de creatividad. Cree algunas estructuras para una clase, y me encantó, eso me hacía sentir viva. Antes, había tenido oportunidades de expresión de ese tipo de creatividad escribiendo cuentos y poemas. En mi familia me decían que desde chiquita me había gustado escribir y por un tiempo integré la escritura a mi sentido de identidad. Con seriedad y consternación escribía poemas y deseaba con todo mi ser que fueran poemas creativos y buenos.

Luego cambiaron muchas cosas. Empecé a trabajar, empecé la universidad, y empecé a tener una vida política más activa. Especialmente la academia mató mis ganas de escribir poemas y cuentos: ya solo escribía ensayos y reseñas. Deje de dibujar y desde hace muchos años no he vuelto a tener arcilla entre las manos. Sentí un vacío, algo ausente, algo que me faltaba por expresar pero que cuando me sentaba a ser “creativa” no me salía.

Hasta que otra vez cambiaron las cosas. Este año, en cuarentena, volví a la creatividad. Lo hice sin proponermelo, sin sentarme a ser creativa. Estando tanto tiempo en casa, la casa misma me empezó a pedir muchas cosas. Me pedía que cocinara, me pedía que la organizara, me pedía que la limpiara, me pedía que la llenara de matas y de alimentos nutritivos y ricos. Me pedía, entonces, que la cuidara. Cuidara en cursiva por que me refiero a lo que las feministas llamamos las tareas de cuidado: esa labor de corazón, de sentimiento, de hacer posible la vida, la salud y el bienestar.

Haciendo esas tareas de cuidado me sentía cansada en la noche, haciendo ese montón de tareas que están tan desvalorizadas que las pienso como procrastinar, aveces sentía que no hacía nada pero que ya no tenía energía y que se me desaparecía el tiempo. Pero también sentí otra cosa, sentí deseo de hacerlo, sentí que eso me hacía sentir viva. Sentí lo que había sentido antes al escribir, al dibujar, al ser “creativa”. Y fue la sensación la que me lo dijo: ¡es que estoy siendo creativa! Estoy creando comida, estoy creando vida en mis matas, estoy hasta creando jabones y leches, estoy creando un espacio.

Ya no pienso la creatividad asociada a la originalidad ni a mi individualidad ni a mi identidad. La pienso asociada a esa labor de cuidado. Creo, repitiendo lo que muchas comunidades y personas, especialmente mujeres, han hecho: barriendo, lavando, cocinando, regando, planeando, abasteciendo. Y pienso que se siente como creatividad por que lo es, porque eso es lo que permite que la vida siga y que sea un placer vivirla. La cuarentena muchas la hemos sentido como un hoyo hueco que se roba vida, se roba tiempo, se roba planes, se roba recursos. Pero a mi secretamente me ha dado ese placer creativo.

No quiero que el trabajo de cuidado siga siendo explotado, tanto por el capitalismo como por el patriarcado, pero quiero seguir creando.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *