Adoctrinamiento político para niños y niñas en Cuba

Por Yenisel Rodríguez Pérez

HAVANA TIMES — “Para saber mañana” es el programa líder en la campaña mediática del gobierno que busca adoctrinar a la más joven de las generaciones de cubanos, con la trillada y deslegitimada ideología “de la Revolución Cubana”.

Con programas infantiles como éste se violan diariamente los derechos de la niña y del niño en nuestro país.

Algo sumamente grave, más cuando el gobierno cubano está llamado ante la Convención de los Derechos del Niño, a certificar programas adecuados para éstos.

Aunque definir lo que es adecuado para los pequeños es un asunto controversial, no queda duda de que la ideologización y la politización exacerbada y descontextualizada del imaginario infantil es un violentamiento grave del proceso de educación e instrucción en esa etapa de la vida.

¿Qué rol juega entonces la sede de la UNICEF en Cuba al no pronunciarse sobre este hecho?

Sabemos que la Convención de los Derechos del Niño no exige obligatoriedad de cumplimiento para aquellos gobiernos que como el cubano firman y ratifican sus declaraciones.

Por eso es importante estar al tanto de los informes que el gobierno cubano presenta cada año al comité de las Naciones Unidas dedicado al tema. Conocer de los ejemplos que utiliza para sustentar empíricamente ese manipulado optimismo con el que cada año define de manera efectiva la cultura cívica de los niños y las niñas cubanos.

¿Cómo encaja “Para saber mañana” con las necesidades políticas de la infancia?

¿En qué tipo de consulta popular o diagnóstico psicopedagógico se basa la dirección del programa para justificar la utilización en el guión de conceptos tales como “Patria o Muerte”; “Estudio, Trabajo y Fusil” o “Imperialismo”?

El guión de “Para saber mañana” es tristemente predecible. Tras una estética pop-baby incoherente e improvisada, se derrama un torrente de consignas políticas, fechas históricas e indicaciones partidistas que dejan aturdidos a los pequeños.

El guionista no utiliza mucho diseño didáctico para adecuar el contenido de los panfletos ideológicos a las capacidades intelectuales de su teleaudiencia.

Los chicos reciben su dosis de adoctrinamiento político a la manera brutal y sin cortapisas.

Ideología tecnocentrista y Cultura del trabajo manual en Cuba

Por Yenisel Rodríguez Pérez

La desestimación del trabajo manual en los diseños productivos que se implementaron en el país a partir del Primer Congreso del PCC no puede ser explicada desde una supuesta inserción de nuestra sociedad en el proceso de globalización tecnológica. Hasta el día de hoy la transferencia tecnológica no ha implicado una influencia significativa para nuestra sociedad. La quimera tecnocentristas de las autoridades cubanas ha atestado el país de cementerios de máquinas supermodernas.

La cultura tecnológica, que es en definitiva lo que se puede transferir de una sociedad a otra, no ha logrado acoplar ni con la idiosincrasia artesanal de nuestra cultura, ni con las políticas eurocentristas estatales. El giro más reciente que han dado estas políticas de desarrollo hacia una intención de rescate del trabajo manual, valida el fracaso de las aspiraciones primer mundistas.

En nuestro país el trabajo manual nunca ha perdido importancia como forma de trabajo socialmente útil. Es en el plano ideológico donde esta cultura comenzó a verse amenazada como esfera de producción de valores. La propaganda intelectualista y universitarista desmovilizó la vocación por el trabajo manual que históricamente formó parte de los proyectos de vida de diversos grupos sociales cubanos. La cultura del trabajo manual comenzó perdiendo la batalla ideológica, para luego presenciar cómo se esfumaba su centralidad productiva en la estructura socioeconómica.

Se desmovilizó la vocación por el trabajo manual generándose la ilusión de una supuesta falta de pertenencia social. Desde el plano de las ideas se trastocó una estructura laboral centenaria y autogestiva sustentadas en asociaciones nucleares y sectoriales veteranas, para luego llenar ese espacio vacío con presuntuosas ilusiones tecnocentristas.

En el mundo desarrollado la máquina altamente sofisticada ha venido a sustituir al cuerpo humano en un número cada vez mayor de tareas. En consecuencia, se han arrinconado en compartimentos estancos aquellos trabajos donde la participación del cuerpo es protagonista. En momentos de intercrisis estos trabajos pueden llegar a ser valorados como labores denigrantes, delegándose al anonimato social. Un costo que solo los inmigrantes pueden asumir con cierta disposición.

