Entrevista al escritor Félix Guerra, por Dmitri Prieto Samsónov.
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Este 19 de diciembre cumplió 100 años José Lezama Lima (1910-1976), cubano controvertido, autor de libros famosos, padrino intelectual de generaciones de creadores, muchos todavía en activo. Lezama fundó la revista “Orígenes” (1944-1956) -una de las mejores en Hispanoamérica de su tiempo, donde publicaron los más grandes escritores de la lengua-, entre otros muchos proyectos culturales. Célebre en vida por su “hermetismo”, Lezama engendró un “sistema poético”, efervescente mirada a las culturas del planeta desde la poesía, donde Cuba se manifestaría en la “era imaginaria de la posibilidad infinita” inaugurada por José Martí. En 1959 saludó efusivamente la Revolución. Lo vieron –cuentan- con una escopeta de perdigones en la azotea de su casa cuando lo de Bahía de Cochinos. Pero rápidamente por su hipotético elitismo comenzaron a atacarle tanto políticos oportunistas como algunos intelectuales notables. Conocido como poeta y crítico, en 1966 publicó “Paradiso”, novela instantáneamente tornada en escándalo debido a su explícitamente erótico capítulo VIII. Obra otrora prohibida, aún hoy se considera de difícil comprensión. Sabedor de continentes, Lezama sólo visitó tres de nuestros países vecinos. Nunca viajó después de 1950 (no sabemos qué decisión pesó más: la política estatal o la personal del propio escritor). Murió en medio del llamado “periodo gris”. En vez de esquelas necrológicas, sólo publicaron una mínima nota: la censura ideológica imperaba sobre Cuba. Hoy Lezama es considerado uno de los mayores autores del idioma español.
El poeta y periodista Félix Guerra es uno de aquellos jóvenes afortunados que lograron entrevistar a Lezama (en 1965-1976; sus conversaciones se publicaron en 1998, en el libro “Para leer debajo de un sicomoro”). Conocí a Lezama a través de las entrevistas de Félix Guerra; conocí personalmente a Félix por su participación en la Red Observatorio Crítico. Es también ecologista y autor de libros infantiles sobre el cuidado del entorno (como “Monte y ciervo herido”, en colaboración con Gabriela Guerra Rey). Hoy le toca al entrevistador ser el entrevistado.
Félix, eres autor de una célebre entrevista a José Lezama Lima. ¿Cuáles son tus recuerdos más originales de ese gran escritor cubano?
A decir verdad, Lezama era una originalidad constante y una persona de altos quilates. Su manera vasca y jadeante de hablar, por ejemplo, no tenía antecedentes en mi memoria. Hablar pomposo y solemne, pero gesticular y moverse sencillo y natural eran un contraste inusual nunca visto por mí. Luego, si prestabas atención a lo que decía, pues entonces la originalidad se le impregnaba a cada palabra de su repertorio. Tengo el recuerdo curioso de haber ido con el poeta gordo a tomarnos un batido en el Anón de Virtudes, que estaba en la esquina de Industria y Virtudes, allá por los años 70. Saboreaba mi batido cuando Lezama de pronto se puso un dedo en la memoria y dijo: ¡Ah! Pero no. No era lo que creí sino que estaba soportando, el poeta de élite, la famosa y popular “punzada del guajiro”, según confesó risueño.
En las conversaciones cotidianas, mientras saludaba a algún vecino o vecina que se detenía en su ventana, Lezama hablaba del regio universo humano y de sus más remotos agujeros. El vivió en aquel barrio de Colón, humilde y prostituido en una época, como si habitara el planeta del Pequeño Príncipe y se codeara con reyes, princesas y pedantes flores. Y esa forma de entender el pueblo y la élite es para mi una de sus sorprendentes originalidades.
¿Es posible que Lezama les hable a quienes leen otros idiomas o han vivido siempre fuera de Cuba?
