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The following Saturday Josu was even more talkative than the first one. He put some music too, and at one point, he held his hand out to the cassette player, as if he was going to switch it off.
“You can change it, I don’t mind.” Paula would have much rather share the shift in silence apart from their conversation, but she thought it would be a bit out of place to put requirements and conditions on her mere second Saturday.
“It’s fine. It just reminds me of my partner.”
“Oh.”
“He died a few years ago, in Germany.”
“Uhm. I’m sorry.”
“Although he wasn’t my partner technically any more.”
Paula did not want to appear unduly curious, but then she thought that staying in silence would be ruder.
“How come?”
Josu breathed deeply but Paula could only hear a brief pause.
“We had finished our relationship before he moved to Germany. Then he found someone else, but we continued to stay in touch, it was all part of the agreement. Then he was killed on a motorbike.”
“He was riding a motorbike in Germany?”
“No. He was at the rear. They had an accident and my partner died.”
“And how did you find out?”
“His partner called me.”
Paula did not want to ask any more. She thought Josu still had to go over it. His eyes appeared watery.
“And you?”
“What, boyfriend-wise?”
“Yes.”
“I was going to marry this guy, but I realised, just in time, that I didn’t want to spend the rest of my life with him.”
“Sounds reasonable.”
They stayed in silence, giving out leaflets or generally hanging around in the shop for some more time and then Paula broke the silence:
“Can I ask you a question?”
“Yes. A separate issue is whether I will answer or not, but fire away.”
“Why do you always wear that neckerchief?”
“Because the Zapatistas are still at war.”
“At war?” She had read and heard about the Zapatista uprising in 1995, and, in one parish meeting, to every one’s surprise, she had expressed her support for their cause, but the Zapatistas had not been featured in the papers for a long time now.
“Yes, they have been at war since the uprising, the army makes incursions in their villages and kills unarmed women, children and elderly, while all they want is autonomy, recognition of indigenous rights and the end of the repression. Well, and of capitalism too.”
“And that is why you wear that.”
“Yes. It provokes the question. As has been the case.”
“That’s true.”
“You know? We may get Zapatista coffee very soon.”
“That would be ‘so’ cool.”
“Ground and roasted there. Unlike the coffee from Peru, which comes green and raw and it is processed here.”
“Why don’t we do get the Peruvian coffee processed as well, instead of having this normal company here to do it?”
“Because once you toast it and grind it, it lasts very little, just weeks. In raw state, it lasts months. And it comes by ship and from the moment it leaves the coffee fields until it gets there it takes three months, so it does need to last that long.”
“Hmm. And what about the Mexican coffee then? Is it coming by plane?”
“I think so. The Mexican government is not allowing any coffee from Chiapas to get out by ship anyway, so maybe sending it by plane is another option.”
“Why do the government do that!?”
“To repress them more, make their survival more difficult?”
Paula wanted to buy Zapatista coffee to support them. And a neckerchief.
“Where did you get that neckerchief?”
“from some support group. They make them in batches, and they ran out. Now you’ll need to wait for them to make the next one and supply our shop with them.”
Good, thought Paula. That will give me time to save some money for that.
“And what about you, have you been abroad?”
“Just in London, last year, I saw some of it in five days.”
“How was it?”
“Big. And foreign. But I liked it.”
“Aha?”
“Apart from the centre, the rest looks like a small village, with small houses all lined up, all being the same. And even in the centre, there were lots of open streets, like, you would never feel claustrophobic because of tall buildings surrounding you. It looks like somewhere where I could live.”
“Will you go back?”
Paula looked at Josu very serious.
“I don’t know, when, how. But one day, just one day, I will go to London, and will live there, at least for a year.”
El sábado siguiente Josu estuvo hasta más hablador que el primero. También puso algo de música, y en un momento dado, alargó la mano hacia el reproductor de cintas, como si fuera a apagarlo.
“‘Se puede cambiar, no importa.” Paula habría preferido con mucho compartir el turno en silencio aparte de su conversación, pero pensó que quizás estaría un poco fuera de lugar poner exigencias y condiciones en su segundo sábado.
‘Está muy bien. Sólo que me recuerda mi pareja. ”
“Ah.”
“Él murió hace unos años, en Alemania.”
“Uhm. Lo siento.”
