Anuncia Raúl Castro postergación y reajustes del cronograma de medidas económicas contenidas en los Lineamientos.
Por Pedro Campos
En lo que parece una sabía decisión, el Presidente Raúl Castro anunció en la reunión ampliada del Consejo de Ministros de fines de febrero pasado, que será reajustado el cronograma de las medidas económicas que su gobierno ya había aprobado y venía aplicando, encaminadas a “actualizar” el modelo económico del estado. Señaló que se avanzaría según se fueran creando las condiciones para su implementación y significó que nadie quedaría desamparado.
Según Granma, el Presidente alertó “que una tarea de esta magnitud que afecta, de un modo u otro, a tantos ciudadanos, no puede enmarcarse en plazos inflexibles y que su ritmo de avance dependerá de nuestra capacidad para crear las condiciones organizativas y legales que garanticen su exitoso despliegue, efectuando sistemáticamente el control de su desarrollo, de modo que se introduzcan oportunamente las correcciones apropiadas…” (1).
El 27 de septiembre, cuando aun no se conocían los Lineamientos y solo aparecía información fragmentada de lo que se proponía el estado-partido, en una declaración de los partidarios de un socialismo más participativo y democrático ya apuntábamos que estaban poniendo la carreta delante de los bueyes (2).
De singular importancia, fue la referencia de Raúl a los resultados de las investigaciones del Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente, CITMA, las que indicaron, según Granma, “la pertinencia de regular las construcciones en lugares cercanos a la costa, rehabilitar y mantener las playas arenosas, recuperar los manglares, frenar el deterioro de los arrecifes de coral y profundizar las investigaciones al respecto”, quedando clara “la necesidad de fortalecer el papel del Instituto de Planificación Física y sus direcciones provinciales y municipales, como rectores de las políticas territoriales y urbanas, y de los gobiernos municipales, con el fin de rescatar la disciplina en esta importante actividad”.
No se mencionan los famosos 18 campos de golf y sus respectivas zonas residenciales para disfrute de los turistas ricachones, pero está muy claro que dicho plan, de consecuencias ecológicas incalculables, relativas precisamente a esos tipos de deterioros ambientales, ahora tendrá que ser valorado y aprobado por los científicos del medio ambiente y no solo por los interesados en su explotación mercantil, atendiendo a un reclamo de la izquierda y los ecologistas, claramente opuestos.
También indicó el Presidente que nuestro principal enemigo son nuestros errores, echando tierra sobre los que constantemente están culpando a factores externos de ser los causantes de todas nuestras desgracias.
No se trata de la derrota de nadie en particular; pero es evidente que estamos ante el fracaso táctico del intento de imponer estrategias ajenas al socialismo, contraproducentes, inapropiadas, inoportunas, inconsultas, anti-populares y apresuradas, para fortalecer las finanzas del estado, a costa de enviar a la calle a millón y medio de trabajadores, afectar aún más al medio ambiente, reducir significativamente los gastos sociales y subsidios del estado, desarrollar formas privadas de explotación asalariadas y aumentar los ingresos al presupuesto estatal por impuestos excesivos a formas libres de trabajo socialistas –cuentapropismo y cooperativismo- que deberían desarrollarse con prioridad, libertad y bajo impulso del estado, para las que no están creadas las condiciones crediticias ni legales y manteniendo, en cambio, los frenos burocráticos del monopolio estatal sobre la producción, la distribución y el consumo.
Aunque no definitivo, ha sido un avance de las posiciones críticas al sesgo neoliberal, mercantilista y tendiente a la plena restauración capitalista, latente en la estrategia aprobada previamente por el gobierno y que buscaba ser refrendada por el VI Congreso del PCC.
Y hay que decir que esto fue posible por la disposición mostrada por Raúl y otros compañeros en la dirección del Partido-gobierno a escuchar a las bases y al menos leer lo que escriben otros actores revolucionarios del escenario político cubano. De manera que puede afirmarse que, por esta vez, primó la línea de escuchar sobre la línea de imponer.
En la decisión tomada, además de la avalancha de críticas a los aspectos más negativos de los Lineamientos, según Granma, “619 387 propuestas de supresiones, adiciones, modificaciones, dudas y preocupaciones”, pueden haber influido las inquietudes derivadas de los complicados acontecimientos que están teniendo lugar en el Medio Oriente. En varias ocasiones hemos advertido que el aumento de las diferencias socio-económicas y de la brecha ya existente entre el estado burocrático y el pueblo, podría traer catastróficas consecuencias.
La tángana de la amplia izquierda cubana fue presentada en todos los espacios posibles y lo mismo la dimos en las reuniones que se hicieron en los núcleos del Partido para debatir los lineamientos, en los barrios, en las instituciones oficiales donde fue posible hacerlo, en las cartas que escribimos a Granma donde al menos publicaron alguna que otra crítica moderada, en la intraned, que en la prensa internacional de izquierda donde se escenificaron los principales choques.
Hay que agradecer la solidaridad a los compañeros, que en la heterogénea izquierda internacional, nos acompañaron en esta batalla. Es un signo esperanzador de los nuevos tiempos. Es una muestra de la cohesión que se puede lograr, desde diversas posiciones.
