Por Laboratorio Casa Cuba
El Laboratorio Casa Cuba nace luego del diálogo sostenido, en las páginas de la revista Espacio Laical, entre los juristas Julio César Guanche y Roberto Veiga González, sobre la democracia en Cuba. La gran mayoría de las personas que integran el Laboratorio han participado y dialogado en las páginas y eventos auspiciados por la revista. Los editores de Espacio Laical, con el debido consentimiento de la entidad a la que pertenece dicha publicación, han contribuido a la institucionalización del equipo, el cual opera como un grupo de trabajo cuyos condicionamientos sólo provienen de las convicciones de quienes lo integran.
Sin embargo, el Laboratorio no es un proyecto católico. Entre sus integrantes hay marxistas críticos, socialistas republicanos, anarquistas y católicos. No obstante, a los miembros del colectivo nos une el resuelto compromiso con los destinos de Cuba; un patriotismo que se concreta en la realización de la dignidad humana, en la socialización de la riqueza, en la consecución de una democracia plena, en la búsqueda del clima propicio para lograr la mayor estabilidad en el proceso de cambios que vive la nación, y por el resuelto rechazo –con base en la defensa inclaudicable de la soberanía nacional y popular de la Patria- a los mecanismos de presión y desestabilización política sobre Cuba, como son los que se sostienen sobre el andamiaje de la Ley Helms-Burton y el Bloqueo de Estados Unidos, así como la Posición Común europea.
El objetivo del Laboratorio Casa Cuba es estudiar la institucionalidad cubana y hacer sugerencias para su mejoramiento, así como socializar el estudio y el debate sobre estos temas. Está integrado, hasta ahora, por los investigadores Julio César Guanche, Julio Antonio Fernández, Dmitri Prieto, Miriam Herrera, Mario Castillo, Roberto Veiga y Lenier González.
El documento Cuba soñada-Cuba posible-Cuba futura: propuestas para nuestro porvenir inmediato, hecho público recientemente,pretende aportar herramientas que contribuyan a intensificar el debate sobre la institucionalidad cubana. Este diálogo se viene realizando entre cubanos, en la Isla y en el extranjero, por medio de espacios oficiales y no oficiales. Los integrantes del Laboratorio pensamos que ese intercambio de opiniones y propuestas ha de llegar a sintetizar las aspiraciones colectivas de la nación y concretarse en el proceso de reforma constitucional ya anunciado por el presidente Raúl Castro, así como en el creciente movimiento auto-organizativo del propio pueblo cubano, en sus diversos espacios, acorde con sus múltiples y también diversas preocupaciones sociales. Quienes integramos este equipo de trabajo acompañaremos creativamente este camino, investigando, haciendo sugerencias, promoviendo la reflexión y el diálogo respetuoso, y facilitando nuestros modestos medios para aportar al consenso nacional, sin otro “título” que el der ser ciudadanos cubanos preocupados por el bien de nuestro país y de nuestros compatriotas.
Tal ha sido el propósito de dicho documento, que tiene un formato particular porque intenta esbozar tópicos del ordenamiento institucional que han sido largamente consensuados por un grupo de cubanos y cubanas con pensamientos diferentes.
Reconocemos que el documento hecho público es eminentemente político, y sobre todo propositivo al tratar de la institucionalidad del país. En él recogemos propuestas no exhaustivas, que deben ir creciendo también hacia otros ámbitos (economía, cultura, educación, ética) en la medida en que se avance en el debate. Sin embargo, hemos procurado usar modos apropiados a la naturaleza del Laboratorio, que no son los que suelen utilizar las plataformas políticas particulares. No pretendemos que nuestro conjunto de criterios compita con otras visiones y se imponga. No aspiramos a monopolizar el debate nacional sobre el tema. No deseamos ser los guías de dicho proceso de discusión pública. Solo ambicionamos aportar y servir. En tal sentido, no somos un partido político, ni un movimiento social, ni una plataforma programática. Pero tampoco somos un hermético cenáculo, aislado de nuestra convivencia cotidiana entre tantos cubanos y cubanas que buscan respuestas para mejorar sus circunstancias actuales.
Por esto último, partimos del hecho de que la responsabilidad social es propiedad común del pueblo, y no dejamos de remitirnos a la política de la nación como a uno de los recursos de que disponemos para construir colectivamente el orden en el que queremos vivir. De ahí que hagamos estas propuestas para promover su debate, y para que puedan crecer en compañía de otras sugerencias.
El Laboratorio Casa Cuba, inspirado en la bella metáfora de monseñor Carlos Manuel de Céspedes, seguirá contribuyendo humildemente al bienestar de la patria cubana.
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