La teología de Francisco es la de Amós, más que la de Marx

Icono Cristiano-ortodoxo del Profeta Amós

Por Juan Arias

“El papa es más de gestos y símbolos, de ejemplos personales, de denuncias al poder, que de defensa de ideologías ultrapasadas”

A casi un mes de pontificado, los teólogos de la liberación andan un tanto desconcertados con el papa Francisco. ¿Pueden considerarlo o no como uno de ellos? De hecho las preguntas más inquietantes acerca del nuevo papa, el primer latinoamericano, cuna de la Teología de la Liberación, se refieren a su teología.

No es fácil encuadrar la ideología religiosa de Francisco. Los teólogos de la liberación, incluido Leonardo Boff, máximo exponente de dicha teología en América Latina, lo han recibido con un aplauso. Por ahora. Otros mantienen aún sus dudas. Lo cierto es que cada papa ha expresado un tipo diferente de teología. Ha habido papas tridentinos, tomistas, agustinianos, aristotélicos, enrrocados más en la teología que se elaboró tras haberse echado la Iglesia en manos del Imperio Romano y haber heredado de él pompa y poder, que en la teología pura y llana del evangelio. Que fue la de Francisco de Asís.

Las teologías de laboratorio, que mal rozan lo social se pierden en las famosas discusiones bizantinas y medievales, como la que pretendía saber si los ángeles tenían sexo.

La teología de Jesús de Nazareth fue doble. Con los pobres usó la teología de la felicidad: no soportaba su dolor ni les pedía que se lo ofrecieran a Dios para ganarse el cielo. “Curaba a todos”, dicen los textos sagrados. Y a los muertos los resucitaba. Multiplicaba el vino en las bodas para que siguiera la alegría y no imponía ayunos y penitencias a sus discípulos como hacía Juan Bautista. Con los poderosos, su teología era diferente. Usaba con ellos la teología de la “denuncia y del ejemplo”. Gritaba al rey “No te es lícito”. Y decía a los suyos: “Los que se visten de seda están en los palacios reales”. El vestía como los pobres. La forma que Jesús usaba contra lo que el marxismo llama de estructuras injustas, no era ideológica, ni de incitación a la lucha de clases. Era testimonial. Curar a un leproso, cuyas llagas eran vistas como castigo divino, era la mayor bofetada al poder tanto civil como religioso. Como lo era el lavar los pies a los apóstoles. O defender a la adúltera contra los fariseos que pedían su lapidación en nombre de la ley judaica.

Y Jesús poseía, en medio a su fuerte sentido de justicia hacia los arrinconados por el poder, una no menos fuerte fe en que Dios estaría siempre de parte de los últimos y no en los salones del poder. Dios sería siempre la garantía de los pisoteados por las injusticias sociales. La teología del papa Francisco parece nutrirse menos en la esencia de la Teología de la Liberación, que se inspiró, en su nacimiento, en la ideología social del marxismo que ve en las estructuras del poder la causa del mal del mundo.

La teología de Francisco se nutre más en la teología del profeta Amós, aquel pastor que ni siquiera pertenecía a la casta de los profetas y que fue quién con más dureza arremetió contra los mecanismos de explotación y opresión campesina llevados a cabo por los reyes opresores. Amós, sin embargo, arremetió tanto contra las injusticias sociales como contra los pecados de idolatría de su pueblo. Y para él, al final, como para Jesús ocho siglos después, Dios seguiría siendo el verdadero libertador de los oprimidos. No cabía en Amós, ni en el profeta de Nazareth, la moderna teología del ateísmo. Dios seguía siendo el centro de la vida: para castigar al opresor y para proteger al oprimido. Amós fue llamado el “profeta de los pobres”. Curiosamente como hoy Francisco es llamado el “papa de los pobres”. En esta vertiente, Francisco se enlaza con una parte de la Teología de la Liberación, que coloca como prioritaria la “opción por los pobres”.

