Por Ramón García Guerra
El jardín de los senderos que se bifurcan
“El consejo de siempre doblar a la izquierda me recordó que tal era el procedimiento común para descubrir el patio central de ciertos laberintos.”
Jorge Luis Borges
Desde luego, resulta una pregunta retórica. Todos en Cuba conocen al autor de la frase. Propia del populismo isleño. En cambio la frase significó un salto en la liberación de la mujer. Sexismo aparte, la mujer adquiría visibilidad política en la república. Proceso este que se había iniciado en 1902, pero que tiene sus antecedentes en el último tercio del siglo XIX. El ciclo populista se cierra –hemos dicho antes– en la década de 1960. La eclosión del sujeto popular en este período nos muestra un rostro femenino bien definido, que expresa una política de rescate de los contenidos más populares de aquel populismo más radical: el ortodoxo. La cuestión es hallar la continuidad entre aquel movimiento social-liberador y una decisiva presencia femenina en el siglo XXI. Este artículo habla del feminismo en Cuba y de la agenda política del mismo.
I
Durante el período 2013-2018, las mujeres serán la mayoría entre los presidentes de los gobiernos (67%) y entre los miembros de las asambleas provinciales (50%) del Poder Popular. Poder que se consolida con el parlamento (48%) y se reciente en las alcaldías (30%).
Sabiendo que la política de cuadros del Partido –según el texto constitucional: “fuerza dirigente de la sociedad”– ha sido acatada por las comisiones de candidatura en todos los procesos electorales, hemos de concluir que la mayor presencia de mujeres en esta legislatura es acaso la expresión de dicha política. ¿Pero esto significa más poder? Pensemos que esta presencia es mínima en el Consejo de Ministros: órgano estatal que concentra todo el poder. Por otra parte, la esfera del consumo ha sido entregada a los municipios en donde la presencia de las mujeres es ahora menor. Significa, en resumen, que la amplia presencia de la mujer en esta legislatura es apenas un poder marginal.
Esta es la política del Partido. [Definida de neopopulistas por nosotros.] Quizá sea por pudor que ellos no emplean hoy la frase de Carlos Prío.
Encontramos detrás todo un movimiento social que avanza en la sociedad. Efectivamente, los cambios en la nomenklatura del Poder Popular son parte de una actualización de la política de gobernanza que afecta al sistema de dominación política de la sociedad y que, además, debe ser entendida como una reacción defensiva ante el proceso de constitución del sujeto político popular que hoy emerge en la sociedad. Definitivamente, la política neopopulista del Partido-Estado no detendrá al movimiento femenino que se presenta.
La nueva sexualidad que este movimiento tiene por bandera nos devuelve al punto de partida. [Quizá en otro momento de la espiral.] La eclosión del sujeto político popular que emergió en la década de 1960 implicó una nueva sexualidad –cambio en la ecuación de lo femenino y lo masculino en la sociedad– que acabó siendo sofocada por el sexismo (espíritu espartano) que adoptan las políticas de Estado. Durante el período obrerista del proceso (1971-1989) dichas políticas fueron asexuadas. También será instituida la relación Estado empleador-trabajo salariado para toda la sociedad. La política de desanclaje del individuo y la fractura de la comunidad, asimismo, facilitó cierta subjetividad (proceso de producción de sujetos) que resultó más funcional al sistema de dominación política que se instituyó en este período.
Lo que faltó al feminismo de la época fue la comprensión de que el ataque del Estado contra la “homosexualidad” era el preludio de la política que más tarde seguiría este último contra el movimiento visto de conjunto.
Todavía se haya la comunidad gay tan empeñada en acciones afirmativas en defensa del derecho a la diferencia, que resulta casi imposible lograr una conciencia más eficaz de la circunstancia que ahora enfrenta la misma. Una batalla que es también la nuestra (heterosexuales), por cuanto la nueva sexualidad que defienden est@s cuban@s nos liberará a todos en Cuba. [Hablo
de instituir relaciones basadas en el amor.] Desde luego, los años ´90s fueron una etapa fundacional que abriría puertas al momento en que nos hallamos hoy en la Isla. Colocar esta experiencia en contexto nos permitirá lograr la conciencia que se necesita. Entendamos la década de 1990 como una etapa revulsiva donde el efecto acumulado del sexismo de Estado erupciona.
Proceso que induce el hedonismo a nivel popular. Un hecho que debe ser entendido con un enfoque histórico-cultural de larga duración para hallar el costado positivo del mismo. Pero esto forma parte de un análisis que desborda este artículo.