Para el mundo de vida latinoamericano la última revolución tecnológica del mundo desarrollado no pasa de ser un acontecimiento que define, por contraste, su identidad artesano-corporal. El autoreconocimiento frente al ideal modernizador del primer mundo se viene practicando en Latinoamérica desde la época colonial. En determinadas circunstancias ha llegado a adquirir matices sociopolíticos definidos. Un ejemplo fue la década de los ochenta del pasado siglo con la subversión espontánea que afrontaron las políticas desarrollistas de la CEPAL en el mundo de vida popular. Tras la renovada exigencia de los gobiernos latinoamericanos de turno de afianzar un nacionalismo tecnologizado, vemos como nuevamente eclosiona el reciclaje artesanal de los protocolos tecnológicos importados del primer mundo.

En nuestro país podemos descubrir con facilidad la ausencia de una idiosincrasia tecnocentrista. Nunca hemos sido estrictamente modernos. Nuestra idiosincrasia es básicamente la hegemonía del aquí-ahora, de la practicidad, el inmediatismo, el cara a cara; donde la relación a preponderado frente al abstraccionismo vivencial que implica el culto al maquinismo y el afán de dominio material sobre el mismo.

En la cultura popular cubana no anida un auténtico sentimiento de angustia por haberse frustrado el proyecto tecnocentrista implementado por el gobierno durante más de 50 años. El logos tecnológico se sufre en los barrios desde las ansias consumistas, no desde el incompletamiento práctico de una reflexión que aspira a la sustitución maquinista de las acciones protagonistas del cuerpo.

Lo que se ha hecho y se continúa haciendo en el mundo de vida popular es un reciclaje cultural del protocolo tecnológico importado del mundo desarrollado. Se reconduce el brío utilitario de la máquina hacia las creaciones artesanales en las fábricas y en el barrio.

El giro tecnocentrista no es una aspiración auténticamente popular. La obsesión con esta forma que ha tomado la cultura europea desde inicios de la revolución industrial, ha sido históricamente un asunto de las élites y los gobiernos latinoamericanos. Performance de un sector social que aunque nunca se ha distanciado profundamente del imaginario popular, soporta esa dependencia adictiva para con los planes de desarrollo europeos. Esta dolencia de Estado ha trastocado el éxito de diversas culturas del trabajo auténticamente latinoamericanas, sobre todo de aquellas donde el cuerpo participativo es la clave de la eficiencia y la eficacia económica y social.

¿Cuántos experimentos de superposición cultural ha impuesto durante el último medio siglo el Estado cubano a las clases trabajadoras? Son estos forces de imaginarios los que generan angustia popular en cuanto a las expectativas laborales

La cultura del trabajo manual trastoca en innovaciones artesanales aquellas utopías tecnocentristas irrealizables, logrando que éstas sean funcionales a las necesidades cotidianas del pueblo. Esta ha sido la contribución fundamental del trabajo manual a la sociedad cubana durante el actual periodo de autoritarismo burocrático.

Si en un acto de resucitación el desaparecido poeta peruano César Vallejo se preguntara la razón de ese empuje del artesano en el taller, como hiciera en vida en aquel poema titulado Oscura1, le responderíamos que ese empuje expresa el sentido y la trascendencia que le asigna al trabajador manual lograr participar significativamente en lo que produce. Vivenciar corporalmente la utilidad de su contribución social. Utilidad que en nuestro país ha consistido en hacer eficaz la errada política tecnocentrista.

El mundo de vida de la sociedad cubana no ha extraviado su vocación artesanal como consecuencia de que ésta haya desembocado en el tedio vivencial o porque se descubriera en la cultura maquinaria y tecnológica un universo enigmático y tentador. La vocación artesanal y corporal del cubano ha sido ahogada bajo el grito autoritario de una burocracia enajenada en su desmedida concentración de poder, como por ese desprecio que derrama sobre la vocación libertaria que un día la llevó al poder.

Los Capos de la administración estatal en Cuba

Por Yenisel Rodríguez Pérez

La consolidación de los Kapos en la administración estatal cubana favorece el mantenimiento del orden autoritario en el país.

Son representantes de aquellos contextos más conflictivos de la economía sumergida que llega a toda la sociedad cubana. Hablamos de la economía informal.

Esta se abastece fundamentalmente de aquellos bienes y servicios que logran recuperar los trabajadores y los funcionarios de las arcas del Estado.

El nivel de conflictividad que engloba a la economía informal es proporcional a la distancia que nos separa de dichas arcas. Estar muy cerca de ellas implica participar de algo muy parecido al crimen organizado. Aunque este tiene más de organizado que de crimen. Aún la sangre no llega al río.

A mayor organización de la economía informal, mayor violencia y autoritarismo entre aquellos que se reapropian de los bienes del Estado. Los Kapos serán los que lideren la estructura.

Es un puesto que conecta el autoritarismo gubernamental con el autoritarismo popular. Es un punto donde algunos intereses del Estado se acoplan con ciertos intereses egoístas del pueblo. Continue reading

Turismo sexual: el mayor libremercado de Cuba

Por Yenisel Rodríguez Pérez

Cuando el gobierno cubano potenció la industria turística por la década del noventa del pasado siglo, fue el turismo sexual el que hizo despegar la iniciativa.