Estoy convencido de que sí. Precisamente el lenguaje de Lezama era a un tiempo muy cubano y muy universal. Y culto. La cultura es un metalenguaje que sirve para entenderse con cualquiera, mientras que la ignorancia no te permite entenderte bien ni con el vecino.
La obra de Lezama Lima tiene un enorme viso mundial, en particular la poesía y el ensayo, a mi modo de ver, porque habla de lo que le acontece a los seres humanos en cualquier parte, tanto sus dramas íntimos como públicos, que vienen a ser los mismos. Y en particular, además, la novela te trasmite con cierta fidelidad algunos dramas muy específicos. Estos dramas, bajo un prisma de colores lezamianos, no sé porqué, a veces escandalizan. Pero eso dura una época, que son algunos años. Después resulta un aditamento untado a las historias literarias.
Contar dramas no es una rutina inalterable. Los grandes dramas humanos no cambian en las esencias, pero ocurren en nuevo entornos tecnológicos y con detalles éticos y estéticos antes vedados al autor y al lector. La ética y la estética sí cambian, pero igual que el escritor cambian los lectores de cualquier latitud.
La comunicación se restablece cuando caen tabúes y prejuicios y la cultura funda nuevos espacios de comprensión.
¿Qué es lo más significativo en la vida de Lezama antes y después de l959? ¿Fue Lezama un revolucionario? ¿Por qué?
Un poeta verdadero es siempre lo que se dice un ente revolucionario. José Lezama Lima aportó considerablemente, durante el siglo XX, a la forma de mirar nuestra cultura cubana desde el mundo. Y también a extender la mirada cubana sobre el territorio colindante. Si nos fijamos, Martí creó una obra literaria que no se parece a la antecedente literatura cubana. La enriqueció considerablemente, le dio nuevas resonancias, la transformó en algo más extensivo y dilatado. Martí no dejó la cubanía ni la identidad donde estaban, las llevó bastante más lejos.
Lezama, como alumno y seguidor, obró a la manera de Martí y fue prolongable: se amplió a nuevos territorios y lenguajes narrativos, conceptualizó hasta demarcaciones más amplias, generales y generosas.
Lezama se desenvolvió en esos límites sin límites, antes y después: su ambición era dotar a Cuba de mayores itinerarios hacia dentro y hacia fuera.
El, como Martí, sintió a Cuba tan ancha que la confundió con el mundo.
Caracterizando a José Martí, tanto Julio Antonio Mella –ese estudiante rebelde, fundador en 1925 del Partido Comunista de Cuba, a quien por su belleza masculina Lezama llamó “Apolo”- como el propio José Lezama Lima usaron la palabra “misterio”. ¿Coincidencia?
Martí no se explica fácilmente. ¿Esa dimensión de dónde le vino? ¿Cómo un cubano pobre, hijo de militar español, tomó el yugo para alzarse sobre él y crecer en la oscuridad? Martí se ubica entre los hombres más ilustrados y renovadores del siglo XIX. Su humanismo clásico aprendido, creció hasta hacerse creador, tercermundista y periférico, antirracista, antiesclavista e independentista. Es a un tiempo el poeta y el guerrero mayor, quien escribe los Versos Sencillos y muere al galope en Dos Ríos. Es un romántico, asumiendo la tradición y un modernista asumiendo la futuridad. Llama imperialismo a los imperios, no odia al español ni a nadie, expande el amor a todos y con todos. Piensa cuando sueña y sueña cuando piensa.
¿Es extraño, o tiene gran exactitud lo que apreciaron Mella y Lezama? Ellos calcularon la estatura de Martí y lo llamaron “misterio.” Mella bebió en Martí, Lezama bebió en Mella y Martí. Lo que no puede encerrarse nunca en una definición, ni política ni ideológica, es un misterio que nos acompaña y da continuamente de beber.
¿Qué me dices del “Sistema poético” de Lezama?
