Censo homofóbico Cuba 2012: CENESEX declara que no hará declaración

Por Negracubana


En las acciones previstas por el Proyecto Arcoiris para revelar el carácter homofóbico del CENSO Cuba 2012, estuvo conocer cual sería la participación del Centro Nacional de Educación Sexual en la presente “batalla”.

Con esa intención, la bloguera Yasmín S. Portales Machado se comunicó con la mencionada institución.

Cual no sería nuestra sorpresa cuando Yasmín nos expresó que el CENESEX no haría declaración alguna. Según Marta María, periodista encargada de la comunicación institucional, luego de haber consultado a las autoridades indicadas, no había nada nuevo que decir.

Durante la preparación del CENSO, la institución había propuesto su contribución a la formación, en las temáticas pertinentes, de las personas que participaría en la investigación censal. Ahora que la “mesa está servida”, se le da la indicación de no decir ni hacer “ni pío”.

Ciertamente es lamentable dicha posición contemplativa; se pierde entonces una oportunidad —concreta y puntal— de trabajar conjuntamente, activistas e institución, contra la homofobia institucional en Cuba.

Todas nosotr@s activistas y periodistas, hemos fortalecido nuestra militancia participando “codo a codo” —brindando nuestras historias de vida, mostrando nuestros rostros, etc.—, en las actividades que el CENESEX ha coordinado por más de 5 años. Por eso nos sentimos con el derecho de solicitarle su acompañamiento.

El CENESEX tiene un recorrido sorprendente en la defensa de los derechos sexuales y reproductivos de cubanos y cubanas. De hecho, últimamente se le vincula casi exclusivamente con ese aspecto.

No entiendo entonces como alguien “de arriba” pudo decidir el silencio de la institución ante la situación que nos ocupa: denunciar cómo el CENSO pretende desconocer los hogares monoparentales y las personas con identidades de género trans que hay en el país.

Sin embargo, “seguimos en la lucha”, si no logramos que la oración tachada en el manual del enumerador vuelva a ser legible, por lo menos sentiremos que, como parte de la ciudadanía de este país, hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance: no tod@s queremos ser tan solo un número.

Publicado en Proyecto Arcoiris

Hoy es cuando, mañana puede ser demasiado tarde

Por Luis Rondón Paz

Estuve mirando anoche en los medios de comunicación masiva un acto desesperado: transmitieron un programa especial para obligar a las personas a ser censadas.

Piden veracidad, pero los veraces no van a ser ellos, porque no van a censar las familias no heterosexuales que viven en Cuba, y a los que se nieguen ser censados, según un amigo mío que llamo a la ONEI, les recordarán la obligatoriedad de declarar, porque así lo dice el Decreto Ley 291 de la Gaceta Extraordinaria 32 de 2012 (primer error, esta Gaceta no está ni en el Ministerio de Justicia, ni en la imprenta de las gacetas, por otra fuente supe que este documento realmente fue emitido en el 2011, y no dice nada de que sea obligatorio responder). Incluso amenazaron a este colega de que se podían tomar medidas con él si no declaraba lo que el enumerador tenía orientado anotar en el caso de las familias homoparentales. Lo más cómico de todo esto es la cañona que quiere dar la ONEI ante la sociedad cubana, la Nación, el Partido y el Gobierno de Cuba, ya que, cuando se te obliga a declarar algo que no es una realidad, se está violando el Artículo 59 de la Constitución de la República de Cuba, que tiene dicho bien claro que:

Nadie puede ser encausado ni condenado sino por tribunal competente en virtud de leyes anteriores al delito (decir la verdad y exigir que se sea censado verazmente me parece que no es un delito) y con las formalidades y garantías que éstas establecen.
Todo acusado tiene derecho a la defensa. No se ejercerá violencia ni coacción de clase alguna sobre las personas para forzarlas a declarar.

Y es lo que pasa justo cuando una persona no heterosexual, que vive con su pareja, decide que no va a declarar porque lo que anotarán en el Censo, para él y muchas familias cubanas es claramente una gran mentira, de carácter homofóbico, burgués, racista, patriarcal heteronormativo, invisibilizador, verticalista y poco democrático, porque entonces se le aclara que se “pueden tomar medidas contra este ciudadano”.

