Los sujetos están omitidos: Si TÚ produces, NOSOTROS tendremos más ingresos… (poster por el XX Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba, en una calle habanera)
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Coge tu capitalismo cubano aquí! (IV)
Internet y la Metatranca
Por Luis Rondón Paz
Hace un tiempo asistí al debate que convocó la revista Temas, esta vez el tópico fue sobre las “Redes sociales e Internet”, tema que me propició dudas por lo cual me ubiqué en tiempo y espacio para reflexionar un poco lo siguiente:
Según algunos especialistas del tema, en Cuba alegan que el problema fundamental de la desconexión es el bloqueo. Bueno, iré por partes.
Primero me tomare la libertad de opinar brevemente de algunos criterios expuestos, según algunas de las personas autorizadas. Para ellos internet es malo y las redes sociales son algo contraproducente para las personas del país. Algunos ven como peligroso que los jóvenes vean al “Facebook ” como la discoteca y Twitter como espacio de chismes en la red.
Mi pregunta viene de la siguiente forma: ¿Por qué entonces esas redes cuentan con tantxs usuarixs? Porque el crecimiento es diario y no es sólo para chismear o discotequear, ya que el uso que le den lxs usuarixs a estas herramientas tecnológicas esta en el objetivo que busquen. Hay muchas pruebas tangibles de que las redes sociales son más que lo que han expuesto sus detractores nacionales.
Seguimos en el atasco de Internet vs Intranet, donde Internet es lo que esta fuera de Cuba e Intranet es lo que esta dentro. Hay mucho debate inútil sobre si Cuba no tiene Intranet porque eso es una pequeña red, pero ¿acaso Cuba no es una pequeña red comparada con el resto del mundo? Sea pequeña o mediana, por qué la empresa de telecomunicaciones de Cuba (Etecsa) no arma la “internet cubana” (desde el 2006 estoy oyendo el rumor del famoso NAP nacional pero concreto nada aún), pese a estar conectada por un cable de fibra óptica actualmente subutilizado, según informaciones proporcionadas de algunos especialistas del tema.
Quisiera ejemplificar la pertinencia de esta red con un ejemplo:
Este es un especialista en contabilidad que gana 600 pesos al mes, tiene dos empleos uno de profesor y otro en una empresa x en la cual tiene acceso a Internet, pero el necesita hacer una gran parte de su trabajo en casa ya que como esta la mayor parte del tiempo ocupado con los números en su trabajo apenas tiene tiempo de entrar a Google, sin contar que el acceso a redes sociales esta prohibido porque esto implica que la fuerza de trabajo este empleando el tiempo en otra tarea ajena a la producción.
Esta problemática se desglosa de la siguiente manera. Según mi análisis, este obrero en su casa no tiene teléfono fijo y para obtener el número debe pasar por un proceso burocrático extensivamente agotador.
Primero debe solicitar a la dirección de la empresa una carta dirigida al Poder Popular para que este se dirija a la dirección de Etecsa, entonces la empresa otorgue al Poder Popular las disponibilidades -con nombre y apellidos- de las personas elegidas para obtener el aparato, teniendo en cuenta que en muchas ocasiones es una gestión perdida ya que siempre dicen en la mayoría de los casos que “no hay pares”, aunque existen unos dispositivos que a través de un cable pueden sacar hasta 4 números por la variación de las frecuencias en las que se pueden dividir la señal por la que transita un número telefónico. Sin embargo si esta persona hace un contrato con esta misma empresa en CUC, al mes ya el tiene el dichoso cable con un número telefónico asignado, sin hablar de las especulaciones que se hacen al respecto -si pagas aproximadamente 1 000 CUC- tendrás garantizada la instalación del mismo equipo.
Estos dos son prohibitivos teniendo en cuenta que la conversión del Cuc a por el Cup es uno por cada veinticuatro y no necesariamente tiene que ver con el bloqueo externo que las telecomunicaciones sean prohibitivas para los que necesitan hacer el uso de ellas. Otro dato interesante, la telefonía celular es igual de asfixiante, pero la gente tiene una inmensa necesidad comunicarse por lo que las corporaciones imperialistas que tienen el control del monopolio en infocomunicaciones ofertan y regulan a su propia conveniencia sin dar elementos objetivos de por qué tan restrictivos precios, solo hacen campañas en aras de incentivar la inflación y enriquecerse no importa el precio ya que como esta no tiene competencia no corre el riesgo de quebrar.
Bueno ya está identificado el problema de por que no se puede tener teléfono, ahora está el problema de la computadora. En las tiendas estas se venden con precios prohibitivos, sin embargo, existe una élite no profesional que vive de la circulación del dinero, obtienen este medio al instante sin saber que hacer con el y el que está directamente en la “producción” no puede por la prohibitividad del mismo que no concuerda con su salario.