II
Esperamos que la mujer sea capaz de dotar al desarrollo local de otra textura. [Sobre el tema he hablado en otro artículo en estas páginas.] En tal sentido, lograr un cambio en la cultura popular sexista que reduce la presencia de la mujer en las alcaldías pasa por la adopción de leyes de municipio, Pymes y asociación en la Asamblea Nacional. Este tema es estratégico para el feminismo en la Isla. Porque echar adelante esta batalla legal modifica la correlación de fuerzas que favorece al sexismo de Estado. Emplearse en una política de enfrentamiento a los prejuicios sería una política condenada al fracaso.
Propiciar un modelo de autogestión en la localidad –basado en la participación popular– sería el objetivo estratégico de esta batalla.
Parece que ha dejado el Gobierno para después de haber concluido la experiencia de creación de las nuevas provincias: Artemisa y Mayabeque, la adopción de una Ley de municipios. [Escuchamos hablar ante la Asamblea Nacional al exoficial del MINFAR encargado de la tarea de constituir las nuevas alcaldías.] Estamos en contra de convertir a las alcaldías en una réplica del gobierno central a escala. Simplificando la cuestión a una simple homologación de órganos y estructuras que serían actualizadas para reproducir el absurdo que produjo los problemas que se intentan hoy resolver. Suponiendo que acepten las feministas tal política, entonces, la batalla contra el sexismo se hallará a la final perdida.
La política de las feministas en el orden institucional sería la de replantearse el margen con el Consejo de Ministros, mientras abogan por la fundación de un Consejo de Gobierno que fusione los gobiernos provinciales con los OACE en una pieza. Asimismo, deben de defender la idea de soberanía popular que expresa el estatuto constitucional del municipio: como entidad no-estatal. La forma política que adoptaría este último sería la de autogestión socialista.
Detenerse en este punto es fracasar. La batalla en contra del sexismo en el plano económico sería una extensión del modelo de autogestión a escala de la sociedad. Empezaríamos por reconocer las economías no-mercantiles dentro del sistema de índices, categorías y métodos que son empleados en la dirección de la economía. [Particularmente en relación con el trabajo doméstico.] Evitando así las trampas del asistencialismo que oculta y/o disfraza al patriarcalismo que identifica al Estado cubano. El rescate de la tradición mutualista en Cuba debe permear todo el trabajo de las feministas desde el Estado hasta la comunidad. El sentido maternal de la mujer la capacita para tamaña obra de ternura.
Pero hay más. ¿Quién podría cumplir mejor que las mujeres la tarea de la cultura? [“La mujer es la madre de la cultura”, me decía Moreno Fraginals en 1989.] En este campo de luchas se decide el destino de la nación.
Desde los patrones de consumo hasta los modales de conducta, pasando por la sensibilidad ante la injusticia, la mujer está presente en todos los momentos de la vida colectiva de la sociedad. [Decisiva en la socialización de las personas.] Imprescindible en medio del cambio cultural radical que será el socialismo. Pongamos un ejemplo: Las políticas públicas del Estado moderno (liberal-burgués) están basadas en la identidad, la autoridad y el mercado. En tal sentido, la mujer está asociada a los ámbitos de la vida en donde predominan los valores de uso y la vida familiar. Desde el mundo de la mujer la política adquiere otro sentido y alcance. La política así estaría basada en la autonomía, la autogestión y la comunidad. Entonces sería antipolítica. Exactamente el comunismo.
¿Qué se espera de la mujer cubana en el poder? Quizá que sea ella misma: Ejercernos en una comunidad de iguales, abrirnos a la comunión de los afectos, hacer que el bien más preciado sea la vida misma…
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Desde la fuerza calificada del país hasta la vida afectiva de la familia, la mujer es decisiva para la sociedad. Pero en esta hora de cambios ella es aún mayor. Pensemos en el destino de la nación cubana: La ruptura de los espacios del cuerpo-vivienda-hogar y de la ciudad-región-nación, motivo de nuestra esquizofrenia colectiva, puede y debe ser superada con la participación de estas mujeres que asumen responsabilidades de Estado en nuestra sociedad. Pensemos en la integridad de las personas: Superar la fractura de la sociedad, para abrirnos a un ciclo virtuoso que conduzca a una sociedad abierta y libertaria, en tal sentido, sería la mayor contribución de estas mujeres. La causa de la comunidad gay es también una parte indivisible de la batalla que tienen planteadas estas mujeres. Porque la nueva sexualidad integra este movimiento social-liberador que ellas lideran.