Me suena como algún vestigio de cacería de brujas con violencia implícita o explícita. Porque se está diciendo a este ser humano o dices que tu pareja es un pariente cercano, no tu pareja sexual-afectiva, o tomamos medidas contigo”. Porque no somos “normales” para el Censo, digo para la ONEI, que es la fuente sectorial encargada de la actividad registradora. Además, me parece que al asumir esta institución respuestas en pro de la coacción ante las llamadas telefónicas y correos con quejas razonables sobre el desacuerdo con ser enumerados contra su voluntad, por ser incierto su estado conyugal ante el país por parte del Censo, más claro ni el agua que eso es violación del citado Artículo 59. Incluso, constato más violaciones y cito el tercer párrafo del artículo constitucional:

Es nula toda declaración obtenida con infracción de este precepto y los responsables incurrirán en las sanciones que fija la ley.

¡Di tu! Todos los enumeradores serán sancionados entonces, porque están orientados de ignorar una “declaración” supuestamente veraz, como tanto recalcó un señor en el programa especial del Censo de Población y Vivienda que se transmitió en el horario estelar de la Televisión Cubana esta noche de jueves.

Y acoto que las personas trasns no serán reconocidas por su sexo o identidad de género, sino por lo que dicta su cédula de identidad. Los heterosexuales también son víctimas de violencia, ya que, según el Censo, no hay modelos democráticos de familia, todo es un “jefe”, un “líder simbólico”.

Me gustaría señalar que el lenguaje de género es bastante pobre por lo que plantean las encuestas.

Es que realmente es fundente lo que pretende la ONEI, siento como si estuviera viviendo en un país donde todas las personas son de piel color blanco o negro, no hay personas con rasgos asiáticos, afro descendientes y mucho menos familias homoparentales, no, no, no, que va, Cuba es un país libre de “maricas”, todos se fueron cuando el Mariel.

Entonces, ¿nos caemos a mentiras?, bueno, soy optimista y espero que se tomen medidas drásticas con la ONEI por violar “a la cara” el Artículo 59 de la Constitución de la República de Cuba. Me parece que la nación y la sociedad merecen más respeto, está bueno ya de que se siga tomando la Constitución como letra muerta. Pienso que, si se pretende modificar la actual Constitución, es urgente tomar las riendas ante tales faltas de respeto por parte de un Sector que, “se supone”, está junto a la política del Partido y sus nuevos lineamientos.

Creo que si esto se deja pasar por alto, la credibilidad ante los cambios que se están haciendo para el bien de la sociedad cubana” está en juego. Considero que es gravísimo lo que se pretende registrar, teniendo en cuenta que el próximo censo será en no se cuántos años. Es vital para la salud de una sociedad diversa, nuestra sociedad, que está enfrascada en la construcción de un socialismo democráticamente justo y equitativo, atacar a tiempo esta injusticia, después ya será demasiado tarde.

En 10 años, será demasiado tarde.

Mañana puede ser demasiado tarde.

Hoy es cuando.

Ahora hay que demandar justicia, es el derecho de todos los ciudadanos cubanos, y estos derechos no se plebiscitan, se garantizan.

No importa dónde estés cuando leas esto, si eres de Cuba, puedes exigir explicaciones a la ONEI. Puedes llamar al (53 7) 835 3911 o escribir a censo2012.

