Se buscan chicas cantantes, pero que sean blancas

Por Rogelio Manuel Díaz Moreno

El cartelito lo encontré en la parada de ómnibus en la esquina de las avenidas 41 y 42, en el municipio habanero de Playa. El origen podía ser de lo más común: una compañía artística joven que necesitaba completar su elenco, convocaba a audiciones.

El problema aparecía en una serie de condiciones físicas, prerrequisitos exigidos a las candidatas. Lo primero es que una chica bajita, por muy buena voz que tuviera, quedaría fuera, aunque eso es más o menos común en el modelaje y tal vez en otras manifestaciones, donde conviene que a uno lo vean de lejos. Ahora, lo más escandaloso, lo verdaderamente intolerable, es que se exigiera que la muchacha fuera De tez clara.

Whitney Houston, Rihanna, Tina Turner, Diana Ross, o Elena Burke, Omara Portuondo y demás compatriotas cantantes afrodescendientes si en vuestra próxima reencarnación ustedes llegan a nacer en Cuba, no se acerquen a la compañía Habana Joven. Cuando traten de franquear la puerta del teatro Mariana Grajales, probablemente un empleado les informará que no reúnen las condiciones que exigen en aquel conjunto. Tal vez si pasan los tratamientos como aquellos con los que el super famoso ídolo del Pop, Michael Jackson, quedó bien blanquito, reciban la merced de una audición. De otra manera, tendrá que probarse con una carga al machete como las de los hijos de aquella, cuyo nombre lleva la sede de la compañía.

Me molesté lo suficiente como para sacar el bolígrafo y poner, sobre el cartel, el tachón y el epíteto ¡Racista! que pueden verse allí en la imagen. Estuve un par de días elucubrando una conspiración digna de un serial de héroes anónimos: una llamada al lugar, hacerme pasar por el representante de una chica que canta muy bien, pero que es un poquito oscura, ¿saben?, a ver si le podían dar una oportunidad. Pensaba averiguar hasta dónde eran capaces de llegar los de la malhadada convocatoria, pero al final no lo realizé. Cuando volví a pasar por esa esquina, el cartel seguía allí con mi añadido. Así que, simplemente, lo arranqué y lo traje a casa, para escanearlo y producir esta denuncia.

No es secreto para nadie que nuestra sociedad, la Cuba del siglo XXI, es todavía racista. La educación, la cultura, pueden hacer retroceder lentamente una lacra, acorralarla hacia los rincones más apartados hasta hacerla desaparecer. Se ha avanzado mucho por ese camino, convengo, pero en cierto momento pareciera que llegamos a un empantanamiento e, incluso, se comienza a retroceder. Los prejuicios discriminativos extienden sus expresiones públicas, hasta el punto de plasmarse en un cartel como el de esta ocasión.

Las posiciones retrógradas se ven estimuladas por las desigualdades que se asientan y profundizan en nuestra sociedad. La selva del individualismo y los paradigmas mercantilistas a los que nos abocamos, hacen buen caldo de cultivo para el florecimiento de actitudes egoístas. Estas, a su vez, implican echar mano de cualquier recurso bueno ¬por ejemplo, el racismo para pisotear y adelantar a los demás.

No estoy diciendo que la compañía Habana Joven sea partícipe consciente de esta inmoralidad. Puede ocurrir, simplemente, que ciertas actitudes se interiorizan y se tornan tendencias naturales. Se pierde de vista sobre todo, si uno no es el perjudicado de manera directa la carga negativa que contienen algunas posturas y se busca el acomodo dentro de lo que se cree que será lo más provechoso. Así que uno puede necesitar actrices, y las busca entonces dentro del molde de belleza impuesto por el paradigma preponderante. Se participa del prejuicio y, con esa actitud, se refuerza.

Los sistemas educativos gubernamentales permanecen arrastrados por la crisis nacional generalizada y anclados a mecanismos petrificados en el tiempo de burocracias y autoritarismos. Poco pueden hacer para revertir el avance de las nuevas realidades, cuando ni dentro de las aulas se puede contener el avance del racismo. Sin embargo, con culpar a las nuevas generaciones o a los maestros de un problema de toda la sociedad no se adelanta un ápice. Este problema, como tantos otros, está llamado a convertirse en uno de los retos más severos para todos los actores que se decidan a jugar sus roles, ya sean del gobierno o de la sociedad civil.

Comunicado de ETECSA sobre cable de Internet

Por Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A. (ETECSA)

El sistema de telecomunicaciones ALBA-1, que enlaza mediante cable submarino de fibra óptica a Cuba con Venezuela y Jamaica está operativo desde el mes de agosto del 2012, inicialmente cursando tráfico de voz correspondiente a telefonía internacional.

Desde el pasado 10 de enero se comenzaron a ejecutar las pruebas de calidad de tráfico de Internet sobre dicho sistema. Las mismas se realizan utilizando tráfico real desde y hacia Cuba, con el fin de normalizar esta vía de comunicación.

Cuando concluya el proceso de pruebas, la puesta en operación del cable submarino no significará que automáticamente se multipliquen las posibilidades de acceso. Será necesario ejecutar inversiones en la infraestructura interna de telecomunicaciones y aumentar los recursos en divisas, destinados a pagar el tráfico de Internet con el propósito de lograr el crecimiento paulatino de un servicio que brindamos hoy en su mayoría gratuitamente y con objetivos sociales.

Publicado en Granma

Marxismo–Leninismo y Cultura Tributaria en Cuba

Por Yenisel Rodríguez Pérez

HAVANA TIMES — Hoy cuando el burocratismo trasnochado da paso al neoliberalismo más convencional, vemos como se desecha en el basurero las peroratas fuertemente ideologizadas de hace unas décadas.

El gobierno reaparece con ansias de practicidad. La cuestión política se hace escueta y sensacionalista: trabajar, consumir y pagar impuestos.

Pero aun así la transición se desangra en sus propias incongruencias. Los tiburones olvidaron deshacerse de su aleta dorsal al disfrazarse de ratoncito Mike.

Insisten en recurrir a las arengas comunistas, al estilo del Marxismo-Leninismo más ortodoxo, para fundamentar las políticas neoliberales aprobadas.