Quizás se distancie de los instrumentos tomados por dicha teología del marxismo para luchar contra la injusticia social. No en vano, en sus conversaciones con el rabino Skorka, Bergoglio, le recuerda varias veces al profeta Amós y sus invectivas contra los poderosos de su tiempo y la defensa a ultranza de la justicia y de los perseguidos y “triturados” por el poder. Le dice Francisco al rabino que si los sacerdotes y obispos de hoy “usaran el lenguaje del profeta Amós” la misma Iglesia “se escandalizaría”, dada la dureza de sus palabras contra los opresores de los campesinos pobres de entonces.

A los teólogos de la liberación les gusta Francisco porque pide a la Iglesia que se “manche los pies de barro” en la búsqueda de los más desamparados. Quizás les guste menos cuando afirma que las ideologías, tanto del comunismo como el capitalismo, son igualemente idolátricas. El comunismo deifica su ideología absolutista y el capitalismo la explotación de los recursos, arrodillándose y haciendo que nos arrodillemos ante el dios del consumo. En ambos extremos, Dios aparece ausente.

En Francisco hay más evangelio que ideología; le interesan sobre todo las lágrimas de los oprimidos. Y Dios, para él, como para los profetas bíblicos, sigue siendo la garantía de esperanza libertadora de los pobres. Francisco es quizás más Amós que Marx, en su lucha contra las injusticias sociales. Para Francisco, la religión, vista y practicada en la línea del profeta Amós, no es el opio de los pobres sino su garantía de redención.

Es posible que las caravanas de pobres de América Latina entiendan mejor la teología “amosiana” de Francisco, enjugador de lágrimas y misionero de periferias, que la teología de la Liberación, que aún habiendo hecho la opción primordial por los pobres, sigue en este continente, más cercana a las clases pensantes que a las que luchan por el pan de cada día.

El arzobispo brasileño, Helder Cámara, gran defensor de los oprimidos, solía decir, criticando al poder: “Cuando doy comida a los pobres, me llaman santo. Cuando les pregunto por qué tienen hambre, me tildan de comunista”. Tenía razón. El problema es que hoy el comunismo está más preocupado en defender su poder y sus privilegios que en interesarse por qué hay aún gente que sigue pasando hambre. Quizás sea eso lo que advierta el papa Francisco que está inaugurando en la Iglesia una nueva teología, hecha más de gestos y símbolos, de ejemplos personales, de denuncias al poder con nombre y apellidos, que de defensa de ideologías ultrapasadas.

Publicado en El País (11 de abril de 2013)

Desde Venezuela: Respuesta de una hija a un amigo Palestino que le dice que para ellos Chávez era un héroe.

Por La hija
Querido Flaco,

Yo no comulgo con ningún gobierno, yo no comulgo con el poder. Somos muy débiles, los seres humanos. En mi país hay una “guerra” de ricos y pobres. Toda la vida ha sido así. Las diferencias sociales han sido abismales. La opulencia del venezolano con dinero de toda la vida es tanta, que es vulgar. Camionetas, casas enormes, aviones, yates, fiestas. En mi país siempre ha sido más importante lo que tienes que lo que eres. En mi país se le dice “mono” al que no tiene, al pobre, a la mayoría. Y es terriblemente doloroso. La prepotencia del rico, el maltrato, el desprecio y sobre todo la indiferencia hacia el pobre ha creado una brecha irreconciliable y con razón. Esto es así desde la colonia, esto ha sido así desde siempre y necesariamente tiene que cambiar.

Comparto 100% las ideas del proceso. Confío plenamente en las personas que se involucran, en los colectivos que trabajan en los “cerros” con las comunidades más necesitadas. Admiro y respeto a los que están trabajando entregados por un cambio y por dignificar a mi país.

