Hacer Revolución en la Cuba de hoy

Dmitri Prieto entrevista a Pedro Campos Santos

Pedro Campos durante el IV Foro Social Observatorio Crítico, San José, 2010

HAVANA TIMES, 25 junio Para muchos en Cuba, Pedro Campos Santos no necesita presentación. Sin embargo, para la mayoría de los cubanos y cubanas probablemente es todavía un desconocido. Lástima. Consecuencia de la falta de flujos horizontales de información e ideas.

Perucho pertenece a un colectivo informal denominado SPD (Socialismo Participativo y Democrático) que desde ya unos años se ha dedicado a promover el camino socialista para la Cuba del futuro y del presente. Un camino socialista basado en la autogestión social con libertad para todas las personas que de ella forman parte; un socialismo con todos y para el bien de todos. como lo quería José Martí.

Hemos logrado esta entrevista exclusiva con Perucho, donde nos relata detalles de su interesante biografía y las razones de su compromiso político, así como algo sobre sus compañeros de SPD.

HT: Perucho, perteneces a una generación que participó directamente en los cambios radicales ocurridos en Cuba después del 1959. ¿Qué significa para ti ser revolucionario?

PEDRO CAMPOS: Cada momento histórico demanda una actitud específica de los revolucionarios. En 1953-58, en Cuba, se trataba de luchar contra la dictadura de Batista, por la restauración democrática. En los primeros años, después del triunfo de la revolución política de 1959, la lucha era por la consolidación de lo alcanzado, la revolución cultural, el traspaso del poder real el económico- y el político/decisorio a los trabajadores y al pueblo y por las transformaciones socioeconómicas de base, que hicieran posible el avance al socialismo, época en que ya empezaron las desviaciones estatalistas y centralizadoras.

Hoy, metas básicas de esa etapa siguen pendientes, por lo que se trata -a mi juicio- de impulsar, por todas las vías posibles el proceso de democratización y socialización de la vida política y económica del Pueblo cubano.

La revolución del 59 nos liberó de la tiranía de Batista, estatizó la propiedad, toda, de los capitalistas, cubanos y extranjeros, grandes, medios y pequeños, concentró y centralizó, aún más el capital; pero en manos del estado y centralizó también las decisiones políticas. Se creía que eso era socialismo. Esa centralización típica del socialismo estalinista y sus variantes, pensada para facilitar la socialización de la propiedad y de los resultados de la producción y la necesaria democratización de la vida política, a la larga se convirtió en un obstáculo insalvable. Por eso fracasó allá y acá.

Para consolidarse, el proceso revolucionario cubano, hace rato tiene como metas avanzar del estatalismo a la socialización y de la concentración del poder político a su democratización. Qué cambios y cómo hacerlos y hacerlos bien, para evitar que una descentralización no democrática, conduzca a las grandes privatizaciones y a un mayor desencanto de los trabajadores y el pueblo, es la táctica que discutimos ahora en Cuba. Los capitalistas se están haciendo la boca agua. esperando que la actualización del modelo favorezca el desarrollo del gran capital privado nacional y extranjero.

La historia del llamado campo socialista dejó muy claras lecciones de lo que no debía hacerse llegado el momento de cambiar el sistema neoestalinista. El andar lento y tortuoso, la incapacidad para llevar adelante transformaciones que posibilitaran el control directo de los trabajadores sobre las empresas y del pueblo sobre las decisiones importantes de todo tipo, la amplia penetración de los grandes capitales extranjeros y nacionales en combinación con la transmutación de la burocracia en buroburguesía, la ausencia de un claro programa de transformaciones socializantes, la continuación de la excesiva centralización de las decisiones de todo tipo, la permanencia del verticalismo y de dinosaurios neo-estalinistas en importantes cargos de dirección del partido y el gobierno, fueron los errores principales de los procesos de renovación del socialismo de estado, especialmente en la URSS y en China, encaminadas hoy al desarrollismo capitalista.

La Perestroika de Gorbachov pretendió renovar eso quiere decir perestroika– el modelo, reformarlo, cuando se trataba de cambiarlo en sus bases. Como no queremos que aquí pase lo mismo, hemos presentado un programa, que desde luego puede estar incompleto, pero no para renovar el modelo de capitalismo monopolista de estado, creído socialismo, sino para cambiarlo por un socialismo democrático, con real participación de los trabajadores y el pueblo, donde éstos, directa y democráticamente, sean los que tomen todas las decisiones que los afecten. Avanzar en esas dos direcciones principales: la socialización y democratización de la economía y la política, con paso firme y proyectos claros, es lo que creo hoy revolucionario en Cuba. Oponerse a ese curso es hacer contrarrevolución.

