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Lanzamiento de Antología de Poesía Anarquista en Bogotá

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Aca el prólogo: http://www.vargarquista.blogspot.com/2013/05/antologia-de-poesia-anarquista.html

 

Antología de Poesia Anarquista (prólogo).

 Prologo de la antología de poesía anarquista en dos tomos. Lanzamiento en junio 2 del 2013 en la Feria del Libro Anarquista en Medellín. Lanzamiento el 19 de junio del 2013 en A seis Manos en Bogotá.
 Insumisos, insurrectas, subversivos, rebeldes, insurgentes, conspiradoras, revolucionarios, agitadoras, libertarios, anarquistas… los ha habido en todas las culturas y desde tiempos inmemoriales, incluso, en aquellos lugares donde el terror ha campeado poderoso y altivo, instaurando el prejuicio como su mejor arma para sostener los anhelados “equilibrios”. De esos particulares personajes, nos han contado las mitologías, los relatos épicos, los tratados históricos, los textos religiosos, y no precisamente para exaltarlos o recordarlos con respeto y dignidad; por el contrario, para iniciar con ellas la reseña de los proscritos y enjuiciar sus actos como entorpecedores de los imaginados “paraísos perdidos”.

PRECARIZACION LABORAL

Al ver el panorama que nos enfrentamos a diario las trabajadoras, se siente la distancia que hemos tomado de aquellas épocas en que trabajar significaba estabilidad, paga justa y ambientes laborales sin acoso. Aunque no debemos ni queremos endiosar el trabajo de hace algunas décadas, que a pesar de lo bueno los patrones no dejaban de quedarse con la ganancia que generábamos, si se siente necesario reflexionar sobre como han empeorado las condiciones. Los que entramos al mercado laboral en el siglo XXI no notamos la diferencia, por que al final estas condiciones han sido todo lo que hemos conocido, pero aquellos que ya tenían trabajo antes de los noventas bien podrán recordar que la década que siguió a la constitución significó un cambio radical en el ambiente laboral. Con las luchas a lo largo del siglo XX se habían logrado una jornada de ocho horas, primas legales que compensaban en parte nuestro esfuerzo, contratación cuando no indefinida si mayor a un año, seguridad social costeada por los empleadores, inclusive en algunos espacios se logro ganar guarderías para nuestros hijos, restaurantes para las trabajadoras y ayudas en caso de muerte de algunos de y familiares. Al ver como nos contratan hoy todo esto parece un país europeo, pero no, no era Dinamarca, eran cosas que habíamos logrado aquí en Cundinamarca, en la costa, en el Cauca… pero: ¿que paso entonces?.

