Congreso y Lineamientos con tufo de linimento

Miguel Arencibia Daupés

Brevísima reseña

Dentro del complicado tablero de ajedrez nacional, caracterizado por medidas fondomonetaristas puestas en marcha por la aleación partido-estatista, se ha convocado al VI Congreso del PCC para abril/2011.

Lo primero a señalar es que si se realizara en la fecha prevista (todavía Liborio tiene dudas), habrán pasado más de trece años desde el V Congreso, efectuado allá en el año 97 y por la selva del marabú.

El distanciamiento entre los dos eventos -con ocho años y seis meses en exceso de lo establecido, sin siquiera consultar a la militancia- es una franca violación de los estatutos partidistas que, tal vez, podría catalogarse de autogolpe político dado que el congreso es el órgano supremo del PCC; y este, constitucionalmente, la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado.

Y ¡qué coincidencia! igual período medió entre los congresos 18 y 19 del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). Dilación causada, según el Informe Central al XX Congreso, por la aguda centralización unipersonal del poder y la subestimación de la membrecía partidista por Stalin.

Basta agregar una conocida sentencia de Santayana: “Quien no aprende de la historia estará condenado a repetirla”.

Flashazos

Con la convocatoria, se ha circulado el folleto Proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social, base de los pretendidos análisis colectivos (¿o del soliloquio popular?), para lo cual se preparan moderadores mediante un seminario con estrictas medidas de compartimentación.

Según Cubaleaks (ex Radio-bemba) en el cursito se prohíbe la entrada con celulares o cualquier otro adminículo de grabación o filmación. ¿Por qué será, si el debate debe ser cristalino como el agua y amplio como el mar? What is the secret operation?

Preciso es apuntar que, en contraposición con el barraje de libros (voluminosos) sobre las pasadas victorias y las actuales glorias de sus protagonistas, el folleto tiene una sola página en que se finge acometer la instituida rendición de cuentas (pág. #5, Introducción)

Por la misma se nos informa que todo lo estancado y deshecho en la economía (¡como para llorar!) ha sido causado principalmente desde el exterior (bloqueo, crisis y ciclones) o es culpa de los ineficientes trabajadores y pueblo en general que, para colmo, ahora envejece porque las compañeras ciudadanas no cumplen con parir suficientes proletaritos

Se aprovecha la relativa influencia de la crisis internacional en conjunción con la enorme y endémica crisis cubana de cinco décadas para concentrar el Congreso básicamente sobre lo económico; aunque el título del documento contenga engarzadas, para impresión cerebro-subliminal, las palabras “política”, “económica” y “social” (debajo de la patriótica foto de un mar de banderas cubanas).

Así se esquiva el análisis de importantes cuestiones políticas y sociales (en estado cataléptico), que necesariamente interaccionan con la economía, y la pueden hacer avanzar o seguirla paralizando como hasta ahora. A saber: el ejercicio de los derechos civiles y políticos establecidos en la Constitución y en los reglamentos de la ONU suscritos por Cuba a inicios del 2008, de los cuales nada se ha instrumentado legislativamente, ni informado lo más mínimo al pueblo.

Con visión martiana

Con su incisiva óptica, Martí expresó:

“El espíritu despótico del hombre se apega con amor mortal a la fruición de ver desde arriba y mandar como dueño, y una vez que ha gustado de ese gozo, le parece que le sacan de cuajo las raíces de la vida cuando le privan de él”.

Ese pensamiento martiano explica el afán de hegemonía de la clase burocrática, comandada por la Generación Histórica -cuyo último congreso, según se anunció, habría sido el V. La que por sus fueros, reincide en maniobras que constituyen mentalistas rejuegos contra la memoria histórica.

Se repite, según la jerga juvenil, una trova oficialista con metatranca incluida y el eco de la cotorroneidad mediática de que “ahora sí vamos pa’lante”, “estas son las medidas que necesitamos”, “hay que hacer los cambios mientras contemos con los líderes históricos” (¿a esta hora?), etc, etc, etc.

Si se busca las ediciones de los periódicos nacionales cercanamente anteriores y posteriores a cada Congreso del PCC o proceso de rectificación, habrá de verse lo mismitico.

Sucede -como también enunció nuestro Héroe Nacional- que “La larga posesión del poder quita el sentido”. Y la extendida simultaneidad de las mismas personas en los principales cargos políticos y estatales del país (martillos y yunques a la vez) ocasiona tufo de linimento dada su medieval alquimia de reciclar una y otra vez el estatismo; o sea: la realísima naturaleza del modelo que “ya no funciona” pero que, en vez de “cambiar todo lo que debe ser cambiado”, solo se “actualiza”.