Tomado de Proyecto Arcoiris, correciones de Yasmín S. Portales Machado

Ciudadano Cero

Por Norge Espinosa Mendoza

No voy a estar en Cuba mientras el fragor del nuevo censo de población vaya puerta por puerta. Me perderé la oportunidad, entonces, de recibir a la persona que irá a mi casa para convertirme en un número, en una estadística que algo dirá sobre lo que somos en Cuba ahora mismo. Un número tras el cual estará la biografía de todos los que hagan ese gesto, con la esperanza de quedar como una marca en el mapa vivo del país. Hace ya varios meses nos habían advertido que las relaciones entre personas del mismo sexo no estarían contempladas en dicho repaso, que los homosexuales y lesbianas que tuvieran el arrojo de asumir la naturaleza de sus enlaces ante los encargados de esta operación, quedarían encubiertos por una voluntad nada relacionada con lo poco o lo mucho que hemos ido ganando sobre todo a partir del 2008, cuando comenzó a reconocerse en Cuba el Día Mundial de Lucha contra la Homofobia y parecieron removerse ciertos pedazos de la moralina tropical para que tuviéramos un rostro en ese mismo conglomerado que bajo el sol ardiente y tantas circunstancias que a otros pueden parecer insólitas, nos unen en diversos tipos de batallas.

La negativa de la oficina que realiza el censo a asimilar la verdad de estas parejas se escuda en la impersonalidad de las cifras, en el simple conteo, pero como han detectado varios activistas, es una maniobra que genera una mayor carga de oscuridad sobre lo que creíamos ganado. La cadena de contradicciones, demoras, esperas vacías, que sigue atentando en la Isla contra el reconocimiento natural y pleno de un hecho que sería ridículo negar ya, gana con este elemento un nuevo punto de apoyo, al que deberían haber respondido ciertas instituciones relacionadas con este batallar, y que no se han expresado como sus agendas debieran confirmarnos. En otros sitios del mundo, esto bastaría para que hubiera alguna protesta ante la fachada del organismo que emite el censo. En Cuba, nos queda el estrecho margen que blogueros, activistas, periodistas muy comprometidos, quieran dilatar para que esta estrategia no los reduzca a simples dígitos.

¿Qué puede significar en Cuba estar al margen de lo que el censo representará, si esta no es más que otra fórmula de invisibilización acerca de la calidad y las carencias auténticas de lo que somos? Poco o mucho, porque el censo puede ser apreciado solo como dato frío, pero también exigiría un grado de responsabilidad hacia esos rostros, esas parejas, esas vidas que se enfrentan diariamente a la homofobia institucionalizada, la misma que apela a estos actos para recordarnos su peso. La ingenuidad no debiera acompañarnos para que recibamos pasivamente este tipo de rechazos. Vivir en Cuba da el derecho a todos sus ciudadanas y ciudadanos a estar ahí, en ese conteo, y más, nos da el derecho de reconocer el modo en que vivimos por encima de estrecheces tanto morales como económicas, en pro de un respeto básico a la individualidad que encarnamos ahora mismo en la Nación. El dejo político que se oculta tras esta nueva negativa, el retardamiento de un punto de asunción que algunos han manejado con veracidad y otros hipócritamente cuando se acercan ciertas fechas y parece estar bien, ser correcto, hablando de la supuesta capacidad ya ganada para que tengamos como una pieza más en nuestro entorno a gays, lesbianas, transexuales, pacientes de VIH/Sida, etc., nos recuerda cuánto falta en el país para que en verdad seamos algo más que un número, una mano que se levanta junto a otras unánimemente en gesto mecánico, una voz confundida con las otras voces.

Lo conseguido en esta lidia no debiera reducirnos a Ciudadano Cero, de ahí mi apoyo a las ideas que varios de estos activistas han ido disparando contra el silencio que emanaría de esos reportes. Seguir callados o cruzados de brazos ante la manera en que nos anulan, nos editan como a ciertas escenas de seriales televisivos, nos mezclan impunemente con otros conceptos sin haber siquiera indagado en lo que quisiéramos o no participar, es una actitud a la que hay que enfrentar con radicalidad e inteligencia. Incluso cuando, como ahora, ya ha bajado por mandato el concepto de registro para este censo, y parezca imposible torcer el criterio retrógrado con el que, evidentemente, se sigue pensando la realidad en ciertas esferas.

El censo es apenas un símbolo de ello, y aunque parezca ingenuo colgar una bandera del arcoiris en un punto visible de la casa para al menos inquietar a los “censores”, va mi apoyo por esa provocación. La vida cubana, la que se explica en términos oficiales, está necesitada de ello. No quiero ser un Ciudadano Cero. Ni siquiera ahora que, por unos meses, estoy fuera de mi país, donde me repito una y otra vez aquello de “I am what I am”.

