Por Yasmín S. Portales Machado
En este asunto de la maternidad le enseña a una de todo, ya en un post hablé de la leche medio digerida y otros fluidos que resbalaban por mi cuerpo con frecuencia en esos primeros seis o siete meses de vida de RJ. Aunque la experiencia se hace cada vez más escasa -su estómago es como un pozo con paredes de piedra, lo sacó de mi-, no puedo olvidarla, y regresó a mi mente un par de veces desde que Ted Henken levantó vuelo con comisión de despedida y todo -según sus palabras- y Enrique Ubieta se puso bravo con él -de nuevo- por andar haciendo mapas de la blogalandia cubana que no se parecen a los que el mismo Ubieta dibuja. Ustedes ya saben cómo sigue la metáfora, ¿verdad?
Seré clara, yo no empecé a bloguear por ganas de fajarme, sino por ganas de descargar sin control, siempre hubo un trasfondo político en esa opción -lo hay en cada gesto público y en muchos gestos privados de las personas adultas y cuerdas-, pues el primer blog que vi era en defensa del Ejército Zapatista, pero en esos días de 2005 creí que el gesto de emancipación que significaba publicar sin editores era políticamente elocuente en si mismo -ingenua yo, o empachada de la libertad marxista de la que Julio César Guanche habla sin cesar. Luego pasó el tiempo, y pasó un pájaro por el mar, pero me mantuve firme en la idea de que bloguear desde la isla -o con la isla como destino final- era mi legítimo derecho, en especial porque nunca mis superiores me pagaron por blogueaar, ni me orientaron bloguear, ni siquiera me felicitaron por bloguear. Eso si, siempre respetaron mi opción de bloguear, pero creer que lo hicieron orientados por ya-saben-quienes es llevar las cosas un poco lejos y, de paso, quitarles mérito humano.
Como todo en Cuba -desde el pan hasta la poesía- es mirado desde el triste prisma del conflicto Cuba – Estados Unidos, no me asombra que Ubieta responda a las opiniones de Henken sobre las alineaciones de la blogosfera cubana con una pasión que hace sospechar de motivos un poquito más personales que la presupuesta mala intención de un académico del Imperio. Pero yo creo que igual que tiene derecho a ponerse bravo, Henken tiene derecho a hablar con quienes bloguean desde un lado y otro de la política cubana, y Luis Manuel García Méndez tiene derecho a preguntarle qué vio en Cuba sobre los blogs, las paladares o el largo de las faldas. Eso si, no es ético que usen para argumentar sus polémicas cartografías deformes, retratos hechos con tijera, visiones sesgadas del campo sobre el cual se disputan la hegemonía. Ahí es donde la cosa se pone incómoda para una chovinista como yo: quien deforma a ojos vista los elementos en discusión es Ubieta, y no creo que por falta de tiempo de máquina o conexión para explorar.
En sus alegatos de las últimas semanas, Ubieta echó mano del recurso de simplificar en extremo, y por ello lastra lo que podría aportar su visión crítica respecto de los objetivos y límites con que Ted Henken describe a quienes blogueamos desde acá. Lo peor, lo más triste, es que lo hace con un sesgo ya familiar: Elaine Díaz es una buena muchacha a la que tratan de manipular, la izquierda que no comulga con el PCC es irresponsabilidad política y Henken siempre busca hacer propaganda a Yoani. Esta vez, además, pone empeño en “reconstruir” para su beneficio a dos de las tribus blogueras de Cuba. Al mentir sobre Havana Times y Bloguers Cuba, Ubieta pone en peligro a espacios que buscan -desde estrategias bien diferentes- poner frescura al endogámico sistema de debate social de la nación.
Nada, que del ciberchancleteo hemos pasado a la ciberenfangada, y como estas salpicaduras no vienen del tracto digestivo de mi hijo, no tengo ninguna razón para aguantarlas callada, sonriente incluso. Es por eso que escribo estas líneas, aunque tengo un montón de ropa que tender, me pica la cabeza -lo cual indica que es hora de zafar las trenzas- y deseo meter a mi marido en la cama.
Como me enfrenté a quienes en los primeros días de Bloguers Cuba (BC) preguntaban por la ausencia de Yoani -como si nuestro proyecto fuera una asociación profesional y no una reunión de amigos-, me tengo que enfrentar ahora a quien desea convertir a BC en un espacio institucional “de la profesora universitaria Elaine Díaz”. No, compañero Enrique, BC no es el aula de Elaine, mucho menos pertenece a Elaine, es la comunidad bloguera de Elaine. BC dista mucho de ser institucional, aunque los sustentos materiales de la mayoría de sus integrantes vengan del Estado cubano. En cualquier caso, es usted demasiado ducho en las palabras para no saber que su redacción lleva implícita una afirmación de jerarquías que nunca han existido en el interior de este grupo. Además, al solucionar el carácter de BC a través de la filiación laboral de Elaine, invisibiliza la naturaleza diversa -contradictoria a menudo- de BC como colectivo, lo cual ha marcado su perfil editorial.
Tampoco creo que sea casual e inocente el ejemplo elegido para caracterizar al proyecto Havana Times (HT). Como Henken, Ubieta hace hincapie en el detalle del financiamiento foráneo -Circles Robinson es norteamericano, como Pablo Menéndez, director de Mezcla, y como Henry Reeves, el mambí-, pero nada nuevo aporta respecto a las filiaciones políticas del mecenas. Luego elige como ejemplo a un integrante del grupo cuya presentación cita “estoy muy bien definido políticamente: soy un agrio opositor de los mandones, los abusadores, los impositivos, los que se creen con la verdad etc. pónganse estos el traje que se pongan”. Y con ello concluye que el portal apuesta por “la atractiva y falsa rebeldía que promociona el mercado, la que no parece conducir hacia ninguna parte, y acaba el recorrido en el garaje capitalista.” Bastante apresurada la conclusión, me parece, cuando allí también tienen sus bitácoras gente como Dmitri Prieto -un conflictivo al que poca gente le parece lo suficientemente a la izquierda- y varios integrantes más de la Red Protagónica del Observatorio Crítico, la cual es explícitamente anticapitalista.
Tiene gracia que, luchando por demostrar que hay unidad en la blogosfera “revolucionaria”, no pueda resistirse Ubieta a trazar nuevas fronteras. Ahora quienes defienden a la revolución son solo BC y la Joven Cuba, porque HT padece el pecado original del origen financiero y un integrante anarquista -¿es pertinente preguntarse qué opinaría Ubieta de saber que Robinson es parte de la red de apoyo a Pastores por la Paz, por ejemplo? Luego, este espacio de blogosfera “no mercenaria” es aún más estrecho que el definido por Henken como “socialista”. Y es así porque Ubieta no dispara sus proyectiles de ciberfanguito en base a las filiaciones políticas de las bitácoras que integran esas comunidades, sino por lo que a su arbitrio es “el universo revolucionario”. Qué marcos referenciales usa, más allá del apoyo irrestricto al Estado, nunca lo dice.
Por último una nota de estilo: Ted se preguntaba de dónde saca Enrique sus horas de conexión; el otro le riposta “Sin complejos Ted: del estado revolucionario cubano, es que soy cubano y no yuma, y soy además revolucionario”; entonces yo pregunto “Oye, Enrique, ¿y quién hace el examen de «revolucionario» para poder acceder a internet desde Cuba?”