Todo como parte del mismo pastel. La cultura tributaria como virtud del Socialismo del siglo XXI.

Argumentos fácilmente rebatibles por el más simplón de los opositores, resonando a modo de grandes verdades en los medios de comunicación nacionales.

Sólo aquellos que conozcan del ambiente de opresión política que impera en el país, podrán entender cómo logra el gobierno cubano mantener tales argumentos. Afirmar, por ejemplo, que la voluntad de protección social del gobierno explica la “esencia” Socialista del sistema. “El Estado protegerá al trabajador”.

¿Proteger de qué? Una interrogante que los desenmascararía al instante.

¡Acaso lo protegen de un Neoliberalismo interno!

Pero esta es una pregunta que ellos aseguran no participe de sus falsos debates televisivos. En la mirada solemne de sus periodistas se descubre un miedo de Rey Midas.

Ahora apuntan que en el año 2012 se profundizaron las políticas socialistas en el país. No obstante, las primeras cooperativas no estatales de producción y servicio se esperan para el presente año 2013. Si el trabajo cooperativo está en la base de cualquier Socialismo, qué fue, entonces, lo que nos hizo más Socialistas en el 2012?

¿Quizás el Marxismo-Leninismo sea de la misma forma reconsiderado como un aporte socialista a la teoría y práctica del Golf?

¿Quién duda que en este año los más renombrados golfistas del patio puedan colectivizar entre familiares y amigos, los palos con los que lanzan a la sociedad cubana al más profundo de los hoyos?

La burocracia infalible y poderosa entorpece los cambios

Por Félix Sautié Mederos.

Crónicas cubanas

Félix Sautié Mederos

Hemos comenzado el 2013 en medio de grandes preocupaciones, con augurios e informes desfavorables que circulan por la vía de la “radio bemba popular” dada la falta de informaciones transparentes y creíbles. Tal parecería que ese permanente apagón informativo no se va a acabar nunca, porque las cosas que suceden continúan marcadas por un insano secretismo oficial que ya no puede mantener ocultas sus lagunas, según lo demuestra lo sucedido muy recientemente con la epidemia de cólera en el barrio habanero del Cerro que ya venía anunciándose infructuosamente no sólo en esa zona de La Habana; los ejemplos son múltiples. Pero no es sobre lo que se dice o no se dice que quiero escribir en la presente crónica; quizás más adelante me anime a ello. Lo que deseo exponer de momento, es mi percepción sobre la acción corrosiva de la burocracia en la sociedad cubana. Su constante labor de entorpecimiento a los esfuerzos para cambiar todo lo que lo que deba ser cambiado. Paralelamente quiero reiterar que esos cambios tan necesarios y anunciados van muy lentos al punto que tal parecería que nada o muy poco se realiza para hacerlos efectivos y visibles.

No obstante, insisto en una percepción expuesta en otras crónicas: “algo” se mueve en lo profundo de la sociedad cubana y de sus instancias de gobierno. Llamo la atención sobre algunos ejemplos: la legalización para vender casas y autos; la no pérdida de casas, autos y otras pertenencias por motivo de emigrar con carácter permanente; la entrega de tierras ociosas; la amplitud planteada en la nueva política migratoria que se preveía más restrictiva; las nuevas tarifas de la telefonía celular que amplían las facilidades de comunicación para el pueblo; la posibilidad de ver directamente a Telesur que ha sido una demanda desde sus inicios; la autorización legal para organizar cooperativas no sólo en la agricultura y los servicios, así como otros más. En su conjunto, aunque no podría decirse que forman parte de un cambio radical como el que se necesita, constituyen medidas significativas e incluso inusitadas para las circunstancias y coyunturas cubanas.

Ya sé que algunos me van a señalar que aún no se plantean soluciones para la libertad de expresión, el libre acceso a Internet, el respeto al pensamiento diferente, una mayor apertura económica, el mejoramiento real de los ingresos de la población y otras más de fundamental importancia que sería muy extenso citar. Soy muy consciente de lo que significan esas cuestiones apuntadas y estoy de acuerdo en su urgente necesidad; pero no por ello creo que se deban silenciar las cuestiones que sí están en movimiento y que reflejan pequeñas luces de futuro. En mi opinión sería de mucha utilidad estimularlas; porque a veces en la vida los grandes problemas se solucionan poco a poco a partir de una sumatoria de pequeñas e imperceptibles soluciones de otros de menor magnitud. ¡Que más quisiera yo que todo lo que necesitamos económica y políticamente se resolviera de una vez!

Pienso que quizás en este sentido, deberíamos hacer un esfuerzo para percibirlos y tratar que se diversifiquen, pero comprendo que aún tenemos de por medio un muro que nos ahoga. Me refiero a la labor solapada desde muy adentro de todas las instancias de la sociedad cubana, que realiza una burocracia todo poderosa e infalible para entorpecer los cambios y declarar anatema a quien se atreva a criticarla públicamente. Esa burocracia la percibo por todas partes. Posee sus representantes conspicuos muchas veces en donde menos nos lo podríamos imaginar. Ha creado un sistema y una cultura que se infiltra en toda nuestra sociedad y que va desde una simple empleada de una tienda de divisas que maltrata indiscriminadamente a los clientes que debiera atender con solicitud, un cobrador de la electricidad que hace trampas, un inspector que acepta sobornos, un funcionario que exige planillas y documentos innecesarios que después no sirven para nada, hasta administradores y dirigentes venales que se mueven en todas las escalas y niveles del poder económico, administrativo y político. En consecuencia puedo afirmar que estamos ante un mal generalizando que podría llegar, según plantea una expresión popular muy española, a “cargarse el país”. Principalmente si no se detienen a tiempo sus acciones entorpecedoras; de no hacerlo podría no quedar nada que salvar ni nada que perfeccionar.