A doce años de iniciado el siglo XXI, se logran consolidar otras modalidades turísticas más convencionales. El turismo de naturaleza, el turismo de familia y el de alto nivel, van ocupando un lugar relevante en la industria.

Según algunos, el éxito de dichas modalidades frente al turismo sexual responde a la negativa gubernamental de legalizar la prostitución en Cuba.

Dicho de este modo pareciera una ingenuidad. ¿Cuántas cosas están prohibidas en este país, como para que nos sorprenda el estatus de ilegalidad del más antiguo de los oficios? Pero dado el caso, el comentario toma mucho sentido.

En conversaciones informales con camareras de hoteles, he conocido que muchos turistas viajan a Cuba con el fin exclusivo de tener sexo con cubanos y/o cubanas. Cerca de un tercio de los clientes que se hospedan en los hoteles de estas camareras son hombres solteros que viajan con grupos de amigos. No vienen con mucho equipaje ni se interesan por la naturaleza o la sociedad cubana. Les aclaran su distancia con respecto a estos temas cuando tienen la primera oportunidad.

La repercusión internacional que generó el auge del turismo sexual en Cuba en los años noventa, tuvo más connotación política que económica.

Hoy cuando la burocracia autoritaria que gobierna el país, es cuestionada por asuntos de derechos humanos y respeto a la libertad de pensamiento, el interés de los medios internacionales por el turismo sexual en Cuba no se distingue del que se dirige a cualquier otra isla del Caribe.

Ya no es una exclusiva que socave al gobierno cubano.

Sin embargo, el turismo sexual continúa mostrando la relevancia que posee lo extranjero desarrollado en el imaginario cubano. Cuestión de la cual se pudieran radiografiar muchas realidades sociales, políticas y económicas tan explosivas como aquellas que “conmovieron” a la opinión pública internacional en los noventa.

Si hoy pervive en el anonimato lo que antes era tema de debate, es porque el turismo sexual en Cuba se va instituyendo como modalidad económica legítima.

Por eso no me sorprende ese reclamo por la legalización de la prostitución en Cuba que hacen suyo las camareras entrevistadas. En un futuro cercano, puede que tal reclamo reciba su impulso político determinante en las intendencias del Ministerio del Turismo.

Publicado en Havana Times

Por encima del poder político

Por Yenisel Rodríguez Pérez

Ya es un hecho comprobado que todo poder tiene la propiedad de crecer como una bola de nieve. Pero también desde mucho existen vías para restringirlo. Para el discurso liberal la solución está en la división del poder en legislativo, ejecutivo, y judicial.

Muchas de las normas y tradiciones políticas ofíciales en Cuba se instituyeron en el segundo lustro del pasado siglo, con la naciente revolución de 1959.

Los grandes peligros que amenazaron al proceso impusieron medidas extraordinarias, pero que se anunciaban como provisionales.

Cuando la arena política transitó hacia otras formas menos radicales de defensa revolucionaria, eliminando lo poco que quedaba de la activa oposición interna, la dirección del Partido Comunista de Cuba y del Estado se fusionó en muchos aspectos y de forma ilimitada.

La autoridad se concentró y las desviaciones de las reglas democráticas y las normas constitucionales se justificaban con las frases “nosotros tenemos la verdad,” “todo lo tenemos controlado.”

Todo esto era dirigido por los máximos órganos dirigentes, los cuales no eran a su vez, regulados por ningún mecanismo de control orientado contra la concentración del poder político. Lo importante era que existía un poder revolucionario y popular.

¿Pero cómo sucedió que en tiempos de paz la dictadura del proletario, destinada antes que nada a liquidar la resistencia de la burguesía, se convirtiera en la dictadura del escalón superior del poder?

¿Cómo concretamente ser “maestro” y “dirigente”?

¿Significa eso que los dirigentes del partido deben convertirse en órgano especial de poder, que estarán por encima de todas las instituciones estatales?

¿Debe la dirección del partido convertirse en órgano especial del poder, que estará por encima de los restantes órganos?

¿Si el Comité Central es un órgano especial de poder, cómo controlarlo?

¿Se pueden protestar sus resoluciones por inconstitucionales?

¿Quién responde en caso de fracasar una medida decretada? Continue reading

La cultura del pobre no es su pobreza

Por Yenisel Rodríguez Pérez

Foto: Isbel Díaz Torres, en Havana Times

Charles Chaplin ofrece en su filmografía una lectura de la vida cotidiana de los pobres que no se limita a descubrirnos las limitaciones materiales que padecen estos. En sus filmes la pobreza es una fuerza constructora de disímiles circunstancias donde los pobres expresan un riquísimo mundo cultural.

