Por Isbel Díaz Torres
Culmina la actual legislatura del parlamento cubano, y la temática referida a la ampliación de derechos de las personas con sexualidades diferentes a la heterosexual, vuelve a quedar fuera del programa legislativo de la isla.
Aunque me indigne, ello en realidad no me sorprende demasiado, si contamos con que la falta de autonomía del parlamento cubano, supeditado a las decisiones del PCC, imposibilita que iniciativas de este tipo sean abiertamente debatidas, y se lleguen a decisiones consensuadas.
El déficit democrático que ha sufrido la nación durante décadas no puede parir otra cosa que arbitrariedades de este tipo, por lo que imagino que sea muy difícil transformar la desprotección que vivimos las personas y familias LGBT, si no se transforma antes el mecanismo general de funcionamiento de las estructuras políticas y de gobierno.
Por supuesto, no es posible esperar a que tales modificaciones tengan lugar primero para después exigir el respeto a nuestros derechos. Ellas no ocurrirán “por obra del espíritu santo”, sino por la labor de socialización y la presión que pueda ejercer la sociedad civil de la que somos parte activa.
Las violaciones cometidas durante el reciente Censo de Población y Viviendas hacia las familias LGBT cubanas anunciaron inequívocamente la poca disposición gubernamental a incluir las transformaciones que requiere nuestra sociedad, a despecho de los valiosos artículos debatidos durante el pasado Congreso del PCC. Continue reading