En resumen, sufrimos un efecto inmovilizador perpetrado por la acción sostenida de la burocracia que cada vez se disfraza y se oculta mejor, propiciadora además de la agresividad y la violencia. El maltrato, el autoritarismo y la cacería de brujas en búsqueda de los “enemigos reales o inventados” que se atrevan a enfrentarla, se fundamentan en una agresividad que algunos se esfuerzan en presentarla como una herramienta del pueblo contra los enemigos de la Nación Cubana. No niego que existan poderosas fuerzas internacionales enfrentadas contra el sistema socio político cubano, ni tampoco los efectos dañinos y a veces controvertidos del bloqueo y de la “guerra económica”; pero de ahí a que por ello se justifique el ahogamiento de la crítica y de la denuncia a esa burocracia todopoderosa e infalible a que me estoy refiriendo, va un trecho muy largo que muchos no quieren aceptar mientras que continúan “tirando indiscriminadamente de la soga”, sin tener en cuenta que el día menos esperado podría partirse sin remedio alguno. Los insistentes planteamientos que ha expresado el Presidente Raúl Castro y que he comentado en algunas crónicas mías, resultan muy significativos para identificar una resistencia sutil y abierta a la necesidad de un cambio de mentalidad y de eliminar trabas. Pienso que quizás deberíamos asimilarlos más receptivamente en la extensión positiva de su significado real.

Finalmente llamo la atención sobre lo imprescindible que es anular la dañina acción de esa burocracia. Pienso que constituye un interés básico para que las medidas de cambio puedan ir adelante con agilidad, profundidad, integralidad y eficiencia; incluso al objeto que estimulen a los nuevos cambios que aún no se tienen en ejecución. Así lo pienso y así lo planteo con mis respetos para el pensamiento diferente:

fsautie@yahoo.com

Publicado en el periódico Por Esto! el lunes 21 de enero 2013.

http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=218835

Nota: los invito a visitar mi página WEB http://www.cuba-spd.com/#

A juicio Provea y Sociedad Homo Et Natura por apoyar protesta indígena

(Caracas, 17.01.13) El próximo 7 de febrero se llevará a cabo un juicio contra el Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos, Provea, y la organización Sociedad Homo Et Natura, defensora de los derechos humanos de los pueblos indígenas, por apoyar una protesta indígena Yukpa frente a la sede del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).

Y es que el 21 de julio de 2010 un grupo de personas pertenecientes a la etnia Yukpa, incluyendo niños, niñas y adolescentes, se encontraba ejerciendo su derecho constitucional a manifestarse pacíficamente frente a las instalaciones del TSJ en una acción de exigibilidad de derechos.

El pueblo Yukpa exigía que se cumpliera con el mandato de la Constitución que establece que las autoridades legítimas de los pueblos indígenas podrán aplicar en su hábitat instancias de justicia con base en sus tradiciones ancestrales y que sólo afecten a sus integrantes.

Provea, siendo consecuente con el recurrente apoyo brindado a los pueblos indígenas, difundió un llamado en su página web de la “Red Horizontal Ojos ilegales”, donde se convocaba a mujeres, niños, ancianos y jóvenes a acompañar a esta comunidad indígena en la lucha y reclamo de sus derechos. En días posteriores, y en solidaridad con el pueblo Yukpa, se siguió difundiendo información en la web sobre el desarrollo de la manifestación.

Por su parte, la Sociedad Homo Et Natura realizó actividades de volanteo, visibilizando la situación del pueblo Yukpa y destacando la importancia de que dirigentes indígenas fuesen juzgados por la justicia indígena, tal como lo establece el artículo 260 de la Constitución Nacional y no por la justicia ordinaria.

Como consecuencia de esta movilización, en fecha 27 de julio de 2010, fue introducida una acción de protección por el abogado Ramón Liscano, actuando en su carácter de Fiscal Centésimo Sexto (106 º) del Ministerio Público, a favor del grupo de niños, niñas y adolescentes que formaban parte de la concentración a las afueras del TSJ.

El fiscal solicitó que los niños, niñas y adolescentes fueran devueltos al “ambiente propio de su cultura” y que se estableciera la responsabilidad de la Sociedad Homo Et Natura y Provea por el presunto traslado ilícito de los mismos a los fines de ser utilizados en una protesta en la cual no tenían un interés legítimo, llegando incluso a afirmar la utilización de los mismos como “escudos humanos” entorpeciendo así las actividades del TSJ.

Tanto las acciones realizadas por Provea como por la Sociedad Homo et Natura están encaminadas a concretar y fortalecer acciones de exigibilidad de derechos del pueblo Yukpa, siendo esto posible, sólo en un entorno donde son considerados los usos y costumbres de una comunidad. No reconocer estas particularidades en la movilización del pueblo Yukpa, se traduce, como en efecto sucedió, en la criminalización de la protesta pacífica, en este caso, de los pueblos indígenas y de las organizaciones que apoyaron la causa.

http://www.derechos.org.ve/2010/07/21/el-pueblo-yukpa-exige-sus-derechos-frente-al-tsj/ 21 de julio de 2010 Red Horizontal Ojos ilegales.

http://www.derechos.org.ve/2010/07/23/denuncian-hostigamiento-a-los-yukpas-que-mantienen-vigilia-en-el-tsj/ 23 de julio de 2010 Homo et Natura.

http://www.derechos.org.ve/2010/07/27/provea-alerta-sobre-posible-apertura-de-un-expediente-contra-lusbi-portillo/ 27 de julio de 2010 Prensa Provea.

http://www.derechos.org.ve/2010/07/28/la-comunidad-yukpa-no-se-rinde-tras-9-dias-de-protesta-insisten-en-que-permaneceran-en-el-tsj-hasta-que-los-atiendan/ 28 de julio de 2010 Patty Fuentes, Tal Cual, 28.07.10.

http://www.derechos.org.ve/2010/08/09/organizaciones-sociales-realizaran-actividades-de-solidaridad-con-el-pueblo-yukpa/ 9 de agosto de 2010

http://www.derechos.org.ve/2010/08/13/protesta-frente-al-tsj-para-insistir-en-la-liberacion-de-los-indigenas-yukpa/ 12 de agosto de 2010 Nota de César Gómez Terán.

Apóyanos a rechazar el juicio contra Provea y Homo et Natura a través de las redes sociales:

Twitter: con el hash tag #JuicioContraProvea repudia la criminalización de la protesta y exige que se respeten los derechos de los pueblos indígenas.

