En busca del tiempo perdido o la urgencia de la verdad

Por Amador Hernández

Indudablemente, la llegada del Período Especial en Cuba al iniciarse la última década del siglo XX, cambió los códigos morales de una parte considerable de la población de la Isla. Fenómenos no pluralizados volvieron a la palestra pública bajo la convicción maquiavélica de que el fin justifica los medios. La prostitución, el proxenetismo, el robo, el meroliquismo, todo por la izquierda, tráfico de drogas y de personas, entre otros males, se fueron apoderando de la cotidianidad del cubano, al extremo de aceptarse como normal, y junto a ellos, un nuevo conflicto de emigración ilegal que trajo como consecuencia la crisis de los balseros, el robo de embarcaciones y naves aéreas, sucesos que conllevaron a una revisión del sistema legislativo del país y a la aplicación de medidas extremas.

Pero, aunque poco se ha hablado del asunto en los medios oficiales de comunicación, otras desgracias acompañaron a las mencionadas arriba, recordemos el éxodo de profesionales de sus puestos de trabajo en búsqueda de remuneraciones más sustanciosas aun cuando nada tuviera que ver la nueva forma de ganarse el sustento con la vocación.

La crisis económica en la que ha vivido la Isla desde entonces, crisis que se sigue manifestando en los altos precios que han alcanzado los alimentos, en manos casi siempre de esa nueva casta que se ha adueñado del mercado interno del país, los “pícaros”, y que han hallado en el nuevo modelo económico una vía rápida para hacerse de un capital nada despreciable sobre la base de la especulación, la falta de escrúpulo, el oportunismo (muchos de ellos se comportan a imagen de gánsteres y mafiosos de toda laya), no cede todavía a las expectativas de los cubanos del actual siglo mientras el Estado no acabe de crear el mercado mayorista para los “cuentapropistas” que en concubinato con los administradores y gerentes arrasan con la mayoría de los productos que “salen” a las tiendas de productos industriales y recaudadoras de divisa para multiplicarles el precio en sus particulares puntos de venta, lo que ha traído una verdadera anarquía comercial donde los más afectados son los hijos de Liborio. Continue reading