LA TRUCHA Y EL POTE VACÍO

Por Isbel Díaz Torres

La edad presente es de lucha:
es preciso, pues, luchar;
no se puede descansar
entre el ruido que se escucha;
la vacilación es mucha,
ya está muy crecido el mal;
se consume el ideal;
se va Dios, ¡esto es horrible!
Contener es imposible
esta gangrena moral.
Rubén Darío

I
Contener es imposible
la saliva en la garganta,
el miedo se me atraganta
como el corte en el fusible.
¿Qué muralla más factible,
qué tabique, qué cristal,
qué parabán oriental
mi gente puede oponer?
No sé cómo detener
esta gangrena moral.

Se consume el ideal
detrás de cada consigna,
y el que va a pie se resigna
al son gubernamental:
–a ustedes, lo elemental
(si acaso), lo imprescindible,
para mí, lo apetecible–.
Vida sin miel y sin fronde
nos toca, besar por donde
se va Dios, ¡esto es horrible!

La vacilación es mucha
entre mi gente cansada.
Saben que aquel del lada
chapisteado es un escucha.
Sospechan hasta en la ducha,
pero niegan el corral.
Limpian su espina dorsal
mas no se limpian la aorta,
y aunque lo intenten, no importa:
ya está muy crecido el mal.

II
No se puede descansar
aunque descansen los otros.
La burocracia son potros
que cabalgan por el mar
de la traición a ocultar
sus panzas tras su capucha.
La burocracia serrucha
el suelo a los despistados
que miran hacia otros lados
entre el ruido que se escucha.

La edad presente es de lucha
como toda edad ha sido.
Siempre hay quien vive jodido
y con las sobras se embucha;
pero está el que ve la trucha
en el banquete del zar,
y sabe que ese manjar
lo pescó él en su bote:
si quiere verlo en su pote
es preciso, pues, luchar.

Isbel Díaz Torres