Puedes utilizar estos tweets:

#JuicioContraProvea No a la criminalización de la protesta pacífica de los indígenas Yukpa

#JuicioContraProvea No a la criminalización de las ONG que defienden los derechos de los pueblos indígenas

#JuicioContraProvea Juicio contra Homo et Natura y Provea significa criminalizar el trabajo que realizan

#JuicioContraProvea Homo et Natura y Provea seguirán apoyando a los pueblos indígenas en sus procesos de exigibilidad de derechos

#JuicioContraProvea Desconociendo la cultura de los pueblos indígenas, se criminaliza a Yukpas, Provea y Homo et Natura

Publicado en El Libertario (Venezuela)

Ideología tecnocentrista y Cultura del trabajo manual en Cuba

Por Yenisel Rodríguez Pérez

La desestimación del trabajo manual en los diseños productivos que se implementaron en el país a partir del Primer Congreso del PCC no puede ser explicada desde una supuesta inserción de nuestra sociedad en el proceso de globalización tecnológica. Hasta el día de hoy la transferencia tecnológica no ha implicado una influencia significativa para nuestra sociedad. La quimera tecnocentristas de las autoridades cubanas ha atestado el país de cementerios de máquinas supermodernas.

La cultura tecnológica, que es en definitiva lo que se puede transferir de una sociedad a otra, no ha logrado acoplar ni con la idiosincrasia artesanal de nuestra cultura, ni con las políticas eurocentristas estatales. El giro más reciente que han dado estas políticas de desarrollo hacia una intención de rescate del trabajo manual, valida el fracaso de las aspiraciones primer mundistas.

En nuestro país el trabajo manual nunca ha perdido importancia como forma de trabajo socialmente útil. Es en el plano ideológico donde esta cultura comenzó a verse amenazada como esfera de producción de valores. La propaganda intelectualista y universitarista desmovilizó la vocación por el trabajo manual que históricamente formó parte de los proyectos de vida de diversos grupos sociales cubanos. La cultura del trabajo manual comenzó perdiendo la batalla ideológica, para luego presenciar cómo se esfumaba su centralidad productiva en la estructura socioeconómica.

Se desmovilizó la vocación por el trabajo manual generándose la ilusión de una supuesta falta de pertenencia social. Desde el plano de las ideas se trastocó una estructura laboral centenaria y autogestiva sustentadas en asociaciones nucleares y sectoriales veteranas, para luego llenar ese espacio vacío con presuntuosas ilusiones tecnocentristas.

En el mundo desarrollado la máquina altamente sofisticada ha venido a sustituir al cuerpo humano en un número cada vez mayor de tareas. En consecuencia, se han arrinconado en compartimentos estancos aquellos trabajos donde la participación del cuerpo es protagonista. En momentos de intercrisis estos trabajos pueden llegar a ser valorados como labores denigrantes, delegándose al anonimato social. Un costo que solo los inmigrantes pueden asumir con cierta disposición.

Para el mundo de vida latinoamericano la última revolución tecnológica del mundo desarrollado no pasa de ser un acontecimiento que define, por contraste, su identidad artesano-corporal. El autoreconocimiento frente al ideal modernizador del primer mundo se viene practicando en Latinoamérica desde la época colonial. En determinadas circunstancias ha llegado a adquirir matices sociopolíticos definidos. Un ejemplo fue la década de los ochenta del pasado siglo con la subversión espontánea que afrontaron las políticas desarrollistas de la CEPAL en el mundo de vida popular. Tras la renovada exigencia de los gobiernos latinoamericanos de turno de afianzar un nacionalismo tecnologizado, vemos como nuevamente eclosiona el reciclaje artesanal de los protocolos tecnológicos importados del primer mundo.

En nuestro país podemos descubrir con facilidad la ausencia de una idiosincrasia tecnocentrista. Nunca hemos sido estrictamente modernos. Nuestra idiosincrasia es básicamente la hegemonía del aquí-ahora, de la practicidad, el inmediatismo, el cara a cara; donde la relación a preponderado frente al abstraccionismo vivencial que implica el culto al maquinismo y el afán de dominio material sobre el mismo.

En la cultura popular cubana no anida un auténtico sentimiento de angustia por haberse frustrado el proyecto tecnocentrista implementado por el gobierno durante más de 50 años. El logos tecnológico se sufre en los barrios desde las ansias consumistas, no desde el incompletamiento práctico de una reflexión que aspira a la sustitución maquinista de las acciones protagonistas del cuerpo.

Lo que se ha hecho y se continúa haciendo en el mundo de vida popular es un reciclaje cultural del protocolo tecnológico importado del mundo desarrollado. Se reconduce el brío utilitario de la máquina hacia las creaciones artesanales en las fábricas y en el barrio.

El giro tecnocentrista no es una aspiración auténticamente popular. La obsesión con esta forma que ha tomado la cultura europea desde inicios de la revolución industrial, ha sido históricamente un asunto de las élites y los gobiernos latinoamericanos. Performance de un sector social que aunque nunca se ha distanciado profundamente del imaginario popular, soporta esa dependencia adictiva para con los planes de desarrollo europeos. Esta dolencia de Estado ha trastocado el éxito de diversas culturas del trabajo auténticamente latinoamericanas, sobre todo de aquellas donde el cuerpo participativo es la clave de la eficiencia y la eficacia económica y social.

¿Cuántos experimentos de superposición cultural ha impuesto durante el último medio siglo el Estado cubano a las clases trabajadoras? Son estos forces de imaginarios los que generan angustia popular en cuanto a las expectativas laborales

La cultura del trabajo manual trastoca en innovaciones artesanales aquellas utopías tecnocentristas irrealizables, logrando que éstas sean funcionales a las necesidades cotidianas del pueblo. Esta ha sido la contribución fundamental del trabajo manual a la sociedad cubana durante el actual periodo de autoritarismo burocrático.

