Labels on coffee

castellano robotizado, más abajo
“So, how is the volunteering in the little shop going?” asked Jose while Paula helped him put a label in every packet of the newly arrived Zapatista coffee, ground and roasted in Chiapas.
Normally Paula would have answered with a “great” or similar, but Jose seemed genuinely interested, so she decided to be honest.
“It has grown a bit boring. There are hardly any customers, and talking with Josu is great, but I know most of his life now.”
Jose turned slightly serious for a second. Before he could say anything more, she added:
“But that’s why I enjoy coming here when I can, I like doing things with my hands. Like, putting labels on the Zapatista coffee.”
Jose noticed something in one of the packets and stopped. Paula stopped too, curious. He showed her a hole in the packet he was holding and opened it. Then he smelled it, and gave it for Paula to smell too.”It smells different.”
Paula did not understand much about good or bad coffee smells but it definitely smelled different from anything else she had ever smelled before. Maybe that was how coffee was always meant to smell. When Jose finished sniffing it, he put the packet aside and said:
“Exactly how coffee is meant to smell.”
Paula didn’t say anything more and continue sticking labels on packets. It felt like the other coffee that they had been getting and selling for months was now less worthy than this one, coming from a standard farmers co-operative (not that co-operatives were standard in South America, according to reports from the parish priest and various journals she’d seen). But the Peruvian coffee was allowed to travel, as far as they were aware, without obstacles and by the tonne, from a region in the map that Paula had only heard of in school and now in the parish, while this coffee came not only from a suffering community that was struggling against capitalism upfront, but in a prominent way too.
“Would you like to come with me when I deliver Peruvian coffee to the supermarket chain warehouse?”
“Yes!” The Peruvian coffee may not have been sexy in terms of origin, but as far as destination was concerned, at least some of it would end up in some of the biggest supermarkets ever. And then was how privileged she felt by being allowed to get in the van to see the warehouse, which she was sure not many people would live to see.
“Can you do tomorrow afternoon?”
“I think so, yes.”
“Ok. Here at one?”
“OK.”

————–
castellano
————–

“¿que, cómo va lo del voluntariado en la pequeña tienda?” pregunto Jose mientras Paula le ayudaba a poner una etiqueta en cada paquete de café Zapatista recien llegado, tostado y molido en Chiapas. Paula habría contestado normalmente con un “bien” o similar, pero Jose parecía realmente interesado, así que decidio ser honesta. “se ha vuelto un poco aburrido. apenas hay clientes, y hablar con Josu esta muy bien, pero ya me sé la mayor parte de su vida.” Jose se puso levemente serio por un segundo. Antes de que pudiera decir nada, Paula anadio: “Pero por eso me gusta venir aquí cuando puedo, puedo hacer cosas con las manos. Como, poner etiquetas en el cafe Zapatista.” Jose notó algo en uno de los paquetes y paró. Paula paró también, curiosa. Él le mostró un agujero en el paquete y lo abrio. Entonces él lo olío, y lo dio para que Paula huela también. “huele distinto.” Paula no entendía mucho sobre buenos o malos olores del café pero este si que olía definitivamente diferente todo lo demás que ella había olido nunca antes. quizá era cómo deberia oler el café siempre. Cuando Jose acabó de olerlo, puso aparte el paquete y dijo: ” Exactamente cómo el café deberia oler siempre.” Paula no dijo más y continuo pegando etiquetas en paquetes. Sentía como el otro café que habían estado trayendo y vendiendo durante meses era menos digno ahora que éste, viniendo de una cooperativa estándar de los granjeros (y no era que las cooperativas eran estándar en Suramérica, según informes del sacerdote de parroquia y de los varios diarios que habia visto ella). Pero al café peruano se le permitia viajar, por lo que sabian, sin obstáculos y por toneladas, de una región en el mapa de la que Paula tenía solamente habia oír hablar en la escuela y ahora en la parroquia, mientras que este café vino no sólo de una comunidad sufridora que luchaba abiertamente contra el capitalismo, sino que además de una manera prominente. ” ¿querrias venir conmigo cuando lleve el café peruano al almacén de la cadena de supermercados? ” ” ¡Sí! ”
pudiera ser que El café peruano no fuera atractivo en términos de origen, pero en cuanto conernia a su destinación, por lo menos algo de él terminaría en algunos de los supermercados más grandes. Y estaba cómo se sentía ella de privilegiada por que le permitieran ir en la furgoneta a ver el almacén. Paula estaba segura de que no mucha gente viviría para ver. ” ¿Puedes mañana por la tarde? ” “creo que sí, si.” “vale. ¿Aquí a la una? ” ” vale.”

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *