Juventudes en Cuba: otras revoluciones

Debate IPS – Isbel Díaz Torres

La mayor población de jóvenes jamás registrada está cambiando nuestro mundo y nuestro futuro, afirma uno de los mensajes del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), en ocasión de la celebración este 11 de julio del Día Mundial de Población.
Según Naciones Unidas, los jóvenes, plenos de energía y receptivos a las posibilidades dimanadas de las nuevas tecnologías, están transformando la política y la cultura y están marcando el rumbo respecto de la prevención del VIH. Las opciones que efectúen determinarán nuestro futuro común.

¿Cómo se ve la juventud cubana, cuáles son sus aspiraciones y cómo sueña su país? Un debate de la Redacción de IPS en Cuba por el Día Mundial de Población y el Año Mundial de la Juventud.

1. ¿Qué diferencia a la juventud cubana actual de otras generaciones con las que convive?

La principal diferencia que veo es la falta de un proyecto colectivo de construcción social. Las generaciones previas tenían ese proyecto, y se alimentaban (al menos espiritualmente) de él. Ese proyecto pudo ser más o menos excluyente, pero no interesa aquí evaluarlo como proyecto en sí, sino el significado que tuvo su mera existencia. La juventud actual no tiene ni ese, ni ningún otro proyecto. El esquema anterior no concibió el reciclaje de los actores sociales (al menos no en la práctica), de modo que, manteniendo los mismos actores, fue ejecutando sus concepciones de desarrollo, bienestar social, realización personal, o éxito profesional, al margen de quienes fuimos llegando después.

Aquellas generaciones esperan que los jóvenes de hoy sean dignos herederos, pero con el nivel educacional alcanzado y los increíbles volúmenes de información que manejamos hoy los jóvenes ¿quiénes querrían ser herederos de algo que construyeron otros?

El término generación implica, por supuesto, una ruptura, y eso es lo más palpable ahora mismo. No obstante, considero que una mirada más despegada podrá darnos un panorama de continuidad. La inconformidad de nuestros jóvenes es parte también del legado de las generaciones anteriores (que no es una sola, y cuyos niveles de comprometimiento/disenso no han sido uniformes tampoco).

2. No pocas personas repiten el viejo cliché de que la juventud está perdida. ¿Perdida para quién o para qué? ¿Se podría hablar de una pérdida de valores en la generación joven o del surgimiento de nuevos valores y formas de ver la vida?

Que la juventud no esté donde algunos desean, no significa que esté perdida. Quizás está simplemente en otro lugar. Quizás se necesite una manera distinta de mirar para poder verla y poder justipreciar sus valores. Comprendo que es triste sentirse ignorados, pero quizás ese sea uno de nuestros valores: la capacidad de mirar para otro lado mientras el televisor nos habla. A veces, para construir algo nuevo, es preciso desintoxicarnos de todo lo viejo y retrógrado que nos rodea. Para ello podemos mirar al futuro, o bien atrás (pienso en el líder cubano y comunista Julio Antonio Mella cuando lo expulsaron del Partido Comunista), o simplemente mirarnos adentro. Ellos no están en ninguno de esos lugares.

No obstante, quiero aclarar que no me gusta sondear los posicionamientos de las personas desde la teoría de valores, pues casi siempre se cae en una trampa. Eso que llamamos valor tiene sentido para un grupo determinado de personas, en un momento dado, en un lugar preciso. Con algo tan voluble es casi imposible estructurar un discurso.

3. Las reformas que impulsa el país en materia económico-social, ¿tienen en cuenta el interés de la juventud que habita la isla? ¿Qué intereses y aspiraciones juveniles estarían no siendo atendidos por la actualización del modelo cubano?

Lo primero que se me ocurre preguntarme es si estamos los jóvenes diseñando esas reformas, y quiénes lo están haciendo por nosotros. Al responder a esas preguntas comprenderemos que ni siquiera interesa tanto las buenas intenciones, o que nos tengan o no en cuenta: es imposible atacar el paternalismo desde el paternalismo.

Desde mi percepción, las jóvenes generaciones ni siquiera están al tanto del grave proceso de cambios impuesto, que incluye un sensible retroceso en la esfera de protección en el ámbito social.

Recordemos, por otra parte, que esa juventud no es un todo homogéneo, y que las transformaciones en la agricultura que los muchachos y muchachas de la calle G (céntrica avenida en La Habana) miran con extrañeza, están siendo la realidad actual de muchos jóvenes en los campos cubanos.