Si en un acto de resucitación el desaparecido poeta peruano César Vallejo se preguntara la razón de ese empuje del artesano en el taller, como hiciera en vida en aquel poema titulado Oscura1, le responderíamos que ese empuje expresa el sentido y la trascendencia que le asigna al trabajador manual lograr participar significativamente en lo que produce. Vivenciar corporalmente la utilidad de su contribución social. Utilidad que en nuestro país ha consistido en hacer eficaz la errada política tecnocentrista.

El mundo de vida de la sociedad cubana no ha extraviado su vocación artesanal como consecuencia de que ésta haya desembocado en el tedio vivencial o porque se descubriera en la cultura maquinaria y tecnológica un universo enigmático y tentador. La vocación artesanal y corporal del cubano ha sido ahogada bajo el grito autoritario de una burocracia enajenada en su desmedida concentración de poder, como por ese desprecio que derrama sobre la vocación libertaria que un día la llevó al poder.

Actualización del modelo económico… ¿qué hay del educativo? (II)

II Del soldado de la Revolución a la inercia, el vacío o el estatismo de mercado

Por Rogelio M. Díaz Moreno

En la entrega anterior cerré insinuando la posibilidad de que el objetivo último del sistema educativo aplicado en nuestro país fuera la de crear una masa maleable, enajenada, permisiva, aunque se proclamara oficialmente otra cosa la doctrina del soldado de la Revolución. En realidad, realizar esta maniobra de manera consciente implica un grado de maquiavelismo del que, en el fondo, no creo capaz a nuestra inepta burocracia nacional. Lo que sí considero posible es que la sensibilidad de este estrato dominante le permitiera percibir, en la situación que se desarrollaba, un clima favorable para sus trapacerías, así que se aferrara con fanatismo acérrimo a las directrices establecidas y combatiera toda señal de que era necesario cambiar las reglas. De cualquier modo, a la luz del proceso de reformas que están en plena marcha, cabe entonces plantearse unos cuantos cuestionamientos.

Imprimir y reproducir una mentalidad castrense solo tiene sentido un sentido impuesto, no un sentido democrático, pero sentido al fin en el modelo en el que el todopoderoso papá Estado exige toda la obediencia, y a cambio asume todas las responsabilidades. El soldado marcha pero no tiene que preocuparse por las botas, el rancho o las municiones, que se supone que asegura la logística central. Sin embargo, ahora toda la lógica del asunto está cambiando. Papá Estado ha declarado que ya no puede ocuparse más de la mayor parte del mantenimiento de quien hasta ayer era convocado como soldado. Que éste se las va a tener que arreglar por su propia cuenta. Si acaso, se le seguirá atendiendo la salud y el entrenamiento, perdón, la educación. En cambio, Liborio tendrá la oportunidad ahora de cambiar el uniforme y las botas ya bastante raídos, de todas formas por los tenis y camisetas deportivos de la tienda, si es que los puede comprar. Idénticamente, se le retira el ranchito igual, iba de mal en peor; pero ahora ya podría, sin que resulte escandaloso, buscarse los frijoles con otro coronel, rectifico, con otro patrón. Y hasta entrar, como candidato a nuevo empresario y aspirar a ser de los ganadores, en cierta competencia que, gracias a las nuevas transformaciones, ya debemos suponer como éticamente buena, compatible con lo que sea que los árbitros de aquí llamen socialismo y, especialmente, que no está amañada de inicio.

Y aquí es donde se cae de la mata la necesidad de transformar el sistema educativo hasta sus raíces. La formación del educando no podrá seguir como en el paradigma anterior, que enfatiza las cualidades típicas de entrega al modelo social a cambio de algunas seguridades, que a veces eran solo promesas de seguridades y muchos, pero muchos, sermones conscientizadores.

Algo de esto ocurre ya. Por lo menos, el dislate de formar masivamente graduados universitarios para los cuales no van a existir luego empleos válidos especialmente en el campo de las Humanidades, fue ya percibido y rectificado. Sin embargo, todavía queda en pie la importante cuestión de qué van a hacer los graduados universitarios de cualquier rama, al momento de acabarse los dos o tres años de gracia en los que tienen asegurados un trabajo mejor o peor, en dependencia de muchos factores y queden sueltos en un escenario donde van a regir las más vulgares leyes del mercado capitalista de trabajo y mano de obra. Continue reading

Caen las penúltimas máscaras

Por Rogelio M. Díaz Moreno

Me ha caído en las manos una pieza, una joya en el plano de la revelación de la naturaleza del autor y de sus semejantes. La suscribe Hugo Chinea, una figura no demasiado brillante de la narrativa cubana y de actividad más bien concentrada en los campos administrativos y políticos de la cultura. Algunos recordarán la polémica que sostuvo recientemente con Leonardo Padura, el flamante Premio Nacional de Literatura, a raíz de que Padura denunciara las políticas persecutorias de la estructura burocrática imperante durante varias décadas.

El texto de Chinea, de título “Contextos y Descontextos”, fue recogido en el blog La Polilla Cubana, administrado por Rosa Carmen Báez, y considerado lo suficientemente meritoro para su divulgación a través de un boletín del Ministerio de Cultura que llega periódicamente a mi buzón. En sí, es una burda pieza de manipulación de la evolución histórica del proceso cubano a partir del triunfo de la Revolución, dirigida a justificar la transición al capitalismo que, desde los espacios del Observatorio Crítico, hemos estado denunciando en los últimos años. Me ha parecido importante regresar sobre este tema, que ya hemos recorrido varias veces, porque en el escrito de marras se evidencian de manera especialmente inequívoca, con una claridad sin precedentes, las intenciones del sector del aparato gobernante que apuesta a la extinción gradual del socialismo.

Al leer dicho material, se notará con un esfuerzo analítico ligero la superficialidad de la argumentación del sujeto, que le permite llegar a conclusiones absolutamente carentes de base y no hablemos ya de ética o principios. Después de una cuartilla dedicada a denunciar las agresiones imperialistas a nuestro país, a raíz del triunfo revolucionario, Chinea establece tres líneas que, para él, parecen haber contenido el contenido socialista del proceso cubano: el racionamiento a través de la libreta de abastecimientos; la nacionalización absoluta de todas las unidades productivas y de servicios con la llamada Ofensiva Revolucionaria de 1968, y el establecimiento de un partido político único en la sociedad como fuerza regente. También esboza rápidamente las características, para él principales, que signaron el proceso: aquella mezcla de paranoia monacal con utopismos desenfrenados, enardecida sobre todo en los años ´70 del pasado siglo.