Es lo que lamento al no poder abrir la puerta a quien quiera saber quién soy, con cuántas personas vivo, mi edad. Etcétera. No quiero ser un número. Pero si quiero ser una persona dispuesta a reconocer lo que soy, y que no se me arrebate mi derecho al deseo. A desear el cuerpo que se me antoje. Me hubiera encantado recibir a ese hipotético encargado del censo envuelto apenas en mi bandera cubana.

Censo 2012: Cuba en una foto desenfocada

Maykel González Vivero

Será una foto de Cuba, una foto de familia, aseguran los manuales del censo, con vocación metafórica. A la medianoche del 14 de septiembre oprimirán el botón y veremos el flashazo. Ya sabemos, sin embargo, que nos harán una foto desenfocada: las uniones entre personas del mismo sexo fueron omitidas de los cuestionarios. Algunas familias no rezarán como tales, serán convivientes sin parentesco. Las pautas sancionadas por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) obligan a desenfocar la imagen de Cuba que necesitamos.

Hoy aparecieron pruebas de que la ONEI se traiciona a sí misma en una pugna a puertas cerradas. Un supervisor del censo, estudiante universitario, me reveló el contenido de unas líneas borradas en el manual denominado Instrucciones Enumerador. Aunque tachadas con saña, en el párrafo que define quiénes serán considerados cónyuges él pudo leer: “En este caso se admiten parejas del mismo sexo, siempre que sean convivientes del mismo hogar censal”. “Las parejas homosexuales no figurarán en la indagación”, dijo un funcionario de la ONEI al periodista Francisco Rodríguez Cruz hace pocos meses. Las líneas tachadas obligan a suponer que originalmente se les contempló. El diseño fue cambiado luego por razones que sólo justifican la homofobia y una flagrante mala fe.

Empeñado en conocer el origen de la tachadura homofóbica pedaleé hasta el sitio donde capacitan para el censo en Sagua la Grande. El director, Ovidio Bermúdez Acosta, me facilitó las Instrucciones y pude fotografiar el fragmento censurado. Bermúdez me mostró además una información oficial de la ONEI titulada Precisiones metodológicas y fe de erratas; en la penúltima página se ordena tachar la oración que reproduje arriba y sustituir por “Las parejas deben ser de sexo diferente”.

¿Por qué se abandonó el proyecto original? ¿Quién ordenó -persona o grupo- que se eliminara una pauta incluida por los propios especialistas de la ONEI? Lo que parecía una omisión ahora es discriminación. Afirmar que las parejas homosexuales no serían admitidas era anticuado; incluirlas, luego tacharlas, es discriminatorio. ¿Los responsables sabrán que obran contra la política del Estado?

Seguí hasta el Departamento Municipal del Censo, en la sede sagüera de la ONEI. Conversé con la máxima responsable: Dulce Suárez Rojo, otra funcionaria, me facilitó numerosos ejemplares de las Intrucciones. En todos aparecía la misma tachadura azul, rotunda. Maritza, la directora, me aseguró que los manuales llegaron tachados probablemente de La Habana. Ella desconocía la Instructiva No. 14 del 21 de junio de 2012, la fe de erratas de tanta mala fe. Dulce explicó que a pesar de la fecha el documento les llegó el pasado viernes. Y no tuvieron que corregir nada, lo que indicaban censurar ya estaba en azul.

Las funcionarias de la ONEI -todas son mujeres- se interesaron por el caso. Conocían el término homofobia. Mencionaron dos películas: Milk y Brokeback Mountain. Dulce admitió que la disposición obliga a instruir expresamente a los enumeradores para que desconozcan cualquier declaración de unión entre personas del mismo sexo. Si dos hombres se declaran unidos, los enumeradores excepcionalmente lo desconocerán, pese a que el censo consignará lo declarado aunque sea evidente alguna falsedad. Por una vez el censo mentirá. La foto quedará desenfocada.

Tomado de El Nictálope