Por Marina Sitrin
Sentir el poder: 14 de octubre, 6 am en la Plaza de la Libertad (NY)
Lágrimas, de nuevo.
Lágrimas de las mejores que puede haber.
Lágrimas de inspiración – creada por el poder del pueblo.
Las lágrimas comenzaron a las 6 am en la Plaza de la Libertad, o, mejor dicho, con una multitud de miles en y alrededor de la Plaza de la Libertad. El torrente de la solidaridad literalmente ha llenado la plaza y ha desbordado sus límites. Me siento exhausta, y abrumada de emoción.
No sabía que el poder del pueblo podía generar tal sensación abrumadora. Es un escalofrío, un temblor que al mismo tiempo es increíblemente poderoso –cada cual siente el poder compartido con el resto- y también algo que da un poco de miedo –sentir cuánto poder se genera por el simple hecho de juntarnos, hombro a hombro-.
Al lograr lentamente hacerme camino entre las multitudes populares, la mucha gente que arribaba desde medianoche, anduve junto con mis lágrimas y mis escalofríos. Me abría paso en zigzag entre grupos de gente muy joven, adolescentes o veinteañeros, mucha gente con piercings y otras personas que claramente iban temprano hacia sus trabajos, algunos incluso vistiendo jackets. Había también gente mayor, abuelas y abuelos, y muchísimos de las edades intermedias. Todxs vestían de modos distintos, y eran de diferentes razas y etnicidades. Algunos grupos vinieron juntos, pero la mayoría parecía haber llegado como individuos, o acompañadxs de unx o dos amigxs. Había muchxs sindicalistxs, les reconocía por sus camisas y gorras, pero no parecían “movilizados” sino llegados por su cuenta, como tantxs trabajadorxs “de base” lo hacían cada día.
Vi montones de viejxs amigxs y compañerxs, como si se tratara de una reunión… sólo que todxs estábamos ahí para utilizando nuestros cuerpos prevenir el desalojo de nuestra Plaza.
¡Nuestra Plaza! Un sitio que ahora era aclamado por decenas de miles de gente de Nueva York, y de gente de todo el país. Una Plaza que se organiza por democracia directa y decisiones a través de asambleas. Una Plaza que mantuvimos y abrimos al pueblo ya hoy por tres semanas.
Por cuanto iba vagando por fuera de la Plaza –era imposible penetrar a su interior, por estar desbordada de pueblo- lograba intermitentemente escuchar a la asamblea general. Había pocas oportunidades, ya que el micrófono del pueblo traía los mensajes ya mediados por cuatro y aún cinco olas. El número de olas (las veces que se repiten las frases) indica sólo cuán largo es el grupo.
Las más de las noches tuvimos dos olas, correspondiendo a 500 personxs. Tres olas hacen como 1000. Y cuatro, al menos 1500…
Esta mañana, las olas humanas repitieron la invitación del grupo de trabajo para la acción directa de unirse a ellxs uniendo las manos y manteniendo la Plaza. La respuesta fue un rotundo aplauso. Sin discusión, debate ni indecisiones. La gente no sólo apoyaron la propuesta con gritos, silbatos y haciendo alborotar en el aire los dedos de las manos alzadas al cielo, sino también con sus cuerpos. Al aproximarse las 7 am -la hora a la que el Alcalde y Brookfield Properties dijeron que entrarían con la policía a la plaza para sacar a la gente-, el pueblo permanecía imperturbable.
Ahí, junto con al menos cinco mil más, esperamos lo que habría de suceder. Estábamos listos para cualquier cosa que esas palabras pudiesen significar. Pero lo que estaba claro era que nuestros cuerpos hablaban. El pueblo permaneció en la Plaza. El pueblo permaneció alrededor de la Plaza. Nuestra Plaza.
Y entonces, con el micrófono del pueblo, en cinco olas de palabras extendiéndose, justo antes de las siete de la mañana, nos llegó la nueva.
Ellos claudicaron.
Nosotrxs vencimos.
¡Poder del pueblo!
Un nuevo día en la vida de la Ocupación llegaba rápido, tan súbito como tomarme una siesta.
Es simplemente maravilloso, Marina. Ojalá te llegue la energía y fuerza que te enviamos a ti y a la gente de New York desde aquí, desde esta islita donde algunxs estamos pendientes de ustedes.
Están haciendo poesía, que es quizás lo más poderoso que pueda oponerse a ese sistema de opresión y verdadera barbarie.
Abajo el capitalismo! Abajo los monopolios! Poder pal pueblo!