Pero mi querido amigo, los ricos de ahora son rojos y están en el poder. Son los terratenientes, los de las casas, yates, aviones y fiestas. Son los que hacen negocios con las multinacionales y se mantienen y van chupando gracias al discurso chavista. Estos hombres que ahora tienen el poder, en el fondo no son diferentes a los otros. Solo que han cambiado el discurso y engañan al pueblo haciéndoles creer que ellos están allí, mientras se demarcan con poder y dinero, igual que antes, igual que siempre. Además, no se aceptan críticas, porque cualquiera que critique, que no piense igual es enemigo.

La autocrítica es lo más sano que puede tener un proceso, es lo que hace que se rectifique y se retorne a la esencia del ideal. Sin la autocrítica este movimiento, según yo, se ha convertido en un movimiento de fanáticos.

Y tú sabes muy bien sobre la maldad y la bondad. Tú conoces muy bien el ego del héroe buenísimo. Tú conoces muy bien al oportunista.

El movimiento social sí que existe. Está vivo. Es profundo y está en los “cerros”, en los pueblos. Es mucho más que posiciones, discursos y promesas, son acciones.

Por otro lado, me niego a que me ubiquen. Me niego a que me definan buena o mala, chavista o escuálida porque me guste o no un líder.

No creo en esto. Creo que los seres humanos somos tan complejos, creo que es imposible definir nada en estos tiempos. Hay demasiados matices. Este tiempo, para mí, es el tiempo del trabajo colectivo. No creo en líderes, no creo en “ismos”.

Chávez se hizo gracias a los medios de comunicación, ha sido un personaje mediático. Él ha dicho exactamente lo que muchos queríamos escuchar. Y más allá de la crítica estúpida y superficial, Venezuela es un país que va por un camino incierto, en donde la corrupción, los abusos de poder, el narcotráfico, la delincuencia, la violencia, la impunidad, los negocios con las trasnacionales (quizás las gringas son más bajo perfil, pero destacan significativamente las Chinas y Rusas) siguen siendo protagonistas en su gobierno.

La gran fuerza de Chávez, lo que lo ha hecho grande ha sido el haberse enfrentado con los “poderosos”, con los neoliberales, con los sionistas, como dices tú, con la hipocresía de Europa, pero para mí, esto ha sido más otro show, otro hacernos creer, otro espectáculo más de esta sociedad superficial y mediática. Yo lo veo así, es una guerra de poder. Aquí no importan ni las personas, ni nada. Importan los recursos y los gobiernos y los líderes mediáticos que nos siguen manipulando, para que sigamos creyendo. Mientras los verdaderos amos del mundo siguen llenando su arcas.

El trabajo difícil realmente es ser coherente. Que nuestras palabras sean consecuentes con nuestras acciones. Es mi opinión.

Te quiero y te extraño,

La hija

Tomado de blog El Libertario

Homenaje a héroes afrodescendientes de Cuba

Redacción IPS

Desde 2006, cada año la gente de la Habana Vieja recuerda a los cinco héroes negros

La Habana, 28 nov.- El homenaje para reivindicar en la historia de Cuba a los cinco héroes negros que encauzaron una protesta armada en 1871 tuvo lugar el 27 de noviembre. Estos hombres salieron en defensa de los ocho estudiantes de Medicina, fusilados por la metrópoli española el mismo día, un hecho histórico conmemorado oficialmente cada año.

Participaron en la cita más de 300 personas, entre abakuás (integrantes de una hermandad de la religión afrocubana) habaneros y de la provincia occidental de Matanzas, historiadores, antropólogos, activistas, miembros de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y la población vecina a la esquina de Morro y Colón, en la Habana Vieja.

En el parque de ese lugar de la capital cubana, cayó el más joven de estos hombres negros, cuando contaba apenas 14 años de edad. Allí, se celebra desde 2006 el recordatorio y organizaciones civiles cubanas erigieron un monumento a su memoria, con dibujos abakuá sobre un muro, una tarja, una escultura y frases alegóricas.

