De: Arturo Arango
Como casi todos nosotros, cuando leí la nueva resolución sobre los aranceles aduanales me irrité muchísimo. No hay que argumentar demasiado para demostrar que es abusiva, porque tiene a sus espaldas un mercado desabastecido, de malos productos y altos precios. Como suelo viajar varias veces en el año, la obligación de pagar en cuc (o su equivalente en cup) las segundas y sucesivas importaciones en un año natural me afecta especialmente. Pensé, de inmediato, compartir mi enojo con algunos amigos. Me di cuenta de que no son muchos los que viajan varias veces en el año, y la mayoría, incluso, ni siquiera puede volar fuera de las fronteras cubanas con regularidad.
Tomé conciencia de que mi molestia se debe a que estoy en una posición económica privilegiada, y que lo más justo es desplazarla hacia otras zonas. Por ejemplo: ¿no es previsible que el encarecimiento de las importaciones podrá provocar un alza de los precios en los vendedores particulares? Es una dimensión de esa medida que interesa no solo a quienes podemos viajar regularmente sino a toda la población.
Por otra parte, si el Estado se declara incapaz de abrir un mercado mayorista para los negocios particulares, ¿no debería favorecer las importaciones en lugar de obstaculizarlas?
Por ese camino, llegué al 240% de ganancias que el Estado recauda, como mínimo, de todo producto que comercializa en la red de ventas en cuc. Si las subvenciones, debidas o indebidas, se han reducido de manera notable, si la economía no soporta un crecimiento sustancial de los salarios, ¿no sería justo que el Estado renunciara a esas ganancias desmedidas, al menos, en los productos de primera necesidad?
Como México es el destino de la mayoría de esos viajes que hago regularmente, pedí a un amigo que vive allí una comparación entre precios y salarios. Adjunto el PDF que me envió, que es muy ilustrativo (Comparación del costo…).
Sin embargo, me parece benévolo hacia la realidad mexicana (porque allí muchos viven por debajo del salario mínimo: es la franja que se considera en la extrema pobreza) y, por otra parte, no tiene en cuenta el porciento en que las subvenciones o gratuidades benefician los salarios cubanos, así que me decidí a subsanar este último aspecto.
Supongamos una familia mexicana tiene ingresos mensuales cercanos a los 12, 000 pesos (poco menos de 1000 usd). Esos 12 mil pesos que recibe una familia de clase media, según mi experiencia y lo informado por el amigo, se distribuyen de esta manera:
4 000 alquiler de la vivienda
1, 200 servicios varios (luz, agua, gas)
2,000 transporte
4000 comida y artículos de limpieza
800 otros gastos
En comida y artículos de limpieza estaría gastando el 33% del ingreso mensual.
Consideré entonces que los 20 cuc (y no 25, como se equivoca mi amigo del PDF) del salario medio mensual que gana un trabajador cubano es lo que el Estado determina como suficiente para cubrir gastos en comida y artículos de limpieza (olvidémonos que también tienen que vestirse).
De tal manera, 20 cuc es el 33 % de su ingreso real, esto considerando que el Estado cubriría el otro 77 % (casa, salud, sin considerar el transporte, por ejemplo). Es decir que los 12 mil pesos del mexicano corresponderían a 60 cuc de un cubano, dado que, de acuerdo con este cálculo generoso, el salario medio real de un cubano sería de 60 cuc (1440 cup).
Tomé un ejemplo de un producto de primera necesidad:
En México el kilo de leche en polvo cuesta 74, es decir, que es el 1.85 % del gasto dedicado a comida.
En Cuba el costo de la leche en polvo es 5.75 cuc, es decir, el 28.75% del gasto dedicado a comida.
El dato no puede ser más revelador.
Son solo algunas evidencias para ponernos a pensar y ayudarnos a ejercer nuestros derechos ciudadanos.
Abrazos
AA