Por Félix Sautié Mederos
Crónicas cubanas
Recientemente, la Revista católica“Espacio Laical” del Centro Félix Varela del Arzobispado de La Habana, ha publicado un interesante y atinado suplemento con el título “Propuestas para la Refundación de la prensa cubana” contentivo de las opiniones de calificados intelectuales y periodistas que aprecio en alto grado. Al respecto del tema planteado, también voy a opinar porque tengo vivencias directas y cosas que decir además de que me asiste mi derecho a plantearlas no solo como cubano interesado en el presente y el futuro de mi país sino también como periodista en activo desde hace muchos años, que incluso ha escrito con insistencia al respecto de este álgido asunto. Ante todo, quiero dejar en claro la importancia fundamental que le concedo a esta iniciativa, dadas las coyunturas del momento en Cuba. Además, quiero reiterar algo que expresé en mi crónica sobre el impacto que ha tenido ver a Telesur en Cuba en tiempo real, publicada en Por Esto! el lunes 4 de febrero 2013 (1): “…con esta nueva posibilidad, nos hemos situado en un dramático punto de inflexión de la Política Informativa de Cuba, que ya, como La Habana, ‘no aguanta más’ ”.
Incidentalmente, también quiero añadir a mi análisis un criterio en relación con el dramático acontecimiento sucedido durante el proceso en que redactaba esta crónica. Me refiero a la sorpresiva noticia de gran impacto mundial que fue la renuncia del Papa Benedicto XVI y que gracias a las transmisiones de Telesur pudimos conocer detalladamente en La Habana a primera hora de la mañana del lunes 11 de febrero sin tener que esperar por las demoras habituales del Noticiero de la Televisión cubana, que siempre dan la sensación de cortes y manipulación por lo sintético de su contenido, así como su poco aprecio por la inmediatez informativa o por ignorar el hecho como sucede en ocasiones hasta que la denominada “Radio Bemba Popular” se ocupa en difundirlo de boca en boca. El ejemplo es obvio para los propósitos del análisis que propone Espacio Laical. Además considero que Benedicto XVI ha dado un testimonio de honradez y valentía que en Cuba debería ser profundamente interpretada por quienes se encuentran en el Gobierno de nuestro país con similar edad a la del Papa.
Continuando con el tema propuesto, quiero exponer mi criterio afirmativo sobre la existencia de una Política Informativa cubana, que defino como de contenido ideológico y gubernamental y cuyos efectos he vivido en carne propia. El hecho es que a pesar de mis casi 50 años de ejercicio activo del periodismo en Cuba, experimento intensamente desde hace tiempo la negación oficiosa de mi paso por la prensa cubana ya que como consecuencia de esa política mis actividades en este sector han sido borradas de la memoria histórica, sin que tampoco se publiquen en la prensa nacional algunas de mis frecuentes crónicas y artículos. Todo ello lo considero una respuesta a mis posiciones críticas y al contenido de mis artículos. Incluso en órganos de prensa y de cultura con los que tuve mucho que ver en su fundación como Juventud Rebelde y la Editorial José Martí, cuando celebran sus aniversarios o cuentan su historia ignoran y/o pasan por alto la etapa en que fui su director. Además sucede que periódicamente en épocas de confección de tesis, he podido conversar con algunos alumnos de la carrera de Comunicación Social que en sus búsquedas en hemerotecas descubren mi actividad en la prensa cubana y con asombro y avidez procuran entrevistarme. Es como si la mención de mi nombre fuera un anatema prohibido de forma sutil y no aceptada públicamente, pero que se mueve en las sombras que opacan a la necesaria transparencia informativa e histórica. Conozco también de amigos, ya sean personas o entidades, que se cuidan mucho en mencionarme, citarme o entrevistarme para no ser significados. Eso lo experimento reiteradamente y lo cito como una experiencia personal del alcance y la extensión de estas prohibiciones que forman parte de una política informativa preenjuiciada, inculta e ignorante que se aplica en Cuba desde hace muchos años. Los ejemplos podrían ser múltiples y muchos más, por mi parte aporto mi experiencia personal al respecto.
La pregunta que plantea Espacio Laical sobre quien diseña y quien define la Política Informativa, tiene en mi opinión una respuesta obvia porque en Cuba las políticas son definidas en las instancias partidarias y gubernamentales; en primer lugar las partidarias, lo cual se encuentra definido en la Constitución de la República en su artículo No. 5 del Capítulo I, que expresa que el PCC “es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”. La Política Informativa, es diseñada y definida en consecuencia a partir del contenido de este artículo constitucional. En el dossier que publica Espacio Laical, el tema que desarrolla mi fraterno colega y amigo Fernando Rasvberg con el título “Cuba: la prensa en la prensa” expresa un amplio análisis de este asunto con el que concuerdo plenamente. Además Ravsberg cita un planteamiento de mi también colega y amigo Jorge Gómez Barata quien afirma que “Desde 1975 existe en Cuba una relación estructural copiada del modelo soviético en la que se ‘asignó al aparato ideológico del Comité Central la dirección centralizada de todos los aspectos relacionados con la prensa, en especial su contenido editorial’ “.
Quiero añadir un señalamiento a este criterio, fundamentado en mi experiencia personal como director que fui de varios órganos de prensa en Cuba a finales de los año 60 (Semanario Mella, Juventud Rebelde, El Caimán Barbudo, el desaparecido periódico “Bayardo” en Camaguey órgano de la Columna Juvenil del Centenario), en el sentido que aún antes de la fecha que señala Barata y que fue una consecuencia del Primer Congreso del Partido, ya existía una política Informativa quizás no tan precisa como la que se acordó en el Primer Congreso y se desarrolló posteriormente; reitero que la experimenté en sus aspectos operacionales y en sus consecuencias negativas sobre mi persona que llegan hasta nuestros días.
Así lo afirmo y así lo testimonio con mis respetos para quienes tengan una opinión diferente. Hasta aquí la primera parte de mi opinión testimonial. Continuaré en una próxima crónica con otros aspectos que considero importante exponer.