Ahora el acceso a Internet:
¿Cómo se pretende otorgar acceso a Internet a la mayoría de las personas si uno de los problemas fundamentales no se han resuelto aún? Teniendo en cuenta lo prohibitivo que es el acceso a teléfono fijo y los medios de cómputo, supongamos que el personaje fue tocado por “la gracia divina” y se ganó una herencia, pudo comprar por la izquierda la linea para el teléfono fijo y por la derecha el ordenador, pero ahora necesitaría el acceso a la red de redes.
¿Cómo lo hará si para obtener acceso a esta los mecanismos reiteradamente siguen siendo igual de prohibitivos?
¿Qué tienen que ver estos precios con las limitaciones, por qué no se puede potenciar la explotación y uso productivo de la “Internet cubana”? Me parece que esto no representa un gasto tan alto. ¿Será que existe una tendencia de disfrazar la incompetencia de algunos funcionarios con mecanismos prohibitivos que en vez de sacar adelante el desarrollo tecnológico del país y potenciar una eficiencia mayor de las fuerzas productivas, lo que refuerzan es el estancamiento por medio de regulaciones prohibitivas de acceso al libre movimiento en las autopistas del “saber” con el fin de explotar a los clientes y obtener una mayor ganancia?
¿Entonces en definitiva cuál es el objetivo o cómo se pueden materializar los objetivos del tan cacareado programa de la informatización de la sociedad cubana?
¿Quién tiene que levantar las barreras para que estos objetivos puedan ser tangibles?
¿Para el cumplimiento de estos las intenciones son facilitar o prohibir?
Tomado de Espacio Cr0
Colaboradores
Por Rogelio M. Díaz Moreno
El otro día tuvimos una visita especial.
Era un compañero que se encuentra cumpliendo una misión de esas que hace el personal médico cubano en los países allende los mares, y estaba de vacaciones por unos días aquí en La Habana. Nos contó muchas cosas interesantes.
Para empezar, los cuentos sobre otros países son siempre atractivos. El asunto ese de viajar a lo desconocido, más en un país como Cuba donde el hecho mismo del viaje es algo tan complicado. El interactuar con culturas diferentes, con otras perspectivas de vida, otros patrones de comportamiento, lenguaje, estética, gastronomía, en fin, siempre hay muchas cosas que aprender. Y la parte de atender médicamente a otras poblaciones, salvar vidas, aliviar sufrimiento siempre una experiencia excepcional, ya sea con los compatriotas de uno o con seres humanos de otros países.
Eventualmente llegamos al asunto prosaico del dinero. Les están pagando, nos refirió, doscientos dólares mensuales. Además, les acumulan poco más de cien pesos convertibles aproximadamente equivalentes a dólares adicionales, en una cuenta aquí en Cuba. Por otra parte, nadie les ha dicho oficialmente cuánto recibe el Estado cubano por su labor aunque, extraoficialmente, se dice que la cantidad es de siete mil quinientos euros al mes.
No me extraña, entonces, que nadie se anime a decirles la cifra oficial, ni así fuera la mitad de eso. Aprendan, Rockefeller, Bill Gates, que ustedes son unos niños de teta en eso de exprimir el trabajo de sus empleados. Uno saca una cuenta burda, más de siete mil euros de ganancia al mes, por veinte y cuatro meses, da ciento sesenta y ocho mil euros, que se embolsa el gobierno. Los colaboradores recibieron, entre tanto, menos de ocho mil; de los cuales, la mayor parte la habrán gastado en sustentarse a sí mismos en aquel país en condiciones bien modestas.
Puede argumentarse que el presupuesto del gobierno cubano atiende muchos fines sociales, y sería verdad. Pero ese presupuesto no sale del aire, sale del fruto del trabajo de personas como estos colaboradores, y parecería justo que a los que más aportan en las difíciles condiciones de dejar atrás familia y hogar, les tocara un poco más. Y la parte más ultrajante de este chiste: cuando estos compañeros regresen finalmente a la patria, luego de cumplir la misión, va a seguir existiendo un susodicho que les diga que no tienen derecho a reclamar derechos acá en Cuba, mejores salarios, posibilidad de viajar y demás, porque siempre estarán en deuda con la Revolución, que les ha dado educación y salud gratis.
La cuestión salarial
Debatiendo las reformas en Cuba: notas sobre un artículo de Camila Piñeiro
Por Armando Chaguaceda
HAVANA TIMES – Un artículo reciente de la joven académica cubana Camila Piñeiro Harnecker pone nuevamente en discusión las posturas intelectuales y políticas que se dirimen en los debates en torno a las reformas en curso en la isla.