HT: En tus textos, sobre todo en los últimos, eres muy crítico con las personas a cargo del liderazgo político de nuestro país, incluida la nueva dirección salida del VI Congreso del PCC. ¿Acaso ser revolucionario no incluye para ti la lealtad a los líderes históricos del proceso?

PEDRO CAMPOS: No noto esa diferencia específica que tú acentúas entre mis actuales y anteriores textos. Nunca he criticado a las personas, critico a los métodos, al sectarismo entronizado, a los déficits democráticos, socializantes y libertarios del sistema estatalista, presentado como socialista. En definitiva me muevo en el mundo de las ideas. Mi generación en su mayoría, y yo en lo personal, hemos sido leales a los revolucionarios que han encabezado el proceso cubano. Mucho que hemos aguantado y callado para no afectar la cohesión de las filas revolucionarias.

A los líderes, los hemos respetado siempre y desearíamos que pasaran a la historia como los que propiciaron las bases del socialismo marxista. Pero eso depende de ellos. Nuestras críticas y propuestas privadas y públicas son muestras de nuestra lealtad y no al revés. Desleales son los que prefieren oportunistamente ocultar o justificar lo mal hecho para preservarse una posición en la burocracia.

No me considero un actor independiente del proceso revolucionario. He sido un activo participante en la obra revolucionaria y me siento comprometido con ella, aún cuando discrepe de no pocas acciones y políticas. Como historiador no confundo la lealtad con la ignorancia o la incondicionalidad. Menos con el miedo. No creo tampoco que lo revolucionario se mida por la lealtad a personas específicas, sino a los principios, a los métodos, a los objetivos y contenidos del proceso revolucionario.

Los líderes políticos, siempre coyunturales, se equivocan, más mientras menos cuentan con los demás y naturalmente desaparecen. Si la revolución se confundiera con sus líderes, ésta podría desaparecer con ellos. Los líderes juegan importantes papeles en determinados momentos históricos en la medida en que son consecuentes con el carácter de los procesos revolucionarios. Cuando, por las razones que sean, dejan de serlo, pierden su legitimidad ante el pueblo, ante la historia. Los líderes, en el viejo sentido de la palabra, van perdiendo vigencia y cada vez más son los movimientos sociales, los principales protagonistas de los procesos revolucionarios.

HT: ¿Qué pensadores, héroes, líderes y mártires de nuestra Revolución te han inspirado más en tu trabajo?

PEDRO CAMPOS: Fidel y el Che, entre los más recientes, a pesar de que no comparto acciones y posiciones de ambos ante determinados acontecimientos o coyunturas. Aprendí de ellos a ser consecuente con mis principios, sin importarme las secuelas personales, a no confiar nunca en el imperialismo, a buscar siempre la verdad y a defenderla. Como todo cubano fui martiano primero y desde niño. Mis padres, maestros de escuela primaria, me inculcaron el conocimiento y el respeto de la obra martiana, a su vida de amor y sacrificios por la libertad.

Por eso creo que en su conjunto la figura que más me impactó siempre fue la de José Martí, al que considero el más integral y brillante de todos los cubanos y vigente, pues todavía están por lograrse algunos de los objetivos revolucionarios que se propuso. Martí no buscaba solo la independencia de España, pretendía una sociedad de iguales, con todos y para el bien de todos. ultra democrática, con la propiedad repartida como base de la libertad. Criticó adelantadamente el socialismo que se pretendiera desde el estado burocrático en La futura Esclavitud. Aunque es una figura física del Siglo XIX, su autoría intelectual del proceso revolucionario cubano, trasciende el Siglo XX y ya abarca el XXI.

HT: ¿A qué se dedicaba Pedro Campos Santos antes de lanzar su propuesta de proyecto socialista autogestionario para Cuba?

PEDRO CAMPOS: Siempre dediqué mucho de mi tiempo libre al estudio de la historia de Cuba, a la filosofía y a la economía política marxistas. Después de salir del Servicio Exterior, durante los años más duros del llamado Período Especial trabajé en el turismo, luego en una pizzería, hice de taxista, vendí libros y laboré como fotógrafo callejero, y en todo ese tiempo volví a estudiar a Marx, investigué sobre las causas de la caída del campo socialista, traté de explicarme mejor el fenómeno revolucionario cubano y fui conformando un conjunto de ideas sobre cómo enfrentar la compleja situación interna de mi país, sin olvidar que tenemos ahí mismo la amenaza imperial, garantizar la continuidad del proceso revolucionario y avanzar al socialismo.

