Guaso y Carburo

Por Dmitri Prieto

De niño, me gustaban los muñequitos cubanos de Guaso y Carburo. Son cortos animados producidos –creo- en la década del ´70, que tratan sobre dos perros (i.e. Guaso y Carburo).

Me gustaban porque –en mi opinión infantil de aquella época- desarrollan el intelecto. Yo era un niño intelectual, y me gustaban los programas de TV que desarrollan el intelecto.

Guaso y Carburo, como decía, son dos perros. Resuelven problemas y actúan como exploradores o detectives.

Pero cuando era niño, no me daba cuenta de un detalle importante sobre Guaso y Carburo.

Me percaté de la cuestión hace unos pocos años, cuando rememoraba la infancia en conversaciones al fresco de la noche, mientras compartía con una muchacha a quien iba a visitar en su casa del municipio Cerro. Por cierto, ambos somos asiduos lectores de George Orwell. Mi compañera y yo compartimos carcajadas y miradas irónicas, después de encontrar un inconfundible “deje” orwelliano en aquel cartoon clásico de nuestra niñez.

Resulta que Guaso es un perro inteligente. Usa ropa, y hasta porta en su cuello un elegante lazo rojo. Anda en dos pies. Sabe hablar. Interpreta las situaciones y siempre da a su compañero Carburo órdenes y orientaciones precisas sobre cómo debe actuar.

Carburo es un perro… simplemente. Anda desnudo, en cuatro patas. Jamás he oído hablar a Carburo, aunque parece que entiende bien las órdenes de Guaso. Es un esforzado y silencioso asesor, todo un “mejor amigo” de… su camarada superior, el parlante (y mandante) perro bípedo.

“Carburo es el perro del perro”, me dijo mi amiga, y ambos soltamos una carcajada algo cínica.

Me fascina que semejante pareja de personajes, tan distinta del habitual modelo Disney del héroe y la mascota, se haya ocurrido a un realizador cubano. No hay mascota. Los integrantes del team Guaso-Carburo son de la misma especie: perros. Pero uno es casi humano, y el otro… efectivamente, sólo un perro. Obviamente, iguales, pero uno más igual que otro.

La lógica del Animal Farm (“Rebelión en la granja”) llevada a su mínima expresión: el binomio.

Y a todas estas, Guaso tiene todas las de ganar en un certamen de perros… mutantes.

Ya no soy niño, y conozco a varios intelectuales de verdad. Me sigue fascinando el enigma del rol del intelecto en la sociedad. Hoy “Guaso y Carburo” ya no me parece un animado para niños intelectuales, sino una metáfora algo cruel del mundo de los adultos (… que introduce subrepticiamente sus rasgos en el mundo de la infancia).

¿A qué sociedades humanas se parece más el equipo Guaso-Carburo?

¿Es realmente Carburo menos inteligente que Guaso?

¿Quién es el decisor, quién el asesor y quién el ejecutor?

¿Es el intelecto una mutación, o la norma? ¿Es el silencio un infortunio o un privilegio?

¿En el marco de la igualdad de la “especie”, quiénes monopolizan el silencio?

¿A alguien les toca el rol de Carburo: ser el… intelectual (¡…?) del intelectual?

…Después de todo, en el muñe Carburo siempre tenía un luminoso rostro de felicidad. Decididamente, amaba su trabajo.

Una versión abreviada de este texto se publicó en Havana Times: http://www.havanatimes.org/sp/?p=5936