Luna leaves

‘¿Cuándo dices que te vas, Luna?’
‘A ver. Me lo has preguntado tres veces hoy ya.’
‘Lo siento, se me ha olvidado.’
‘Pero es que cansa ya, Paula.’
‘Me lo voy a apuntar. De verdad que si me acordara no te lo preguntaría otra vez.’
‘Apunta. Y que sea la última vez.’
‘Vale. ¿Cuándo entonces?’
‘El martes por la tarde.’
“Ah, sí. Pero tenías que salir por la mañana, no?”
“Sí. Pero no tan temprano como te vas tú.”
Paula salía de la habitación hacia las ocho, cuando aún no entraban los rayos del sol por las ventanas de aquel medio sótano.
“Por eso querrías que no te despierte cuando me vaya y que te deje dormir, y luego ya te levantarás y te vas haciendo la maleta una vez que estés sola.”
Luna sonrió con su sonrisa sarcástica.
“Sí.”
“Ves, de eso ya me acuerdo. De lo que no me acuerdo es de los detalles.”
“Vale.”
“Así que nos despedimos el lunes por la tarde, noche.”
“Sí.”
“Así que te marcharás mientras yo meto datos.”
“Sí.”
“Así que no te quedas a vivir aquí.”
“No, Paula!”
“Vale vale!”

Se despidieron la noche de un lunes y cuando Paula salió del cuarto la mañana del martes, lo dejó como había estado todo ese tiempo, aunque se había ido llenando poco a poco con las pocas compras que hicieron. La noche del martes se lo encontró tan vacío como nunca se había encontrado Paula un cuarto hasta entonces.

La cama de Luna, su armario, su silla. Paula se sentó en su propia silla y recorrió con la mirada todas las zonas que por acuerdo habían sido dominio de Luna. La pared junto a la cama de Luna había sido una pared única, con fotos únicas y dibujos que ella había pintado. Solo había dejado el calendario confeccionado por ella misma. Ahora solo era una pared cualquiera. La ventana donde había colgado parte de su ropa ahora solo tenía la cortina. La pared que habían compartido para poner más fotos ahora tenía una mitad desnuda. Todas aquellas desnudeces miraban a Paula y se la su ausencia. En la pared ya no estaban las fotos de Luna y Jose que había pegado Luna. Solo estaban las de Paula y Luna en Hamstead, Paula y Luna en Greenwich. Dos amigas en Londres. Ya no. Ahora estaba otra vez sola.

A Paula se le nublaron los ojos.

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