Este año organizaron el homenaje tres instituciones diferentes, tanto civiles como estatales: la no gubernamental Cátedra Haydée Santamaría –fundadora de la iniciativa-, el Buró Nacional Abakuá y la UNEAC, para otorgarle la justa dimensión a los sucesos de 1871. También participó la ciudadana Red Protagónica Observatorio Crítico, que lanzó una convocatoria donde calificó a la fecha como el “Día de la Descolonización Histórica”.

El Observatorio Crítico marchó con una tela que decía: "Mucho podemos lograr con organización obrera, barrial, popular. CDR Nº1 (Comité de Desarrollo de la Revolución)"

El homenaje consistió en una peregrinación desde la histórica esquina, atravesando el capitalino paseo del Prado, hasta culminar en el monumento a los ocho estudiantes de Medicina, cerca de la avenida Malecón. En el trayecto, danzaron los íremes o diablitos –íconos abakuá-, al compás de un coro de clave, típico de la hermandad religiosa.

Previamente, en la sede de la estatal Editora Abril fue recordado Andrés Petit, activo reformador de la Sociedad Abakuá, por cuya gestión esta cofradía aceptó la incorporación de hombres blancos, y se convirtió en uno de los primeros espacios cubanos de integración popular y confraternización interracial.

En el acto, Orlando Gutiérrez, miembro del Buró Provincial Abakuá de La Habana, narró su reciente encuentro con un descendiente de los estudiantes de Medicina fusilados hace 140 años. Según Gutiérrez, el familiar consideró insuficiente la divulgación y valoración en el país de los afrodescendientes que participaron en los sucesos de 1871.

Aunque el diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, refirió los hechos en un artículo publicado el 26 de noviembre de este año, el tema continúa ausente en los medios de comunicación del país y en los currículos de Historia de Cuba que se imparten en los diferentes niveles de enseñanza.

Publicado en IPS.

CUBA: Después del sacrificio

Por Yusimí Rodríguez

HAVANA TIMES, 20 nov. – Conocí a Andrés dos meses atrás. A menudo montamos en el mismo ómnibus y conversamos, o más bien lo escucho; a los sesenta años tiene mucho más que yo para contar.

En uno de nuestros viajes juntos le pregunté si había tomado parte en la Zafra de 1970. Sonrió. Quizás por la casualidad que esa tarde llevara consigo una bandera que portó durante aquella zafra. “Participé en esa y otras,” dijo.

Es ingeniero. Impartió clases en momentos de escasez de personal docente. Cumplió nueve misiones internacionalistas. Realizó innovaciones que ahorraron sumas importantes de dinero al país. Ha trabajado durante más de cuarenta años.

Mientras lo escucho, no puedo quitar la vista de su boca. A Andrés le faltan todos los dientes. Pero no es algo sobre lo que pensara preguntarle. Fue él quien tocó el tema en otra conversación.

Se extrajo todas las piezas, porque las tenía en muy mal estado, hace más de seis meses, pero no ha logrado reunir el dinero para hacerse la prótesis: cincuenta pesos convertibles. Solo un poco más que el doble de su sueldo mensual.

Le dije que por el Estado le salía gratis. “Y se puede demorar más o menos el mismo tiempo que llevo esperando, me dice, con la única diferencia de que el material es de pésima calidad.”

 “Los dientes son la presencia de uno,” dice con tristeza. Pero lo apremian necesidades más importantes. El apartamento se le está cayendo encima. Durante mucho tiempo intentó que le asignaran materiales para repararlo. Ahora, nada de eso es necesario, puede comprarle los materiales al Estado, legalmente, en moneda nacional.

“Y dejar de comer, me dice.” Gana casi quinientos pesos. El saco de cemento cuenta 112 pesos. También podría reunir el dinero para comprar una casa; ahora también es posible. Calculando su sueldo y lo que podría costarle un apartamento pequeño de una habitación, solo tendría que ahorrar durante unos quince o veinte años. Apenas tiene sesenta. Continue reading

El poder con el que logramos mantener nuestra Plaza

Por Marina Sitrin

Sentir el poder: 14 de octubre, 6 am en la Plaza de la Libertad (NY)

Lágrimas, de nuevo.