Anarquismo y Derecho

El propósito de este escrito1es identificar la pertinencia de la critica anarquista al derecho autoritario (que es el que sustenta actualmente la legislación estatal), desde una visión de lo que podríamos llamar un derecho anarquista, es decir, aquel basado en la libertad, la autonomía y la solidaridad. En un primer momento parecería contradictorio juntar en la misma frase la palabra derecho y anarquismo, y cualquier abogado o anarquista conservador tendería a denunciar a aquel que osara juntar sea bien la máxima expresión del orden con su antítesis, o bien el símbolo de la opresión con aquel de la libertad. Pues no hay nada más justo que defender el discurso herético, aquel que no se enquista en lugares comunes y en comodidades simples tanto para la teoría como para la práctica.
Si al derecho lo entendemos como el sistema normativo que escoge un grupo social para gestionar sus relaciones colectivas, aquel que le permite buscar la armonía social en el ejercicio colectivo, y al anarquismo precisamente como una propuesta de gestión social basada en la autonomía y la solidaridad (entre muchas otras cosas) tendríamos que ser conscientes que la anarquía podría interpretarse como una de las propuestas de normatividad que ha sido elaborada tanto en teoría como en las relaciones sociales por la humanidad. Ya para este momento me deben haber quitado la posibilidad de admisión a una carrera de derecho, así como el ingreso a uno que otro concierto de punk, pero teniendo en cuenta que ninguna de estas me trasnochan, me quedo recordando mejor una de las frases del anarquista colombiano Alfredo Gomez Muller: No hay que confundir la anarquía con anomia, Es decir, no es un sinónimo de eliminación de la normatividad (como si tal cosa fuera posible) sino de construcción de una distinta, que parte de una postura antiautoritaria.
De hecho, tampoco puede confundirse el derecho con el estatismo, es decir, no puede reducirse el principio de normatividad a una forma de organización política y jurídica como lo es el Estado moderno, ya que esto desconocería la historicidad propia de éste, y al mismo tiempo caería en discursos del tipo fin de la historia que tanto académica como intelectualmente resultan mediocres. El derecho ha existido mucho antes que las leyes escritas, y durará mucho después que se dejen de escribir. Su razón de ser es la existencia de sociedades humanas que regulan su vida cotidiana, y esta regulación no ha sido siempre basada en la existencia de un órgano burocrático centralista y autoritario, y por más normalizado que tengamos al Estado éste solo es propio de un momento concreto, y su existencia depende de procesos históricos en el que todxs estamos involucrados, por lo tanto pensar en la superación del Estado por formas menos autoritarias no resulta irreal sino urgente. El cambio de las estructuras sociales (y por ello las jurídicas) es inevitable, y eso nos lo ha enseñado el neoliberalismo en las últimas décadas, la pregunta es hacia donde queremos que se dirija ese cambio.
Algo que hay que resaltar en esta misma linea es que no todas las normas y por lo tanto no todo el derecho en nuestra sociedad atraviesa la legislación estatal, o el intento de control minucioso que intenta hacer éste de nuestras vidas. Constantemente en nuestra familia, en el barrio, en la universidad y en los distintos lugares que transcurre nuestra vida se establecen normas que buscan garantizar la armonía, y aun estamos en un momento en que la espectacularidad de la norma escrita no le gana al trato cotidiano; En la vida del día a día estamos negociando y renegociando comportamientos, de tal forma que podamos mantener nuestra participación en los colectivos a los que pertenecemos. Evidentemente el poder de la coherción y del convencimiento hace que la ley escrita y los designios estatales medien muchas de nuestras relaciones, pero nunca llegan al punto de colonizar completamente los espacios de encuentro social, afortunadamente.
En este sentido, el anarquismo es tanto una crítica al derecho liberal que sustenta el actual sistema basado en la organización estatal y en la economía de explotación capitalista, como una propuesta de sociedad basada en el apoyo mutuo, la autogestión el federalismo y las relaciones horizontales en general. En la medida que el anarquismo es una propuesta antagónica a la actual organización social, los y las anarquistas buscamos no solo criticar los postulados autoritarios sino además ir construyendo en nuestra vida cotidiana ese mundo nuevo que llevamos en nuestros corazones (Como lo diría en su momento Buenaventura Durruti) y por eso para nosotrxs más que ser únicamente una filosofía religiosa el anarquismo es una estrategia de transformación cotidiana en el plano personal y en el social.
¿PeroporquenoaceptarelEstadodesdeunaperspectivanormativa?PararesponderestapreguntatendríanqueponerseenevidencialafalsedadquesustentaelEstadocomounacuerdoalquehemosllegadocomosociedadcomoformadegestionarnuestrosasuntoscolectivos.CualquieraquereconozcalahistoriadelaformacióndecualquierEstado,podráidentificarenellaquemásqueserunacuerdocolectivoésteterminasiendounaparatoburocrático impuestoporlaviolencia.Hastaacánohabríaqueexistirningúndesacuerdo,yaquelahistoriatradicionalplanteaelnacimientodelestadocomounaliberaciónviolenta (sea por independencias o por derrocamiento) delasformasmonárquicasqueleprecedían.ElsímboloparadigmáticodelaformacióndelEstadoModerno,queeslarevoluciónfrancesa,nacedelaviolenciadesatadaporelhambreenlascallesdeParis,quellevóalasaltonosolodelaBastillasinoaldesmantelamientoprogresivodelamonarquía.Mientraselpueblopresionabaporuncambioestructural,lasclasesprivilegiadas,tantodelosantiguosterratenientescomodelaburguesíaascendiente,lograronhacerseconelmonopoliodelasfuerzasorganizadasexistentesyconellasgarantizaronlainstauracióndeunnuevoordensocialbasadoenelrespetoindiscutiblealapropiedadprivadaydirigidoporunaburocracialegitimadaenlaleyescritayracional.SivemoselcasodeColombiaalgoparecidosucedió,yesqueenlamitaddelabatallamilitarporlaindependenciasevaconfigurandolarepúblicadelamanodelosterratenientesycomerciantes,quienestrasacabadoelconflictocontraEspañatomaranelcontroldelaproducciónyejecucióndelaleyapartirdeladefensadesusintereseseconómicosparticulares,siendoelEstadoenesaépocaalgomásqueunapéndicedelosinteresesdecaudillosycamarillasprivadas.SideahíenadelanteseganaroncosasparalagentefueapartirdelaluchaquehicieronlaspersonasporarrancarleunpocodeloqueelEstadohabíalegitimadoselesprivara.
ConelnacimientodelEstadomodernoentoncesaparecierondosmitos:elprimero,quehabíasidounacuerdocomúnenelquelosciudadanosdabansusoberaníapersonalaunentequelegarantizaríaelbienestarylaseguridad;yquesufuncionamientoeraparabeneficiaralasociedadcomounentehomogéneo.Nilosciudadanosacordaronalgo,nieranellosunentehomogéneo. CuandoelEstadonació,estuvoclaroaquieresibaabeneficiaryqueharíaconaquellosquenoloaceptaran:allífuecuandoseconsolidótambiénelsistemapenal,comoesemecanismoparaprevenirlainsubordinaciónypromoverelobedecimiento.
VariascreenciaspeligrosasaparecierontambiénconelEstado:laprimeraqueelterritorionoseorganizabaapartirdelasexperienciasdelaspersonasquelosvivíansinoporelcontrolqueelEstadotuvierasobreel,ylasegundaquedentrodeesasfronteraslasleyesteníanquesergeneralesyuniversales,esdecir,laideaquetodxstenemosqueestardeacuerdoentodoytodoeltiempo.Conlaprimerasegarantizóunescenarioprotegidoparalaacumulacióndelcapitalporpartedelasélitesdecadaunodelospaíses,yconelsegundolaideadequehabíaunavoluntadgeneralquedebíaserpromulgada.Porlaprimerasemantuvieronlosejércitosconelobjetivodegarantizarlasoberaníaeindependencia(comosiyaparaesemomentolaspotenciasnohubierandescubiertoformasmássutilesdedominación),yconlasegundasefuecuajandolaideadequeparaidentificarlavoluntaddeestesupuestoacuerdocolectivodeberíanaparecerlosparlamentos.Curiosoquegeneralesycongresistasquehacíanydefendíanlasleyesfueranloshijosdequienesyahabíansidoprivilegiadosen el nacimiento delEstado.
Podríanseguirseescribiendomuchascríticas,peroesinteresantepresentar lo quepiensaapropósitodelovistolapropuestaanarquista.Unodelasgrandesapuestasesvolveralolocal,yvolveraempezardeallí.Noqueremosperdernosenelmardelaciudadaníanacional etéreaquehabladeprincipiosymanifiestosgenerales,nidecartasdederechosqueenlamismabolsametencosasquenosirvenniconvienenatodos.Noeslademocraciavacía,quepartedelarepresentatividaddelnúmeroquelegitimalaelecciónconstantedelosmismoshaciendoelmismotipodeleyes,sinoeslaapuestadelaparticipacióndetodxsapartirdelaaccióndirectacotidianaendondelosacuerdosnacendesdelaespontaneidad,osiesnecesariodeldebatepaciente.Comolaapuestanoesestardeacuerdoentodo,esfundamentalreivindicarladiferenciacreadora,ladiversidadquemultiplicamásquehomogeneiza.Elprincipiodelaarmoníasocialnoesunoestáticonicompleto.Laarmoníapartedelhechodereivindicarmilibertadaserenlamedidaqueelotrotambiénloes,yaunqueestaabstracciónresulteintranquilizadora,nuestravidacotidiananosdemuestraquetalriesgonoexiste.Cuandoennuestrodíaadíanoestamosdeacuerdoconalguien,nohacefaltaquenosdesgastemosconesapersonaparaconvencerlaodejarnosconvencer.Sivamosaescucharmúsicaenunespaciocompartidohaymomentosquecompartimoslostiemposdeprogramarla,otrosenquepodemosponerloquenosgustaytambiénhabráenlosqueescuchemosloquenonosgusta.Sinosllegaseamolestarestansimplequenoslevantaríamosdellugarynosiríamos.Muyseguramenteestononosharáperderanuestrosamigos,sinotenerqueencontrarotras cosasquesocializarenlasquenossintamosmenosincómodoso hastacomplacidos.
Algunxpreguntará:y¿sisoncosasrealmenteimportantes,másqueescucharmúsica?.Puesesmuysimple,cuandoalgoesrealmenteimportanteynopuedesersolucionadoentrelaspartesestotenderáaseralgoimportanteparalacomunidadenlaquesevive,ytienequeserlacomunidadlaqueseencarguedediseñarlasestrategiasparadiscutirloyparasolucionarlodetalformaqueseaviableparatodxs.Perocuidado,nonosreferimosalacomunidadimaginadairrealqueseplanteadesdelaideadelanación,esaestansolounintentoautoritariodeidealizaciónhomogéneadedistintosgruposquenocompartenmásqueelcontroldeunterritorioporunmismoEstado.Nosreferimosalascomunidadesreales,lascercanas,lasejercidas,lasvisibleseneldiaadía,alasquerealmentepertenecemosennuestraprácticadevida. No es que no nos interesen las otras comunidades del mismo territorio, solo que la mayoría de problemas a solucionar se refieren casi siempre a nuestra comunidad más local. EstaresponsabilidadcolectivaeslaquenoshaquitadoelEstadoalhablardelageneraciónyaplicacióndelanormas,cambiandolaparticipacióndirectaporunatanindirectadonde elsentidosepierdeenelcamino.Peroclaro,aunsepreguntara,¿ysiloquenosincumbetambiénloesparaotrascomunidades?Puesesmuysimple,yaquenoesmássinoreplicarelmodeloqueenlolocalhemoselaborado.Sihacefaltacoordinarseconotrxs,esapartirdereconocerlocomoigualdentrodeladiversidad,sinintencióndeobligarleahacerloquequieroosubordinarmeasusdeseos.Paraquetalesobjetivosseancometidos,esnecesarioquesecreenformascoherentesconeseideal,yelanarquismoproponequeasícomoelasemblearismoylaaccióndirectafuncionanparalolocal,lacomunicaciónsinintermediaciónyelfederalismofuncionaranparaloregional.Sibienelpatrioterismonoshahechocreerquesiempredebemos tenerimaginarioscolectivosidénticos,loqueplanteaelanarquismoesque loquenoshacehumanosesprecisamenteladiversidaddeideasyapuestasquetenemos,yesporelloquelaconstruccióndeunrégimenarmónicosocialdebeatravesarporlapacienciadetratardellegaraacuerdoscolectivos,ylasuficientetoleranciaparaaceptarquenoentodotendremosqueestardeacuerdo.Tenerdisensosnoesunproblema,creerquetenemosqueserigualessiqueloes.
Aunasí,todoslossistemassocialestienenquelidiarconpersonasquequieranaprovecharsedelosdemássinconsultar,quenoesténdispuestasaescucharloquesucomunidadconstruye,oquesimplementeporundesordenfísicoopsicológicoafectenalosquetienenalrededor.Lasociedadcontemporánealosintentacontrolarpormediodelsistemapenalbasadoenlaculturadelcastigo.Unaperspectivaanarquistatienequesuperarlanocióndecastigoyadentrarseenladeprevencióny autodefensa(entreotras).Encuantoalaprimera,estácompletamenteclaroquelamayoríadeloscrímenesquesecometenenlaactualidadsonresultadodelasrelacionesinequitativas(seaneconómicas,políticas,degénero)yotrasmássonposiblesporqueeltejidodelascomunidadesestátanresquebrajadoqueesfácilquesenosvulnere.Acabemosconlasprimerasyrecuperemoselsegundoytendremosunabuenapartedelcaminoandado.Aprendamosdenuevoacuidarnosentrenosotrxs,yacabemosconlatoleranciaaladiscriminacióndegénero,supuestarazaosuperioridadesdecualquiertipoygeneraremosunaculturadelaprevenciónaldelito.Aunasí.Lasociedadtienequeestardispuestatambiénadefenderseenlosmomentosenqueleataquen,ydebetenerlacapacidadtantoindividualcomocolectivadehacerlo;claroestá,éstaesunadelasprácticasqueconmáscuidadoyatencióndebeejercerse,porquelafronteraentrelaautodefensaylaagresiónestanminúsculaquemuchasvecestiendeaperderse.Sielobjetivodelosanarquistasesacabarconladominación,estafronteradebehacerseconscienteynopermitirsequeunaagresiónseconviertaenunnuevodominiodefacto.
Poresoesquenohayunaacusaciónmásmentirosaparaelanarquismoque serterrorista,cuandoloquecombateprecisamenteeseso.La esencia del Estado es el terrorismo, es decir, utilizar la violencia pública y mediáticamente con el fin de infundir constante miedo en la gente para que por dolor de las heridas o por miedo a las represalias se comporten de una forma de la que sin tal terror no lo harían. Sin el terrorismo el Estado no es más que un burocracia sin dominio, un perro mueco que puede que ladre pero que cuando muerda no hiere. Con el terror, no solo tiene dientes, sino que están afilados finamente para producir las heridas más sádicas. Y precisamente una de las heridas constantes de ese can del poder es el sistema punitivo y la cultura del castigo en la que se funda. Precisamente en eso es donde converge el movimiento anarquista y el movimiento abolicionista2, en la necesidad de abolir radicalmente la cultura del castigo, y solo será posible con la transformación radical de las estructuras económicas, políticas y culturales que losustentan.
No es apelar a otros castigos (y con ello son tan reprochables los métodos occidentales como lo pueden ser los castigos ancestrales de comunidades indígenas con los látigos o de sectores populares con el linchamiento). El fin último del anarquismo, como se pueden sobreentender también en las propuestas abolicionistas más radicales, es el pacifismo como rector social, basado en la búsqueda constante del consenso pero con el reconocimiento fundamental del disenso, es decir, sociedades en donde la conciliación y la aceptación de la diferencia primen sobre el totalitarismo y el castigo. El anarquismo puede alimentar al abolicionismo y viceversa, el primero dando un contexto social que debe superarse para poder abolir la cultura de la pena, y el segundo dando una noción de realismo al ideal de desaparición del Estado, planteando la pregunta como sería un derecho sin pena, sin castigo y sin Estado. Esta respuesta no la debemos dar simplemente a nivel teórico, sino en la cotidianidad elaborando formas de justicia y comportamiento adecuadas a la libertad individual y colectiva.
El centro del debate no es si la cultura del castigo cumple el cometido para lo que supuestamente está diseñada, sino si la sociedad debe basar la armonía social mediante el castigo, o en cambio cimentar un real contrato social en el apoyo mutuo, la solidaridad y la autonomía. No es si el preso se reeduca, sino por que se comete el crimen, por que hace falta que las personas distorsionen la armonía social cometiendo actos en contra de sus semejantes. En el actual sistema de cosas se asume que quien cumple el delito es una persona que con una racionalidad maligna no respeta los acuerdos sociales (como si las leyes realmente fueran acuerdos), cuando lo que se puede observar desde un análisis sociológico y económico es que muchas veces el delito responde más a la desigualdad social sea esta basada en el monopolio de la propiedad, en las estructuras patriarcales o en el consumismo. Si el problema no es el individuo, sino las relaciones sociales en el que este vive, habría que estar dispuesto a buscar una transformación de esas relaciones sociales y no caer en la inocencia de creer que lo que hay que hacer es cambiar al individuo foco, al síntoma y no a la enfermedad. Ahí es donde se ve la gran diferencia entre el análisis del liberalismo capitalista y el anarquismo comunista. En el primero se asume al individuo como un ente aislado que al procurar su mayor beneficio en momentos comete actos irregulares, y por lo tanto es al individuo al que se debe corregir, mientras que en la segunda se asume a la sociedad como un espacio de desigualdad en el que el delito se comete como resultado de la iniquidad, ya sea como víctima (el que no tiene que comer roba) o como perpetuador (una sociedad tolerante a las relaciones patriarcales promueve hombres adultos agresores de mujeres y niños).
Por lo tanto, un derecho anarquista además de revolucionario en cuanto a sus deseos de cambiar la actual estructura social inequitativa, es una propuesta de tratar de forma distinta al criminal y al delito. Evidentemente no lo niega ni lo desvalora. Lo identifica como un problema que debe ser atacado desde la ética libertaria, es decir aquella que promueve la autonomía, la solidaridad y las relaciones antiautoritarias. No se plantea como una cuestión de penas alternativas, o de cárceles dignas, sino la búsqueda de la eliminación del sistema punitivo, y la cultura del castigo que lo engendra. Es la apuesta por una cultura de la prevención, la autodefensa y la comunidad como estrategias para enfrentar los males sociales. Para finalizar, quiero afirmar que igual muchas de las alteraciones que sufre la humanidad, algunas de ellas catalogadas como delitos son parte de lo que significa ser humanidad, y que así como los desastres naturales o las epidemias son inevitables y tenemos que acostumbrarnos a ellas de tal forma que nos afecten lo mínimo. Con algunas rupturas de la armonía social tenemos que aprender a vivir, no tolerando que sucedan sino aceptando buena parte de su inevitabilidad y apoyando colectivamente a las víctimas (un buen ejemplo son los violadores, podemos controlar la acción de los violadores conocidos, pero será imposible descubrir antes del acto a los nuevos). Por más polémico que suene esto, es mejor el realismo que el idealismo cuando pensamos la acción social.
Una sociedad anarquista no es una sociedad sin delito, pero si una en la que será más sobrellevable el enfrentarlo ya que se hará colectivamente buscando la reconciliación y no la culpabilidad. El anarquismo no plantea un futuro paradisiaco, sino uno en el que las preocupaciones sean distintas a las de estar pensando en como ganarse el pan o hacerse escuchar en la sociedad. Por eso, una sociedad anarquista es el ideal de aquellos que creemos que como comunidad nos merecemos una sociedad cualitativamente más libre, en donde el derecho responda a la libertad del individuo en sociedad, esa es entonces la base del Derecho Anarquista.

Notas.

1Originalmente éste escrito estaba pensado para ser la base de la conferencia Una mirada anarquista del Derechodictada en la Universidad de Antioquia el 14 de Julio por invitación del semillero abolicionistacontra el castigo. Cómo la misma era de tipo divulgativo, la reflexión principal se hizo tras una exposición de la evolución de las ideas y prácticas anarquistas desde su nacimiento hasta la revolución española, y también se hacía una síntesis de lo que es el abolicionismo. Ninguna de estas dos partes se reproducen aquí.
2Para más información sobre el abolicionismo vease: Lecumberry Paz y Restrepo Diana; Con Hulsman, Para avanzar un poco más. El Abolicionismo de la Cultura del Castigo a partir de la obra de Vincenzo Guagliardo; próxima publicación. Algunas de las ideas allí defendidas pueden verse en: http://vargarquista.blogspot.com/2012/06/blog-post.html

Como regar las votaciones para que nos sirvan.