4. Estudios realizados en Cuba han mostrado diferencias en la manera en que sucesivas generaciones han vivido y sentido su compromiso con el proceso social cubano, visto como la Revolución. ¿Cómo usted cree ha evolucionado ese compromiso y cómo se expresa entre las personas más jóvenes?

El compromiso con la Revolución ha ido mermando y en las nuevas generaciones es casi nulo. El impacto de las crisis económicas (en especial la que se extiende desde los años 90 del siglo XX), la huella de potencias extranjeras (como la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) en nuestra visión de la economía y la política, y la persistencia de restricciones de todo tipo después de 1959, han demostrado que el proyecto ha carecido de la flexibilidad necesaria, incluso de la dialéctica imprescindible para enfrentarse a los retos de la construcción socialista. Los jóvenes que trabajamos en pos del socialismo, hemos comprendido hace un buen rato que ya no se trata de defender la Revolución, sino de desarrollarla, ampliarla, radicalizarla.

La ojeriza con que las viejas e intermedias generaciones nos miran, es signo inequívoco de su incapacidad para sorprenderse y sumarse. Sucede igual con muchas de nuestras amistades, que tampoco entienden nuestro compromiso con la Revolución, pero por razones diferentes. El endiosamiento del consumo, las necesidades materiales y los anhelos de realización personal, las hacen desdeñar (y hasta huir de) cualquier propuesta de desarrollo colectivo surgida de manera autónoma, sin el sello de calidad estatal.

5. Una mirada externa puede etiquetar a la generación más joven como apática políticamente. ¿Cómo valora la participación política de la juventud? ¿Tienen las personas jóvenes los espacios de expresión y participación necesarios para tener una presencia más activa en la construcción social?

Trabajo como activista de la Red Protagónica Observatorio Crítico (OC). Este colectivo, aunque no está formado exclusivamente por jóvenes, sí reúne a muchos con un tremendo potencial político. Hemos comprendido que los espacios de expresión y participación, para que sean verdaderamente auténticos y funcionales, debemos construirlos nosotros mismos; y eso hemos hecho. No solo construirlos, sino buscar en todas partes (desde el barrio hasta las instituciones) dónde existan otros lugares con esa potencialidad. El Taller Vivir la Revolución y el Centro Teórico-Cultural Criterios, junto a los muchos proyectos que asisten cada año al evento del OC, son buenos ejemplos de ello.

El vaciamiento de la capacidad transformadora de muchos de los espacios de debate y participación actuales, junto a los esquemas exclusivistas y las estéticas con que han sido diseñados, los hacen inútiles para las necesidades presentes. La fusión marca a la juventud cubana, y por eso los espacios puros ya no funcionan. El trabajador intelectual debiera dialogar todo el tiempo con los verdaderos actores sociales, y los casos donde ambas funciones se unen son los que considero con mayor capacidad transformadora. Eso es válido para campos tan diversos como la producción agrícola, el arte, la investigación científica, la religión, las luchas reivindicativas de sectores marginados, y muchos otros.

6. Las generaciones anteriores vivieron lo que se llamó una Revolución dentro de la Revolución. Esa otra revolución estuvo centrada en la llamada liberación de la mujer y su inserción en los espacios públicos. ¿Cuáles serían las otras revoluciones de este siglo XXI?

En lo que toca a mi sensibilidad, considero que la revolución racial, la revolución LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y trans) y la revolución ecológica han venido abonando el camino con más persistencia y su eclosión pudiera estar en nuestras manos. El término minorías debiera carecer de sentido en este mundo, y sobre todo en este país.

Ahora, mirando un poco hacia afuera, me parece ver en los jóvenes que me rodean unas ansias muy marcadas de libertad en el sentido más amplio de la palabra. Ello incluye la libertad de expresión, sexual, de ideología, de movimiento, de acción, de consumo. El ahogo que provoca haber alcanzado un nivel cultural y de instrucción en un ambiente constantemente limitado, es algo de lo cual todos deseamos desembarazarnos.

En la esfera productiva también pudiera producirse una revolución, si verdaderamente logran implementarse variadas formas de propiedad y modos participativos de asumir el control y la producción.

Isbel es coordinador del Ecoboletín El Guadabosques, y activista de la Red Protagónica Observatorio Crítico

Publicado en IPS Cuba