A todo esto, siguiendo la lógica del escrito, no habríamos llegado siguiendo un programa y unos principios propios, sino forzados por unos contextos sui géneris, que son los que explican la evolución descrita. Concluye Chinea que, en realidad, no éramos tan socialistas o comunistas, pese al nombre del Partido, sino ante todo, lo importante era que estábamos monolíticamente unidos alrededor de ese partido y de su máximo líder, el compañero Fidel. Como, finalmente, la experiencia histórica demostró que el socialismo no da buenos resultados, pues ahora deberemos olvidarnos de toda esa bobería, ponernos para las cosas, y tomar del capitalismo todo lo que pueda servirnos para progresar. Esto, según Chinea, estaría justificado incluso con argumentos procedentes de las ideas del Ché Guevara. El autor hace algunas fugaces referencias a descortezar las partes más malas de esas herramientas capitalistas para que se conserve el nivel de justicia social que habríamos alcanzado en nuestro país.

Para tratar con propiedad este tema, se pueden escribir varios tomos de muchas páginas, pero la indignación y el sentimiento de urgencia no tienen tanto tiempo, ni muchos lectores se permiten tanta paciencia. Tengamos estas líneas rudimentarias por ahora.

La propuesta que adelanta Chinea y que es recogida amistosamente por los demás sujetos que mencioné más arriba implica la consumación de la traición a los ideales socialistas que se gesta desde hace tiempo ya, por parte de una burocracia que desea solidificar aún más sus privilegios y control sobre lo que haya de valioso en la economía cubana. Es un eco fiel de aquellos pasos, dados en la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que cambiaron, en un momento dado de su proceso de derretimiento, el adjetivo Socialistas por el de Soberanas.

Antes de seguir desarmando la infamia a la que se nos quiere conducir, debemos establecer un par de líneas, triviales para algunos pero importantes para todos. Los que defienden, y trabajan, y estudian las ideas del socialismo con sinceridad y reales convicciones, han estado conscientes de que al modelo cubano le faltaba mucho para llegar a convertirse en una sociedad digna de ese nombre. Los medios de producción, confiscados a la burguesía internacional y nacional, y desde la mayor hasta la microscópica, no estuvieron nunca en poder de sus trabajadores, sino del todopoderoso estado. El carácter del trabajador, asalariado de un poder ajeno a sus capacidades, no se modificó demasiado, si bien es de reconocer que recibió avances sociales sustanciales que justificaron, a los ojos de muchos, el estado de cosas impuesto. Así y todo, aquello se le podía llamar todavía un proyecto de nación que tenía establecidos determinados mecanismos autoritarios, absolutistas de ascensión social y política. Con la retórica actual de Chinea, del ideal que se identificaba con el socialismo con mayor o menor acierto no queda ni eso, sino que se ve reducido a la obediencia a un caudillo y a su hipertrofiado aparato de poder, más la Libreta de Abastecimientos. Incluso, los que son más fidelistas que socialistas podrían sentirse ofendidos, pues su ídolo queda muy mal parado en la exposición de Chinea: convertido en un mero oportunista sin principios que navega como puede hábilmente, eso sí, entre aguas turbulentas.

La retórica vacía que invoca facilismos de justicia y equidad no salva a quien ha negado ya tres veces el único espacio donde esos, y otros principios, pueden concretarse. ¿O será que Chinea y sus compinches terminaron por descubrir la elusiva Tercera Vía? Hay que advertir que la socialdemocracia es antagónica con el monopartidismo, pero allá ellos con sus contradicciones. Lo que no podemos permitirles, es que nos cercenen nuestros sueños.

No debemos confundir un desvío hacia un callejón ciego con el fin del mundo. El socialismo, para empezar, es la consecuencia lógica de cualquier revolución popular que se propone sacudirse el oprobioso régimen de explotación del hombre por el hombre. La agudización de la lucha de clases, y las agresiones de los imperialismos externos pueden acelerar el proceso o deformarlos, en el peor de los casos, pero nunca ser la causa última o contexto que determina esta evolución. El socialismo legítimo, ese que soñamos aunque no lo hayamos llegado a concretar, permite que los trabajadores, al ser los dueños efectivos de los medios de producción, implanten y defiendan el reino de las libertades y la democracia públicas, como nunca lo hará una sociedad capitalista. No negaré que el capitalismo haya traído avances colosales para la Humanidad en las facetas científico-técnicas, y también en cuanto a teorías sociales y de desarrollo humano y demás; pero sí que afirmo que, bajo su hegemonía, estos avances tienen un tope, sumamente insatisfactorio excepto en algunas sociedades privilegiadas del primer mundo y a un enorme costo para el resto del planeta. Solo el socialismo auténtico está llamado a aportar los próximos avances en todos esos campos, de manera más equitativa para todas las personas y países y bajo relaciones mucho más respetuosas con el medio ambiente.

Un grupo de compinches encumbrados, de los cuales Chinea es apenas un portavoz, fueron incapaces de comprender y participar de un proyecto así. Ante el reto y la crisis de sus deformadas visiones, frente a la posibilidad de perder los privilegios que gozan, prefieren revertir los ideales sembrados en la mentalidad popular; optan por sustituirlos paulatinamente por los viejos cuentos de la sociedad capitalista que esconde la explotación y las desigualdades bajo ilusiones de prosperidad por cuenta propia. Ahora nos tratan de vender el cuento de que las herramientas y las técnicas no tienen ideologías y se pueden asimilar tranquilamente. Sin embargo, sin un marco ideológico-filosófico concreto, ¿cómo van a plasmar, en la realidad, lo de asimilar esquemas capitalistas sin minar los principios de una sociedad menos injusta? Evidentemente, profundizar en esta parte no le interesa al malhadado autor, que apenas la menciona para salvar las apariencias.