A confesión de Parte, relevo de pruebas: “Nadie piense que vamos a ceder la propiedad, la vamos a administrar de otra forma”, ha dicho el Ministro de Economía y Planificación (en esos “vamos” no va el pueblo, claro está).

Close up de los Lineamientos

El folleto, más que documento político, resulta un collage administrativo de corte y pega por organismos, difícil de deglutir. Lleno de banderas, palabras y repeticiones, está carente de propuestas sobre parámetros o indicadores concretos, así como de fechas o términos, que permitan ir midiendo el cumplimiento. Y eso es tan grave como se puede uno imaginar, porque propicia dejar los Lineamientos al libre albedrío de una jerarquía acostumbrada a no rendir cuentas claras (ni dar chocolate a la española) pero sí a salirse por su propia tangente.

En la matraca a que se recurre otra vez está aquello de “preservar la esencia del modelo socialista que es la propiedad social sobre los medios de producción”. Este enunciado en cursiva es verdad pero lo malévolo de la prosa está en tratar de utilizarla para identificar la propiedad estatal como social, y hacer ver que esta existe en Cuba. Cuando NO es así lo uno ni lo otro.

En la propiedad social mandan como reales dueños los colectivos de trabajadores. Surge el verdadero sentido de pertenencia socialista: el de los medios a real disposición de los trabajadores (como en el matrimonio, el título jurídico puede ser útil, mas no lo determinante).

En la estatal se enseñorea -como hasta ahora- la burocracia, que maneja a los trabajadores como meros peones asalariados, impide el desarrollo de las fuerzas productivas, recarga las estructuras a todos los niveles y las mantiene ineficientes; aún cuando desinfle sus plantillas mediante el desempleo de un millón trescientos mil trabajadores.

Esa sarta de estropicios es el “fruto” de lo que Lenin denominó Capitalismo Monopolista de Estado y Martí calificara de nueva esclavitud de los proletarios bajo el funcionariado.

Y ese capitalismo estatista mezclado con caudillismo, de lo que resulta un totalitarismo, es lo que se quiere principalmente seguirnos vendiendo a través de las múltiples páginas y los 291 apartados del folleto. Escondiéndose la mano detrás de inciertas propuestas de cooperativización y descentralización.

Tocante al gancho de la cooperativización -uno de los pilares del verdadero socialismo- innecesario es decir que, en Cuba, las pocas “cooperativas” agropecuarias no lo han sido más que de nombre. Y en cuanto a producción y servicios de otros sectores, los Lineamientos la dejan de rehén de un Reglamento General que, como maná, caerá desde algún sitio muy arriba en indeterminado momento. ¡Qué Alá nos ampare!

Respecto a la zanahoria de descentralizar el control de los recursos, y la de separar al Poder Popular de la gestión de las entidades locales (¿y los ministerios qué?), es de tontos esperar a ver por dónde irán los tiros. La experiencia ha demostrado que siempre que el país se enfrenta a una peliaguda situación échase mano a la descentralización y, al aliviarse -con linimento- aquella, la nomenklatura vuelve a centralizar todo con mayor entusiasmo que antes.

¿Por qué no tratar en este Congreso acerca de la autogestión socialista en las PYMES (pequeñas y medianas empresas), a partir de la cual los trabajadores, sobre la base de un plan general del país, determinen lo que producirán, cuánto y cómo, e igualmente, decidan la cuantía y forma de repartir las utilidades después de impuestos? En las grandes sería mediante la cogestión, o sea: compartiéndose la dirección entre el Estado y los trabajadores.

La negatividad del supragobierno nos hace imposible creer que por fin se cumplirá la Ley Tercera de La Historia Me Absolverá (“a los obreros y empleados el derecho a participar del treinta por ciento de las utilidades en todas las grandes empresas industriales, mercantiles y mineras, incluyendo centrales azucareros”). Aun reglamentada muy mediatizadamente y solo para dentro del Perfeccionamiento Empresarial, NUNCA ha sido permitida su materialización.

Tampoco confiamos en que se comenzará a honrar lo expresado por Fidel, en Camagüey el 4 de enero de 1959, al indicar: “Cuando se habla del derecho de elegir libremente, no se refiere solo al presidente o a los demás funcionarios, sino también a los dirigentes; el derecho de los trabajadores a elegir sus propios dirigentes”.

Eso no se ha vuelto a mencionar JAMÁS. Ni ahora en los Lineamientos.