Una de las ilusiones más líquidas de la democracia es aquella de las elecciones. Y si la base de la democracia es la dinámica “participativa” regida por el voto, ya podemos preveer que tan líquida y fácil de derramar es la argumentación de esta perspectiva política. Creo que en muchos lugares se ha hablado de la incapacidad del otro para representar y de la falacia de la intermediación política frente a la necesidad de la acción directa cotidiana de todxs. Es por esto que en este pequeño escrito me concentraré en otras de las limitaciones que le veo a la votación y a la democracia, discusión pertinente especialmente en esta época que nos llaman a votar en las elecciones.

Empecemos por el principio, los candidatos a ser elegidos; A diferencia del imaginario que nos intentan implantar en la escuela con los consejos estudiantiles institucionales -que cualquiera puede ser un candidato elegible- en la sociedad democrática adulta solo en la teoría es cierto que todos podemos ser elegibles. Claro, cualquiera puede ser candidato, pero esa falacia es tan grande como el hecho de que en la sociedad de libre mercado cualquiera puede comprar un Mercedes Benz y vivir en una casa con piscina. En el modelo de representación indirecta no cualquiera puede ser elegido, para poder entrar en una carrera electoral debes tener algunas características para que tu nombre sea recordado o tu propuesta creída. Nuestro sistema político, que no es nuevo, está constituido por un serie de mafias electorales organizadas alrededor de los partidos políticos que funcionan como máquinas de elaboración constante de elegibles, pero estos no son cualquiera de los que integran los partidos: en primera línea siempre encontramos a los hijos, sobrinos, nietos y hasta bisnietos de políticos que han participado en la historia de la nación en esta lógica representativa. Así que estamos llenos aquí y allá de Lleras, Gavirias, Galanes, Rojas y otra sarta de hijos de alcaldes, presidentes y demás que no han visto mejor camino que ganarse la vida como sus padres ya lo había hecho, aprovechándose de los impuestos sociales.

Otra generación de candidatos se ha extendido de la mano del no tan nuevo sistema neo-liberal, y es la de aquellos que se presentan como buenos gerentes, administradores y académicos de la administración pública, todos ellos tecnócratas (poderosos por la técnica) que creen que el problema de la administración parte de asumir los principios de la eficacia, la productividad y la evaluación racional de lo público. Grandes analistas pero profundamente ciegos al ver la realidad que esta mas allá de los modelos teóricos racionales (no todo es solucionable con la ciencia).

Una última tendencia la han tenido reconvertidos políticos, que han nacido en el movimiento social o en el caso de Colombia también en el guerrillero. Aunque muchos de ellos venían previamente de clases medias críticas, también en estos espacios se encuentran auténticos líderes de extracción popular que en su momento decidieron dejar la lucha social y vincularse con la política electoral (y toda la estabilidad económica, cultural y social en general que esta trae). Una vez decidieron por esta vía ingresaron como el resto de los políticos a las mismas dinámicas del clientelismo y corrupción que caracterizan el manejo burocrático de recursos públicos.

Quienes no han pertenecido a estos lugares de origen de sus candidaturas, y estos últimos definitívamente son la minoría, han visto las ventajas de ser político (y hace falta ser ciego o imbécil para no notar la diferencia de trabajar poco y ganar millonadas que obtienen los políticos, a seguir ganándole la vida haciendo horarios laborales completos), o creen de forma honesta en la posibilidad de aportar socialmente al mejoramiento de todxs, desgraciadamente son estos los que más rapidamente encuentran problemas para poder ser realmente elegidos. Pero claro para quedar en la categoría de elegibles tienen que tener la capacidad de: o bien comprar votos directamente o hacer que su nombre y propuesta sean recordados por la gente, y eso en nuestra sociedad del espectáculo no es más que tener la capacidad de montar campañas publicitarias costosas, que solo los mas privilegiados -o con el financiamiento de los mas privilegiados- se pueden desarrollar.

Acá se toca un tema fundamental: para poder ser elegido tiene que tener la capacidad económica de promocionarse, dedicar su tiempo completo a la campaña y tener los gastos cubiertos para hacer las diferentes apariciones en los lugares donde se quiere promover su nombre. Si bien es cierto que la ley colombiana patrocina económicamente las elecciones (entregando aproximadamente 1000 pesos por votos validos al candidato), este patrocinio nunca está en relación con los gastos necesarios para posicionar una campaña: mientras sea para un cargo más alto será más costoso en la medida que es obligación hacerse conocer en distintas localidades, varias ciudades si es el caso, el departamento, la región y el país. Allí es donde entran los compromisos previos que los candidatos hacen con aquellas personas que están dispuestas a financiar sus campañas, quienes a cambio de políticas favorables para sus negocios disponen dinero en cantidad necesaria para que su candidato-funcionario pueda tramitarles los diferentes proyectos que le interesan. A pesar de que Colombia, aunque mediáticamente solo Bogotá, se vea actualmente en un escandalo que parece coyuntural (al cual han salido todas las fuerzas de la salvación moral, encabezadas por el presidente, condenando y “persiguiendo” tal flagelo) lo real es que buena parte de las administraciones locales nacionales y a nivel mundial1 están atravesadas por esta tendencia de la administración: Financiación de campañas por contratos promesa.

Esto deja en el tintero una de las cuestiones más relevantes de la elegibilidad en la democracia, y es la que está atravesada por la condición de clase de los que pueden soportar económicamente las campañas. Puede que los pobres aspiren a puestos políticos, pero a menos que participen en clientelas, se alíen con ricos o recauden de una forma innata los recursos necesarios, la elección de estos candidatos procedentes de las clases populares solo será una excepción que confirma la regla2.

Y ahora: ¿que les tocará hacer a ellos cuando estén sin partidos y sin clientelas en los puestos a los que aspiran? pues no les queda de otra sino empezar a aprender de alianzas, bloques, construcción de mayorías y demás porque en el sistema democrático en el que vivimos nadie puede dirigir solo, debe ponerse de acuerdo así sea con una parte de la clase política para llegar a cumplir sus intenciones. Y allí entonces, aprenderá que la clase política solo sabe de una cosa: reproducirse como dirigentes a costa de los contribuyentes. A la inocencia de querer hacer sin contaminarse de la clase corrupta le seguirá el pragmatismo político en el que el hacer, así sea con la mejor voluntad, depende de aprender a negociar con los corruptos.

Ahora, como empecé esté artículo mantengo que las elecciones son una ilusión muy liquida por que son de esas cosas que independientemente de nuestra participación o no van a seguir sucediendo, votemos mil o quinientos siempre tendremos cada cierto tiempo la elección de nuevos “representantes”. Es una ilusión por que es difícil que alguien pueda representar realmente a tanta gente sin tener canales de comunicación constante, sin pertenecer a nuestras comunidades, respondiendo más a sus propios intereses ideológicos y sociales que a los de quienes votan por el. Pensemos tan solo por un momento en cómo se construyen los programas de gobierno: ¿has asistido a alguna reunión en que te pregunten sobre un programa de gobierno? pues no, los candidatos siempre parten del hecho que saben interpretar el clamor popular (ojo, que no es lo mismo que creer en ese clamor ahí es donde esta el arte de ser político, ser populista). Al final, los programas terminan siendo una reunión de sus prejuicios, sus anhelos de clase, su violenta afirmación del status quo o simplemente una poesía para encantar sirenas que los elijan.

Peligrosos políticos han intentado hacernos creer que si nosotros hacemos los programas y si participamos en sus mesas “pedagógicas” haremos parte efectiva de sus campañas; esto ha pasado con personajes como Antanas Mokus en Bogotá y con muchos de los políticos del Polo en el país. Pues no nos dejemos engañar, detrás de sus aspiraciones están sus propios intereses y, por mas altruistas que estos puedan ser, al final son sus aspiraciones, y a nosotros nos siguen dejando en el lugar de las aspiraciones de los sin voz que no son escuchadas por la clase política de este país. En el mejor de los casos en que propuestas altruistas lleguen a pasar y materializarse en políticas públicas, estas no serán resultado de nuestros anhelos sino de lo que ellos creen que queremos. Frente a los deseos de la clase política es hora de que empecemos a hacer escuchar nuestra voz, construir nuestras propias políticas públicas y desarrollarlas comunitáriamente sin ningún poder que interceda por nosotros.

Defender la democracia y sus elecciones nos hace caer en una gran ilusión por que las transformaciones estructurales que necesita nuestra sociedad nunca serán legisladas en el parlamento, nunca la democracia estará en contra del capitalismo, es imposible ser una contradictora de lo que se complementa. No hay males menores en los momentos de las elecciones, no existen elegibles que puedan mejorar un poco nuestra realidad, cualquier migaja que nos den será un grano más en la dominación a la que nos someten. Habremos que decidir dejar de recoger las migajas y empezar a cocinar nosotros de una ves por todas nuestro propio pan. Y por último, en la medida que se construyan en el mundo cotidiano formas de participación real en que todxs construyamos nuestra realidad sin intermediarios será evidente que no es necesario ni partidos políticos ni elecciones para decidir lo mejor para nuestras comunidades. La mejor participación que podemos hacer no es la del voto, es la del reconocernos en nuestras comunidades con nuestros iguales e ir poco a poco viendo que es lo que tenemos y que lo que nos han quitado. Llegará un momento en el que al analizar nuestra realidad decidamos combatir a aquellos que nos desangran con sus impuestos, alentar a nuestras comunidades a no depender de nadie más sino de nuestras propias fuerzas y energías, gestionar colectivamente la realidad sin programas ni parlamentos ajenos a nuestras calles.

Llegara el momento en que nos demos cuenta lo liquida y frágil que es esta realidad y decidamos simplemente regarla para que se evapore… ese día no nos dará miedo gritar a todos los vientos: El pueblo unido funciona sin partidos, el pueblo organizado funciona sin estado.

Lanzamiento del Libro: «Anarquismo y Poder Popular en América Latina»

n estos dìas de desfalcos millonarios, de salud y educación prestadas (cuando no mendigadas), de sentir que nos mienten en la cara una y otra vez, estos dias en que es imposible dejar de percibir que las cosas no andan bien… algunos y algunas aun no perdemos las esperanzas de que lo podemos hacer diferente, recuperando lo que nunca debimos dejarnos quitar, peliando con las otras por ello, volviendo a soñar que la autonomía y la solidaridad son posibles.

Por estás razones es que con terquedad hemos iniciado un nuevo proyecto editorial para plasmar en el papel esos sueños y provocar con más palabras en el debate la necesidad imperante de actuar.

Lxs estamos invitando al lanzamiento del Libro: «Anarquismo y Poder Popular en América Latina» que se llevarà a cabo el próximo sábado 23 de julio en el Centro Social ubicado en la carrera 17 No. 50-23 (lo ubicaran por que en la entrada hay un grafiti de una mujer lanzando flechas) a las 5:00 de la tarde. Por este día de lanzamiento el libro tendrá un costo de 10.000 pesos, después de ello valdra 15.000.

Esperamos que puedan pasar y así apoyar sueños de resistencia que quieren ser amaneceres de libertad.

Atentamente:

Editorial Un Gato Negro y Distribuidora Libertaria Rojinegro.