Ya cuando el IV Congreso del PCC en 1991 había presentado en mi núcleo del Partido un análisis de los problemas y un grupo de propuestas más o menos en la misma dirección que ahora no fui yo solo, fueron muchos-; pero cuando Fidel en el 2005 dijo que los revolucionarios podríamos destruir la revolución si no enfrentaban los graves problemas de corrupción y burocratismo, y llamó a combatirlos, creí entender que andábamos en el mismo camino y me dispuse a hacer públicos mis análisis y propuestas.

Escribí un libro sobre la autogestión empresarial y social y envié copias digitales a varios compañeros de la dirección del partido y el gobierno. Intenté publicar en Cuba sobre lo que había investigado y ante la negativa de la prensa oficial a dar cabida a mis artículos, empecé a difundirlos en las páginas internacionales de la izquierda: Rebelión, Kaosenlared, Insurgentes y otros. Todos mis artículos han sido enviados en su momento a Granma, Trabajadores y Juventude Rebelde. En fin antes de lanzar nuestras Propuestas Programáticas, en el 2008, realicé un amplio trabajo teórico y práctico de esclarecimiento y divulgación de las ideas de la autogestión socialista.

Durante la marcha del 1º de mayo 2010. Socialismo es democracia, pa'l latón la burrocracia

HT: ¿Por qué lanzaste esa propuesta? ¿Puedes definir su sentido en dos palabras?

PEDRO CAMPOS: Hemos lanzado varias propuestas. No solamente ésa. Ya había adelantado que en ocasión del IV Congreso presenté en mi núcleo un conjunto de propuestas en dirección a la democratización y socialización de la vida política y económica del país. En el 2006 al Congreso de la CTC presenté un plan general de socialismo autogestionario, publicado en Kaosenlared y otros. Luego en el 2007 publiqué 15 Propuestas concretas para la reactivación del socialismo en Cuba.

En el 2008, con vistas al VI Congreso del PCC presentamos Cuba necesita un socialismo participativo y democrático. Propuestas programáticas y en el 2011, una nueva edición de esas Propuestas Programáticas, contentiva de muchas de las sugerencias que recibimos, bajo el título: Propuestas para el avance al socialismo en Cuba.

Nuestro objetivo siempre ha sido tratar de contribuir a la discusión nacional sobre los problemas de la revolución cubana en la etapa actual y hacer llegar tales ideas a todos los estratos posibles y desde luego a las discusiones del VI Congreso, por cuya realización me pronuncié cuando del tema no se hablaba. ¿Cómo definirlas en dos palabras?: socialización y democratización, que serían incompletas sin plena libertad.

HT: ¿Puedes decirnos algo más del colectivo SPD, de Pedro Campos y otros compañeros?

PEDRO CAMPOS: Somos combatientes revolucionarios, trabajadores y profesionales de diferentes edades, la mayoría con estudios universitarios y vida revolucionaria activa, todos hemos trabajado directamente en la base, como asalariados o como trabajadores libres. Tenemos obra escrita.

Algunos tuvimos responsabilidades de nivel intermedio en el gobierno y hemos sido dirigentes de base del Partido y de la Juventud Comunista. Algún que otro compañero llegó a tener responsabilidades a nivel regional, provincial y nacional, como Directores o sub directores de órganos de prensa.

Sin compromiso organizativo alguno, entre nosotros pueden encontrarse combatientes de la clandestinidad, miembros de la antigua Juventud Socialista, excombatientes de los Órganos de la Seguridad y de las Fuerzas Armadas, internacionalistas, diplomáticos, juristas, periodistas, economistas, teólogos, historiadores, filósofos, psicólogos, poetas, profesores universitarios, escritores, otros artistas, trabajadores manuales y de otras profesiones y oficios.

Somos promotores de ideas y hemos ido ganando espacios y ampliando nuestra influencia. No nos encasillamos en ningún tipo de secta política, no pretendemos unanimidad ni imponer a nadie nuestros puntos de vista. Somos anticapitalistas y partidarios de un socialismo muy distinto al real. de estado. el conocido, que tenga como sujeto y fin al ser humano pleno, libre.

HT: ¿Crees que lo que haces tiene repercusión entre los decisores públicos cubanos y los académicos que los asesoran?