Rememoremos por otra parte que, durante lo más oscuro del túnel del Período Especial de los noventas, Cuba se abrió al cuentapropismo pero viéndose solamente como un mal necesario por la burocracia. Tan pronto esta vio alguna luz, pasó a combatir al sector cuentapropista, a desestimularlo de varias maneras y hasta suspenderle licencias; puesto que -bajo cuerda- se le ha conceptuado siempre por el Estado/Partido como enemigo de las empresas y establecimientos burocra-estatales.

Ahora, las regulaciones sobre impuestos, controles, limitaciones, seguridad social y contravenciones que recién han sido determinadas para el cuentapropismo no hacen atractiva la consecución de licencias. Por lo cual no funge como un efectivo instrumento para que los trabajadores “disponibles” y otros compensen su desempleo.

En lo tocante a eliminar subsidios se menciona en el folleto la necesidad de acabar con lo que resta de la quincuagenaria libreta de racionamiento. Sin embargo, al tiempo de tener que pagar más por los productos que ya no amparará, es necesario volar en pedazos el fortísimo 240% sobre el costo, que grava los precios de los productos de las shoppings; los cuales nuestra ciudadanía en general (no solo su porción minoritaria que recibe salvadoras remesas) tiene que adquirir desde hace años para la subsistencia. Vaya lo uno por lo otro ¿O no?

Como igual habría que considerar lo atinente a algunos subsidios y gratuidades que han desaparecido para el sector civil y no para el militar. Privilegios que no pueden justificarse y crean divisionismo dentro de la población.

Al “exterior” del Congreso

Se ha dicho oficialmente que “en este proceso quien va a decidir es el pueblo”. Históricamente no ha sido así y es contradicho también por los acontecimientos legislativos y dispositivos de los “nuevos” tiempos, como puede observarse:

A fines de 2008 se impuso la Ley de Seguridad Social pese a la casi unánime opinión del pueblo contra la obligatoria extensión en cinco de los años de edad y servicios para la jubilación.

Paradójicamente, tan solo unos meses más tarde se anunciaría por la Élite su unilateral decisión de despedir a más de la cuarta parte de los trabajadores del país.

(¿Y la CTC? Ahí, luchando sus cotizaciones y conmemorando las fechas históricas).

Mientras a los diputados se les entretuvo en el período de sesiones de julio de este mismo año con dos chupa-chups (la modificación de la Ley de Vialidad y Tránsito, y otra para incrementar una provincia -y burocracia), el Consejo de Estado, el de Ministros y varios ministerios (todo es lo mismo) adoptaron -dos o tres meses después y según su Santísima Voluntad- diversas normativas sobre cuestiones sumamente importantes.

Véanse algunos ejemplos:

  • todo lo relativo a “disponibilidad” para cesantear a 1,3 millones de trabajadores;
  • la modificación del Código Civil para poder prorrogar el arrendamiento de terrenos, de 50 a 99 años, en unos casos; y a perpetuidad, en otros. Ello para comenzar inmediatamente a
  • poner en disposición directa o indirecta de los inversionistas extranjeros bienes inmobiliarios edificados y 16 grandes campos de golf –cada uno con un gasto de agua como para abastecer poblaciones de 20,000 personas;
  • la proyección económica para el quinquenio 2011-2015; en función de
  • la inconsulta unidad económica (más allá de la integración en el ALBA) con la muy inestable Venezuela;
  • recrudecidas disposiciones en casos de interrupción laboral:
  • lo concerniente a cuentapropismo; y, dentro de éste,
  • la utilización privada (obligatoria en varios perfiles) del trabajo asalariado, lo que viola los principios ideológicos rectores, constitucionalmente establecidos; y contraviene el Código Penal.

(Posteriormente, para salvar las apariencias, la Asamblea del Poder Popular refrendará con el unanimismo y docilidad que la caracterizan todo lo que le pasaron por debajo… de la mesa).

Asimismo, se sigue adoptando decisiones, igualmente sin consulta popular y a espaldas de los nobles diputados, acerca de importantes inversiones y grandes endeudamientos. (En este último renglón mantenemos records continentales, mundiales y olímpicos).

Mientras, Cubaleaks empieza a circular que las decisiones a emerger del Congreso ya hace rato están adoptadas.

Entonces:

El “recoger meticulosamente todas las opiniones” ¿será para tomarlas en consideración o para hacer abstractivos ejercicios de simples estadísticas, como en el Gran Debate de octubre/2007?

¿Podremos creer que en este proceso el pueblo será realmente el decisor?

¿O, simple y nuevamente, el Gran Mareado?

La Habana, 5 de diciembre de 2010.