A diferencia de otras clasificaciones más ambiciosas –que relacionan la figura del intelectual con los roles (auto)asumidos en el debate público- Camila prefiere enfocar su mirada sobre los posicionamientos en relación con los tipos de socialismo, las agendas reformistas y las visiones institucionales existentes en la Cuba actual, los que resume bajo el manto de tres enfoques: estatista, economicista y autogestionario.
Un esfuerzo valioso y valiente -dos cualidades no siempre hermanadas- que se agradece, tanto a la autora como a la revista que lo acogió.
Se trata de un texto más que pertinente, pues arroja luz sobre los proyectos de país que pugnan por concretarse a través de las soluciones dadas a problemas nacionales.
Problemas que abarcan la relación mercado-plan -y la naturaleza de este ultimo-, el vínculo entre participación laboral y eficiencia empresarial, la contraposición entre quienes defienden los cambios como mero incremento de un control estatal eficaz, los que lo identifican con una mayor presencia social del mercado y aquellos que apostamos por el lugar que, por derecho, debe tener la población organizada -en tanto vecino, trabajador, consumidor y ciudadano- en la definición de las agendas y rumbos políticos del país.
Detrás de la clasificación que ofrece Camila se esconden no solo apuestas técnicas sino, ante todo, proyecciones ideológicas, íntimamente relacionadas con las “formas de existencia” del intelectual público.
Camila realiza una útil exploración sobre los rasgos de cada una de las tres posturas, con el acierto de reconocer la existencia de hibridaciones y de una compleja correlación de fuerzas, entre estas propuestas, en la arena nacional.
Las críticas que hago al documento son varias y puntuales.
Primeramente, creo que su título puede prestarse a la confusión, pues más que ser estas posturas “visiones que animan los cambios”, solo dos de ellas – la estatista y la economicista- se inscriben empíricamente dentro del tipo de reformas en curso.
La autogestionaria constituye una postura cívica y analítica con muy limitada incidencia real; quizás con la excepción de la anunciada extensión del cooperativismo urbano. Medida sobre la cual habrá que esperar un poco para evaluar su potencial autogestivo dentro de los marcos de un mercado distorsionado -bajo los efectos de una planificación autoritaria- y frente a un aparato estatal acostumbrado a los ucases y la injerencia directa en el tejido socioeconómico.
Otro déficits del enfoque -que se salva únicamente si aceptamos el análisis de Camila como un mapeo de posturas dentro de una amplísima (y a ratos vaga) apelación al socialismo- es que en el texto no se reconoce que estas tres tendencias no son las únicas plataformas y escenarios posibles o deseados por sectores de la población y de las propias elites.
Se obvia la existencia de cuotas importantes de gente que aceptaría el total desmontaje del régimen vigente y su sustitución por una economía de mercado desregulado y una limitada democracia afín al enfoque liberal clásico.
La autora también olvida, al emplazar a la burocracia media como responsable del estatismo, que esa tendencia -hoy hibridada con los aportes economicistas- es el horizonte de toda la dirigencia del estado cubano, desde su cúspide a la base.
Al presentar el fenómeno latinoamericano –que Camila conoce bien por su experiencia de investigación en Venezuela y dado el profundo conocimiento de realidades del continente legado por sus progenitores- la autora tiende a absolutizar sus aristas positivas, las cuales son ciertas y abarcan las políticas participativas, la innovación constitucional y el apoyo a la economía social desplegados en durante la pasada década en varios países de la región.
Sin embargo, obvia que desde hace varios años junto a la tendencia participacionista, democrática y popular, ha ido cobrando fuerza un estilo de hacer política personalista, autoritario y crecientemente desconfiado (y lesivo) respecto a los derechos y autonomía ciudadanos, que hace mella en los avances de ese progresismo en varios países andinos integrados al ALBA.
En Venezuela, por ejemplo, esta tendencia es notoria desde el fallido intento de Reforma Constitucional de 2007, o en los cambios en la legislación y las políticas relacionadas con los Consejos Comunales, que restringen la autonomía de estos y los sujetan más al control presidencial y partidario.
También se aprecia en la aprobación de Decretos Leyes que atentan contra lo estipulado en la Constitución de 1999, así como el avance de la estatización frente a las inicialmente promovidas experiencias cooperativas, de control obrero y cogestión, ahora descalificados como formas capitalistas. Todo lo cual evidencia que el Socialismo del Siglo XXI ha repetido viejos errores del socialismo estatista vigente en Cuba.
Y es que aun cuando las posibilidades de lucha democrática –por las vías institucionales y ciudadanas- sean infinitamente mayores a las de la isla, se está echando demasiado vino nuevo en odres viejos. Eso es lo que explica el descontento de parte de las bases chavistas y los avances de una oposición que pugna por recuperar sus posiciones. Experiencia que no puede ser desconocida por quienes apuestan por los nuevos procesos latinoamericanos como legado útil para los cambios en nuestro país.