PEDRO CAMPOS: No sé hasta dónde la labor que hemos venido realizando varios compañeros en esta dirección pueda haber influido e los decisores públicos y en quienes los asesoran. Sí nos consta que leen lo que escribimos y algunas de nuestras propuestas están siendo instrumentadas. No creo que sea porque las hayamos hecho nosotros, sino porque la realidad misma las ha impuesto.

HT: ¿Y en el pueblo?

PEDRO CAMPOS: Igualmente, no tenemos una forma concreta de medir el impacto en el pueblo, pero sí hemos recibido en nuestros correos electrónicos, de nuestro entorno y donde alcanzamos a llegar, comentarios a nuestros artículos y miles de opiniones de cubanos de dentro y de fuera, intercambiando, apoyando o criticando partes o el todo.

Nos consta que nuestros escritos circulan ampliamente en la intranet cubana y fuera del ciberespacio, por otros medios. Nos percatamos de que si al principio éramos unos pocos hablando del tema abiertamente en la prensa internacional de izquierda, -en privado, en círculos académicos y políticos estrechos, siempre hubo quien los tratara, siempre han existido proyectos y propuestas autogestionarios-, ya hace algún tiempo, eso ha cambiado.

Hoy hablar de cooperativismo y autogestión de los trabajadores como socialismo se va haciendo más común en nuestro país. El VI Congreso acaba de aprobar la extensión del cooperativismo y del cuentapropismo, aunque todavía con muchas limitaciones, pues son concebidos desde el estado-centrismo y sin entender aun que el cooperativismo y la autogestión de los trabajadores son las formas genéricas de producción en el socialismo que, para triunfar, tendrían que predominar e integrarse en un sistema de economía solidaria, tender al intercambio de equivalentes, con planificación democrática, de base comunal, para superar el aislamiento a que dichas formas productivas son sometidas por el mercado, los estados y los sistemas financieros del capitalismo.

Ahora sabemos que en prácticamente todas las provincias hay compañeros que piensan similar o parecido y desde luego nuestra labor ha servido para ir aglutinando gente, acercar ideas, esclarecer posiciones de otros y en nosotros mismos. En este proceso hemos aprendido mucho.

Publicado en Havana Times

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  1. Algo que todos los cubanos deberíamos leer. Para asentir o disentir, para reflexionar, para tener claro sobre qué piedra del río estamos ahora mismo, para vislumbrar hacía donde van las aguas, para pensar un poco más detenidamente sobre lo que podríamos ser, lo que quisimos ser y nunca fuimos. Para reconocer lo que seguramente muy pronto perderemos sino intentamos poner coto a esas aguas que además de rápidas, se vislumbran muy turbias! Creo que ahora mismo atravesamos uno de los momentos más críticos de nuestra historia. Es hora de recuento y orden, de decisión desde la motivación personal. Muchas buenas ideas pueden (por fin) llegar a cristalizar o deshacerse para siempre. Lo único que se necesita es ser consecuente con lo que se piensa, que los únicos cuestionamientos sean hoy nuestra propia experiencia y las opiniones sosegadas de otros, sin importar ideologías o credos. Basta ya de bloqueos mentales absurdos y sectarismos convenientes. No es momento para miedos internos o impuestos, comodidades mentales y apatías. El futuro de Cuba y de los nuestros puede y debe cambiar ahora.

  2. Excelente artículo! Soy cubano y me encuentro ahora mismo en Rep Dominicana. Ver como funciona el capitalismo neoliberal aquí, devorando la gente y el ambiente, de la forma más abrasadora y a la vez completamente fatua, sin ningun real sentido de lo colectivo; ver como están la delincuencia y la inseguridad, me hace temer mucho por esta Cuba nuestra ahora abocada a “algún cambio”. No quisiera que estemismo paisaje político asole mi país. Por supuesto que esto que veo no me parece justo para este pueblo con expresión “perdida” por la calles y caminos quisqueyanos. No después de haber luchado tantas veces en el pasado contra su metropolí, la ocupación haitiana y quizás contra el peor tirano que han visto las Americas. En el caso de Cuba, siendo que hemos hecho tanto por ser diferentes, por ser los únicos dueños de nuestro destino, y siendo que para eso se han pasado tantas carencias y tanto y tan grandes absurdos, sería aun más lamentable hacer un retroceso semejante. Desde aquí me doy cuenta que nos queda mucho por salvar, la gente de aquí todavía ve en Cuba una esperanza, su esperanza vecina. Creo que ya es hora de ser algo más que eso, no sólo por lo que esperan los demas! Sobretodo por nosotros mismos!