Lágrimas de las mejores que puede haber.

Lágrimas de inspiración – creada por el poder del pueblo.

Las lágrimas comenzaron a las 6 am en la Plaza de la Libertad, o, mejor dicho, con una multitud de miles en y alrededor de la Plaza de la Libertad. El torrente de la solidaridad literalmente ha llenado la plaza y ha desbordado sus límites. Me siento exhausta, y abrumada de emoción.

No sabía que el poder del pueblo podía generar tal sensación abrumadora. Es un escalofrío, un temblor que al mismo tiempo es increíblemente poderoso –cada cual siente el poder compartido con el resto- y también algo que da un poco de miedo –sentir cuánto poder se genera por el simple hecho de juntarnos, hombro a hombro-.

Al lograr lentamente hacerme camino entre las multitudes populares, la mucha gente que arribaba desde medianoche, anduve junto con mis lágrimas y mis escalofríos. Me abría paso en zigzag entre grupos de gente muy joven, adolescentes o veinteañeros, mucha gente con piercings y otras personas que claramente iban temprano hacia sus trabajos, algunos incluso vistiendo jackets. Había también gente mayor, abuelas y abuelos, y muchísimos de las edades intermedias. Todxs vestían de modos distintos, y eran de diferentes razas y etnicidades. Algunos grupos vinieron juntos, pero la mayoría parecía haber llegado como individuos, o acompañadxs de unx o dos amigxs. Había muchxs sindicalistxs, les reconocía por sus camisas y gorras, pero no parecían “movilizados” sino llegados por su cuenta, como tantxs trabajadorxs “de base” lo hacían cada día.

Vi montones de viejxs amigxs y compañerxs, como si se tratara de una reunión… sólo que todxs estábamos ahí para utilizando nuestros cuerpos prevenir el desalojo de nuestra Plaza.

¡Nuestra Plaza! Un sitio que ahora era aclamado por decenas de miles de gente de Nueva York, y de gente de todo el país. Una Plaza que se organiza por democracia directa y decisiones a través de asambleas. Una Plaza que mantuvimos y abrimos al pueblo ya hoy por tres semanas.

Por cuanto iba vagando por fuera de la Plaza –era imposible penetrar a su interior, por estar desbordada de pueblo- lograba intermitentemente escuchar a la asamblea general. Había pocas oportunidades, ya que el micrófono del pueblo traía los mensajes ya mediados por cuatro y aún cinco olas. El número de olas (las veces que se repiten las frases) indica sólo cuán largo es el grupo.

Las más de las noches tuvimos dos olas, correspondiendo a 500 personxs. Tres olas hacen como 1000. Y cuatro, al menos 1500…

Esta mañana, las olas humanas repitieron la invitación del grupo de trabajo para la acción directa de unirse a ellxs uniendo las manos y manteniendo la Plaza. La respuesta fue un rotundo aplauso. Sin discusión, debate ni indecisiones. La gente no sólo apoyaron la propuesta con gritos, silbatos y haciendo alborotar en el aire los dedos de las manos alzadas al cielo, sino también con sus cuerpos. Al aproximarse las 7 am -la hora a la que el Alcalde y Brookfield Properties dijeron que entrarían con la policía a la plaza para sacar a la gente-, el pueblo permanecía imperturbable.

Ahí, junto con al menos cinco mil más, esperamos lo que habría de suceder. Estábamos listos para cualquier cosa que esas palabras pudiesen significar. Pero lo que estaba claro era que nuestros cuerpos hablaban. El pueblo permaneció en la Plaza. El pueblo permaneció alrededor de la Plaza. Nuestra Plaza.

Y entonces, con el micrófono del pueblo, en cinco olas de palabras extendiéndose, justo antes de las siete de la mañana, nos llegó la nueva.

Ellos claudicaron.

Nosotrxs vencimos.

¡Poder del pueblo!

Un nuevo día en la vida de la Ocupación llegaba rápido, tan súbito como tomarme una siesta.