“Aunque él no fuera mi pareja ya, técnicamente.”
Paula no quiso parecer excesivamente curiosa, pero luego pensó que sería más maleducado permanecer en silencio.
‘¿Por qué?’
Josu respiró hondo pero apenas se oyó una pausa.
“Habíamos terminado nuestra relación antes de que él se mudara a Alemania. Entonces él encontró alguien más, pero seguimos en contacto, era parte del acuerdo. Entonces él se mató en un accidente de moto.”
¿”Él montaba en moto en Alemania?”
“No. Iba detrás. Tuvieron un accidente y mi ex-pareja murió.”
‘Y tú, ¿cómo te enteraste?’
“Su compañero me llamó.”
Paula no quiso preguntar más. Pensó que Josu todavía tenía algo por superar. Sus ojos parecían acuosos.
¿”Y tú?”
¿”Qué, de novio?”
“Sí.”
“Yo iba a casarme con un chico, pero me di cuenta, justo a tiempo, de que no quería pasar el resto de mi vida con él.”
‘Suena razonable.”
Se quedaron en silencio, repartiendo panfletos o generalmente perdiendo el tiempo en la tienda durante algún tiempo más y luego Paula rompió el silencio:
¿”Te puedo hacer una pregunta?’
‘Sí. Tema aparte es si voy a responder o no, pero chuta.”
‘¿Por qué siempre llevar ese pañuelo?’
‘Porque los Zapatistas están todavía en guerra. ”
¿”En guerra?” Ella había leído y oído sobre el levantamiento Zapatista de 1995, y, en una reunión de parroquia, para sorpresa de los presentes, ella había expresado su apoyo a su causa, pero los Zapatistas no habían aparecido en los medios durante algún tiempo.
“Sí, han estado en guerra desde el levantamiento, el ejército hace incursiones en aldeas y mata a mujeres desarmadas, niños y ancianos, mientras todo lo que ellos quieren es autonomía, el reconocimiento de derechos indígenas y el final de la represión. Bueno, y del capitalismo también.”
“Y por eso llevas puesto esto.”
‘Sí. Provoca la pregunta. Como se ha demonstrado.”
“Es verdad.”
¿”Sabes? Vamos a recibir café Zapatista muy pronto.”
“Sería ‘tan’ chulo.”
“Molido y tostado allí. A diferencia del café de Perú, que viene verde y crudo y se tuesta, y se muele, aquí.”
¿”Por qué no recibimos el café peruano procesado también, en vez de tener esta empresa normal aquí para hacerlo?”
“‘Porque una vez que se tuesta y se muele, dura muy poco, apenas semanas. En verde dura meses. Y esto viene en barco y a partir del momento en que deja los campos de café hasta que llega aquí lleva tres meses, entonces esto tiene que realmente durar mucho tiempo.”
“Hmm. ¿Y qué pasa con el café mexicano entonces? Viene en avión?”
“Eso creo. . El gobierno mejicano no permite que ningún café de Chiapas salga en barco de todos modos, quizás enviarlo por avión es otra opción. ”
¿¡”Por qué el gobierno hace eso!?”
¿”Para reprimirlos más, hacer su supervivencia más difícil?”
Paula quiso comprar el café Zapatista para apoyarlos. Y un pañuelo.
¿”Dónde has conseguido ese pañuelo?”
“de algún grupo de apoyo. Les hacen en lotes, y agotó. Ahora tendrás que esperar al próximo pedido y que nos los … suministren.”
“Bien”, pensó Paula. “Esto me dará tiempo para ahorrar algún dinero para esto.”
¿”Y tú, has estado en el extranjero?”
“Sólo en Londres, el año pasado, vi un poco en cinco días.”
¿”Qué tal?”
“Grande. Y extranjero. Pero me gustó.”
¿”Ahá?”
“Aparte del centro, el resto parece un pequeño pueblo, con casas pequeñas todas alineadas, todas iguales. Y hasta en el centro, había muchas calles abiertas, como, nunca sentirías claustrofobia por culpa de altos edificios que te rodean. Parece un sitio donde yo podría vivir.”
¿”Volverás?”
Paula miró a Josu muy seria.
“‘No sé, cuándo, cómo. Pero un día, un día iré a Londres y viviré allí, al menos durante un año. ”