El decía que su sistema estaba hecho de sistemas. Un sistema incompleto que siempre está agregando. Un sistema creciente, inquieto, renovado, entonces no es un sistema cerrado y rígido y acuartelado, que son los mortales defectos de los sistemas. ¿Imagina alguien un sistema poético con un candado en la puerta? El sistema cerrado crea dogmas, uno detrás del otro. El sistema que se cierra, por muy grande que sea y por muchas verdades y lógicas que crea poseer dentro, se convierte rápidamente en algo así como un gran-danés repleto de garrapatas.
Un sistema cerrado se detiene en el tiempo, se fermenta y corrompe.
Por su saber enciclopédico, Lezama tendía al sistema, a la visión ampliada y concatenada, pero después de navegar por esa corriente y observar las márgenes, advertía entonces sobre los peligros del fanatismo y los dogmas. “Abra sus puertas –decía- a todos los saberes y quédese joven. No aprenda a ser viejo ni con los años.”
El aprecio por Lezama, ¿es inevitablemente un fenómeno de “elites culturales”? ¿Puede haber un “Lezama popular”?
Dmitri, creo que eso no necesita ya ser demostrado. Lezama, como él ansiaba, pronto comenzará a ser leído quizás hasta por los niños. El desconocido apresado en textos no publicados y por las paredes de su casa de Trocadero, está ya en las librerías, en los debates, en las bibliotecas, en los estantes hogareños, en la prensa, en las Ferias, en el cine, en la TV, en la calle. En cualquier parte se conversa de Lezama. La élite se propaga y va extendiendo y cubre a la población en su casi totalidad, a los ciudadanos, a los individuos, cinéfilos y lectores. La gente deshila de ese misterio. Un fantasma recorre Cuba.
El aislamiento, no lo crea siempre ni mucho menos el poeta, ni lo crea la peña literaria. Lo configuran y crean el runrún, la propaganda y los medios informativos, además de los tabúes y prejuicios. De algunas élites creo yo que no fueron autocreadas sino creadas de siempre desde fuera. Las omisiones y las censuras crean autocensuras y élites. El no-debate y la falta de pensamiento crítico y de información, sí crean elites y crean desconocidos y olvidados. ¿Quién quiere asistir en solitario y en soledad, o poco y mal acompañado? ¿Quién asiste si no lo invitan y lo incluyen? Promover cultura, abrir ventanas a la diversidad, informar sin escamotear realidad, es antídoto eficaz contra las llamadas élites.
Por supuesto, para llegar a Lezama se necesita una lectura grande y otra chiquita. Leer mucho edifica accesos, abre carátulas y los más enigmáticos códigos. Una diferencia con otros autores, es que Lezama no busca al lector sino que deja su obra a la intemperie y cada cual encuentra sus caminos de ida. A cambio, ofrece dramas imprevistos, cifrados, en clave, que obligan al lector a un arduo y estimulante ejercicio de intuición, imaginación y conocimientos.
¿Qué nos diría Lezama hoy?
Dmitri, perdón. No respondo a esta pregunta porque no me parece muy operativa. Es como decir, quizás, SI NO HUBIESE MUERTO. Se especula con algo imposible. Y se pone sensiblero el que responde y luego el lector.
Me agradó mucho responder el resto.
Gracias a ti, Félix.
Es para todos,cualquier pagina de su infinita obra regala saberes a la medida de todo conocimiento humano.Si algo me ha servido acercarme y llegar amar su vida y su impronta es la prodigiosa revelacion de su ” indistinto”.
Lezama, definitivamente un revolucionario. Si no, comparemos estas dos frases, y descubriremos algunos vínculos misteriosos:
– “Seamos realistas y hagamos lo imposible”. Che Guevara
– “Lo imposible al actuar sobre lo posible, engendra un posible en la infinidad”. Lezama
Estos dos revolucionarios nos retan, ahora mismo, desde sus sistemas ¿diferentes?
Saludos a Dmitri y a Félix por tan buena entrega.