Ser de izquierda en la Cuba del Siglo XXI

Por Pedro Campos

A propósito de “Carta a las izquierdas” de Boaventura de Sousa Santos

La experiencia revolucionaria del siglo XX demostró, una vez más, el fracaso de pretender enmarcar en un cuadro estrecho la revolución o el socialismo, más allá de las generalizaciones dialécticas y clásicas de la socialización y democratización del poder económico y político, proceso que siempre tendrá particularidades de acuerdo con el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, la idiosincrasia, la cultura, la historia y otras peculiaridades de cada país.

En esta dirección, se puede coincidir en buena parte, con las ideas presentadas por el compañero brasileño Boaventura de Sousa Santos para una izquierda en el Siglo XXI, partiendo del origen del concepto político de izquierda, nacido de la revolución francesa, como expresión de los partidarios de la República en contraposición a la Monarquía y visto en su progresión posterior, como movimiento que siempre tendería a la igualdad, la libertad y la fraternidad, aunque –desgraciadamente- en su nombre, algunos hicieran todo lo contrario.

Ahora bien, desde la experiencia política de la Revolución Cubana y la evolución que sufre este proceso actualmente, para un amplio sector revolucionario en la Cuba de hoy, ser de izquierda incluiría estar a favor y luchar por:

1. Repartir y compartir, humanizar, socializar y democratizar el poder económico y político, siempre en forma transparente, por medio de la participación real y efectiva de todos los ciudadanos en los debates y decisiones que los afecten y en los presupuestos participativos a nivel local y nacional por medio de referendos.

2. La libertad plena de cada uno de los individuos, que es lo que hace libre al conjunto de ellos, sin otra restricción que el respeto a los derechos de los demás. La verdadera libertad solo es posible cuando el ser humano dispone de medios que le permiten interactuar equitativamente en el seno de la sociedad. Por eso, la lucha por la libertad implica trabajar por dotar a todos los seres humanos de esos medios (básicamente propiedad, cultura y salud).

3. La democratización del sistema político, hacia la democracia directa, participativa, inclusiva y no sectaria, que respete a las minorías y al individuo, donde sean el pueblo y los trabajadores los que decidan todo, sin intermediarios, en todas partes y donde unos pocos, -el número imprescindible-, sean encargados, temporal y rotatoriamente, de ejecutar las decisiones de todos, siempre bajo control de los colectivos laborales y sociales.

4. El pleno respeto de todos los derechos de todos los humanos, reconocidos internacionalmente, especialmente la irrestricta libertad de expresión, prensa y asociación de cualquier tipo y el reconocimiento a los derechos de los niños.

5. La paulatina eliminación de todas las formas de explotación de los seres humanos y especialmente del trabajo asalariado que tipifica la explotación capitalista y su ánimo de lucro, sea por particulares o el estado; así como por el desarrollo de nuevas formas de producción basadas en el trabajo libre, individual o colectivamente asociado, cooperativo y autogestionario que tiendan al predominio paulatino del intercambio de equivalentes sobre el intercambio desigual y monopolista de índole cualquiera.

6. El respeto y conservación del medio ambiente, la biodiversidad y los sistema ecológicos, lo cual pasa por el uso y consumo racional y reciclado de los recursos naturales.

7. El pleno respeto a la diversidad humana en su más amplio significado: religioso, cultural, racial, sexual, político, etario, regional y de cualquier otra índole, que no dañe la dignidad de otros seres humanos, y especialmente, la erradicación de la criminalización de las diferencias.

8. La emancipación general de los seres humanos de cualquier tipo y sistema de dominación y enajenación, en el hogar, la familia, la escuela, el barrio, el país y entre naciones.

9. La no violencia y la solución justa, pacífica, política y democrática de todos los conflictos entre personas, grupos humanos o naciones. Toda violencia contra los seres humanos es reaccionaria, incluida la violencia que pretenda oponerse a la violencia, porque simplemente la reedita. La violencia debe ser desarmada a partir de la no-violencia.

10. La disminución paulatina del estado hasta su extinción, de manera que la administración sobre las personas vaya desapareciendo y vaya quedando solo la administración sobre las cosas, partiendo de que estatizar no es socializar, sino una de sus antípodas.