Bien, ya teniendo en cuenta que si hay que buscar constante relación entre las palabras y los actos1 para poder no solo propagar el ideal anarquista sino también transformar las relaciones cotidianas y sociales, es interesante entrar en la idea de la imperfección de la coherencia. Y esto me parece muy importante por que se tiende a idealizar la coherencia poniéndola como un ejercicio que podemos hacer todas todo el tiempo y que por lo tanto aquella que no lo haga no solo es criticable sino que falta en su compromiso revolucionario (y muchos adjetivos más agresivos que no hace falta reproducir). Teniendo en cuenta que la realidad es dinámica es de entender que el día a día nos presente retos que muchas veces no alcanzamos a prever y por lo tanto no es de extrañar que nos quedemos atrás, en momentos, de seguir nuestro ideal. Pero esa es la realidad que vivimos y en principio para construir nuestro camino de corresponsabilidad entre la práctica y las ideas es necesario aceptar que somos personas imperfectas.
Primero que nada, hay que reconocer que muchas de las que llegamos a las luchas anarquistas lo hicimos desde una búsqueda solitaria, donde el enamoramiento se fue dando en la marcha, fuera leyendo o viendo procesos, donde el aprendizaje muchas veces fue lento y a tropezones. No es de asombro que en ese camino nos hayamos dado cuenta que mucho de lo que eramos no nos gustaba, y en ese cuestionarnos empezamos a encontrar que habían muchas prácticas que podíamos ir transformando y otras que aunque defendíamos en nuestras ideas nos costaba mucho integrar a nuestro día a día. O bien logramos poco a poco integrarlas o le dimos largas justificando muchas de nuestras actitudes desde argumentos a la defensiva o ridiculizando las discusiones. Pero allí seguían esas prácticas que no correspondían a nuestras ideas, y no por ignorarlos perdían fuerza.
Y allí están por que somos resultado de un momento histórico, y a muchas nos educaron desde pequeñas con referentes de subordinación al padre, hogares en que al hombre le trataban distinto que a la mujer, relaciones de pareja de nuestros padres muchas de las cuales estaban marcadas por la obsesión, el maltrato, la dependencia. No solo el hogar sino en la escuela nos enseñaron que hay que creer en la patria así no nos explicaran que tal idea ocultaba nacionalismos impuestos desde grupos dominantes que solo visibilizaba su cultura e intereses. En la calle nos encontramos con la cultura de la competencia y del egoísmo, donde la explotación es algo que se acepta sin cuestionamiento ya que de algo hay que vivir. Cuando no se soluciona por medio de esos valores, aparece el paternalismo del Estado o los poderosos que nos dan cosas en la medida que no les cuestionemos ni preguntemos por que si tienen tanto no lo reparten en vez de darnos migajas. Y así van construyéndonos una idea de como funciona la sociedad haciendo que muchos de esos pensamientos/sentimientos se claven profundamente en lo más oscuro de nuestro subconsciente. No podemos negar que ese es el mundo en el que vivimos y que esa es la educación que la mayoría recibimos. Pero por ello no hay que afirmar que no podemos cambiar. Claro que la transformación se puede realizar, solo que no empezamos siendo personas puras y descontaminadas. Todo lo contrario, somos seres que vivimos en ese mundo que queremos cambiar, y parte del cambio está en desprogramarnos.
Aparece una pregunta entonces: ¿existe la coherencia total? Creo que para responder primero hay que poner en evidencia que la sola pregunta tiene una alta carga de esencialismo, es decir que se parte del hecho que los estados perfectos de las cosas son posibles, y eso creo que la vida demuestra constantemente no es así: no existe el amor perfecto, ni el proyecto político acabado, ni la comprensión total de la realidad. Los ambientes políticos de la izquierda tradicional han propagado una idea de ideas perfectas (la revolución, el hombre/mujer nuevos, el socialismo) e inclusive los anarquistas hemos caído en eso también (la libertad, la autonomía, etc..) promoviendo que le apostemos a irrealizables en la medida que son ideas estáticas y no se tiene en cuenta que van variando su sentido en la medida que vamos pasando el tiempo. No se puede hablar de ninguno de estos conceptos si no es situándolos en el plano del tiempo y el espacio en que vivimos, en donde son construidos por personas que vivimos un momento histórico. Volviendo a lo que nos interesa, la sola idea de coherencia está atravesada por ese ideal, en el sentido peyorativo de la palabra que significa su lado idealista, en el que o se es o no se es, por que la idea perfecta no permite puntos intermedios. Y no, precisamente lo que nos demuestra la vida es que la coherencia no es un estado final, sino una pregunta constante.