Mal parados salieron los analistas internacionales que sin conocer a fondo la sociedad cubana se tiraron de barriga a apoyar incondicionalmente la rápida implementación de las medidas que ahora serán reajustadas y reacondicionadas. Igualmente quedaron en difícil posición los que quieren hacer creer a los demás que las discusión solo puede darse dónde y cuándo la decidan los de arriba y quiénes dicen que la izquierda cubana solo se dedica a funciones autocomplacientes o en busca de protagonismos en la red internacional.
Los diversionistas que decían que estábamos escribiendo boberías o nos acusaban de estar “atacando a la revolución” habrán podido comprobar, quiénes son los equivocados en sus análisis sobre la realidad cubana, que las ideas del socialismo revolucionario están más extendidas de lo que suponen y que fuimos capaces de llevar estos planteamientos al seno del Partido y de los barrios, a pesar de las limitaciones que ha impuesto el sectarismo burocrático.
La cohesión de todas las fuerzas revolucionarios que están dentro y fuera del Partido, siempre hemos sostenido, y no la unidad basada en una unanimidad ciega, es posible y necesaria, para poder garantizar el avance hacia el socialismo. Sin ponernos de acuerdo, de hecho hubo una concertación que ayudó a parar momentáneamente, la barbaridad que ya parecía venirle encima al pueblo cubano antes del propio Congreso.
Agradecemos también la ayuda que brindaron varios defensores del capitalismo, al mostrar su solidaridad y comprensión con las medidas macroeconómicas para reajustar el déficit presupuestario, al más puro estilo del neoliberalismo, lo cual debe haber servido también para que algunos se dieran cuenta de la “marca de agua” del plan de marras.
Las fuerzas que dentro del partido-estado tomaron la decisión anunciada por Raúl no deben ser subestimadas y el hecho confirma nuestra apreciación de que existen allí reservas revolucionarias capaces de contribuir positivamente a los cambios necesarios en la democratización y socialización que necesita hoy el proceso revolucionario cubano.
Estas experiencias deben ser tenidas en cuenta por todos aquellos que sinceramente desean lo mejor para el pueblo de Cuba.
Otra enseñanza que se ha reiterado en esta etapa es que las ideas justas son indetenibles cuando a pesar de las condiciones adversas, se sostienen con dignidad, valentía, inteligencia y ánimo constructivo.
Esto no significa que se hallan derrotado definitivamente las posiciones del centralismo burocrático de corte estalinista ni las de quienes desean la plena restauración del capitalismo privado desde los entrañas del partido-gobierno-estado. Claramente el Presidente habla de reajuste del cronograma y no de la eliminación de las medidas. Pero como ya expresamos en la declaración citada: si en aritmética simple el orden de los factores no altera el producto, en asuntos económicos, políticos y sociales sí.
No es ocioso señalar que algunas de las medidas que se han venido tomando están creando mucha incertidumbre e inseguridad en los cubanos, no solo por su contenido contradictorio, sino también porque vienen acompañadas por la ambigüedad del discurso y las acciones, por las inconsecuencias en las decisiones, por la persistencia de regulaciones absurdas de todo tipo fácilmente desmontables, por la actividad obstruccionista de la burocracia y por el predomino de la línea retardataria-sectaria en la prensa nacional radial, escrita y televisiva.
Algo más está quedando claro: el sectarismo, el pensamiento único y sacralizado, la visión parcial de unos pocos creídos con el dominio absoluto de la verdad, están muy distantes de lo que necesita la sociedad cubana contemporánea, por lo que va siendo hora ya de ampliar el diálogo que sostienen Gobierno e Iglesia Católica para la excarcelación de reclusos y extenderlo a un intercambio democrático directo, sin exclusiones, con el amplio espectro político y social que existe en el país, más allá del PCC y por fuera de las tradicionales estructuras existentes, teniendo en cuenta que el eventual aumento de las tensiones sociales pudiera servir a los interesados en crear situaciones de las que solo pudiera salir beneficiado el enemigo histórico del pueblo cubano: el imperialismo norteamericano.
En un país de 12 millones de habitantes, no es justo, ni democrático, ni martiano, ni socialista que los representantes de un partido, con menos de medio millón de militantes, sean los que decidan el curso futuro de la nación.
No obstante, no perdemos las esperanzas de que se abra el diálogo amplio necesario, con todos, que lo que se discuta y apruebe en el VI Congreso ya no sea lo mismo que vimos en esos lineamientos y que tengan mayor presencia las medidas de estimulo positivo a partir de una mayor participación de todos los trabajadores y demás cubanos en todos los aspectos relacionados con la producción y reproducción de su vida económica, política y social.
Se trata ahora de seguir trabajando para aprovechar esta oportunidad en función de lograr que las medidas neoliberales e improcedentes postergadas, sean cambiadas por otras de carácter democrático y socializante.
La lucha, desde el contradictorio seno del proceso revolucionario, por un socialismo más participativo y democrático, continúa.
Socialismo por la vida.