Por último, creo que seguir contraponiendo lo participativo con lo representativo –como hace Camila en su texto- puede entenderse como un recurso retórico y práctico para enfatizar la necesidad de nuevas instituciones donde la ciudadanía decida sobre la Política Pública, pero ello es una fórmula científica y empíricamente inexacta.
La democracia contemporánea o es ambas cosas (participativa y representativa) –y además debe llegar a ser también deliberativa, económica, etc.- o no es. Lo que habría que atender es, creo, a la calidad de esa participación y representación.
Y los socialistas cubanos debemos tener muy claro ese asunto, por lo ilustrativos que son los problemas de participación en nuestros Consejos Populares y los déficits representativos de la tristemente llamada Asamblea Nacional.
Que alguien como Camila -joven, intelectualmente preparada e insertada en la institucionalidad científica del país- haya ofrecido este texto es una excelente noticia. Revela que la precaria esfera pública nacional no solo está poblada de diletantes sin agenda, conspiranoicos por encargo y justa rebeldía huérfana de programas y esperanzas.
Al compartir sus ideas, Camila (y gente como ella) se inscribe en la rica y añeja tradición criolla de debate político, desoyendo los criterios -cínicos o cansados- que aconsejan “hacer una carrera exitosa” y “no buscarse problemas”. Y ofrece a las ciencias sociales cubanas –y al socialismo- otra oportunidad para ser parte del mañana nacional.
Publicado en Havana Times: http://www.havanatimes.org/sp/?p=70181
El orden de los factores es otro…
Por Félix Sautié Mederos
La situación económica en Cuba a pesar de los esfuerzos que se han estado realizando con la aplicación de los lineamientos económicos y sociales aprobados por el VI Congreso del Partido, no acaba de despegar. Los resultados concretos que se anuncian así lo demuestran aunque algunas interpretaciones oficiales se empeñan en matizarlos. Los objetivos previstos para el Primer Semestre del año, no se han cumplido en tanto que se anuncia un crecimiento económico ascendente a un 2.1 % en este período de tiempo que no llega al previsto incremento que se propuso para el 2012 de un 3.4%. Los planes de producción de azúcar no se cumplieron, la cosecha del arroz tiene incumplimientos reconocidos en la prensa oficial y los informes planteados por el Ministerio de la Agricultura en la Comisión Agroalimentaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular expusieron importantes incumplimientos en los planes de producción de alimentos que resultan de importancia estratégica para la reanimación de la economía cubana; específicamente se refieren a 16 productos, en especial hortalizas, papa, frijoles, arroz consumo, leche de vaca, cítricos frescos y tabaco torcido para la exportación (*).
Estos resultados y cifras fueron divulgados como parte de los resúmenes e informaciones sobre la reciente sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, e inclusive han sido comentados por algunos especialistas en temas económicos y no voy a extenderme más al respecto porque en definitiva fundamentan mi planteamiento sobre que la situación económica del país no acaba de despegar. Al respecto es importante tener en cuenta además que a partir del planteamiento en el 2007 por el Presidente Raúl Castro de la necesidad de efectuar cambios estructurales y desmontar las prohibiciones absurdas, expresados durante un discurso suyo que constituyó una señal de esperanzas para mi y para muchos, han transcurrido 5 años y la situación presenta pocos logros y un extendido hastío. ¡Qué más quisiera yo que se produjeran resultados verdaderamente esperanzadores!, porque vivo adentro de nuestras fronteras, he entregado mi vida a la lucha por la equidad distributiva y la justicia social con la cual me encuentro comprometido. ¿Cuánto más habría que esperar aún?; me pregunto, para que se creen sinergias y espacios efectivos de solución de nuestros problemas que nos permitan pasar de la fase de las palabras, los propósitos y los estudios a largo plazo, a la de las medidas efectivas que estimulen a las personas en vez de acusarlas constantemente de faltas de disciplina y de las consecuencias de los problemas que mayoritariamente crean los burócratas de la política y la economía; entre quienes por demás, aparecen periódicamente manifestaciones de corrupción que nos son anunciadas en los propios medios oficiales y que no se puede decir que las inventamos nosotros.
Por otra parte coincido plenamente con lo expresado por Pedro Campos en un último artículo suyo en el sentido que no “se puede considerar contrarrevolucionarios y agentes del imperialismo a los que promueven cambios pacíficos en la economía y la política, ni mucho menos a los que critican la lentitud, falta de coherencia y de sentido socialista en las políticas del gobierno-partido…”. Pienso sobre este planteamiento que cuando se cierran los espacios de crítica y de autocrítica se acelera la autodestrucción de los procesos sociopolíticos y a la larga se produce la debacle social y en la realidad se llega a bordear el precipicio. También en este sentido, quiero referirme a lo publicado por la Revista católica “Espacio Laical” en su reciente editorial “TRABAJAR POR CUBA: DERECHO DE TODOS” con el que coincido de conjunto y muy en especial con su planteamiento de que “Se hace necesario precisar que Cuba no es solo su Estado, sino también su sociedad”; así como con su exhortación final: “Llamamos a abdicar de las diatribas sin fundamento, de la descalificación y del descrédito contra los proyectos emergentes y sus líderes. Solo el respeto, el diálogo y la audacia de reconocer el derecho del ‘otro’ a trabajar por la patria cubana, serán capaces de encaminar el país hacia el sueño martiano de una Cuba ‘con todos y para el bien de todos’…”.