Cuando el sueño de Chinea y los suyos, de eliminar lo que se entiende todavía como socialismo, se concrete, la reciclada burguesía cubana no tendrá ya siquiera los últimos reparos que hoy le quedan, para despedir a libre albedrío a cualquier cantidad de trabajadores para aumentar la plusvalía; tendrá vía libre para privatizar todas las empresas rentables del país, sus bancos, sus playas y hoteles, sus minas y demás recursos naturales; podrá cuestionarse la existencia de servicios públicos, universales y gratuitos de salud y educación. Cuando el sueño de Chinea y los suyos se concrete, se habrá asestado un último y colosal golpe posible a los propósitos de los pueblos que trabajan por un futuro mejor. ¿Qué quedará de las esperanzas de los movimientos sociales?; ¡qué desorientación tan profunda; qué total pérdida de confianza y prestigio de los ideales revolucionarios y socialistas se producirá entre los trabajadores del mundo, que verán estupefactos la implosión y caída de la última bandera que defendía sus más sagrados anhelos! ¿Cuántas décadas y generaciones, cuánto sudor y cuánta sangre, costará reconstruir la fe y la esperanza en un proyecto que aparentemente, se reveló como infructuoso? La CIA y sus satélites deliran de felicidad.

Sería bueno que todos los que se cuestionan la pertinencia de nuestras denuncias sobre cómo la burocracia cubana prepara la transición al capitalismo, se pronunciaran respecto al texto de Chinea, que obra tal como el refrán a confesión de parte, relevo de pruebas. Emplazo, de esta manera, a decantarse a cada bloguero, periodista, personalidad pública, intelectual, militante comunista, socialista con o sin carnet, de los que participan en estos debates. Insisto en que la sinceridad de cada participante se revelará en la toma de posiciones al lado de uno u otro grupo de personas. En última instancia, Chinea, el socialismo es la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes. Esos humildes que, en el capitalismo, nunca van a ser los dueños de Paladares refinadas; de fincas con muchas cabezas de ganado; de hoteles cinco estrellas, de minas ni de centrales azucareros, sino apenas su explotada mano de obra, cuando no parte del ejército de desempleados.

Esa causa fue consagrada por la sangre de los milicianos en Playa Girón y el Escambray; por las víctimas de los atentados terroristas de la CIA; por los caídos con el Che en la gesta boliviana; en otras misiones internacionalistas. Por el sudor de los que creyeron en las zafras del pueblo, o en servir de maestros o médicos en una montaña a quinientos o mil kilómetros de la confortable casa en la ciudad; por los trabajadores calificados o sencillos que hoy persisten en sus puestos de utilidad social y postergan, con más quijotismo que lógica, la decisión de emigrar, a pesar de no faltarles oportunidades. Tal vez esa causa tenga su destino temporalmente ya fijado, pero Chinea y aquellos a los que él representa, no se librarán del estigma del traidor.

Los que se fueron y mis descubrimientos tardíos del periodismo en Cuba

Por Rafael González Escalona

Y uno cree que no, que fueron decisiones tomadas por ellos mismos, sin más presión que sus convicciones propias (por lo demás bastante respetables), pero de repente se encuentra uno sumergido en las páginas de una de tantas tesis de la facultad y descubre que Miguel Ángel Quevedo, Lino Novás Calvo, Francisco Ichaso, Jorge Mañach y Gastón Baquero fueron expulsados del Colegio de Periodistas y de la Asociación de Repórters de La Habana. Y uno piensa en las vindicaciones extempóreas, y las rectificaciones post-morten, y uno quiere decir algo pero todo le suena a disculpa inútil y a balbuceo. Y entonces uno calla y le dedica (también a ellos) todas las palabras posibles. Y que más puede hacer uno si es cubano y quiere hacer periodismo.

Publicado en El Microwave

La nueva política migratoria o Pronóstico para mi hijo Javier

Por Francisco Rodríguez Cruz

Por más que lo intento no logro determinar con exactitud cuándo fue que asumí como un hecho completamente natural la posibilidad de que las personas emigren de un Estado a otro, y sospecho que a la mayoría de las generaciones que nacimos en Cuba después de 1959 tal vez les suceda igual.

La nueva política migratoria que entra en vigor a partir del 14 de enero y elimina restricciones innecesarias para viajar fuera del país y regresar, es quizás el inicio del completamiento de un ciclo de madurez colectiva que, en lugar de debilitarnos como algunos pudieran pensar, casi seguramente nos hará más fuertes como nación.

Cuando yo tuve uso de razón hacía tiempo que muchos integrantes de mi familia materna y paterna vivían en los Estados Unidos, y aunque nunca cesó del todo la comunicación, ya aquella parte no mantenía vínculos regulares con quienes decidieron, no sin vacilaciones, hacer su vida en Cuba.

Digo esto último, porque hasta hace muy poco andaban por las gavetas de la casa los pasaportes que en algún momento mi madre y mi padre solicitaron allá por los años 60, sin que al final decidieran seguir el camino de algunos de sus hermanos y hermanas, para permanecer en el país junto con mis abuelas y sus restantes hijas e hijos.

En mi infancia en los 70 poco o nada hablábamos en casa de la numerosa parentela que vivía en Miami, o al menos yo no lo recuerdo. Mi primera remembranza sobre “el otro lado del charco” data de finales de aquella década, con el inicio de los viajes que supongo que por alguno de esos eufemismos tan cotidianos en el discurso revolucionario, llamaron “de la comunidad”.

Fue en 1979, bajo una relativa distensión de las relaciones con los Estados Unidos durante el gobierno de James Carter, cuando vino a Cuba mi tía Amparo, la hermana de mi papá, quien a su vez era la esposa del hermano de mi mamá. Pampa, como le decían, fue el único miembro de la familia que tuvo el valor de retornar a Cuba en aquellos primeros años, en franco desafío a su marido —el tío Pedro—, luego de once años de ausencia.

A ella, por cierto, la recibieron en casa de mi abuela paterna con todos los honores y también con cierto desparpajo por parte de parientes que mostraron de pronto un inusitado deslumbramiento y hasta cierta avaricia ante la repartición de los regalos que mi tía trajo en aquellas enormes maletas que les decían gusanos. Cada una de las prendas u objetos traían un papelito con el nombre del remitente —si lo enviaba otra persona allegada— y del destinatario.