La Libertad de Minerva

Ante todo, quiero agradecer encarecidamente a los compañeros del grupo del Taller Jormación Estudiantil Raíces- TJER- por mantener su labor de militancia y propaganda tan extendida, abono de semillas de rebeldía por doquier [1]. De hecho, quiero confesarles que fue precisamente uno de los

seminarios del taller por allá en el año del 99 o 2000 en el que comencé a llenarme de tantas cucarachas en mi cabeza, y precisamente hoy me siento súper alagado que me permitan participar en esta tertulia. En la presente ponencia, quisiera compartir con ustedes una serie de reflexiones personales y algunas colectivas, que han venido rondando las cabezas de libertarios y libertarias bogotanas los últimos años, hijas de militancias de varios años en la universidad, y confirmada últimamente, en mi caso, por mi participación en grupos de investigación y la cátedra universitaria. Quisiera exponer brevemente un análisis sobre la pedagogía actual de las universidades, pero como es imposible escindir esta de la esencia misma de la estructura universitaria tocaré algunos análisis propios de la dinámica de la educación superior, así como de la inevitable condición del intelectual. Comienzo por la crítica porque el análisis antiautoritario de esta institución académica abre nuevos horizontes de discusión, creación y acción que nos permitan vincular las dinámicas de reflexión y conocimiento al proceso crítico de transformación de la realidad, no solo en una postura retórica sino una que nazca de las realidades cotidianas y las luchas sociales. Finalizaré comentándoles que alternativas desde una postura anarquista se pueden establecer a estas instituciones tan anquilosadas y conservadoras, que en el mejor de los casos lo único que están garantizando es la constitución de un nuevo estatus quo donde la condición de intelectual del académico se mantenga como una élite más dentro de la sociedad, articulando y garantizando la estratificación injusta en que se basa nuestro actual régimen social político y económico.

He titulado la ponencia La libertad de Minerva, porque al pensar en identidades y símbolos de la universidad recordé el célebre búho a partir del cual está diseñada la estructura de la universidad de la que me gradué (Universidad Nacional de Colombia), e imaginando en sus alas me perdí pensando: ¿Hasta qué punto este símbolo de la academia -y como ave, también de la libertad de vuelo- se ha venido convirtiendo en un ave de corral acostumbrada a vivir y mantenerse en ese lugar de encierro y postración? y, ¿Cómo sus alas son cada vez menos prometeicos transportes hacia cielos distintos al día a día?. Pensaba entonces que, aunque la universidad ha logrado construir un discurso de independencia y progresismo particularmente en algunas públicas, la práctica de casi la totalidad de sus integrantes está enmarcadas en la reproducción de una de las estructuras de poder mas invisibles y poderosas de la que somos víctimas: el saber. En ese sentido, esta reflexión estará centrada precisamente en como volver esa necesidad-deseo de saber una acción emancipadora y no únicamente una reflexiva y crítica.

Buscando Las Alas Perdidas de Minerva;

Muchos escritores y maestros han reflexionado sobre el papel antiautoritario que debe liderar el camino a una sociedad distinta, pero en la mayoría de estas situaciones pocas han sido las que se han planteado una reflexión a propósito de la pedagogía y la práctica libertaria en la educación superior. Múltiples pueden ser las razones que causaron esto, pero lo importante es notar que la práctica pedagógica, el proceso de creación y reproducción de conocimiento y las cuestiones de investigación que se encierran en los claustros universitarios ameritan que reflexionemos no solo de cómo estamos produciendo el saber sino de cómo queremos producirlo desde una postura antiautoritaria y emancipadora.

Una reflexión anarquista del proceso pedagógico no puede remitirse a los referentes teóricos clásicos únicamente, sino que debe ser capaz de traspasar la realidad y entender la cotidianidad que cada uno de nosotros vive. En ese sentido, el referirse a esta ideología no es enmarcarse en propuestas utópicas solo entendibles en la dinámica del siglo XIX europeo, o de las prácticas del siglo XX que en lugares como España, Rusia, Inglaterra, Ucrania, México y demás hallan acontecido y sentirlas propias por que en estas se enarbolaron banderas negras y se encerraron A(s) en círculos. No, el verdadero sentido no se encarna en la palabra sino en el sentimiento, intención y práctica que hay detrás del ideal. Por lo tanto podemos prescindir de la palabra anarquía sin que eso signifique prescindir del sentimiento antiautoritario; esta crítica no es un cliché más, es una búsqueda de soluciones a la realidad agobiante. Esta es una idea-acción que se basa en el reconocimiento del ser humano como único e irrepetible, en cuya experiencia de vida se encuentra con otros de su misma especie que le complementan y acompañan. Han sido las realidades históricas que hemos vivido como humanidad las que nos han llevado a establecer sistemas en los que esa diferencia y esa posibilidad de proyección como colectivo se han remplazado por la negación del otro defendiendo la individualidad egoísta. Esa negación no solo ha sido un ejercicio singular, sino ha olvidado al otro desposeído, a la otra mujer, al otro sexualmente diverso, el otro sin defensa, a la otra especie, y en nuestro caso al otro que no tiene el conocimiento. Esa condición ha generado estructuras de exclusión que han llevado a vivir en una sociedad de sumisión-dominación en la que cuesta reconocerse como alguien autónomo y solidario, un otro activo que asume su vida y la articula (o defiende) frente al otro.

El pensamiento-acción antiautoritario es precisamente la afirmación de la igualdad de ser distintos, y de la capacidad que esa diferencia nos da cuando actuamos colectivamente. Esta afirmación se basa en defender una relación con el otro a partir de la horizontalidad, del descubrimiento, del dialogo en que se escucha y se propone: desde la posibilidad de la construcción como una acción recíproca. Allí es donde se busca la libertad, en la posibilidad de proyectarme como ser autónomo, encontrarme con otras autonomías que al asociarse de forma solidaria producen el motor más bello y efectivo que como especie poseemos: la cooperación.

Ese ideal que es acción en lo cotidiano se enfrenta a una realidad que dispone unos mecanismos de control que no solo impiden poner en práctica tal motor, sino que obligan a moldearnos desde la competencia salvaje y la producción masiva de modelos de consumo que nos corroen poco a poco como especie. Entonces es cuándo discutimos y rechazamos el mandato por costumbre, y transformamos en nuestro quehacer cotidiano el discriminar por el sexo, raza o condición social afirmando la necesidad de partir del apoyo mutuo y de la autogestión como formas de referir nuestra acción social; una vez asumido estos combates cotidianos encontramos que a pesar de tener la intención-acción de cambiar, estructuras más grandes y poderosas (algunas de ellas visibles otras no) impiden nuestra capacidad innata de ser y hacer por nosotros mismos. Es allí cuando nos encontramos con las estructuras centenarias de dominación que nos afectan tanto inconsciente como físicamente mediante la coerción violenta (simbólica o práctica). No es el momento de describir cada una de estas, pero no podemos dejar de expresar que una en la que se concentran buena parte -no todas- de estas desigualdades es la organización estatal, mayor expresión de la autoridad e inequidad en la que se sostiene por la fuerza la dominación y exclusión de los pocos sobre nosotros los muchos.

Es por eso que la postura fielmente anti-autoritaria no puede dejar de tener en su horizonte este enemigo, siendo consciente que una sociedad igualitaria solo es posible con la total destrucción del Estado, gestando -al tiempo que se le combate- las formas cotidianas y colectivas que remplazan a este leviatán asqueroso.

Allí, detrás de esta idea-acción es que centramos el análisis de las prácticas pedagógicas, pero haciendo énfasis que la pedagogía, como el resto de las acciones humanas, no las podemos desmembrar ni siquiera con fines metodológicos del resto de la maquina social, y por lo tanto cualquier análisis será necesariamente uno de la práctica enmarcada en la sociedad en que vivimos. A pesar que muchos de los centros docentes (en especial los universitarios) se constituyan como burbujas aisladas de la sociedad, en ellos se afianzan y reproducen también los valores -negativos y positivos- que experimenta el grupo social en general. De hecho, y como se tratará de argumentar, es la forma de educación superior estructurada alrededor de la academia y la profesionalización una de las estructuras de dominación social que cimenta sutil pero eficazmente el control y reproducción de la desigualdad: El saber cómo poder, como diferenciación entre los que saben y los que no. La universidad como límite de los graduados y los no profesionales.

Pero ¿Cómo? se preguntaran en este momento, ¿Por qué puede ser reaccionaria mi universidad pública, crítica y transformadora?[2] Precisamente el no hacerse esta pregunta es lo que nos ha llevado a defender radical pero irreflexivamente el carácter Público de las universidades sin tener en cuenta que al mismo tiempo estamos defendiendo un espacio de financiación y acción estatal, en el que habita una élite de intelectuales que reproducen el sistema de calificación profesional que garantiza la existencia de algunos autorizados a ejercer el conocimiento frente al resto de la sociedad ignorante del saber. Aunque detrás de ello definitivamente está un análisis reduccionista, no podemos dejar de decir las cosas por su nombre a pesar que podamos herir sensibilidades ideológicas o confrontar con certezas que se levantan desde las mejores voluntades revolucionarias (de las que creo muchas son profundamente honestas).

Dejar de decirlo, es como si no mantuviéramos en la izquierda la denuncia del trabajo asalariado. Muchos de los que lo criticamos, de hecho devengamos un sueldo y al hacerlo también estamos reproduciendo la relación, pero no por ello pensamos que la posibilidad de agitación, organización y acción deban dejar de hacerse. Si vendemos nuestra fuerza de trabajo es porque no tenemos muchas más alternativas inmediatas para sobrevivir, pero si mantenemos la crítica es porque estamos convencidos que la humanidad puede superar esta práctica vergonzosa, y permitirle a los hombres y mujeres reproducir su existencia material sin ser ni amo ni subordinado.

Situación parecida, con sus matices, sucede con la educación en general y con la superior en particular. Si estudiamos no es estrictamente por una motivación autónomamente generada[3], sino porque nuestro proyecto de vida ha sido definido por ese deber ser en el cual volverse adulto (en nuestra época) está relacionado con graduarse de cuantos más niveles educativos se pueda y acceder a puestos de trabajo correspondientes a nuestra titulación (y nunca nuestra formación, no hay que confundirlo). Muchos de los que llegamos a las universidades somos hijos de clase media cuyo proyecto ideal de vida es ser profesional, y muchos de los que vienen de clases más bajas e ingresan a la universidad lo hacen con el objetivo de ganar movilidad social a partir de la profesionalización. En uno como en otro se asume que el ser profesional es la posibilidad de mantener o acceder a un estatus social que económicamente es mejor remunerado que aquellos que no tienen esos títulos. Pero ese proyecto de vida no es general, es específico para esta minoría privilegiada a la que le es permitido ingresar, mantenernos y graduarnos de los centros universitarios. El ahorro[4] que gastamos al estudiar es un ahorro que solo es posible para familias que lo tienen, y falta recordar cuantos hombres y mujeres una vez salen de la secundaria la única opción que tienen es buscar trabajo para sobrevivir y ayudar a sobrevivir a su familia. Es acá donde debe iniciar la conciencia de lo que está detrás de la educación superior universitaria, pero no puede quedarse allí.

Además de ser una institución que garantiza un estatus social, la universidad acoge una comunidad auto referida cuyo objetivo es hacer un análisis del mundo que le rodea. La academia es la entidad social, legal e institucional que autoriza (como si en este sentido la autoridad indicara una cuestión positiva!!!) el que un conocimiento circule o se aplique a una problemática definida. Tan corto nos hemos quedado en nuestra iniciativa colectiva de producción de conocimiento que hemos dejado que sea una ínfima minoría de la sociedad la que defina cuales son los contenidos, métodos, reglas y en general las medidas pertinentes para entender el mundo que nos rodea. La academia no solo es un problema por ser un ente burocrático que garantiza practicas conservadoras sociales -en cuanto al estatus y el deber ser del intelectual- sino porque angustiosamente justifica la no producción autónoma e individual, la comprensión de lo que pasa en el mundo. Y no es una excusa para volver a la clásica discusión sobre las autoridades necesarias de médicos, ingenieros y arquitectos (donde el mejor argumento que se esgrime es que sin ellos no podríamos tener una buena calidad de vida), es un llamado a preguntarnos ¿por qué no estamos tratando de entender directamente nuestros cuerpos, los lugares que habitamos, el ambiente que nos rodea, las certezas necesarias para lograr comodidades? Son a los especialistas de cada tema a quienes relegamos la responsabilidad de explicarnos lo que pasa. En este sentido es que se ve inmediatamente peligrosa la lógica que sustenta la academia, y es la autorización privativa del conocimiento, es decir, el autorizar que solo unos se preocupen por entender la realidad mientras el resto está atento a su (de ellos) interpretación.