En este orden de pensamiento debo decir que coincido con la necesidad urgente de trabajar todos sin exclusiones de ningún tipo por la creación de una Cuba mejor y posible, ese propósito es incuestionable, con especial énfasis además en la no violencia, en el respeto a los derechos humanos inalienables, en la eliminación de todas las prohibiciones absurdas a las que me he referido ampliamente en mis crónicas y artículos; en la liberalización de las capacidades productivas y creativas de todos los cubanos; por la paz y la distensión internacional así como por el reencuentro, la reconciliación nacional, el diálogo y la concertación entre todos los cubanos para la solución pacífica y sin violencia de los complejos problemas que estamos enfrentando. No es mucho lo que puedo hacer desde mi tercera edad, pero por Cuba lo entrego todo, muy en especial mi apoyo moral y espiritual a trabajar por la patria cubana sin omisiones onerosas. Considero que nadie podría cuestionar estos propósitos con honradez, porque hacerlo sería un verdadero suicidio político.
Debo añadir también que en mi criterio, no hay que supeditar a que se aumenten la producción y la productividad para mejorar la retribución de los trabajadores al objeto que puedan sustentarse por sus propios esfuerzos sin tener que recurrir a otras prácticas extemporáneas; porque el orden de los factores, de acuerdo con los conceptos básicos marxistas, comienza por estimular primero al trabajador para que esos estímulos creen una concordancia positiva entre los intereses particulares y generales de la sociedad a los efectos de crear un clima de creación, trabajo y desarrollo sin imposiciones ni miedos inducidos. El orden de los factores por tanto, es otro y no el que se ha planteado oficialmente. Así lo pienso y así lo expreso con mi exhortación de poner por delante los intereses del pueblo; por una Cuba con todos y para el bien todos como la soñó José Martí. Finalmente reitero mi mayor respeto por cualquier pensamiento diferente al mío. fsautie@yahoo.com
(*) Ver “Una cadena que termina en la pesa y en la mesa”, Juventud Rebelde 22 de julio 2012, página 6.
Publicado en Por Esto! el lunes 6 de agosto del 2012 http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=183630
Sobre ciertas tablitas y supuestas gratuidades
Por Rogelio M. Díaz Moreno
Desde la semana pasada están saliendo en nuestro inefable periódico Granma, al menos en la versión impresa, unas tablitas reveladoras de lo que piensa el gobierno cubano de su pueblo. Bajo el encabezamiento de Tu servicio de salud es gratuito, pero, ¿cuánto cuesta? se expone cada día una relación de servicios médicos, acompañados por un costo calculado hasta el último centavo que, se infiere, asume el Estado cubano para que el paciente nacional tenga asegurado el servicio.
Pocas bromas se pueden ejecutar tan ultrajantes como la de estas tablitas. El supuesto bajo las mismas es que los ciudadanos de este país somos privilegiados por disponer de dichas prestaciones sin tener que abonar su precio, y por tanto deberíamos prodigar infinitamente alabanzas y agradecimientos por nuestra suerte. Lo que no dice este periódico, es todo un otro montón de cosas que transforman mucho el supuesto anterior.
A mí me saltó a la vista, en primer lugar, un detalle que casi podríamos llamar colateral. El precio asignado a las consultas para los pacientes oscila entre 40 y 90 pesos cubanos (CUP). Pues bien, uno se pregunta en qué se basaron quienes calcularon tal cifra. Porque el médico que realiza la tal consulta no gana más de 25 CUP en un día de trabajo en el que atiende, fácilmente, a más de treinta pacientes. Supongamos, razonablemente, que sea apoyado por un enfermero o enfermera, que gana menos; tal vez se usen una torundita y una palita de madera como depresor de lengua en cada turno que costarán centavos; se usa un local de una instalación que, por mucho que haya costado su construcción a veces, anterior al año 1959 y mantenimiento, se diluye mucho su descapitalización entre cada uno de los millones de pacientes que atiende a lo largo de su vida útil. Sume una lámpara eléctrica y un aparato de aire acondicionado que estén encendidos unos veinte minutos; más un estetoscopio y una pesa que igualmente brindan servicio a burujones de personas. Todos estos gastos no ascienden ni la a mitad del costo que se pretende representar. No es que esté absolutamente seguro de que el total sea falso, pero para cubrir el faltante solo se me ocurre adicionar los costos de la burocracia con sus mecanismos de control, de organización del control, de la centralización de lo controlado y de la organización de lo controlado para centralizar lo organizado controladamente.
