Por Yenisel Rodríguez Pérez
La consolidación de los Kapos en la administración estatal cubana favorece el mantenimiento del orden autoritario en el país.
Son representantes de aquellos contextos más conflictivos de la economía sumergida que llega a toda la sociedad cubana. Hablamos de la economía informal.
Esta se abastece fundamentalmente de aquellos bienes y servicios que logran recuperar los trabajadores y los funcionarios de las arcas del Estado.
El nivel de conflictividad que engloba a la economía informal es proporcional a la distancia que nos separa de dichas arcas. Estar muy cerca de ellas implica participar de algo muy parecido al crimen organizado. Aunque este tiene más de organizado que de crimen. Aún la sangre no llega al río.
A mayor organización de la economía informal, mayor violencia y autoritarismo entre aquellos que se reapropian de los bienes del Estado. Los Kapos serán los que lideren la estructura.
Es un puesto que conecta el autoritarismo gubernamental con el autoritarismo popular. Es un punto donde algunos intereses del Estado se acoplan con ciertos intereses egoístas del pueblo.
De un pueblo como suma de individuos, no de comunidad. La obsesión de la burocracia autoritaria con el poder total se encuentra en un mismo escenario con el “sálvese quien pueda” de la gente común.
Allí, como anfitrión del encuentro, se presentan los Kapos administrativos. Sus diplomacias armonizan el orden autoritario con el rebusque individualista.
Del Estado toman la patente de corso que les permite estar cerca de las mercancías, y de sus trabajadores la aprobación popular de su rol y la carne de cañón con la cual alimentar los informes administrativos.
Esto permite que su puesto en la estructura de poder se eternice. Sobreviven a los gobiernos todos. A este lo verán hacerse cenizas.
Algunos querrán juzgarlos por las injusticias cometidas.
Utilizarán el argumento de “algo tuvieron que hacer”. Pero ellos se ocultarán en los pecados ajenos. En esa pajita que inquieta a todo aquel que colabora indirectamente con el orden autoritario que carcome a nuestra sociedad.
Por eso renacerán en futuros regímenes autoritarios. Como aristocracia mafiosa si llegan los neoliberales, como Kapos de la mafia obrera si se empotra nuevamente el populismo.
Un buen ejercicio de decir sin decir. Jugar con la cadena y dejar el mono quieto. Al que le sirva el sayo que se lo ponga y como nadie quiere ser identificado como Capo pùes ahí queda. Como un buen ejercicio de Cantinfleo.
¿No será que esos Capos son producto de un sistema que no funciona y hay que cambiar?
¿No será que como la propiedad es de todos (no del estado), esta gente ven como suyo el derecho de tomar su parte? A fin de cuentas, ellos son copropietarios.