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Experiencia zapatista

Comparto algunas apreciaciones particulares sobre el EZLN.

Por años me involucré en un proyecto «autogestivo» con comunidades zapatistas de Chiapas, dicho proyecto hizo que conviviera regularmente con militantes del EZLN; bases de apoyo, milicianos e insurgentes.

En un comienzo, el acercamiento con el EZLN fue muy entusiasta. Llegué con la certeza, gracias al discurso zapatista, de que en las comunidades rebeldes se practicaba un comunalismo indígena bastante cercano a la Idea Libertaria. Con rapidez pude comprobar, que el comunalismo se encuentra limitado por mecanismos de control.

Dichos mecanismos de control, al interior del zapatismo, son el resultado de las relaciones jerárquicas entre la estructura militar zapatista y sus bases de apoyo, a las cuales se les impone la dominación.

El principio de esa dominación descansa, al contrario de lo que afirma la propaganda, en las asambleas. Las asambleas comunitarias son controladas por los cuadros políticos, los cuales las manejan a su conveniencia. A quienes disienten del consenso asambleario se les aisla, llegando incluso a excluírseles de la vida social. En vez de que el asambleismo sirva a la colectividad para la toma de decisiones, se le utiliza para informar de decisiones previamente tomadas por los mandos. Es así como la dirigencia guerrillera impone la línea a seguir, al tiempo que sus incondicionales adquieren poder en la comunidad.

La interferencia militar en la vida comunal trajo constantes conflictos, muestra de ello es la creación de las Juntas de Buen Gobierno como medio para disminuir el poder de la estructura militar. Con lo anterior, las bases zapatistas reconocieron la naturaleza nociva de la burocracia armada e intentaron alejarla de su vida cotidiana. Sin embargo, los cuadros políticos se mantienen dentro de las comunidades como un medio de dominio.

Algo evidente dentro del territorio rebelde es la existencia de explotación laboral. Derivadas de la posesión de la tierra, hay marcadas diferencias sociales al interior de las comunidades; por un lado, algunos zapatistas son propietarios de tierras de cultivo y cuentan con suficiente capital para ocupar trabajadores; y por el otro lado, muchos zapatistas no cuentan con una parcela propia, lo que les obliga a servir como jornaleros a sus propios compañeros de organización.
El hecho de que en territorio rebelde se tolere la explotación, contrasta con la propaganda zapatista de recuperación de tierras y su Ley Agraria Revolucionaria.

A propósito de lo anterior narro una anécdota:

Sucedió en la comunidad donde se encuentra el Consejo Indígena de conocido Municipio Autónomo Rebelde Zapatista. Me abordó una persona que solicitaba ayuda para alimentar a su familia, afirmaba no poseer una parcela propia, ni tener empleo. Comprobé que la historia era cierta y que aquella persona no recibía ayuda del EZLN, debido a que el poblado (base de apoyo) al que pertenece, había sido aislado por disputas de poder. Aquella comunidad fue excluida de los servicios sociales que los zapatistas dan a sus militantes.
Además, en el único sitio donde podía ser empleado se le negó el trabajo. Aquel sitio, donde se le impidió laborar, se encuentra en la comunidad sede del Consejo Indígena, se trata de un predio dedicado a la producción agrícola comercial, que cuenta con tecnología agrícola y transporte de carga. En el lugar laboran jornaleros zapatistas que reciben una pobre paga. El dueño es un militante zapatista que goza de prestigio, gracias a sus vínculos con la dirigencia armada y a que en varias ocasiones ha tenido un cargo comunitario.

Habrá quien excuse la incongruencia de afirmarse anticapitalista y alentar un capitalismo indígena. Quizá también haya quienes justifican la existencia de métodos represivos, como lo son las cárceles.

En territorio rebelde existe la reclusión. Cada caracol zapatista tiene su prisión. Se argumenta que es parte del sistema de justicia zapatista. Más bien es parte del mecanismo de control que la organización zapatista aplica a sus militantes. No es casualidad que, la mayoría de la veces, la reclusión se ejerce contra lxs insumisas. Menciono a quienes miré en el encierro; alcohólicos, jóvenes acusados de pretender alcoholizarse, personas que reñían, adolescentes que iban a una fiesta sin autorización, una mujer que abandonó a su marido … La cárcel es el reflejo de la jerarquización.

Una característica muy marcada del zapatismo es el trato hacia las mujeres. Los mismos zapatistas han reconocido que, en el pasado, el trato hacia las mujeres no fue el indicado. Por ello afirman que, ahora su organización aplica la Ley Revolucionaria de Mujeres, donde se les reconocen derechos. La verdad es que la organización zapatista tiene un carácter patriarcal. Antes mencioné el caso de una mujer presa, una muestra del poder del patriarcado, aunque no el único. El grueso de los varones zapatistas miran a las mujeres como objetos y las tratan como tales. Son constantes las denuncias de acoso y agresión sexuales, contra mujeres indígenas y visitantes. Al respecto mencionaré dos casos:

  • Una visitante que fue atacada sexualmente por tres sujetos, mientras paseaba con su bebé en un caracol zapatista. La autoridad indígena nada hizo.
  • Durante el recorrido de La Otra Campaña, importante mando zapatista acosó sexualmente a algunas mujeres. Al hacerse la denuncia ante los adherentes, estos recomendaron discreción.

 

Tampoco puedo pasar por alto la costumbre de cazar animales, incluso en peligro de extinción. Los insurgentes relatan con gusto como asesinan monos sarahuatos y a sus crías, abundan narraciones en las que familias de monos son exterminadas. Testimonios de tapires masacrados en los potreros. Pesca con explosivos. Captura y comercialización de guacamayos. Sin faltar el cotidiano sacrificio de animales de granja.

Las prácticas autoritarias del zapatismo, me parece, tienen su origen en: la tradición cristiana propia de las comunidades zapatistas; y en la organización marxista-leninista de la que procede el EZLN.

Al visitar las comunidades zapatistas, hay que afinar la mirada y descubrir indicios de prácticas autoritarias. Aunque la dirigencia restrinja el acceso a la vida orgánica de las comunidades, es posible romper el encanto de la retórica zapatista y descubrir la realidad que se oculta con lindas palabras.

@tlapil

cachumbambé

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