Si miramos a fondo como lo hacen, es decir como construyen el conocimiento científico, tendremos más razones aún para estar consternados por su existencia. En el momento de construir los análisis de sus objetos de estudio, aquellos con la preparación supuestamente indicada, construyen modelos, teorías, proyecciones y demás apelando al estatus de objetividad de sus investigaciones. Pero si no nos dejamos engañar, lo primero que tenemos que advertir es que tal objetividad no existe, y que cada una de las palabras emitidas está sustentada en la formación histórica de cada una de las personas que escribe. Es decir, cuando alguno habla, a través de él está comunicando su condición de clase, género, estigma de raza, ubicación poblacional (rural-urbana), estructuras familiares, sus definiciones sexuales, su postura como especie, su papel frente al medio ambiente, es decir, a través de los argumentos de las personas se entrelazan las ideas y valores que frente al mundo tienen todos y cada uno de los que participan en la sociedad.

Y créanme, no es una exageración; Tomemos un ejemplo: Un médico cuya extracción de clase media fue influenciada por la autoridad paterna, cuyo hogar le impuso una postura heterosexual y defensora del patriarcado, cuyo proyecto de vida sus padres siempre le inculcaron era convertirse en profesional, y tras 12 años de aprender sobre medicalización tendrá muy difícil tratar problemas médicos más allá del diagnostico y asumiendo los síntomas como una enfermedad. No atenderá a la relación social-afectiva-física que produce la variación fisiológica, sino únicamente a sus causas físicas. Poco interés y motivación tendrá este médico por preocuparse de las razones sociales, afectivas, económicas que puedan estar afectando lo que se visibiliza como una cuestión física. Él simplemente prescribirá unas pastas en un papel y le pedirá a su paciente (que como tal es un actor pasivo) que vuelva para un chequeo en algunos meses. Aunque para muchos pueda parecer una exageración, habría que pensar hasta que punto estamos reproduciendo inconscientemente estructuras que para muchos puedan ser, si lo analizaran, profundamente odiosas, el problema es que no nos detenemos a preguntárnoslo. Exagerado pero real, tanto como la misma condición histórica de los hombres y mujeres. Es precisamente esta la que define quienes somos.

Pero no es solo una cuestión de tradición histórica, el problema también radica en cuáles son los principios y metodologías que se aplican a la hora de producir y reproducir el conocimiento. Cuando de producción de conocimiento se habla, tenemos que partir del hecho que nuestra forma de conocer la realidad está profundamente atravesada por esa condición de separación de quienes la estudian, y, aquellas realidades materiales de a quienes (o que) estudian; Cuando cualquier investigación se desarrolla siguiendo como principio la idea de objetividad, el científico que analiza parte del hecho de la externalidad de la situación para lograr entender de forma “neutral” y por lo tanto construir una lectura que considera “real”, es decir acercarse a unas verdades que le permitan entender su objeto de estudio. Aunque para nosotros esto parezca no solo normal sino necesario, habría que preguntarse hasta que punto separar los procesos sociales, físicos, biológicos y demás, unos de los otros, resulta indicado para comprender una realidad donde todos estos fenómenos están íntimamente relacionados e inseparables. Volviendo al caso del médico, su respuesta siempre estará marcada por ese conocimiento puro e incontaminado que le indica que a un fenómeno que se manifiesta de forma fisiológicamente debe atenderse directamente creando soluciones fisicoquímicas que enfrenten las condiciones observadas, pero no está en él la responsabilidad ni formación de indagar y afrontar las posibles causas sociales, económicas, culturales, afectivas y demás que inciden en la persona que se siente mal. Una desnutrición se trata con una estabilización de los nutrientes faltantes en el cuerpo, pero nunca se apuntaría para su solución una transformación social que reparta equitativamente los recursos sociales para que las personas no se mueran de hambre. Acá es donde está el problema de la falta de integralidad al conocer,

Definitivamente esta incapacidad está definida por la falta de sociabilidad real que tienen los investigadores con las personas (y demás seres) a las que les afectará el conocimiento que crean. Los espacios de investigación, desde aquellos de las ciencias llamadas puras como de las humanidades, están completamente alejados de la mayoría de la población (y de sus otros objetos de estudio), y por lo tanto las agendas de estudio están más marcadas por un creer que por un vivir. Desde la academia se interpreta un mundo que casi en la totalidad de las veces no se vive, y se pierde la posibilidad de recoger los intereses, necesidades y condiciones de la mayoría de la gente. Y parte es así porque se considera que la misma autoridad emanada de la tradición académica puede prescindir de esa experiencia de vida ya que entiende mucho mejor lo que estudia que aquellos que lo viven. Cada vez el conocimiento es menos práctico y más teórico.

Esa condición académica es aún más crítica cuando pensamos ¿quiénes son los que más influyen en la definición de agendas de estudio? Cualquier investigador sabe que para poder iniciar su estudio debe partir de acomodar sus proyectos a los requerimientos que exigen las agencias públicas y privadas de financiación, requerimientos que actualmente están más que todo marcados por las necesidades políticas y económicas del estado, así como de los intereses de beneficio propios de las empresas privadas que son las que en muchos casos, si no la mayoría, destinan los recursos. Teniendo en cuenta esta última ya sabemos cuán poder tienen estas para lograr justificar académicamente sus mercancías, logrando el ya sabido reconocimiento de “garantizado científicamente” que les confiere a sus productos un vestido de santidad provocativo para el consumo. Solo falta ver los comerciales de televisión para entender cuanto han prostituido esa estrategia.

Basta con recordar el destino de distintas investigaciones que se han atrevido a retar ese tipo de agendas y posicionado temas sociales, resultados que en el mejor de los casos han sido funcionalizados para garantizar la dominación o irremediablemente dejados simplemente empolvándose en los estantes de las bibliotecas de universidades que las acogen. Allí es donde entendemos como la apuesta de muchos investigadores críticos termina motivando más reflexión crítica pero en la práctica pocas veces logra aportar a un proyecto emancipador de la sociedad. También es el momento de recordar aquellos arriesgados aventureros que por tratar de llevar adelante propuestas revolucionarias han sido separados de sus cargos, criminalizados y encarcelados, y en el peor de los casos asesinados.

Ahora miremos el otro papel de estos centros académicos: reproducir el conocimiento y formar nuevos sabios. Aquí es donde está pensado el tema central de esta charla pero, como ya lo he planteado y argumentado, no podemos desligar las pedagogía de las otras relaciones que enmarcan su tarea. Podríamos afirmar que casi la totalidad de las clases que se imparten en las universidades están resumidas en el ámbito teórico a dos modalidades pedagógicas: la clase magistral y el seminario alemán. La primera como la típica exposición del sabio que imparte conocimiento a los alumnos (palabra que en este caso cumple la definición que del latín nace: alguien que se alimenta), y la segunda como un intento dinámico en el que los distintos participantes de la charla deben aportar su participación descentrando la atención de la figura central del profesor.

Tanto una como otra estrategia manejan la misma esencia de reproducir conocimiento a partir del análisis teórico y analítico de cosas que suceden fuera de las aulas universitarias, de personas y fenómenos que se sienten como externos. Además de ello, una y otra a pesar de su metodología están basadas en la defensa del profesor como autoridad, quien autoriza o no el conocimiento de sus alumnos a partir de la calificación[5]. Esta prioridad le permite definir los temas, las metodologías y formas de evaluación, de acuerdo con sus propias creencias de pureza conceptual.

La cadena de asignaturas encadenadas en un programa de estudio, conllevan a la obtención de un título y esta situación, más allá de ser el final de un proceso, se ve como el objetivo en sí mismo de la estancia en la universidad. Pero está cadena de asignaturas en su gran mayoría ve desconectado el proceso de profesor a profesor, y por lo tanto la comunidad de pedagogos se encuentra más como una serie de micropoderes que se afirman en sus propios feudos que en espacios colectivos de reflexión y análisis. Consolidados los planes de aprendizaje la cadena se extiende una vez más con los planes de especialización, que con las últimas reformas académicas están desplazando muchos de los conocimientos que se pensaban adquiridos en la etapa de pregrado, haciendo el estudio de este nivel no una profundización sino el complemento de la formación inicial. Lo que antes cubría el pregrado, ahora lo comparte con los postgrados. Pero antes que ser esta multiplicidad de programas una expresión de la complejidad del mundo a conocer, cada vez más están siendo funcionalizados en la dinámica del consumo haciendo de cada título una mercancía, y del estudiante un cliente compulsivo que adquiere cuantas más mercancías-títulos pueda para afinar su estatus social y garantizar mayores posibilidades de trabajo en los espacios propios de la élite académica.

Construyéndole Alas de Vuelo a Minerva.

Si bien el panorama que dibujamos es bastante desalentador, no por ello debemos dejar de creer que se sale de nuestras manos la posibilidad de constituir y fortalecer espacios de generación y reproducción de conocimiento que respeten la autonomía de los individuos y los procesos colectivos, y que alienten a reconocer las posibilidades que desde el apoyo mutuo y la autogestión se abren para desmitificar la divinidad del conocimiento y con ella de los poseedores del saber.

Ante todo debemos recordar y asumir que la posibilidad de conocer, enseñar y aprender está al alcance de todos y todas, y que las limitaciones económicas sociales y culturales no pueden aceptarse como barreras que impidan aspirar a comprender y poner al servicio de todos los saberes de nuestra realidad. En este sentido se debe ratificar que para conocer en principio solo se necesita querer, y a partir de ese reconocimiento de la habilidad que tenemos todos es que se inicia el camino de creernos poseedores de saberes y sujetos capaces de comprender y reconocer el mundo en el que vivimos. Para aprender entonces lo único que hace falta es asumir esa responsabilidad que es primero individual, porque nadie más sino nosotros debe ser el medio para apreciar nuestro alrededor, y segundo social en la medida que es esa condición colectiva de creadores la que nos permite a partir del compartir lo recorrido completar aquellos conocimientos que tenemos.

Siguiendo en esa idea, hay que apelar inicialmente a la autonomía, en la medida que solo haciéndonos dueños de nuestros propios cuerpos y realidades es que lograremos desplazar a aquellos que quieren suplantar nuestro lugar en el reconocimiento del mundo. Esa autonomía parte de identificar lo que entendemos, creerlo válido y útil para participar de nuestra existencia. Una vez que nos creemos actores válidos, debemos reevaluar todas y cada una de las limitaciones con las que nos hemos engañado y que nos han impuesto las autoridades en nuestro camino de aprendizaje. Hay que superar esa regla que nos marca: “solo con una disciplina impuesta desde afuera y con coerciones procedentes de otros podemos construir un ritmo de estudio y aprendizaje”. En el proceso de legitimar y hacer validos las iniciativas de autoeducación y de procesos autodidactas que partan de identificar nuestros quereres y proyectarlos podremos solucionar las dudas y darle respuestas coherentes con nuestras necesidades. Si uno de los grandes males que nos ha hecho la educación formal ha sido definir nuestros procesos de aprendizaje personal por los deberes ser del afuera, es hora de volver a creer que tanto nuestras preguntas como nuestras intuiciones son válidas para construir respuestas.

Si en ese camino ya aceptamos que somos poseedores de conocimientos y capaces de articular nuevos, tenemos que dar el siguiente paso que es aceptar que el otro (o las otras) también son poseedoras de saberes y habilidades útiles y validas, que como humanas están marcadas por la rica realidad de la diferencia. En la medida que todos somos distintos, y hemos atravesado procesos de vida diversos, todos y cada uno poseemos una infinidad de herramientas que representan la multiplicidad de valores y creencias de las que somos como especie profundamente privilegiados. En ese sentido hay que partir de la idea del conocimiento como acción social: un campo absolutamente múltiple y plural en el que se encuentra infinidades de posturas y proyectos que, aunque no siempre, pueden retroalimentarse y complementarse.