No lo puedo olvidar, porque como yo nací luego de la estampida familiar, para mí no venía ningún presente. Niño al fin, empecé a llorar discretamente en un rincón hasta que alguien descubrió mi tristeza y apareció alguna chuchería para consolarme. Todavía me causa gran contrariedad aquella reacción infantil, y hago el cuento ahora para exorcizarla, por lo vergonzosa que me resultó siempre.

Pero mi tía Amparo murió repentinamente pocos años después de aquella visita, y las relaciones entre los parientes volvieron al distanciamiento de antes, al menos en la relación con mis padres, y en consecuencia, conmigo y mis hermanos.

Lo más lamentable es que no creo que entre la mayoría de los miembros de mi familia hubiera esas grandes discrepancias ideológicas que justificaran la persistencia de rencillas insuperables de principios —salvo muy contadas posiciones extremas de ambas partes por sinceras convicciones políticas u orígenes de clase tal vez—, además de que siempre hemos sido lo bastante pobres en los dos lados del Estrecho de la Florida como para ni siquiera imaginar la posible ocurrencia de conflictos por razones económicas.

Han sido las barreras objetivas en las vías y medios para comunicarnos, la rutina de los problemas cotidianos —a veces terribles— en cualquiera de las orillas, y posiblemente algunos resquemores sentimentales por sucesos del pasado que en cierta medida también heredamos los más jóvenes, lo que casi anuló el vínculo familiar entre quienes vivimos en Cuba y los que residen en los Estados Unidos.

Apenas un año después del recibimiento a la tía Amparo, otra experiencia infantil marcaría en mi memoria lo traumático que podía resultar en esa época el fenómeno de la emigración para Cuba: fue la imagen de una puerta o una pared —no preciso el detalle— con las manchas ominosas de los huevos que le lanzaron a la casa de una familia que residía muy cerca de la escuela donde yo cursaba la primaria, durante la crisis del Mariel en 1980, cuando a quienes abandonaban el país los estigmatizaban como “escorias” y recibían el “repudio” del vecindario.

Es cierto también que a aquellos tristes, excesivos, erróneos e imperdonables acontecimientos les precedió y luego les sucedió un ambiente de gran tensión política, que arreció con la administración estadounidense del presidente Ronald Reagan, las maniobras militares norteamericanas en el área del Caribe y no sé cuántas amenazas de guerra que parecían inminentes hasta para un niño de once o doce años como era yo.

Sin embargo, durante la segunda mitad de los ochenta y los principios de los 90 y hasta la crisis de los balseros, tuve que aprender a convivir después de una iniciación política bastante inmoderada, con las expresiones y decisiones de otros familiares que abandonaron el país o decían querer hacerlo.

Resulta curioso, por ejemplo, que el mayor de mis hermanos desde su juventud siempre aspiró a emigrar a los Estados Unidos, pero al final nunca lo hizo, no sé si porque no tuvo la oportunidad o sencillamente porque no le puso suficiente empeño. Hoy tiene casi 54 años, tres hijos, va para tres nietos y ya no habla del asunto.

Pero si tuviera que arriesgarme a definir la coyuntura que me hizo evolucionar hacia la comprensión y apoyo absolutos de ese tipo de decisión personal, atribuiría esa enseñanza a muchas de mis amistades que un día tomaron ese camino.

Colegas de estudio en la adolescencia y la juventud, periodistas y demás profesionales de mi generación que optaron por la emigración definitiva por razones diversas, las cuales iban desde el amor y la familia hasta legítimas aspiraciones de superación, incluyendo quizás también otras motivaciones más prosaicas pero igual de válidas, como las políticas o ideológicas.

Con muchas de esas amistades entrañables, con pensamientos y puntos de vista diversos y hasta muy diferentes a los míos, mantengo hoy un diálogo cariñoso, comprensivo y crítico. A varias incluso les pude saludar o visitar alguna vez fuera de Cuba y recibir su hospitalidad, afecto y respeto por mis ideas y decisiones. Esa es una actitud elemental en la que les soy recíproco siempre que vienen al país y me entero. Procuro, en fin, entender sus motivos para emigrar, aunque yo no siempre los comparta, y trato de ponerme en su lugar y apoyarles en lo que pueda con la familia —casi siempre los padres— que dejaron detrás.

Pienso, por ejemplo, que una parte de quienes emigraron quizás no lo hubieran hecho de existir la posibilidad más expedita que ahora tendremos de ir, mirar, aprender, regresar o no, decidir con conocimiento de causa dónde queremos realizarnos como personas y por qué causa vale la pena permanecer o no en un lugar.

Por supuesto que la sola enunciación de este flujo natural irrita a las facciones extremistas, y encontrará obstáculos externos a Cuba y también prejuicios internos, porque hay intereses no tan nobles ni generosos que mercadean con nuestras crispaciones históricas.

Pero tengo la esperanza y la convicción de que esa será la realidad de mi hijo, quien desde muy pequeño tiene una “antigua” enamorada del preescolar que emigró a España, más varios amigos de la primaria que viven en los Estados Unidos, e intercambian correos electrónicos y comparten cuando vienen de vacaciones a la Isla.

Quizás algún día hasta Javier obtendrá un pasaporte ordinario —espero que sea más barato para esa fecha, por cierto— e irá a recorrer el mundo lejos de mí y de su madre. Me gustaría que pudiera hacerlo con entera libertad, sin que en otras sociedades lo traten como a un ciudadano de segunda categoría por ser un inmigrante latinoamericano y sin que tampoco nadie en su tierra natal le recrimine ni le ponga trabas ni ponga en duda sus valores como ser humano por esa decisión.

Y más aún, adoraría que si lo siente y lo desea, pudiera traer de regreso a casa lo mejor que halle en ese mundo ancho y ajeno, para contribuir a hacer próspera su patria y vivir en Cuba como un hombre pleno y feliz.

Publicado en Paquito el de Cuba