Cuando un amigo se va

Por Isbel Díaz Torres

Jorge Diego e Isbel Díaz Torres, poco antes de que el primero saliera de Cuba

Jorge Diego e Isbel Díaz Torres, poco antes de que el primero saliera de Cuba

En Cuba, cuando un amigo se va, es como si hubiera muerto. Aquello que una vez se construyó en una parada de guagua, en un aula de clases, cae de golpe en el pasado, y nada más crece a partir del momento de su salida.

No importa ya que las nuevas tecnologías nos permitan saber de sus paseos en trineo en alguna montaña canadiense, o de sus álgidas jornadas laborales llevando tres empleos a la vez al sur de España. Lo único cierto es que muere.

Quienes logran regresar a la isla, al cabo de los años, verifican el deceso más fácilmente aún. Se descubre en esos raudos instantes (casi nunca hay tiempo para más) cómo las anclas se fueron zafando una a una.

Los de adentro parecemos ante los ojos del recién llegado pobres monos enjaulados, atados por permisos, pasaportes, visas, inaccesibles para nuestros bolsillos, y perdiéndonos la juerga universal del consumo.

Los que llegan de fuera, por su parte, se nos aparecen con la mirada distraída, con la cabeza llena de pensamientos extranjeros, haciendo cálculos de presupuestos a ver si es posible dar regalitos a todos, o hacer una fiesta que nunca es como las de antes.

Como les digo. Se mueren. Y nosotros también morimos ante su mirada que ya no nos entiende.

Todos los mejores amigos de mi vida se han ido. Al parecer no he tenido buena suerte, a pesar de que ahora tengo también amigos maravillosos. Pero no son aquellos del pre o la universidad, a quienes les contabas tu primer amor, tu miedo a ser descubierto, tus ingenuos planes para el futuro luminoso que nos esperaba.

Ayer supe que uno de ellos murió de un infarto, sin haber pasado los treinta añitos de vida aún. A pesar de que conoció el amor y logró ver un poco el mundo (algo que la mayoría de las personas no consiguen), he pensado en su soledad, en su búsqueda desesperada, en su desamparo.

Pero vuelvo acá y comprendo: había muerto antes, junto con los demás. Lo más triste es que, a pesar de la muerte, uno sigue amándolos, y esperando algo que no se sabe bien qué cosa es.

Publicado en Havana Times

0 thoughts on “Cuando un amigo se va

  1. Si era muy lindo por fuera y si gozaba de la amistad de alguien como Isbel tambien debio ser lindo por dentro. Muy triste saber que fallecio. Mis condolencias para ti, Isbel.

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  4. !Feliz 2013! Les deseo a todos prosperidad, armonía, progreso, Paz, Salud y felicidad al igual que para todos sus familiares y amigos.

    !Feliz 2013!

    • Trágicamente, el muchacho de la izquierda de la foto de este post se llamaba Diego, y despues de cruzar la frontera mexicana y llegar a USA, falleció haciendo ejercicios, de muerte súbita. Tan lejos que llegó para nada.

    • Justamente de él hablo en este post, George. Aún no puedo creer que ya no esté alegrando este mundo. Tan hermoso y joven. Es increible.

  5. Isbel, tus amigos morirán el día que tu los mates dentro de tu cabeza, y para que eso no les suceda sólo te toca recordar que no somos de ninguna parte, y a la vez de todas.
    La vida es como un viaje en tren, del que no te bajas hasta que llegas a tu destino. Y resulta obvio que todos no viajamos al mismo lugar ni en el mismo tren. Razonable sería comprender,también, que en el tren que viajamos alguien se va a sentar nuestro lado por algunas horas hasta que el viaje termina y cada cual toma su camino.
    Lamentablemente Cuba es una nación rota y lo que narras en tu artículo sucede cada día con un tinte algo más amargo que en otras partes del mundo, donde irse del país no supone tanta tragedia, ni tanta distancia, ni es un fenómeno tan ideologizado como en nuestro caso.
    Algún día Cuba estará más cerca de todas partes y los cubanos ya no serán esas personas a las que los extranjeros van a ver como a una especie exótica en cautiverio.
    Saludos.