Habrá que tener cuidado con privar a aquellos que su afinidad o preocupación les ha permitido tener múltiples y más complejos conocimientos. El que todos participemos de la reflexión no puede ignorar que en el camino del conocimiento, como en el resto de los planos de la humanidad, existen personas que se vienen especializando en temas y prácticas. El que nosotros nos creamos posibles para integrar aquellas discusiones no puede ser un desincentivo para que tengamos la humildad de aprender de las reflexiones elaboradas de otros, y que en su debida medida estemos dispuestos a confiar en las intuiciones y conocimientos elaborados de forma juiciosa por quienes así lo crean. Un cuestionamiento constante de lo que vivimos no está en contra de aceptar algunas certezas provisionales, y muchas de ellas seguramente vendrán de la mano de aquellos que más tiempo y preocupación le gastan a algunos temas. Aun así, no debemos olvidar que será solo la realidad práctica la que determine cuales reflexiones tienen más cercanía con los proyectos que integramos.

Tampoco podemos caer en idealismos que desconozcan que vivimos en una sociedad en que el conocimiento técnico y científico manejan una complejidad increíble, y que a menos que estemos dispuestos a empezar de ceros (lo cual no es mi propuesta), debemos hallar puntos intermedios. Aquellos que manejen conocimientos específicos indispensables para seguir el funcionamiento social deben aportarlos, eso sí proyectando a corto plazo las formas específicas en las que logremos hacer no solo más accesible ese conocimiento sino practicable por más personas. En ese sentido, aquellos que mantengan ese conocimiento especializado, tendremos que lograra hacer tanto del lenguaje como de las teorías cercanas e inmediatas a las capacidades de comunicación de todos y todas. Si el lenguaje académico es uno de los pilares para diferenciar a los que saben de los que no, será una prioridad revaluar las formas con las que hablamos, siendo consientes que quienes hablamos de forma complicada somos nosotros y no seguir echándole la culpa a la falta de formación del resto de la población.

De hecho, no solo tenemos que reflexionar sobre palabras y teorías, tenemos que también hacer frente a muchas tecnologías que en sí mismas resultan excluyentes y que constituyen, por su funcionar, mecanismos de dominación social. Las tecnologías aunque no sea tan evidente cargan en si ideología, y buena parte de las que compartimos actualmente están definidas no para hacer más libre al hombre sino para mantenerlo subyugado. En ese sentido, como humanidad tenemos que reflexionar hasta que punto tecnologías que vayan en contra de la naturaleza, de los habitantes del planeta y de la libertad del hombre deben ser revaluadas y hasta dejadas de usar. Buena parte de nuestra inutilidad como seres está afianzada por algunas de esas tecnologías y parte del camino de la emancipación esta atravesado por la creatividad que tengamos al transformar o crear nuevas formas de hacer.

Siguiendo está línea de argumentación tendremos entonces que establecer metodologías de estudio y aprendizaje en la que se valore el aporte colectivo, sin que este sea una excusa para opacar el saber personal. No por ello debemos creer que todos tenemos que estar de acuerdo. Como humanidad diversa, debemos aceptar que las creencias, los valores y los conocimientos no tienen que componerse de una única matriz universal, y que aunque no haya puntos de convergencia, y de hecho hasta puntos irreconciliables, debemos respetar y aceptar esa multiplicidad de saberes. No por ello podemos aceptar tecnologías o saberes que atenten contra la esencia misma del ser humano, y esta es la vida. La diferencia tiene allí su límite, y es el momento en que la diferencia afecta la posibilidad del desarrollo libre y la conservación de la vida. Es por esto que nos ponemos en contra del conocimiento capitalista que alienta la explotación del hombre por el hombre, es por ello que no aceptamos y debemos erradicar los intereses de las investigaciones que solo defienden el lucro privado a costa de la desigualdad social.

No solo hay que pensar en limitaciones económicas. Una práctica científica que pretenda emancipar a los humanos de la desigualdad tiene que tener en su centro el proyecto de eliminar todos los limitantes que la actual sociedad impone a la libre elección y acción, así como aquellas condiciones que van en contravía de la libertad y existencia de otras especies a la humana y desestabilizan el medio ambiente. El saber entonces tendrá que superar las lógicas sexistas-patriarcales, deberá avanzar desde el reconocimiento de la libertad sexual y sentimental, abogará por la defensa de la diversidad étnica y cultural en contra del racismo, reconocerá las limitaciones que significa para los seres vivientes del planeta hacer al hombre centro de prioridad y establecerá una relación responsable y sustentable con el medio ambiente en que habita. Esto al final no es más sino reconocer un pasado compartido, en el que a pesar de que no se le ha permitido participar a todos y todas estuvieron allí siempre. Reconocer esa realidad múltiple es aprovechar lo que todos tenemos, sabemos y hacemos, es aprovechar lo que nos han dejado nuestros antepasados.

Como hijos de esta historia compartida, hay que aprovechar precisamente todos esos descubrimientos y reflexiones que a lo largo de la historia se han forjado. Allí es donde debemos estar muy atentos a denunciar en el plano de las ideas esa nefasta práctica que en otros planos, como tristemente es el económico, ha delimitado la posibilidad de compartir lo colectivo: la propiedad privada. Hay que acabar con el mito jurídico que defiende la idea de los conocimientos como algo que puede ser encapsulado en la autoría de una sola persona o corporación, y reconocer que si un pensamiento se activa solo es posible en la medida que se nutre de otros múltiples e infinitos pensamientos que han sido elaborados por miles y miles de hombres y mujeres a lo largo de la existencia del ser humano sobre el planeta. En ese sentido, hemos de nutrirnos tanto de los conocimientos personales como colectivos no solo de las personas que habitan nuestros lugares más cercanos geográficamente, sino reconocer que la humanidad como toda una familia a pesar de donde viva, y que como tal desde distintos puntos aporta en la comprensión y reflexión de la realidad.

Nuevamente allí es que debemos recoger otro de los principios de la práctica libertaria de la humanidad: la lucha contra las fronteras. Los conocimientos no pueden pertenecer a guetos encerrados en espacios físicos, ni mucho menos a círculos delimitados por cuestiones culturales, políticas, étnicas o sociales. La humanidad es una sola, y en ese sentido los saberes de las diferentes localidades, regiones, países y continentes deben estar al servicio de todos y cada uno de los que habitamos este planeta. No podemos permitir que la patentes de conocimiento, ni las autorías individuales, ni mucho menos la legislación impuesta por unas clases dominantes en un territorio impida que el resto de la población participe de inventos, producciones y tecnologías.

Como lo he expresado hasta ahora, pensar en una pedagogía libertaria es imposible hacerlo desde simplemente plantear una nueva práctica docente; deber partir desde el reconocimiento de cambiar en el discurso y en la acción no solo principios epistemológicos (es decir referentes al conocimiento científico) sino gnoseológicos (naturaleza, origen y alcance del conocimiento). Pero una vez tenido claro esto, es el momento de avanzar en un plano más metodológico.

Si el conocimiento es múltiple y en él todos somos partícipes, la figura clásica del profesor pierde mucho sentido como guía y debe desaparecer (y con ella las lógicas pedagógicas que le acompañan). Una pedagogía diversa debe superar la obligación del currículo, la exigencia de la cátedra y el examinación de la nota. El saber no es un ejercicio de evaluación, sino ante todo de experimentación y vivencia. En este sentido, mantener la idea que el estudiar está relacionado con verse evaluado, con ganar títulos o con acceder a carreras especializadas de investigación debe remplazarse por un compromiso personal y colectivo, en el que la intención principal es transformar constantemente la realidad en la que vivimos, haciendo del saber útil para nuestras comunidades.

Habría que superar esa nube interna que nos hace creer que si no nos imponen disciplina no podremos realizar tareas sistemática y constantemente. El proceso de conocimiento debe estar entonces en primer punto en el compromiso autónomo y responsable, en el que la autodisciplina y la creatividad deben guiar el conocer. En un segundo momento, y si es de forma colectiva que no lo proponemos, debemos construir ese compromiso ya de forma comunitaria. Establecer colectivamente cuales son las metas que responden a nuestros objetivos, cuales son las metodologías que nos sientan más cómodas a todos y aprovechar del potencial personal de cada uno de los participantes.

Hay que superar esa frontera mental y material que nos separa de los demás, y dejar de plantearnos distancia entre nosotros y la gente; Nosotros somos la gente, solo que no solamente nosotros. Hay que retar las capacidades de sociabilidad y atrevernos a identificar necesidades y quereres con otras personas e ir construyéndonos poco a poco como sujetos colectivos. Reconocer nuestra conciencia de clase, nuestra conciencia de género, nuestras conciencias culturales, políticas, sociales, y en último nuestras identidades como humanos. En ese camino de ir encontrando identidades es que vamos a ver como reconocemos al resto de la gente, y como superamos la idea de los intelectuales de un lado y el pueblo del otro, sintiéndonos pueblo y actuando como tal. Si lográramos llevar a las últimas consecuencias este proceder debería de acabarse con la idea del intelectual como alguien distinto, entonces todos seríamos intelectuales y por lo tanto nadie lo sería. Tal distinción desaparecería, todos ejerceríamos sin restricción el trabajo intelectual

En este reconocimiento entonces la práctica pedagógica debe desligarse de los claustros (literalmente espacios clausurados) universitarios y de las academias de las ciencias y atreverse a nacer desde la comunidad, desde los grupos de afinidad, desde los espacios de producción, desde los lugares de consumo, desde todos aquellos espacios en donde se materializa las identidades colectivas. Mantener las universidades como esos espacios cerrados, de investigación de punta pero desapuntada del resto de la sociedad, no solo resulta contraproducente sino que además garantizará reproducir a esta élite improductiva (materialmente hablando) que se especializa en una tarea que es responsabilidad de todos.

Una práctica docente en la que se pone el papel más en la construcción colectiva, y se relega la calificación desconcertante, en que se reta la genialidad sin volverla un simple ejercicio de memoria, donde los resultados de la práctica se muestran en la cotidianidad más que en un resultado de nota. Atreverse a ver el estudio como algo más que la evaluación vacía y olvidar el examen como termómetro del pensamiento. Una práctica que nos convierte a todos en docentes y alumnos al mismo tiempo, prescindiendo de la guía de un elegido y proyectándonos a todos y todas como capaces de escuchar, producir y reproducir conocimiento.

En este sentido no estamos hablando de algo utópico o inexistente; afortunadamente aún se mantienen muchos espacios de producción y reproducción dentro de distintas comunidades que hacen de este ejercicio parte de su realidad cotidiana. Basta pensar en el conocimiento ancestral de los indígenas, en las escuelas de formación de sindicatos y asociaciones campesinas, y de espacios como en el que estamos precisamente en este momento que se construye desde las intenciones colectivas de quienes organizan, quienes nos sentamos en la mesa y quienes escuchan. Pero todos sabemos que no es suficiente; es necesario avanzar en la generación de espacios libres y solidarios de producción de conocimiento, en los que podamos reunirnos y gestionar colectivamente no solo el conocimiento sino también la enseñanza y el aprendizaje.

No se está hablando de nada que no podamos, de hecho las experiencias como las que en este momento vienen desarrollando el Centro de Documentación Ácrata y el Colectivo Mercando Juntos en el Centro Social de Bogotá, están motivadas precisamente por esa idea de encontrarse a partir de afinidades, aprender colectivamente y compartir desde los deseos de todos y cada uno. Pero no solo ellas; la misma idea de TJER de poder establecer bibliotecas autónomas en las cárceles, o de los compañeros del colectivo Vía Libre de abrir un archivo anarquista colombiano (sin olvidar sus seminarios de auto-formación), y en general las propuestas y acciones de distintos colectivos que desde la acción directa y la autogestión se plantean el encontrarse y construir juntos una comprensión de la realidad.

