A los lectores de las ediciones de Criterios y los asistentes a sus actividades

Por Desiderio Navarro

Estimados lectores de la revista, libros, CD’s y servicio informativo del Centro Teórico-Cultural Criterios, así como asistentes a las actividades del Centro:

En nuestro empeño de continuar, a pesar de todo, la lucha por dar acceso a nuestros compatriotas a los más importantes textos y autores del pensamiento cultural mundial y contra aquellos que, a contrapelo del marxismo, siguen pensando que, mientras menos información internacional tenga nuestro pueblo, más fiel será a nuestra Revolución, nos vemos obligados a exponer públicamente los hechos que se han ido acumulando a lo largo de los últimos años y que en la tarde de ayer han llegado más allá de lo admisible y soportable. A aquellos de ustedes que en su momento conocieron de unos u otros de estos hechos les ruego disculpen la exposición de lo ya conocido.

Poco antes del inicio de la segunda parte del Ciclo de conferencias La política cultural del período revolucionario: Memoria y reflexión (más conocido como el Ciclo sobre el Quinquenio Gris) –que, a pesar de la oposición de ciertos círculos, tendría lugar ya en la propia sede del Centro Criterios–, el 2 de septiembre del 2008, en medio de un muy cálido verano y habiendo estado cerrado el local desde su último uso público, apareció parcialmente desprendida y colgando una de las tapas de las dos consolas de aire acondicionado (cf. constancia fotográfica adjunta) y, al verificar si les habían hecho algún daño, se descubrió que ambas estaban rotas, sin gas y con un tornillo de una de ellas desenroscado y puesto a un lado. Al indagar, una persona dijo haber visto entrar en el Centro a unos sujetos que creyó mecánicos, pues, como pudo notar a través de los cristales, habían trabajado en las consolas; lamentablemente, días más tarde, en una nueva versión, afirmó no haber visto nada ni a nadie. Los que han estado en el Centro en horario diurno de verano, saben cuán insoportablemente agobiante y asfixiante llega a ser el calor allí, por estar situado directamente bajo la azotea y por la orientación de sus ventanas de cristal al sol de la tarde de verano; así, sin el alivio de las consolas resulta insoportable permanecer ahí las dos o tres horas que suelen durar las actividades de Criterios. Fue por esa razón que tuvimos que pasar las conferencias a un menos caluroso horario nocturno, incómodo sobre todo por razones de transporte. Ambas máquinas sólo pudieron ser reparadas tres años después, gracias a que el Instituto Goethe cubrió los costos de su arreglo por un técnico de refrigeración cubano, a fin de poder realizar en el Centro las conferencias de la teatróloga alemana Erika Fischer-Lichte. Adicionalmente, el técnico descubrió que también había desaparecido la polea del ventilador situado en la azotea, sin la cual la máquina no podía funcionar.

Poco tiempo después, al abrir el local una mañana, la amplia mesa de conferencias, de buena madera dura, apareció con una de sus gruesas patas tirada a un lado en el piso, partida de raíz y astillada por un golpe muy violento. Los asistentes a las actividades de Criterios recordarán la mesa tambaleante, apoyada en uno de sus extremos en el respaldo de una silla.

Horas antes de la primera edición del evento Mil y Un Textos en Una Noche (2 de noviembre del 2007) –consistente en la accesibilización gratuita de 1001 textos teóricos extranjeros mediante su copia de computadoras a CDs o memorias flash–, al llegar al Centro Criterios para ajustar los últimos detalles, descubrimos que:

— las cinco computadoras literalmente nuevas, prestadas por el Ministerio de Cultura para la Biblioteca del Centro –precisamente iban a ser usadas por primera vez por el público esa noche– habían sido inutilizadas para esa actividad, al serles sustraídos los cinco cables de conexión entre los sistemas y los monitores;

— el quemador de CD Yamaha, también nuevo, destinado a quemar los CDs con los 1001 textos, había sido inutilizado, al serle sustraído el cable de conexión entre el equipo y el sistema

(un colaborador de Criterios logró conseguir a la carrera cables usados que permitieron trabajar con las computadoras);

— la línea eléctrica con 6 tomacorrientes múltiples que alimenta todas las computadoras, el quemador y demás equipos de esa sala, había sido inutilizada, al haberle sido puestos todas las tomas “en neutro”, según la explicación de los electricistas que por varias horas trabajaron para devolverle la corriente a todas las tomas de la sala, poco antes del comienzo de la actividad.

La alteración de la cablería se produjo exclusivamente en las tomas de la Sala donde estaban los equipos indispensables para La Noche de los Mil y Un Textos. De las cinco computadoras y el quemador desaparecieron exclusivamente esos cables indispensables para la realización de la actividad. ¿Qué ladrón cubano que puede canibalear cinco PC nuevas se lleva sólo esos sencillos cables dejando atrás cinco discos duros, cinco tarjetas de video y cinco memorias RAM? ¿O desprecia un fácilmente ocultable quemador Yamaha para llevarse sólo el cable conector?

Ante nuestras sucesivas denuncias, el cro. Ministro de Cultura decidió que del Centro Criterios hubiera una sola llave y que ésta estuviera en mi poder, como su director y único “empleado”. Llevé un cerrajero al Centro, quien modificó la combinación de pines, e hizo sólo dos ejemplares de la nueva llave. Poco después uno de ellos se rompió en la cerradura, y desde hace unos tres años sólo existe la llave restante en mi poder.

A pesar de esas precauciones, poco después empezaron a ocurrir hechos indicativos de que una o más personas seguían entrando furtivamente en el Centro.