No podemos pensar que seremos perfectas en un momento, por que la vida va poniendo nuevos retos y reflexiones, pero también por que no todos los días tenemos la misma energía, el mismo cuidado, la suficiente paciencia, y terminamos tal y como lo dice Pink Floyd en una de sus canciones llamada Uno de mis estados (One of my turns) en uno de nuestros malos días, que esperamos sea solo una fase pasajera. Es decir, aveces simplemente reproducimos roles y actitudes que detestamos, no por que queramos hacerlo necesariamente, sino por que o no somos lo suficientemente cuidadosas en evitar reproducir dominaciones o por que esos son nuestros malos días.
Ahora, claramente no quiero con esta explicación justificar nada. Creo que esos malos días tienen que ser seguidos precisamente de profundas reflexiones sobre en lo que creemos y como lo llevamos a cabo en la vida real. Lo que quiero es poner en evidencia algo que nos pasa a todas, que somos incoherentes, y que por el purismo muchas veces o no aceptamos o juzgamos con una fuerza que dejamos casi imposible la posibilidad de aprender del error. Justamente decía en el anterior artículo que tendemos a manejar los juicios casi como si de una inquisición se tratara, y es precisamente tomar la realidad como perfecta lo que no nos permite ver que somos personas en construcción, y que la coherencia es un irse construyendo entre la incoherencia. Es un punto de llegada pero no uno de partida, una búsqueda y no una condición final.
Eso si, no quiero con mis palabras poner en el mismo nivel distintos actos incoherentes, por que claramente no lo son. La violencia de género o explotar a alguien no están en el mismo nivel que ser consumista o acaparar la palabra en las asambleas. Las primeras son acciones que llevan a cuestionarse trabajar con alguien ya que le ponen del lado de a quienes combatimos, pero las segundas resultan rechazables pero no por ello se debe asumir posturas intransigentes. Se que es un tema muy delicado para muchas, pero creo que entre todas cuando trabajamos en colectivo tenemos que alcanzar la capacidad de construir procesos críticos donde comprendamos, que no significa aceptar, ciertas incoherencias de las personas que nos rodean proponiendo transformaciones con esa persona para construir afinidades reales y no solo teóricas. Claramente, una actitud repetitiva que no demuestre intención de cambio generará a largo plazo la idea que esa persona no quiere llevar a la práctica sus ideales y que por lo tanto es solamente anarquista de palabras y no de acciones.
Definitivamente es difícil este tema, por que nos toca sensibilidades muy intimas tanto de como nos vemos a nosotras como a las otras y que ha sido constantemente una excusa para romper no solo procesos sino amistades muy fuertes, pero soy de las que piensa que hay que hablar de ello, y partir de asumir que todas estamos en un proceso de construcción y que ninguna es perfecta. Precisamente el reto de asociarse desde la horizontalidad es aceptar las críticas de los demás y tener la capacidad de criticar con interés de seguir construyendo colectivamente. No es una puerta para aceptar que no pongamos en la practica nuestras ideas, todo lo contrario, es un llamado a ponerlas en práctica pero entendiendo que es muy fácil decir pero un poco más difícil cambiar formas de actuar. En ese camino es que nos comprometimos cuando decidimos construir un proyecto libertario, una senda que no es fácil de andar y que constantemente implica aprendizajes, muchos de ellos que nunca nos imaginábamos íbamos hacer. ¿Que si podemos ser coherentes? Yo creo que es una pregunta a responderse con cuidado, ya que ni la coherencia es algo perfecto, ni los cambios de actitudes se dan de la noche a la mañana. Pero que es un reto exquisito, lo demuestra el hecho de que queramos seguir ese camino propuesto.
1 Desarrollé la discusión sobre la coherencia entre los anarquistas en un artículo anterior que se puede ver acá: https://network23.org/vargarquista/2014/04/14/la-coherencia-anarquista/