Si quisiéramos ir más allá, porque no plantearnos la posibilidad de poner en funcionamiento universidades libertarias, en las que podamos reunirnos para aprovechar el conocimiento colectivo y además practicar desde las distintas intenciones formas distintas de aprender y enseñar, de conocer e indagar, en las que sus principios básicos se fundamenten en la autogestión, la autonomía y el apoyo mutuo? Universidades no alejadas de las comunidades sino producto de ellas. Una experiencia de estas sin el tutelaje estatal ni el ánimo de lucro puede provocar la generación de distintos espacios de formación y acción en áreas tan distintas como, si lo piensan, las que
manejamos muchos y muchas: Cocina, idiomas, diseño y arte gráfico, serigrafía, historia, redacción y composición de textos, y hasta por qué no pensarnos en cosas útiles y necesarias para mucha gente como: arquitectura popular, medicina alternativa, administración y contabilidad para proyectos sociales…

Si las manos las voluntades y la energía estuvieran dispuestas, podríamos atrevernos a construir infinidad de conocimientos y prácticas, aportando desde los saberes múltiples a la generación de procesos emancipatórios y ante todo, haciendo de nuestra cotidianidad una de libertad y solidaridad, germen único de una sociedad sin dominación. En este sentido, el ejercicio de la producción y reproducción de conocimiento es una propuesta activa, una reflexión que se convierte acción y que busca sacar de la pasividad a muchos espacios más burocráticos y teóricos que tienen relegado el conocimiento a la inactividad. Allí es que el saber se convierte más en hacer pensante que en pensar reflexivo, una actividad que devuelve a la crítica el papel cotidiano en el que pensar está atravesado por el pensar para, y menos en la reflexión en sí misma. Entonces las palabras se convierten en armas más que en retórica, y en proyectos sociales más que libros a leer. Cuando las palabras dejan de ser letras y se convierten en dardos cargados de futuro, poesía que deja de ser menos lírica y más calle, conocimiento sorpresa que alienta la creatividad y que se atreve a edificar barricadas de lucha.

Si queremos que Minerva vuelva a volar, si es nuestro objetivo que ese búho crezca y arrope con sus alas un nuevo vuelo de libertad, tenemos que encargarnos de que todo principio de divinidad se pierda, que la autoridad que encarna el conocimiento pierda su sentido mientras nosotros logramos constituir uno nuevo a partir del trabajo autónomo y comunitario. Hay que permitir que Minerva se escape de los Dioses que la atan, hay que hacer que ella misma renuncie a su deidad y que se atreva a ser uno más en este camino de hombre y mujeres libres. No es suficiente con seguir creyendo que estamos libres de culpa por qué tenemos las mejores intenciones y queremos hacer de nuestros espacios de estudio lugares de crítica y construcción alternativa. El problema no solo es nuestra intención, sino toda la carga ética, política, económica y social que sustenta a la Universidad, y particularmente a la Academia.

La única forma de generar una pedagogía realmente liberadora es que esta se enmarque en un proyecto liberador social y quienes le apostemos a una pedagogía antiautoritaria también estemos dispuestos a apostar por una sociedad antiautoritaria. Mantener espacios liberados, trincheras autónomas desde donde criticar no es suficiente; Si queremos comprometernos debemos hacerlo no solo con lo específico, debemos lograr apropiarnos de nuestra realidad y hacer de ella un espacio de creación libre de autoridad y dominación.

La respuesta está primero en nuestras manos, luego en la capacidad de gestionarla colectivamente, y por último en la capacidad de defenderla y garantizarla frente a los mercaderes de la muerte que solo ven al hombre como una parte más de una máquina de ganancia. Un mundo nuevo solo es posible si el mundo en el que estamos actualmente lo vivimos de una forma distinta, solo es posible si somos conscientes que la libertad es una agenda de presente, y no una promesa bíblica para el futuro de nuestros descendientes.

No es suficiente con gritar a estudiar y a luchar, es hora de construir, compartir, arriesgarnos a crear distinto, y por supuesto, estar dispuesto a defenderlo frente a los mercaderes de la muerte.

[1] Ponencia presentada el 18 de mayo del 2011 en la sesión Pedagogía Anarquista del seminario Pedagogías criticas y emancipatorias, organizado por el colectivo TJER. Agradezco a los compañeros del Centro de Documentación Ácrata, así como a Éric, por el aporte crítico a un borrador previo.

[2] Y propongo esta pregunta porque precisamente muchos de los que asistimos a este tipo de eventos, también nos encontramos en la calle cuando de defender la educación pública se trata.

[3] Habría que recordar que en este sentido la familia es uno de los lugares de reproducción de este sistema, en la medida que son nuestros padres los que nos trasmiten valores que a su vez les fueron transmitidos por sus papas. Sí para muchos es normal pensar en la profesionalización es precisamente porque desde pequeños nos asociaban constantemente el crecer con el “ser alguien” lo que normalmente significaba estudiar “algo”.

[4] Siempre es un ahorro porque es un dinero que logran obtener aquellos que pueden ganar más que lo que se necesita para reproducir la vida material. Si pensamos que la riqueza es un producto generado socialmente entonces el estudio escolarizado solo es posible para los pocos que poseen el excedente que normalmente está en relación con la escasez de los muchos.

[5] Siendo la calificación, como la profesionalización, tan normales y aceptadas es necesario rebatir la necesidad y utilidad de su existencia. Hay que preguntarse ¿por qué?, ¿para qué? y ¿cómo? se evalúa, y al responderlo hay que estar pendientes de la altísima carga subjetiva de quien emite el juicio.

¿Anarquistas dentro del estado?… siguiendo la discusión.

Respuesta al texto:Anarquistas dentro del estado, publicado por Isauc en:
http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/16549

Querido Isauc, tu reflexión me ha llegado en un momento muy particular, por que durante la última década no solo he militado en el ambiente libertario en Colombia, sino que también milite durante mis años de estudiante discutiendo la importancia del conocimiento y la función social de las universidades (y esto teniendo en cuenta que la universidad en que estudie es una de las mas críticas y rebeldes, constituyéndose como una escuela de lucha y reflexión). En los años posteriores a terminar mi licenciatura creo que ideológicamente me he radicalizado en cuanto a mi postura frente a la universidad, el conocimiento y la academia (tres cosas cruzadas pero diferentes). Pero ahora mismo estoy en un momento que en la práctica no soy muy coherente con mi postura y ya veras por que.

Te escribo por que si así lo quieres podemos intercambiar nuestras posturas en el debate de lo que significa una postura anti-autoritaria, una militancia anarquista, o una reflexión insumisa anti-élitista frente a la singularidad de la producción y reproducción del conocimiento, las instituciones existentes involucradas en esto, las implicaciones políticas, y en general, la necesidad de volver las reflexiones teóricas acciones practicas de transformación social. Creo que mucho de lo que decimos los intelectuales, seamos estudiantes o profesionales, muchas veces funciona como una válvula de escape de nuestra condición de élite, que como iconoclastas nos corroe consciente o inconciente, pero muchas otras veces nuestras palabras son solo una justificación política para sentirnos bien con nosotros mismos, sin cuestionar nuestra condición ni nuestros privilegios.

Y digo élite por que precisamente es de ahí que parte mi crítica a tu defensa a ultranza de la universidad. A muchos quienes analizamos la realidad desde una visión materialista nos acusan por que tendemos a ver el mundo económico como una suma cero, y tal vez deberíamos atender a tales criticas observando, sin caer en posturas idealistas o postmodernas, los puntos vacíos de nuestros dictámenes. Teniendo en cuenta esto, no puedo dejar de pensar en que significa el trabajo intelectual en la sociedad del kapital en que vivimos ahora, y cual es la condición económica que garantiza nuestra existencia. Últimamente cuando pienso en lo que produzco siento la profunda necesidad de recordar que casi ninguna de mis producciones intelectuales implican una utilidad básica a cubrir, y lo que pueda yo producir no es necesario en términos justos para la reproducción de la sociedad (solo para aclararlo soy historiador). Y aunque esta visión es bastante negativa y deterministas de las necesidades básicas materiales, aun así me hace pensar que a pesar de eso que produzco, aun así llega comida a mi mesa, luz agua y gas a mi casa, puedo transportarme (en medios públicos o privados) o cuando quiero “divertirme” hay una cerveza y un cigarrillo en mi mesa.

La respuesta es simple, hay algunas personas que si producen cosas que utilizamos los demás, que sin ellas tal vez no podríamos vivir (ya se, saquemos la cerveza y el cigarrillo…), y la producción de estas como mercancías (que es en términos prácticos como podemos nosotros, quienes no garantizamos nuestra autogestión, acceder a ellas), nos permite tenerlas como objetos comerciales que yo puedo comprar. Y cuales relaciones de producción están detrás de esa producción?, pues lo sabemos, explotación, robo e iniquidad sobre los productores que no son dueños de los medios de producción (que hoy día siguen siendo la mayoría). Y cuales relaciones están dentro de nuestra relación de producción de conocimiento? Nos roban nuestro trabajo los dueños de los medios de producción? Podría trasladarse la figura clásica y ortodoxa de esta relación social para la producción del conocimiento?. No estoy seguro, no se que tanta explotación recaiga sobre nosotros intelectuales, y como podamos afrontar tal condición como trabajadores (?) intelectuales. Aun así, al final del mes nos llega el cheque de nuestro salario, y no puedo dejar de pensar entonces que en ese cheque esta parte de lo que le quitan a los productores reales (materialmente hablando), y que nosotros hacemos uso de este ahorro social a pesar de la desigualdad de su origen.

Pero y si no producimos cosas que los demás consuman “necesariamente”, como es que mantenemos aun así nuestra condición?. ¿De donde provienen los fondos que nos permiten formarnos, que nos permiten investigar, que nos permiten tener una vida como intelectuales?. Ahí es donde empieza tu reflexión, cuando buscas las palabras para defenderte del, para mi acertado, cuestionamiento que formula tu amigo: como conciliar el ideal anti-estatal con la garantía que este da a nuestra educación?. Claro ante esta provocación, y cuantas veces no la hemos tenido que sufrir quienes combinamos la contradicción de ser militantes anarquistas en una universidad estatal, tu respuesta es defender la posibilidad del acceso a la (buena) educación, independiente de quien sea su proveedor, invitando a la defensa del “derecho” a la educación. Pues bueno acá se reúnen dos cuestiones que me parecen fundamentales y que es necesario desarrollar con mas cuidado.

La educación universitaria a la que estas apoyando no es mas que una forma histórica concreta de formación social que responde a la realidad en que se produce, es decir, no podemos desvincular la educación de este momento de su objetivo fundamental: producir profesionales. Esta educación, en la que el estado o las entidades autorizadas por el garantizan el “conocimiento” de un oficio (o arte) mediante un título, no esta liberada de las necesidades que la misma sociedad, y mas concreta los actores vinculados dentro de las prácticas laborales hacen de este mercado de las profesiones. Y acá hay que puntualizar: educarse en este momento no significa una cuestión altruista de conocer, significa seguir una serie de cursos que te llevan a conseguir un titulo, que sirve para ejercer una profesión especifica. No quiero quedarme en la varias veces explorada reflexión sobre el conocimiento-poder, sino quiero en este momento hacer notar que lo que hay detrás de esta estrategia es funcionalizar la educación para las necesidades de vinculación laboral. No se conoce para aprender, se conoce para trabajar.