En diciembre del 2008, al abrir el Centro, todavía en medio del ciclo de conferencias sobre el Quinquenio Gris, en el fondo de la sala de conferencias veo sobre su tablado de madera pulida un círculo de piedrecitas y polvo de cemento y arena; al mirar hacia arriba en busca de su origen, descubro que la tapa metálica del respiradero había sido desprendida y estaba colgando del techo (cf. constancia fotográfica adjunta). El testigo que busqué, terminó de quitar la pieza colgante, dejando visible un ancho agujero circular conducente a la azotea, agujero que también había quedado destapado por el extremo que se abría en la azotea.

En estos últimos años, en distintas limpiezas del Centro en períodos en que éste había estado totalmente cerrado, aparecieron una y otra vez, sobre todo en la sala de computadoras, numerosos cabellos largos de color caoba aparentemente femeninos, siempre idénticos, de lo cual también procuré testigos. No se notó la ausencia de objetos valiosos en ninguno de los sucesivos casos.

Días antes de la tercera edición de Los Mil y Un Textos en Una Noche, que tuvo lugar el 30 de noviembre del 2010, otros dos equipos electrónicos totalmente nuevos del Centro Criterios, situados en la misma sala –la impresora de color Hewlett and Packard comprada en TECUN y donada por la Embajada de Polonia en Cuba, y un scanner Hewlett and Packard– aparecieron inutilizados a la vez. Tan inutilizada quedó la impresora en la que se hacían las etiquetas identificatorias de los CD’s y las pruebas de cubiertas de las revistas y libros de Criterios, que en el Taller de Reparaciones de TECUN se limitaron a decir, literalmente: “puedes botarla a la basura” (otro colaborador de Criterios puso a nuestro servicio su propia impresora de color y a última hora se pudo etiquetar un centenar de CDs para la actividad; otro simpatizante de la labor de Criterios imprimió en su casa las pruebas de cubiertas necesarias para la impresión del próximo libro de Criterios).

Por último, en la tarde de ayer, al llegar al Centro inesperadamente (demoré unos minutos en la recepción y el elevador), encontré en la misma sala un grupo de objetos aparentemente abandonados a la carrera: tres finos tubos metálicos huecos y rectos, un fino tubo metálico hueco enrollado (tubos de los usados para proteger cables), dos tubos de goma huecos, un paño sucio, y fragmentos de papel y plástico (cf. constancia fotográfica adjunta). En la sala de conferencias había también papel y plásticos arrugados, dejados por el camino. Una computadora –precisamente la única de las cinco en que suelo trabajar y guardar información y que no es accesible desde red alguna–, el quemador de CDs y la impresora laser aparecieron conectados a la red eléctrica, al parecer también abandonados a la carrera.

Ha quedado evidenciado más allá de toda duda que personas ajenas han estado violando furtivamente la cerradura de Criterios en mi ausencia con el fin de sabotear el trabajo de Criterios y revisar (y ojalá no alterar) el contenido de las computadoras del Centro.

En cada ocasión, desde la primera, puse en conocimiento de estos sucesos a las autoridades culturales pertinentes, velando no sólo por los intereses del Centro Criterios, sino también por la seguridad de dos enormes y magníficos cuadros de Servando Cabrera Moreno que, sin pertenecer a Criterios, se encuentran en el mismo local y son de un valor extraordinario que me considero incompetente para calcular. Y es que, obviamente, las mismas personas que estaban teniendo acceso furtivo a las instalaciones y equipos de Criterios, y sustrayéndoles piezas o dañándolos y que, de operar en la noche, resultaban indetectables hasta por la alarma electrónica de infrarrojos que barre la antesala frente a la puerta de entrada del Centro, con la misma facilidad y tranquilidad podían sustraer los Servandos, para los cuales ese local, por las características de sus puertas, ventanales de cristal, respiraderos y falso techo, no tiene la mínima seguridad debida. Por lo menos yo, sin conocer la identidad de los reiterados intrusos, no podía estar seguro de que se ocuparían exclusivamente de las cosas de Criterios, comportándose como honestos y confiables compañeros revolucionarios ante ambas obras del patrimonio nacional, infinitamente más valiosas.

No sólo por la asignación y reparación de ese local para el Centro Teórico-Cultural Criterios me consta el interés personal del Ministro de Cultura, Abel Prieto, en el éxito de algunos de los proyectos divulgadores de Criterios: en estos precisos momentos el Ministerio de Cultura acaba de asumir los gastos en divisas de una ampliación de mil ejemplares de la tirada de Los estudios literarios: conceptos, problemas y dilemas de Henryk Markiewicz, primer título de la nueva serie Cuadernos Docentes destinada a dotar de libros de texto fundamentales sobre literatura, artes y cultura a los estudiantes y profesores de las Universidades, el ISA y otros centros de estudio; y también en estos días ha acogido el proyecto de una colección editorial que publicaría al fin grandes obras y pensadores actuales que han estado ausentes de nuestras librerías y bibliotecas en los últimos cuarenta años. Pero, puesto que, evidentemente, en el caso de Criterios están en acción factores extraculturales impredecibles e incontrolables hasta para la voluntad ministerial más favorablemente dispuesta, me he visto obligado a poner estos hechos en conocimiento público en previsión de lo imprevisiblemente inescrupuloso, algo que ha estado asediando la vida de Criterios en Cuba por casi ya cuarenta años y que, en uno o u otro momento, no ha dejado de hallar diligentes ejecutores en tales o cuales eslabones de las propias estructuras culturales.

30 de marzo de 2011