El (ominoso) silencio inmediato a la zambullida

Por Rogelio M. Díaz Moreno

En estos días, semanas, meses, nos azota una vez más un mal típico de la manera en que se rigen los asuntos en este país. Nada menos que tres importantes cambios se están cocinando tras las bambalinas, y los cubanos y cubanas de a pie no recibimos sino el silencio respecto a sus detalles.

La ley de cooperativas no agrícolas, la reforma migratoria y el nuevo código de familia son marcos impactantes para la profundización de las transformaciones que experimenta este país. De todas las reformas que han tenido lugar, hay pocas que puedan competir con las mencionadas en cuanto alcance y posibilidades; tal vez, únicamente, las dedicadas a abrirle las puertas a la pequeña empresa privada bajo el término eufemístico de trabajo por cuenta propia. Se supondría que los periodistas estarían a la caza de los miembros del Parlamento cubano, de los miembros de las comisiones y ministerios que debaten hasta el infinito cada mísera coma y cada ínfimo guión ¬porque la demora del asunto es harina para otro gran costal¬ para poner así al alcance de la ciudadanía los elementos que le permitan juzgar cuán bien están haciendo su trabajo estos diputados y diputadas; ajustar y planificar las vidas de cada cual según lo que presagie el futuro o, simplemente, contar con la condición mínima -poseer la información- para ejercer el papel que la Constitución define como legítimo del pueblo: la soberanía. Delegar la soberanía en los miembros de un cuerpo electivo tiene sentido en una democracia, pero solo cuando se tiene el control de lo que aquellos debaten y las posiciones que asumen, para poder dirigirse a los mismos y requerir que, en su papel de servidores de la población, persistan o rectifiquen la dirección de sus gestiones.

En cambio, todo lo que disponemos por acá abajo se puede resumir en aislados anuncios escuetos que nos exigen paciencia y confianza; algunos renglones que no especifican demasiado en un documento aprobado hace algún tiempo en un Cónclave; buenas dosis de rumores y una no menor de impaciencia y temores por posibles frustraciones.

¿Qué pasa si las finalmente autorizadas cooperativas urbanas solo se autorizan para menesteres de baja calificación, y no se les arrogan de paso suficientes prerrogativas relativas a su gestión productiva y comercial? ¿Y si en la reforma migratoria se establecen requisitos aberrantes para ciertos grupos profesionales que no tienen otra culpa que servir al país? ¿Qué tal si, en el Código de Familia, se retira la posibilidad de que la ley extienda una protección igual a todas las parejas, sin importar su composición? ¿Cómo sé yo a favor de qué está el delegado que salió electo en mi circunscripción? ¿Qué tipo de conversación debo sostener con él, si no sé cuál es su postura? ¿Cómo sé si debo votar por él para que vuelva a salir en el próximo período de la legislatura, o por algúna otra persona que me ofrezca mayor afinidad con mis ideas?

¿Son, estos temas, de aquellos que amenazan la seguridad nacional, con la perspectiva de una invasión de la OTAN, y por eso no se discuten abiertamente? Si me explicaran convincentemente que es así, me callaré la boca. Pero si no fuera así, entonces, ¿por qué, quiénes, escamotean el precepto constitucional de la soberanía popular? ¿Será que bajo el manto del secretismo, pueden aventurarse a defender posturas de arcaicos dinosaurios estancados en la era del estalinismo? ¿Será que se necesita la impunidad del desconocimiento, para favorecer la voluntad de algunos de conservar indebidos privilegios que a la plena luz pública serían intolerables?

La mejor manera de demostrar que mis dudas resultan descabelladas, es hacer público todo el debate realizado y por realizar en estas materias. Y en las que le sigan.

0 thoughts on “El (ominoso) silencio inmediato a la zambullida

  1. Se puede decir más alto pero no más claro. Muy buen artículo y muy buen comentario

  2. Este artículo pareciera muy crítico, sin embargo es sólo una buena pieza para ilustrar aquel dicho no sé si cubano que reza: Juega con la cadena, pero deja el mono quieto.
    – ¿Hay que preguntarse “quiénes escamotean el precepto constitucional de la soberanía popular?
    – ¿Por qué emprenderla con ese delegado que elegiste? ¿Crees que él puede cambiar cosas? ¿Crees que su voz se oye? ¿Crees que se le toma en cuenta?. Ese pobre delegado es un pobre diablo cuya función es coger palos de arriba y de abajo. Por eso en las asambleas NADIE quiere ser elegido.

    Los dinosaurios en Cuba tienen nombres y apellidos: Fidel Castro Ruz, Raúl Castro Ruz. Dilo así con todas las palabras. Ellos son los que en público llaman a la crítica, pero en las secciones de la asamblea nacional imponen su voluntad (y el secretismo). Ellos son los que no aceptan críticas porque al parecer somos un pueblo de tarados que no está a su altura.

    Ambos han estado al frente del país por más de 50 años. En teoría son responsables de TODO lo que ha pasado en el país, pues ellos fueron “puestos” ahí para que supieran. Hoy no vale lo de los secretismos. Raúl y Fidel Castro Ruz fueron “puestos” en sus cargos para que dirigieran la nave. Si hoy la nave hace aguas, es total responsabilidad del capitán y no de la tripulación que lo único que ha hecho es remar en la dirección establecida por los timoneles. No valen disculpas de que ellos no saben las cosas que están pasando en el país, porque a ellos se les paga para que sepan qué está pasando en el país, si no lo saben es porque son muy malos empleados y no queda otra que expulsarlos… pero eso ya es otro problema porque ellos se han erigido en indispensables.

    Ellos son los que paralizan hasta a este “valiente articulista” que sabiamente no menciona los nombres también por temor a ser silenciado para siempre o lo que es lo mismo: jugar con la cadena, pero dejar al mono quieto.