Pero hay que ir un poco mas allá, la profesionalización de la realidad nos esta conduciendo a limitar nuestra acción social por que hay alguien mas autorizado (profesional) para hacerlo y debemos contratarle para poder solucionar nuestra necesidad social. ¿Quien regala su conocimiento o su oficio? Muy pocos idealistas como nosotros, de resto a los profesionales hay que pagarles. Pero esa autorización explicita además resulta en la composición de una elite intelectual que vive de su profesionalidad, y esto es algo que convierte a esta ejercicio intelectual y a esta realidad profesional parte de una relación desigual que mantiene a la sociedad dividida. Y en este lugar respondo explícitamente a mi realidad colombiana, en la que la posibilidad de ser profesional esta restringida a una minoría de privilegiados, de la que aunque incomodo hago parte. Así las cosas, se hace una nueva distinción entre quienes asistieron a la universidad y por ello son profesionales, y de quienes por su condición económica no lograron acceder a un titulo y deben quedarse con los trabajos que no exigen una titulación. Vaya problema, allí nos estamos enfrentando a una élite que se va formando para ser exitosa, proporcionando sus calificados (y por ello mas costosos) servicios a el resto de la población.

Y yo tengo claro que no somos en principio culpables de esta condición ya que desde pequeños nuestros padres, los medios de comunicación, la escuela y demás nos insistieron hasta el cansancio que teníamos que tener un proyecto de vida que pasara de la escuela a la universidad, y de esta ultima a la vida profesional. La profesionalización de nuestra vida nos fue enseñada desde muy pequeños como sinónimo de éxito, de realización, y, como no, de progreso personal. Lo que no nos dijeron explícitamente es que ese éxito, esa realización, ese progreso solo podía ser posible si unos pocos lo lograban, para así disfrutar del prestigio que significa pertenecer a una élite.

Claro, pero tu defiendes la formación intelectual de las personas, y se que lo haces desde los valores humanistas que identifican a cualquier anti-autoritario, pero asumes que la única forma de garantizarlo es por medio de la educación universitaria, a lo que yo quiero decir: No es verdad, hay otras formas de formación, de construcción y de reproducción de conocimiento, solo que quienes estaríamos dispuestas a materializarlas seguimos tercamente tratando de salvar el carácter critico de las instituciones productoras de títulos, sin renunciar a la misma lógica de la profesionalización. Y acá creo que radica nuestro error.

La segunda cuestión tiene que ver con el carácter público de la educación. Se que una de las reivindicaciones más fuertes que aparecen cuando hablamos de los temas públicos, es defender el carácter colectivo de instituciones que en este momento controla el estado. Cosas como la educación y la salud pública, la generación de nuevo conocimiento y de infraestructuras de vida. Y cuando algunas de estas “garantías” que hasta ahora ha controlado el estado se ven amenazadas por el fantasma de la privatización la respuesta inmediata es defender el carácter de lo público y hacer precisamente el llamado que diriges, a defender el derecho que hemos recibido de las luchas de nuestros antepasados.

Pero yo cada vez más creo que ha sido el dirigir nuestras luchas en la perspectiva de los derechos lo que ha limitado la posibilidad de construir alternativas reales para solucionar las inquietudes sociales que no estén atravesadas por la participación estatal, y que una falta de lectura estrategia clara nos impide darnos cuenta que la lucha social podemos desarrollarla dando la lucha contra el estado, liberando los espacios públicos del control estatal, y haciendo de estos espacios propios para el ejercicio de la emancipación y la libertad humana.

Ahí es donde no solo mostrarse critico frente a la gestión de lo publico es necesario, sino acompañarlo de propuestas claras de gestión popular, de gestión directa, de autogestión. Pero estas discusiones deberían estar atravesadas de pensarnos realmente el para que la educación, y en donde desarrollarla. Solo como preguntas pienso en si las instituciones universitarias no remplazan la posibilidad de generar conocimiento y formación desde los espacios propios de vida te todos: el lugar de trabajo, el lugar de vivienda (barrio), el lugar de ocio. Y me lo pregunto por que aveces creo que la misma institución universitaria limita la posibilidad de socializar el conocimiento, y de hacer plural y colectivo su creación y ejercicio. Que tal si en vez de pensarnos la lucha por el derecho nos pensamos la lucha por el ejercicio libre, por la des-profesionalización, por la construcción de conocimiento a base de apoyo mutuo-autonomía.

Ahora, lo último en cuanto a esto que tendría que decir es que seguir en la lógica de los derechos no solo nos determina nuestra acción social, enfocándola hacia el estado que es el que garantiza los derechos, sino que nos hace validar además de los derechos los deberes que tenemos como ciudadanos, por que al final asumir la lógica de derechos es asumir la macabra lógica de la ciudadanía. Deberíamos estar proponiendo la superación estratégica y táctica de estas categorías y realidades, eso si desde una perspectiva ácrata.

Querido Isauc, se que tu intención es completamente libertaria, pero precisamente seguir preguntándonos mas y mas nos permite estar mas cerca de una sociedad distinta. Pero claro, no solo basta con preguntar, también tenemos que hacer, y aunque siempre queremos encontrar esa musa casi religiosa llamada coherencia no siempre es tan fácil. Tras retirarme de una maestría que estaba haciendo, precisamente por reflexiones personales como las que acá te expreso, volví a mi país a buscar trabajo en un oficio menos intelectual, con la triste realidad que aunque podía conseguirlo tenia la opción de pagar la deuda que me significo la maestría si me vinculaba por unos meses a un trabajo universitario. Así que acepte una cátedra en una universidad privada, con la esperanza de que cuando ya tenga pagada mi deuda pueda hacer lo que se me de la gana. Esta postura no me enorgullece, aunque tampoco me hace sentir completamente extraño con mis ideales, al final tomo el trabajo universitario como eso, un trabajo, a pesar que en la práctica siga validando toda esa institución de mierda. En mis tiempos libres ando conspirando con amigos afines (no todos anarquistas) la constitución de un centro de investigación independiente que pueda hacer investigación sin necesidad de la financiación estatal o privada, y que pueda pensarse en la generación de conocimiento autónomo, rebelde y transformador.

Me sigo lavando la conciencia? Tal vez, pero creo que vale la pena intentar así sea limitado.

Fiesta y Taller de Encuadernación.

Pues nada, que con algunxs seguimos inventando y planeando cosas por hacer y entre eso, hace un tiempo tenemos la idea de abrir un espacio auto gestionado, que pueda funcionar como Centro Social, lugar de encuentro para muchas cosas, que queremos que sea una construcción colectiva de lxs que estén intersadxs y participen del espacio, al que también puedan caer quienes tengan ganas de conocer acerca del pensamiento anarquista, pues vamos a tener una biblioteca. Pero no sólo eso, la idea es que también caigan y construyan quienes quieran participar de otras propuestas que se iran planteando, o plantear las propuestas ellxs mismxs, y también para quienes se quieran animar a realizar otras practicas económicas, siguiendo con la idea de mercar juntxs y así reducir costos, contactarnos con productorxs y romper con la intermediación.

Ya saben que nosotrxs le apostamos a la solidaridad y a la posibilidad de construir alternativas de autogestión a nuestrxs sueños, por eso vamos a comenzar con una gran fiesta de despedida del año, para que el año que viene podamos ojala empezarlo abriendo el Centro Social Acrata……y queremos convidarles a una buena rumba.

Pero bueno, para motivarlos aún mas, antes de la fiesta de 5 a 7 vamos a tener un taller de encuadernación artesanal que va a ser una maravilla. Solo hay que traer hojas para hacer una libreta para cada unx.

Pero por si acas va ser en la carrera 14A no. 40A-59, un sitio que se llama el Caney del Tamarindo, hay un aporte solidario (que ya saben pa que es) de 5 lucas (aunque si vienen solo al taller no hay que pagar nada).

La fiesta es desde las 7 asi que miren a ver, si vienen a tomarse unas cervecitas y coctelitos (ademas van a haber unos pasteles de yuca pa morirse del gusto), y por si fuera poco, la buena música a cargo de DJ Moño.

Bueno, ojala puedan pasar, y quienes no igual manifiestense para que el otro año podamos encontrarnos en el centro social!!!!!


Defender la anarquía no es defender la palabra.

Hablar del pensamiento libertario en un país con pocos referentes históricos fielmente anárquicos y limitada propagación actual de esta ideología, como es el caso de Colombia, es difícil no solo por los anacronismos y falta de contextualización, sino, por que la misma palabra recibe en el imaginario de los habitantes del territorio un significado distinto al que los militantes libertarios defendemos. Y es de esperar que no sea un caso excepcional por que si algo somos conscientes de el recorrido de la propaganda y la acción antiautoritaria es que desde el poder siempre se le ha querido cubrir con un manto negativo que provoca temor al nombrar a alguna persona o circunstancia anarquista. Pero lo que si es excepcional es que esta malinterpretación ha sido mas resultado de la copia directa que las elites nativas asimilaron del lenguaje de las foráneas, que de una respuesta local a un movimiento que haya puesto en tela de juicio la autoridad y dominio que se ha ejercido por siglos sobre las amplias masas de desposeídos y excluidos en el territorio en que vivimos.

Pero no solo allí radica la dificultad; el mismo movimiento revolucionario en nuestras tierras ha desarrollado unas propias formas, un lenguaje, unas prácticas autenticas que han moldeado lo que se entiende y vive como proceso emancipatorio en este territorio. Si bien esa misma tradición de la izquierda política, que ha sido la que hasta ahora ha liderado casi exclusivamente este proceso, carga en si misma varias contradicciones con nuestra ideología, también es cierto, y para nuestro objetivo supremamente importante, que ha marcado la cultura política y con ella el lenguaje que utilizamos para hablar de las posibilidades de cambio.

Bajo estos dos parámetros resulta de mayor atención discutir la necesidad de utilizar en la práctica palabras o estructuras de pensamiento que han nacido en otros momentos históricos y lugares geográficos que hablan de ese mismo sentimiento que reivindicamos aquí y ahora: la búsqueda de la autonomía individual y la libertad social. Allí es donde aparece la pregunta: ¿deben los anarquistas defender el llamarse militantes de la anarquía?, para lo cual por lo pronto aparecen dos respuestas: Si los círculos en los que se discute se tiene claro que al hablar de anarquismo se esta hablando de pensarse una sociedad antiautoritaria en el presente no habría por que dejar de nombrar a las cosas por el nombre que se les reconoce. Pero si por lo contrario, lo que sera el caso de la gran mayoría de espacios y personas con quienes nos interesa interactuar, nombrar ciertas palabras o ciertas formas de pensar resulta confuso y contraproducente es inminente buscar palabras precisas para que se nos entienda, así eso signifique ceder el placer de hablar con el lenguaje ácrata.

No por ello debemos ceder en la honestidad y sinceridad con que los militantes de esta idea debemos caracterizarnos. Dejar de hablar con las palabras preferidas por hacerlo con aquellas comprensibles no puede ser una evangelización escondida o una construcción metafórica confusa, al contrario, debe ser el compartir con nuestros interlocutores un cuerpo de ideas que tienen una coherencia propia y que expresan la intención de lucha y de construcción social que defendemos y que estamos dispuestos a llevar hasta las últimas consecuencias.

En este sentido, la habilidad de los militantes libertarios debe demostrarse en permitir ser entendidos, así como estar dispuestos a escuchar de los demás sus particulares formas de ver el mundo. En un mundo en el que la diversidad es una de nuestras primeras reivindicaciones, hacernos entender y escuchar es fundamental. Esto no podrá ser posible si no estamos dispuestos a retar nuestra retorica, bajando nuestro discurso y práctica al uso cotidiano, motor indispensable de nuestro proceso activo en la lucha social en la que estamos comprometidos.

Si me preguntan si soy anarquista no tengo problema en decir que si, pero si al responder para quien me escucha no es totalmente claro a lo que me refiero prefiero definitivamente retar mi capacidad discursiva y plantear de forma distinta pero con el mismo contenido lo que pretendo defender; al final si llegar a roma es el objetivo, todos los caminos ácratas conducen a la roma libertaria.