¡Esa es la pobreza! 

Así nos recibe Charlot.

Un empobrecido obrero que tiene mucho que desear de corazón, y no sólo de estómago. La ausencia de propiedad no es la nada. Estar vivo le ofrece al pobre mucho que tener. Le brinda, por ejemplo, un universo cultural, una patria local donde pastar su espíritu.

Un espíritu curtido por la precariedad material, no es menos cultural que aquellos que se hidratan en los bacanales del bienestar de vida. El Charlot de Chaplin también nos “habla” de esto.

La cultura del pobre va más allá de su pobreza. Su cultura no es el negativo fotográfico de su lucha por la sobrevivencia. Su gusto por la carne con papas no es siempre un autoengaño ante la sed por el vigoroso espesor del buey. Continue reading

Donde florece la cultura física popular

Por Yenisel Rodríguez Pérez
ciudad deportivaTemprano en la mañana comienzan a llegar personas de todas las edades a la pista de atletismo de la Ciudad Deportiva. Siendo está institución uno de los mayores centro deportivos del país, constituye un excelente indicador para diagnosticar la disposición de la gente común para incorporar el ejercicio físico a su rutina diaria de vida.

Para aquellos que valoramos altamente el poder curativo y profiláctico del ejerció físico, es muy reconfortante ver a personas de todas las edades, clases sociales y un largo etc; acudiendo entusiastamente a los diferentes espacios de la Ciudad Deportiva para practicar deportes o simplemente para realizar ejercicios físicos.

Personas de la tercera edad caminado por las pista de atletismo en grupos pequeños, sumergidos en controversias, llevando a modo de mochila deportiva sus clásicas jabitas para las compras del mes. “Amas de casa,” profesionales y jóvenes cumpliendo los más variados trainings: unos para eliminar o atenuar las secuelas postparto, otros para bajar la barriguita que llega con los cuarenta o simplemente aquellos que buscan resaltar una atractiva fisonomía.

He conocido de mujeres que caminan más de 7 kilómetros todos los días para poder llegar a este centro deportivo donde realizan sus programas de “Ponte en forma.” Otras que engañan a esposos machistas para poder participar de los ejercicios acuáticos que se ofrecen en las piscinas del Centro.

Aunque afectado por situaciones de precariedad infraestructural, en otros centros deportivos de la capital se puede apreciar a la gente acudiendo asiduamente a ellos y con espíritu deportivo.

Más allá de la Ciudad Deportiva existe un sinnúmero de centros deportivos populares en acelerado deterioro. La gente se las arregla para practicar deporte sin detenerse en comodidades o en estéticas de primer mundo.

El apego a ejercitar el cuerpo florece por toda Cuba, sobre todo cuando cuenta con el respaldo de proyectos de promoción bien diseñados, sean estos de iniciativa gubernamental o no gubernamental.

Por ejemplo, se han instalado en lugares específicos de la ciudad un módulo mínimo de equipos para realizar ejercicios. Estos encienden de sobre manera la motivación popular para realizar ejercicios físicos.

Quizás este sea uno de los pocos casos donde la propaganda televisiva, la infraestructura existente y las necesidades de la gente confluyen en un mismo espacio-tiempo, generando prácticas reales y cierto consenso social.

Publicado en Havana Times

Maria Aguilar, una exótica playa cubana o lugar de exclusión

Por Yenisel Rodríguez Pérez

La camioneta nos dejó en la franja de la playa destinada al parqueo de autos. Estábamos muy cerca de la cuidad de Trinidad, quizás a unos 20 kilómetros. Es una cercanía que acrecienta el disfrute veraniego en la playa, pues al horizonte la bella ciudad de la región central de Cuba nos entrega una acuarela dieciochesca de fachadas coloniales.

Es Playa Maria Aguilar, un hermoso arenal costero del litoral sur cubano. Los trinitarios la aprecian por su abundante arena y la ausencia de espesos arrecifes en sus orillas. En ella el chapuzón se hace más seguro y placentero que en otras playas de la zona; de ahí viene la gran popularidad que se ha ganado entre los bañistas, muy a pesar de ser una de las playas más distante de la ciudad.

Por eso a los pocos minutos de estar en la playa me sorprendió el reducido número de bañistas que disfrutaba del lugar. No pasaban de 15 personas. Todos los presentes habíamos arribado en vehículos estatales o particulares, los pocos en coches de tracción animal, pero por ninguna parte se veía llegar esas multitudes de jóvenes y familias condenadas al andar a pie o al hacinamiento en transporte público para lograr llegar a las distantes playas.

Este sector poblacional generalmente representa más del 50 porciento de los bañistas que visitan nuestras playas públicas. Continue reading