Puse en facebook una imagen con la siguiente frase: La seguridad de Bogotá no puede pasar ni por más policía ni por más cámaras. La seguridad pasa por la distribución de la riqueza, la garantía de oportunidades para todas y la gestión comunitaria de nuestras vidas. A lo que una persona que no conozco me respondió: Eso es una utopía. Que quiten ahora las cámaras y la policía y verán como se vuelve esta ciudad. Eran las 11 de la noche y quería acostarme así que a la carrera le respondí: cada cual escoge los amos que quiere. Él, creo que con toda la razón, me respondió que esperaba argumentos, y por esto le escribí la siguiente respuesta:
Tienes razón José Andrés Forero esos no son argumentos suficientes. Desafortunadamente estaba cansado y contesté a la ligera, ahora mis argumentos: Una de las fuentes del crimen, creo yo una de las más importantes, es la desigualdad social. La iniquidad en la distribución de la riqueza hace que gente que hubiera preferido trabajar en un escenario donde le pagaran lo justo decida tomar la decisión de arriesgarse a cometer un delito para sobrevivir. En este sentido, si hubiera un escenario de distribución equitativa de la riqueza muy probablemente el crimen disminuiría (que no necesariamente desaparecería) y lo que queda del crimen, no necesariamente es solo tratable con policía y cámaras, a eso me refería cuando hablaba de la gestión comunitaria de nuestras vidas, ya que parte de la seguridad se ha perdido por que hemos acabado con el tejido social de las comunidades en que vivimos, donde la solidaridad antes hacía el papel de cuidado y puede volver a hacerlo. En ese sentido, ese es el horizonte que perseguimos libertarios que luchamos contra la idea que el Estado es el único que garantiza la seguridad.
Ahora bien, usted tiene toda la razón, si se quitaran de inmediato las cámaras y la policía probablemente se incrementarían las tasas de crimen. Así mismo, para los libertarios la desaparición del Estado de un momento para otro no garantiza absolutamente nada. En ambos casos, la apuesta pasa por comprometernos con cambiar la cultura política: de una centrada en entregar nuestra libertad al Estado para que sea éste el que la gestione, a asumirla con nuestras propias manos. Sí, asumir la seguridad y la justicia con nuestras propias manos, que no es lo mismo que salir a linchar a cuanta persona se atreva a romper las reglas sociales, ya que esto lo único que traería es por una parte un chivo expiatorio -como si solo fuera una persona la culpable- y por otra parte el mantener la bola de nieve de ojo por ojo. No, tomarse la justicia y seguridad por las manos es volver a saber quién es el vecino, cómo está el compañero de trabajo, si desayunó o no el que atiende las clases conmigo. La seguridad no puede ser sinónimo más de guardar la propiedad privada, sino de cuidar a las personas que comparten conmigo mis espacios de vida. Es pasar del paradigma del vigilarnos al autocuidarnos socialmente. Cuando yo sé quién y cómo está la otra persona me preocupo por que esté bien, y en los momentos en que se pueda ver amenazada voy a hacer lo posible por solidarizarme. Ese es el principio: solidaridad ante el riesgo. Esto se materializará en que ante el ataque de alguien a esa persona lo que primara es mi solidaridad y si somos muchas las personas las que nos estamos solidarizando no puede una sola vencer la fuerza de la comunidad. Entonces tendríamos comunidades blindadas con la solidaridad las que garantizarían que no sucedan los crímenes.
Ese fortalecer/volver a la comunidad también es nuestra apuesta frente a la iniquidad social. Creemos que el trabajo y la riqueza está mal repartido. Vivimos en una sociedad en la que la mayoría de personas trabajan hasta al cansancio mientras que unas pocas se quedan con las ganancias que se producen. Y lo más descarado de esa situación es que esos que se quedan con las ganancias sociales, que suelen ser además los dueños de las empresas, por tener más y más deciden contratar la menor cantidad de personas posibles. Si en nuestra sociedad existe el desempleo, que es otra de las fuentes que promueve que personas decidan atracar, es por que no hay una repartición del trabajo, por que en las empresas se explota hasta el cansancio a pocas personas, siendo trabajos que podrían repartirse entre varias. Estamos en un momento de la historia de la humanidad en que podríamos repartir el tiempo de tal forma que cada una de las personas en la sociedad solo trabajara 30 o 35 horas a la semana, y así no habría desempleo y cada una tendríamos mas tranquilidad y por lo tanto mejor calidad de vida. ¿Quieres que acabemos con la inseguridad? Más empleo y menos cámaras, trabajos mejor remunerados y menos concentración de la riqueza.
¿Que si esto se puede lograr de un momento para otro? No, no se puede, es un proceso largo que debemos mantener constantemente no por el bien de las cifras de seguridad, sino por el bien de la sociedad. Pero, el hecho de que sea un proceso largo no es razón para que legitimemos que haya más policía o más cámaras. Aunque estos dispositivos de control construyan la apariencia de que promueven la seguridad, no dejan de ser dispositivos para controlar los momentos en que se les sale de las manos su orden de desigualdad, cuando otras personas nos atrevemos a construir estas alternativas de las que te estoy hablando. Además, si algo nos ha demostrado la policía es que el darle esa tecnología y armas a personas individuales al poco tiempo logra que se les suba a la cabeza el poder, y que abusen de su autoridad y nos maltraten solo porque ellos están autorizados a violentarnos. En ese sentido, al fortalecer ese tipo de vigilancia y control lo que estamos ganándonos es a más personas violentándonos antes que a personas que nos protegen.
Por esas y otras más razones es que no considero que las cámaras nos protejan sino que nos vigilan, y le apuesto en mi vida cotidiana a promover otros tipos de seguridad poniendo en primer plano a la comunidad. De nuevo me disculpo por mi respuesta inicial a la ligera, y espero saber tus comentarios de mis ideas.