También se pasa por alto olímpicamente que hay otros países donde se ofrecen igualmente servicios médicos de buen nivel y en los que no hay que abonar nada al momento de recibir la atención, gracias a un sistema de impuestos que recaudan esos Estados. Allí, rigurosamente, la atención médica tampoco es gratis, porque la pagan todos los ciudadanos con sus contribuciones al fisco. Si el sistema nacional de propaganda que manipula nuestra prensa nacional quiere usar estas tablitas para convencernos de la necesidad de pagar impuestos, que lo haga con sinceridad.
Nota de humor escatológico: en la relación incluyen algo llamado “análisis parasicológico (en heces fecales)”. ¿Se comunicarán telepáticamente con una caca? ¿Moverán un tibor por telekinesis?
Ahora vamos a lo fundamental. Yo y un montón de conocidos estamos hartos de que se nos agiten en la cara este tipo de facturas, como si fuera el regalo de una bondadosa divinidad que no nos pide nada a cambio. Esta idea es absolutamente falsa, pues dicha divinidad bien que nos exige trabajar para ella por la totalidad de nuestras vidas, a cambio de unos salarios que resultan inverosímilmente precarios, aún ante los estándares de países de desarrollo económico no muy alto. Para poner un ejemplo: el salario mínimo en Ecuador anda por los 160 USD mensuales para hablar en una moneda que todos entendemos. En Cuba, el salario mínimo no supera los 12 USD. Ese profesional altamente calificado que atiende en la consulta cuya gratuidad nos echan en cara, puede que reciba a fin de mes la extravagante cifra de 30 USD. Un maestro de escuela, un ingeniero, un técnico, un obrero, reciben salarios del orden de los 20 USD. Son estas personas, por cierto, que sobreviven de una manera difícilmente concebible en otros países, quienes con su trabajo mantienen al sistema funcionando, las escuelas dando clases, los hospitales atendiendo pacientes, el agua y la electricidad llegando a las casas, etc.
Si generalizáramos la cifra intermedia de 20 USD y asumiéramos que las personas trabajadoras en Cuba tienen el derecho a un salario mínimo de Ecuador, podríamos calcular que el Estado de aquí paga un salario mínimo como el que pagan allá, pero descuenta de oficio el 87.5 % del mismo como impuestos. Impuestos abonados ya, ahora mismo, sin contar con los nuevos gravámenes que contiene una nueva y tenebrosa Ley Tributaria que aprobaron por unanimidad los parlamentarios de la Asamblea Nacional en el pasado mes de julio, sin que los electores conozcamos todavía muchos detalles. Por lo que uno ha recibido en las clases de historia, ni el más rapaz de los señores feudales les arrebataba tal porción a sus siervos. Con esa clase de mordida, bien que le tendría que alcanzar a quien la capitaliza para ofrecer a la población cubana, no ya servicios médicos sin costo adicional, sino hasta cruceros gratis a la Isla de Pascua. Huelga decir que si, después de despojarnos de esa manera del derecho a sufragarnos una vida decorosa con nuestro trabajo, todavía nos quisieran cobrar los servicios de Educación y Salud de cuya gratuidad tanto se jactan, el pueblo se iba a lanzar a las calles a poner fin al gobierno.
Y para colmo, han escogido un pésimo momento para hacer ostentación de su generosidad. Ya que quieren sacar las cuentas de lo que cuestan las cosas, desafío a los decidores y calculadores de costes y cuentas a que hagan una tablita similar, pero con lo que ha costado cada una de las medallas que tanto los enorgullecen y que se obtienen en los eventos deportivos como la presente olimpiada de Londres. A ver si esas preseas del luchador, la yudoca y el tirador no salieron más caras que si se hubieran comprado de oro puro en Tiffany´s, después que uno calcule la retahíla de millones que absorbe la pirámide del alto rendimiento que sostiene esos pináculos. Pero en un país con tantas necesidades irresueltas como el nuestro, ni siquiera esos propagandistas farisaicos tendrían la gandinga necesaria para reconocer el precio del entretenimiento chovinista que le ofrecen al pueblo y, en su lugar, prefieren adular sus propias conciencias con las cuentas de unas gratuidades que nadie, sino los trabajadores cubanos mismos, somos los que abonamos a fin de cuentas.
