Por Cubanos Heterosexuales contra la Homofobia
El problema de la homofobia no concierne solamente a la sexología o a la política, sino también a la economía. Allí donde los enemigos de la diversidad sexual solo ven una cuestión emocional, una pataleta de personas que no comparten su orientación sexual, podemos encontrar también argumentos muy racionales.
Porque, sin duda alguna, la homofobia afecta seriamente el desempeño económico de un país. Pensemos en la economía de Cuba, tan pequeña y maltratada por la crisis. ¿Cuánto perdemos cada año a causa del rechazo a la fuerza de trabajo no heterosexual?
La cuenta es sencilla: por cada lesbiana, gay, bisexual o transexual apartado de sus estudios o impedido de realizarse profesionalmente, la isla pierde un obrero, un técnico o un profesional que podría contribuir con su saber al crecimiento de determinado sector.
¿Y el dinero y el tiempo invertidos en reprimir el derecho a la libre orientación sexual? Los censores de la televisión podrían dedicarse, en vez de a cortar escenas homoeróticas, a vigilar las manifestaciones machistas, racistas y violentas que inundan nuestra pantalla. Tijeras sí, pero contra aquellas imágenes que ofenden la condición humana. La censura tendría así un salario bien ganado.
Por su parte, los policías encargados de acosar a las parejas homosexuales en los lugares de encuentro podrían poner más ahínco en la captura de los delincuentes que desangran la economía con sus robos. Eso sería más honroso y económicamente fructífero que perseguir a quienes no han cometido delito alguno.
¿Y los homofóbicos recalcitrantes? ¿Cuántos infartos, dolores de cabeza, punzadas, agitaciones… se evitarían? ¿Y cuánto ahorraría el sistema de Salud Pública si no tuviera que atenderlos? Deberíamos proponerle a la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) la redacción de un nuevo informe: “Pérdidas al PIB causadas por la homofobia”.
Quizás de ese modo muchos se convencerían de su error.