Francisco, mis primeras interpretaciones desde La Habana

Por Félix Sautié Mederos

Crónicas cubanas

No puedo dejar de expresar mis sorpresas y mis esperanzas ante la elección del nuevo Papa, el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio, que sorpresivamente también adoptó el nombre de Francisco. Tampoco puedo esperar al principio de la semana próxima, como me es habitual, para enviar una Crónica al respecto a POR ESTO! Parece que este mes de marzo del 2013 va a ser una excepción en mis hábitos de trabajo periodístico: primero por causa de la muerte del inolvidable Hugo Chávez y en segundo lugar debido al hondo significado que para los creyentes y las personas de buena voluntad tiene la elección del nuevo Papa en medio de las crisis institucionales, económicas y políticas que vivimos en la actualidad y que han incidido también con fuerza en la cúpula Vaticana.

He podido acceder, desde los primeros momentos de su elección a las más variadas y diversas interpretaciones, incluso he leído análisis totalmente profanos a partir de una gran incultura y pobre capacidad de apreciación. En definitiva hay mucha variedad en la Casa del Señor; y soy de los que piensa que es muy bueno que así sea, porque de lo contrario nuestro mundo sería muy gris y posiblemente mucho más injusto de lo que en realidad es. Concretando, soy un partidario de la más plena libertad de conciencia, de pensamiento y de expresión que den base al diálogo fraternal entre todos, en el que nadie sea excluido; sólo los que se autoexcluyan porque no quieran participar o no tengan nada que decir.

En estas circunstancias quiero adelantar brevemente algunos criterios que me he formado por el impacto de la noticia de contar los católicos con un Papa latinoamericano, argentino específicamente, jesuita, que decidió denominarse por primera vez en la historia de los papas, Francisco. Nombre que tiene dos grandes referentes: San Francisco de Asís, quien intentó reformar a la Iglesia mediante la vida en la pobreza, la sencillez y la entrega total evangélica carente de toda ostentación; así como la de San Francisco Javier, por cierto también jesuita como Bergoglio, que entregó su vida de lleno en medio de grandes sacrificios y privaciones a la prédica del Evangelio en la India y en Japón. Ambos seres admirables y paradigmáticos para siempre. Continue reading