Descarga sobre Aduana y 240%
De: Arturo Arango
Como casi todos nosotros, cuando leí la nueva resolución sobre los aranceles aduanales me irrité muchísimo. No hay que argumentar demasiado para demostrar que es abusiva, porque tiene a sus espaldas un mercado desabastecido, de malos productos y altos precios. Como suelo viajar varias veces en el año, la obligación de pagar en cuc (o su equivalente en cup) las segundas y sucesivas importaciones en un año natural me afecta especialmente. Pensé, de inmediato, compartir mi enojo con algunos amigos. Me di cuenta de que no son muchos los que viajan varias veces en el año, y la mayoría, incluso, ni siquiera puede volar fuera de las fronteras cubanas con regularidad.
Tomé conciencia de que mi molestia se debe a que estoy en una posición económica privilegiada, y que lo más justo es desplazarla hacia otras zonas. Por ejemplo: ¿no es previsible que el encarecimiento de las importaciones podrá provocar un alza de los precios en los vendedores particulares? Es una dimensión de esa medida que interesa no solo a quienes podemos viajar regularmente sino a toda la población.
Por otra parte, si el Estado se declara incapaz de abrir un mercado mayorista para los negocios particulares, ¿no debería favorecer las importaciones en lugar de obstaculizarlas?
Por ese camino, llegué al 240% de ganancias que el Estado recauda, como mínimo, de todo producto que comercializa en la red de ventas en cuc. Si las subvenciones, debidas o indebidas, se han reducido de manera notable, si la economía no soporta un crecimiento sustancial de los salarios, ¿no sería justo que el Estado renunciara a esas ganancias desmedidas, al menos, en los productos de primera necesidad?
Como México es el destino de la mayoría de esos viajes que hago regularmente, pedí a un amigo que vive allí una comparación entre precios y salarios. Adjunto el PDF que me envió, que es muy ilustrativo (Comparación del costo…).
Sin embargo, me parece benévolo hacia la realidad mexicana (porque allí muchos viven por debajo del salario mínimo: es la franja que se considera en la extrema pobreza) y, por otra parte, no tiene en cuenta el porciento en que las subvenciones o gratuidades benefician los salarios cubanos, así que me decidí a subsanar este último aspecto.
Supongamos una familia mexicana tiene ingresos mensuales cercanos a los 12, 000 pesos (poco menos de 1000 usd). Esos 12 mil pesos que recibe una familia de clase media, según mi experiencia y lo informado por el amigo, se distribuyen de esta manera:
4 000 alquiler de la vivienda
1, 200 servicios varios (luz, agua, gas)
2,000 transporte
4000 comida y artículos de limpieza
800 otros gastos
En comida y artículos de limpieza estaría gastando el 33% del ingreso mensual.
Consideré entonces que los 20 cuc (y no 25, como se equivoca mi amigo del PDF) del salario medio mensual que gana un trabajador cubano es lo que el Estado determina como suficiente para cubrir gastos en comida y artículos de limpieza (olvidémonos que también tienen que vestirse).
De tal manera, 20 cuc es el 33 % de su ingreso real, esto considerando que el Estado cubriría el otro 77 % (casa, salud, sin considerar el transporte, por ejemplo). Es decir que los 12 mil pesos del mexicano corresponderían a 60 cuc de un cubano, dado que, de acuerdo con este cálculo generoso, el salario medio real de un cubano sería de 60 cuc (1440 cup).
Tomé un ejemplo de un producto de primera necesidad:
En México el kilo de leche en polvo cuesta 74, es decir, que es el 1.85 % del gasto dedicado a comida.
En Cuba el costo de la leche en polvo es 5.75 cuc, es decir, el 28.75% del gasto dedicado a comida.
El dato no puede ser más revelador.
Son solo algunas evidencias para ponernos a pensar y ayudarnos a ejercer nuestros derechos ciudadanos.
Abrazos
AA
Es hora de cumplir promesas
Por Rogelio M. Díaz Moreno
Un eco que podríamos encontrar sugestivo en la pasada sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular lo constituyó el Dictamen de la Comisión de Salud y Deporte, sobre el informe de rendición de cuenta del Ministerio de Salud Pública cubano. Para nadie es un secreto que el Minsap ha llevado a cabo un proceso de ajuste presupuestario, con el objetivo de aliviar la carga económica que representan las conquistas de salud alcanzadas en este país, consideradas por el gobierno cubano como más onerosas de lo soportable.
Pues bien, en el informe presentado se destaca un dato elocuente, según reportó oportunamente el oficialista periódico Granma. El dato de marras se refiere al monto de lo ahorrado por distintos conceptos de racionalización, reorganización y esto no lo dice, pero lo podemos inferir por el proceso de despido de fuerza laboral considerada como redundante y menos idónea. El total de dinero salvado se sube hasta los dos mil millones de la moneda cubana.
Qué interesante.
