Bienvenidos los cambios en Cuba, pero ¿quién los controla?

Por Orlando Pérez Zulia

Afortunadamente, parece que nos sacudimos la modorra y numerosas medidas correctoras se han anunciado o bosquejado públicamente en este contexto: por conducto del diseño y consolidación de los lineamientos, de trascendentes discursos y de declaraciones asiladas a cargo de algún ministro, funcionario o periodista. Algunas, pocas, ya se han concretado. Sin embargo, la información disponible se ha caracterizado por su vaguedad, por su carácter fragmentario, y por estar débilmente articulada en una estrategia global transparente.

La lentitud del proceso para traducir estos afanes a un plano operativo es inquietante, puesto que genera decepción en algunos e irritación en otros. Pero esto no es lo que más preocupa. Lo que promueve altos niveles de alarma es que la naturaleza real de algunas iniciativas (es imposible saber cuántas y conocer su calado) apenas se vislumbra: los pocos datos disponibles se tienen a veces gracias a la aparición de inocultables indicios; otras, porque no se puede evitar que sean comunicadas en (o para) el extranjero; y otras más porque resulta inaplazable dar alguna información que neutralice o atempere la impaciencia popular.

Se trata de hechos reales de los que se tienen datos confusos, pinceladas informativas o rumores no exentos de credibilidad. Tal es el caso del reordenamiento financiero en torno a ETECSA, que habría pasado a ser enteramente gestionada por las FAR; del plan del puerto del Mariel, que mueve cantidades astronómicas de recursos; del oblicuo cambio de estatus político administrativo de Varadero, que de manera subrepticia ha pasado a no regirse ya por las leyes vigentes para los demás municipios; de un nebuloso movimiento en el negocio inmobiliario; de la construcción de suntuosos campos de golf en sitios desconocidos y de la vigencia de un semisecreto —más secreto que semi— entramado de empresas para buscar dinero a toda cosa sobre cuyas estructuras se conoce poco o nada. Tal es el caso, por poner algunos ejemplos expresivos de su diversidad, de Labiofam, empresa que de pronto ha pasado a comercializar supuestos medicamentos, publicitados a bombo y platillo, sin el aval del MINSAP (e incluso, a contrapelo de su posición oficial), de las agencias que rentan automóviles a los turistas, acaso la más próspera cueva de ladrones que jamás se haya consolidado en nuestro país, o del complejo empresarial PALCO, otra madriguera cleptocrática, que esquilma a cuantos extranjeros pasan por sus dependencias. Continue reading