En el informe se revelan otras informaciones que también merecen ser tomadas en cuenta. Por ejemplo, destaca que en los últimos 4 años se ha mantenido la tasa de mortalidad infantil por debajo de 5 por 1 000 nacidos vivos; se encuentran controladas 30 enfermedades transmisibles, 15 están eliminadas y 11 presentan baja incidencia. Se resaltan los resultados del trabajo cubano en materia de vacunación y se enfatiza en los logros de vacunas fabricadas a nivel nacional. A mí me viene a la mente que la alta esperanza de vida de la población cubana, alrededor de 78 años, también se puede añadir a esta lista.
Aún cuando a la población cubana le queden muchas razones para no estar satisfecha, es razonable pensar que, dentro de los distintos sectores de la economía y la sociedad, ningún otro pueda ostentar resultados mejores que este de la salud. El cubano, por lo menos, tiene asegurado llegar a viejo. Y si en lo que llega a una edad avanzada lo tratan con algunas deficiencias en algunos hospitales, compare con otras áreas a ver si en esas no le va peor. Por ejemplo, salga a tratar de abordar un ómnibus en la hora pico, y después me dice cómo está el transporte. O pase por un agromercado y compare los precios de la agricultura con el poder adquisitivo de un salario promedio. La atención médica gana por nock out a la del dependiente de la tarima, pues por lo menos encuentran su enfermedad, el tratamiento en el hospital es gratis y la medicina, casi siempre, está muy barata en la farmacia.
Y si todos estos resultados se mantienen es, por supuesto, fruto del sacrificio y el trabajo del personal que trabaja en los centros de atención. No del trabajo de los burócratas en climatizadas oficinas, sino del médico, el técnico y el enfermero que a veces vemos que tienen mala cara sobre todo si llevan 24 horas seguidas de una guardia no pagada que pueden tener alguna brusquedad o dejar tirada a una paciente en la sala de espera de un hospital porque el SIUM la busca en el lugar equivocado; pero que también salvan vidas cotidianamente con complicados y minuciosos tratamientos, a cambio de un paupérrimo estipendio y el reconocimiento sentido del paciente y la familia. No está de más recordar, de paso, que los médicos que se sacrifican por años, alejados de su familia gracias también al sacrificio colateral de los que asumen la carga de trabajo de aquellos de conjunto con la propia, son además la principal fuente de ingresos económicos del país.
Así que no debería resultar sorprendente que nos planteemos, en este momento, el tema del salario del personal de salud pública. ¿No dice el periódico que se mantienen todos esos logros e, incluso, que mejoramos? ¿No mencionan clara, inequívocamente, que esto se consigue con menos recursos? ¿Eso no implica que la productividad, la eficacia, la eficiencia y todos esos términos, aumentan y mejoran en este sector? ¿Nuestras autoridades no han repetido una y mil veces, que ese era el requisito necesario para subir los salarios?
Yo he querido sacar unas cuentecitas sencillas. Para empezar, recuérdese que en los últimos 6-8 años han subido tanto los precios de venta de mercancias del Estado, que si los salarios suben un 30%, a lo mejor ni siquiera recuperan el poder adquisitivo de antes de aquello, que ya era insuficiente para ganarse la vida, según reconoció el general en Jefe, Raúl Castro. Aunque no sé el personal total que trabaja para el Minsap, supongamos que sean 200 mil trabajadores en toda Cuba, entre todos, médicos, enfermeros, técnicos, personal de servicios, etc. Bien, los dos mil millones ahorrados por el recorte de presupuesto, alcanzan para una subida de hasta 800 pesos más de salario al mes. Nada desdeñable, compensa las subidas de precio y mejora un poco más la situación del trabajador. Suponiendo que sean más los trabajadores, pues tocamos a menos, pero siempre da para un buen alegrón a la familia cubana.
Esto no se podría tachar de dinero despilfarrado y perdido, de ninguna manera. Para empezar, el cubano no tiene otro lugar donde gastarlo que no sea en las instituciones estatales o en chinchales de cuentapropistas que pagan altos impuestos y adquieren, también del Estado, los insumos necesarios para su actividad. Así que ese dinero terminaría regresando casi completo, de nuevo, a las arcas del Estado, pero dinamizando alegremente la economía nacional. Esto podría verse como una suerte de política de keynesianismo, el mismo que tan enfáticamente se le recomienda a otras naciones capitalistas que capean su propia crisis económica con recetas de austeridad. De paso, se contribuye un poco con los ideales de justicia social que tanto han sufrido y parecen medio relegados en asuntos de remuneración y empezamos a ser un poquito más consecuentes con aquello de a cada cual, según su trabajo que hasta ahora, a los que trabajamos en salud pública, no se nos aplica.
Entonces, como hemos visto, como se ha dicho en el Parlamento, la productividad y la eficiencia del trabajo en el sector de la salud ya creció. Sería hora, entonces, de ver si el Estado tiene intención de hacer buena su promesa de subir los sueldos en estas condiciones.
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